Narra Emma:
Revisé todos los cajones del departamento en donde había
guardado cosas. En algún lugar sabía que tenía pertenencias de Benjamín, las
cuales no me correspondían. Luego de tanto buscar encontré una pequeña caja en
donde se hallaban dichos objetos. No iba a ser algo fácil, pero era lo
correcto. Agarré las llaves y me fui sin tener muy en clara la dirección, pero
maso menos me ubicaba y podía llegar a destino perfectamente. Una vez frente a
la puerta de una gran casa, sentí un poco de nervios y dudé antes de tocar el
timbre.
-Hola.-soltó con voz ronca la mujer que me abrió, sin salir del
asombro.
Supongo que la última vez que nos vimos pensó que no me vería la
cara nunca más en su vida. Y realmente yo creí lo mismo. Pero faltaba una
visita más, necesitaba cerrar bien la etapa, definitivamente. Algo indecisa, la
otra mujer de Benjamín me dejó ingresar a su vivienda. Busqué con la mirada al
pequeño que finalmente lo ubiqué gateando por los pisos del comedor.
-Puedes acercarte, si quieres.-me dijo siguiendo mi mirada.
La miré por unos segundos antes de avanzar hacia el niño que ya
posaba sus ojos celestes cielo en mí, mirándome con cierta curiosidad. Me
impresionaban los rasgos tan parecidos a su padre. Soltó una pequeña risita y
cautivó uno de mis dedos.
-Es hermoso.-le comenté a la madre.- ¿No camina todavía?
-Está aprendiendo, pero todavía no se larga.-me respondió.
Me tomé el atrevimiento de alzarlo y acariciar su suave piel.
-Me agarró de sorpresa tu visita.-soltó de repente aquella mujer
y la miré, acercándome con el niño en brazos.
-Vine a traerte esa caja.-le expliqué señalándole el lugar donde
la había dejado.-Tiene varias cosas que eran de Benjamín, y creo que ahora le
pertenecen a su heredero.
-Muchas gracias.-apenas pudo decir.-Me duele que mi hijo crezca
sin un padre.
-Lamento mucho todo lo ocurrido.-acoté.-Y también que esa
criatura no se llegue acordar de lo poco que lo conoció. Pero sé que Benjamín
lo va a estar cuidando siempre desde donde esté.
Le entregué a su hijo que ya estaba empezando a llorar y me
marché del lugar, ya había cumplido con mi parte. Salí a caminar sin un rumbo
definido, necesitaba pensar y aclarar mis ideas. Recordé, intenté superar,
sanar el dolor para comenzar con esta nueva vida que me esperaba. Me sentía
bien pero me faltaba dar el último paso, necesitaba despedirme. Fui hasta el
cementerio donde se hallaban los restos de mi ex novio, y me senté frente a su
tumba. Estuve varios segundos que parecieron eternos en silencio.
-Quiero creer que me podes escuchar, aunque no me puedas
responder.-arranqué a decirle.-Me quedaron un montón de cosas sin decirte, y no
sé bien por dónde empezar.-suspiré.-No fuiste una buena persona. También sé que
andabas en negocios raros, de los que ahora se está haciendo cargo tu padre, no
sé bien si dando la cara y resolviéndolos, o cubriéndote y yendo por el mismo
camino de la corrupción. Pero todo eso no viene al caso ahora.-hice una
pausa.-Siempre me quejé de que no me valorabas, ni me querías, y te reproché un
sinfín de cosas. Y sigo pensando en que tenía razón. Pero también sé que no fueron
todas cosas negativas, y que me ayudaste bastante, tal vez no de la manera en
la que necesitaba o era lo mejor, pero hiciste lo que pudiste, o eso quiero
creer.
No sabía realmente si el alma de Benjamín podía escucharme, pero
de todas formas me hacía bien desahogarme, sacar todo de adentro. Sentía que me
liberaba.
