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domingo, 7 de diciembre de 2014

Capítulo noventa y nueve


Narra Emma:

Finalmente había llegado el gran día. Me hallaba en la habitación de un hotel, ya que siguiendo la tradición, no iba a ver a Santino hasta el momento de dar el sí. Ya había ido al spa y en un rato iba a venir la manicura. Mientras esperaba me senté frente a un pequeño escritorio y saqué de entre mis cosas una foto con mi mamá. La contemplé por varios segundos y no podía dejar de pensar en lo mucho que me hubiese gustado que estuviese presente en ese momento y poder darle un gran abrazo. Pasé las yemas de mis dedos por la imagen acariciando su rostro, cuando un golpe en la puerta me interrumpió. Fui a abrir pero no era quien yo esperaba, era mi padre. Lo saludé y luego centré mi atención en sus ojos vidriosos.

-Vine ahora para no interrumpirte más tarde.-me explicó.-Estoy emocionado.-agregó con voz ronca.

Me lo quedé mirando. Yo estaba bastante sensible, y verlo en ese estado me conmovía más.

-Estás re grande. Ya sos toda una mujer.-dijo luego de un suspiro.-Parece ayer que eras una niña corriendo por toda la casa y pidiéndome que juguemos a las escondidas. Me pedías que te cuente un cuento todas las noches, y te quejabas porque no te gustaban los finales que te inventaba.-se secó una lágrima.-Te gustaba vestirte con ropa de tu madre y cantar frente al gran espejo que teníamos en el living. En algún momento fuimos esa familia feliz que ahora anhelas tener, y te debes acordar que no miento. De chiquita te gustaba ponerte en la cama entre medio de tu mamá y de mí, y ver películas comiendo helado, y riéndonos.-hizo una pausa y tragó saliva.-Cuando tu madre falleció viniste corriendo a abrazarme y me sollozaste que yo nunca te dejara. Y se me rompió el alma en mil pedazos. Y me perdí, y no supe más por dónde ir.

Mis ojos se empezaron a nublar por las lágrimas que se estaban acumulando. Lo veía borroso, pero no podía sacar mi mirada de él.

-Sé que me equivoqué mucho con vos todos estos últimos años, hasta me hice creer que lo mejor era que te casaras con una persona que no te amaba con tal de yo seguir manteniendo el trabajo. Reconozco que estuve mal, y te pido mil veces perdón.-continuó mientras las lágrimas se le escapaban.-No soy perfecto, no soy el mejor papá, pero uno no nace sabiendo ser padre, lo va aprendiendo día a día. Y muchas veces cometemos errores creyendo que es lo mejor para nuestros hijos, pero después nos damos cuenta lo tan errados que estábamos.-hizo una pausa y yo ya no podía contener las lágrimas.-Perdóname, hija. No supe o no quise ver que no eras feliz. Y ahora te veo tan bien, tan radiante, tan cambiada. Y estoy muy orgulloso de vos.-a esta altura ya las lágrimas se me escapaban y rodaban por mis mejillas.-Yo te sigo mirando a los ojos y sigo viendo a esa niña hermosa que volvía del colegio corriendo y se me colgaba, abrazándome y llenándome de besos.-hizo una pausa.-No tendremos la mejor relación, no seremos la familia perfecta, pero sos la persona que me mantiene vivo, la que me da fuerzas para seguir adelante cuando estoy mal…te adoro con toda mi alma. Y te deseo lo mejor. Espero que seas muy feliz junto a Santino, y estoy seguro de que vas a hacer la mejor madre y vas a tener esa familia que siempre soñaste.-tragó saliva.-Tu madre, desde donde esté, hoy te va a estar mirando con el vestido de novia y se va a emocionar.

Corrí esa pequeña distancia que nos separaba y lo abracé fuerte, muy fuerte, quebrando en llanto. Las lágrimas no cesaban, lloraba con ruido. Y lo abrazaba más, como si eso fuera posible.

-No voy a hacerte ningún reclamo, papá.-dije luego de calmarme.-Te quiero mucho.-agregué sin querer despegarme de él.

Una vez que mi papá se retiró, apareció la manicura.

 

Narra Santino:

Era uno de los días más felices de mi vida. Desayuné en un bar con todos mis amigos. Volví al apartamento y saqué las alianzas de donde las tenía escondidas. Me senté unos segundos en el sillón a contemplarlas y me moría de ganas porque llegara ese instante en el que Emma se encontrara con el vestido de novia frente a mí. El timbre me sacó de mis pensamientos. Guardé las alianzas y fui a abrir.

-Hermano.-me abrazó emocionado Bruno.- ¿Cómo te sentís?

-Feliz.-le respondí con una gran sonrisa.-Me parece todo un sueño, no lo puedo creer.

-Y pensar que yo al principio te decía “olvídate de esa mina, te va a hacer sufrir”.-me comentó sentándose en el sillón.-Y ahora te estás por casar. Es increíble.

-Lo decías como si era algo fácil. Y yo ya estaba perdidamente enamorado.-le respondí.-Si me decías a principio de año que me iba a pasar todo esto, no te lo hubiera creído.-agregué luego de una pausa.