-Te fuiste creyendo que te odiaba, así con todas mis fuerzas. Y
no es verdad. Tenía mucha bronca, sí, y creo que un poco todavía me queda. Pero
te juro que no es odio, capaz si te hubieras puesto un segundo en mi lugar me
hubieras entendido. Lo que me quedó es dolor, es angustia, y recuerdos que me
matan. Ya no se bien si hablar en presente, creo que mejor todo eso pásalo al
pasado, porque ahora estoy intentando estar mejor, de hecho lo estoy. Aprovecho
para contarte que mejoré, que hice varios cambios que me hicieron bien. Ya no
soy una mujer dependiente, tengo mi propio trabajo y me puedo mantener sola. Aprendí
a valorarme y a quererme. Empecé a estudiar algo también, aunque le pongo más
empeño al laburo. ¿Sabes a que me dedico? A escribir en una revista. Capaz no
lo puedas creer, pero al final no soy tan inútil como me hiciste pensar.-hice
una pausa.-Sigo de novia con Santino, sí, ese que llegaste a conocer antes de
la tragedia, ese al que querías arrancar de mi vida por puro egoísmo. Sé que te
engañé, que te fui infiel, y que aunque te puedo dar un millón de razones, no
es justificable. Tampoco vale el “ojo por ojo, diente por diente”, ya que vos
también lo hacías. No obré bien y lo reconozco, estaba demasiado perdida…y
también te tenía miedo. Estabas muy violento últimamente, no estabas muy en tu
eje que digamos. Y me hacía mal también. Porque me hacías llenar de bronca y
sentía que eras…bueno, no quiero insultar en este espacio, pero ya te
imaginarás. También pensaba que me veías como un objeto, una marioneta que
podías manejar de acá para allá, y no estoy equivocada, ¿o sí?- hice una
pausa.-El punto es que el último día que pudimos compartir, aunque compartir
suena algo lindo, y todo lo que pasó fue algo que mejor olvidarlo…a lo que voy
es que miré en tus ojos y vi que estabas perdido, lleno de tristeza, y que
pedías a gritos que te rescataran. Yo no sé si te sentías arrepentido o fue una
crisis del momento, pero para mí en el fondo eras una gran persona, solo que
vos te olvidaste y quisiste convertirte en eso que ya sabemos todos.
Me olvidé del tiempo. No sabía cuánto tiempo hacía que estaba
hablando, solo sabía que lo necesitaba.
-No quiero seguir con reproches, ni retos, ni nada de eso.
Lamento en serio que te hayas ido. Y espero que en donde estés puedas estar
bien y sanarte, junto a Dios.-suspiré.-Hoy fui a ver a tu hijo y le llevé todas
esas cosas que una vez me habías dado, pero que eran tuyas y sé que no me
correspondían. Ya están en manos de la persona indicada, están a salvo. Es
hermoso, tiene tus mismos ojos y esa mirada tan intensa que vos también tenías.
La madre me comentó que está aprendiendo a caminar, así que ya está dando sus
primeros pasos. Cuídalo desde donde te encuentres, te necesita.-hice una
pausa.-Así como hace unos minutos te dije un poco, sin ser tampoco tan dura,
todo lo que hiciste mal en esta vida, también te quería decir que hiciste algo
bien, que dejaste una huella en este mundo, y es tu hijo.
De tanto hablar ni me percaté que había empezado a llover. Mucho
no me importaba mojarme, igual. Quería finalizar esta despedida.
-Perdón si ya te mareé con todo lo que hablé, pero necesitaba
soltar todo esto, tenía un nudo en la garganta, y no me hacía bien. Quiero que
sepas que a pesar de todo, en algún momento supiste sacarme sonrisas, y que te
quise. Y creo que un poco te sigo queriendo.-suspiré.-Santino sostiene que
apareciste en mi vida para hacerme aprender y hacerme fuerte, que todo lo que
pasó tenía que pasar, que era necesario. Así que si eso es cierto, te
agradezco, aunque debes estar pensando que estoy loca, pero bueno. De paso te
digo que te perdono por todo el mal que me hiciste, y que no te guardo rencor.-hice
una pausa.-Gracias por escucharme por una última vez. Tengo que dejarte ir para
poder ser feliz. Y espero que vos puedas serlo en donde quiera que estés.-me
levanté y ya estaba toda empapada.-Que descanses en paz.-agregué antes de
retirarme.
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