-A mí si me decías que este año iba a conocer al amor de mi vida y me iba a hacer padre, tampoco te lo hubiera creído.-me dijo con la mirada perdida.-Estoy como sensible, me emociona todo esto. En un par de horas te voy a ver con un traje dando el sí, ¿entendés? Es muy fuerte.

-Te adoro, amigo.-le respondí con los ojos vidriosos.-Gracias por estar en este momento tan importante para mí. Sos lo más.

-¿Estás loco? ¿Cómo me vas a agradecer?-se escandalizó.- Ni ahí me perdía este momento.

-Gracias también por venir hasta acá ahora, y decirme todo esto.-agregué y le di una palmada en la espalda.

-No vine sólo para esto.-me respondió mirándome fijo.-Te vengo a dar una noticia. Falta para ese momento pero ya quiero que lo sepas, porque la decisión ya está tomada y consultada con Tania.

-No me des intriga.-le pedí.- ¿Qué noticia?

-Quiero que seas el padrino de mi futuro hijo.-me dijo y se me puso la piel de gallina.-O hija, todavía no sabemos el sexo.

-¿En serio?-le pregunté emocionado y asintió con la cabeza.-Gracias, hermano.-agregué abrazándolo.

Al rato que se fue Bruno, apareció mi padre con una bolsa.

-Traje tu comida favorita.-me comentó ingresando.

Nos dirigimos a la cocina y nos sentamos frente a la mesa. Hablamos bastante, siempre amé mis conversaciones con él.

-¿Cómo te preparas para hoy?-me preguntó de repente.- ¿Estás convencido?

-Sí, estoy completamente seguro de este paso que voy a dar.-le respondí.-Estoy convencido de que es la mujer de mi vida.

-Se te nota tan enamorado como ella lo está de vos.-me comentó.-A ambos le brillan los ojos cuando hablan de ustedes y cuando están juntos.

-¿Cómo fue el día que le pediste a mamá casamiento?-lo interrogué.

-Había invitado a cenar a un restaurante a tu mamá y a tus cuatro abuelos. Y en un momento me levanté de la silla, le pedí al mozo que trajera champagne, saqué del bolsillo de mi saco las alianzas, la miré y le pedí matrimonio.-me respondió luego de quedarse pensativo.-Yo estaba muy nervioso, me sudaban las manos, y todas las miradas de asombro estaban clavadas en mí, y a tu madre se le empañaron los ojos antes de responder.

-Yo a Emma le preparé algo romántico para los dos. Y también estaba muy nervioso, me apretaba el nudo de la corbata y las manos me sudaban, y me temblaba la voz.-le conté.-Es muy linda la sensación de estar esperando junto al cura y ver a la mujer que amas vestida de novia caminando hacia vos, ¿no?

-Es un momento único ese, sentís millones de cosas que no se pueden explicar con palabras.-me respondió.-Ya lo vas a experimentar en unas horas. Y estoy muy orgulloso de vos, hijo.

 

Narra Emma:

Ya estaba peinada y maquillada. Sólo me faltaba ponerme el vestido. No podía estar más feliz. Me estallaba el cuerpo de alegría. Tania se hallaba conmigo y me entretenía haciéndome pasar más rápido las horas.

-Me emociona verte así, amiga.-me comentó de repente.-Me hace feliz verte cumplir uno de tus sueños.

-Gracias por acompañarme en esto.-le dije.-No sé qué haría sin vos.

Me puse el vestido y me coloqué los zapatos, ubicándome frente a un espejo.

-Estás hermosa. Ese peinado te queda muy bien.-me dijo.-Y el vestido es re lindo.-agregó con los ojos vidriosos.

-Me vas a hacer llorar y se me va a correr el maquillaje.-la amenacé sospechando que iba a salir con un discurso emotivo.

-Sólo te iba a decir que te quiero como si fueras mi hermana, y que todo lo que te pasa es como si me pasara a mí, me hace feliz.-me dijo.-Y ya que estamos te quiero dar una noticia. Sé que falta todavía para ese momento, pero ya lo decidí y Bruno estuvo de acuerdo.

-¿Qué noticia?-me interesé mirándola fijo.

-Quiero que seas la madrina de mi hija.-me respondió.-O hijo. Todavía no se sabe el sexo.

No pude responder nada. La abracé y se me llenaron los ojos de lágrimas.

-Gracias, hermana.-le respondí luego de varios segundos.-Ay el maquillaje.-me escandalicé buscando un espejo.

-Tranquila, yo te lo arreglo.-dijo sentándome y corrigiéndome lo que se me había corrido.-Ahora sonreí, y disfrutá cada segundo de este gran día. Te adoro.                                                                                                                                                                                          
Por un momento miré mi reflejo en el espejo y las imágenes del día que fui plantada en el altar invadieron mi mente dejándome un malestar. Mi cara se transformó, haciendo desaparecer mi sonrisa. Tania se me quedó mirando y enseguida comprendió mi temor.

-Eu, mírame.- se acercó obligándome a mirarla.- Va a salir todo bien, esta vez sí es el momento.

Cerré los ojos por unos segundos y luego al abrirlos, volví a sonreír. Estaba segura tanto de lo que yo sentía por Santino, como de lo que él sentía por mí. Y esta vez…no sólo era el momento, sino que era con la persona indicada.

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