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jueves, 28 de noviembre de 2013

Capítulo uno


Narra Emma:

En el momento en que las agujas del reloj marcaron las doce, apagué las veintiún velitas que había en el pastel. 

-Feliz cumpleaños.-expresó Benjamín mientras me saludaba con un beso y sacaba del bolsillo derecho del pantalón una cajita.

Abrí esa cajita muy de joyería y me encontré con un collar muy costoso. Me encantó apenas lo vi y no dudé en ponérmelo.

-Gracias, mi amor.-acomodándomela y mirándolo con una sonrisa -Me encanta.-y ya me había acercado para besarlo.

La sonrisa no me duró mucho. En cuanto él fue hacia la habitación y regresó con un bolso en la mano y agarró las llaves, dando a entender que se iba, mi cara cambió por completo. Se despidió muy por encima y lo seguí hasta la puerta. 

-¿Hoy también te tenes que ir? Es mi cumpleaños.-le reproché, sabiendo que era en vano.

-Tengo una reunión de trabajo.-y esa frase ya me la conocía de memoria-Me encantaría quedarme, pero no puedo.-agregó y no sonó para nada creíble.

-Pero...-quise rezongar pero él me interrumpió.

-Cuando vuelva festejamos, ¿si?-y ahora le había agregado un poco de interés-Te amo, adiós. -agregó al irse.

El "te amo" antes de irse era infaltable, pero ¿realmente me amaba? Yo sabía perfectamente la respuesta, sin embargo, seguía a su lado y estaba a dos semanas de casarme.
A los minutos sonó el timbre y al abrir la puerta me encontré con mis tres más amigas que se abalanzaron para abrazarme. 

-¡Feliz cumple!-dijeron a coro mientras no paraban de abrazarme.

-Gracias por venir, amigas- le dije ya distanciada y con una sonrisa en mi rostro-Llegaron justo para la torta.

Nos dirigimos a la cocina y nos sentamos a comer lo dulce mientras empezábamos a conversar.


Narra Santino:

Me hallaba con mis amigos en mi departamento, preparándonos para la previa del boliche. De pronto suena el timbre y al abrir la puerta comienzan a entrar varias mujeres en fila, una atrás de la otra. Me saludaban con un beso en la mejilla y se encaminaban al living, donde se encontraban los demás. 

-Faltan un par de vasos.-me avisó uno de los chicos para que lleve.

Fui en busca de los vasos, más bebidas alcohólicas y puse un poco de música. Era el tercer viernes consecutivo que hacíamos previas con las mismas chicas y en mi casa. Casi siempre nos turnábamos con diferentes grupos de mujeres y en diferentes casas. Sólo repetíamos con las mismas cuando alguno había quedado muy interesado con una, o en su defecto, cuando en las anteriores salidas no la había podido poseer. Y en este caso, se daban las dos. 

-¿No te queda todo desordenada la casa después de cada previa?-me preguntó la rubia que estaba sentada a mi lado.

Ella era Valeria. Una rubia muy atractiva de ojos verdes. Con una altura de 1.70 y un cuerpo envidiable. Desde la primer juntada que tuvo cierta química conmigo. A mí me atraía pero era una más del montón. 

-Sí, después al otro día tengo que andar limpiando y acomodando todo. Pero no me molesta-le respondí mientras me servía más fernet.


Narra Emma:

Con mis amigas nos preparábamos para una salida de mujeres. Acomodamos la mesa para comenzar con la previa. 

-¿Se tuvo que ir Benjamín?-me preguntó la rubia del grupo, quien era mi mejor amiga- ¿Reunión de trabajo viernes por la noche?-agregó con tono irónico. 

Tania era mi mejor amiga. Rubia de ojos color miel. No le caía para nada bien mi novio y lo tenía bajo sospecha. Desconfiaba de todas sus salidas y escapadas del hogar y creía que esas reuniones de trabajo a las que decía ir, eran una mentira. 

-Sí, tenía una reunión muy importante y no vuelve hasta mañana por la tarde-le respondí tratándome de creérmela yo también-Y no me mires así, yo confió en él.-y eso sonó menos creíble que lo anterior.

-Tenga reunión de trabajo o no, es tu cumpleaños y debería estar con vos. Mi novio me hace eso y lo pongo de patitas en la calle-dijo la morocha de ojos azules.

Lourdes estaba de novia hace cinco años y hace dos convivían. Tenían una relación muy linda y muy sincera. 

-Pero a vos tu novio nunca te lo haría porque te ama- le dijo mi mejor amiga y la fulminé con la mirada.

Y ella era muy directa. Pero no lo hacía con malas intenciones ni para lastimarme, de hecho me adoraba y quería lo mejor para mí. Pero me decía las cosas de esa manera intentando que reaccionara, no quería que siguiera sufriendo por un hombre que no lo valía. 

-Igual, el punto no es que esté ausente el día de su cumpleaños, porque puede ser que se le haya presentado algo importante y bueno... Acá el problema es que nunca está, es más el tiempo que está ausente que el que está presente.-expresó Josefina, la rubia de ojos oscuros.

El festejo de cumpleaños se había convertido en un debate en el que cada una de mis amigas opinaba sobre la ausencia de mi futuro marido y sacaban conclusiones de si me amaba o no. En un momento se engancharon mucho ellas tres discutiendo sobre el tema mientras yo las miraba deseando que se callaran. Y creo que lo que más me molestaba era que tenían razón en todo y yo me negaba a ver la realidad. 

-¿Estás segura de querer casarte con él?-preguntó de repente Tania y fue ahí cuando perdí la paciencia. 

-Me voy a casar porque es el hombre que quiero como marido y como padre de mis hijos.-contesté queriendo sonar creíble y segura.-Ya deberíamos ir yendo para el boliche.-agregué mirando el reloj que se encontraba colgado en la pared.

Nos tomamos unos minutos para retocarnos el maquillaje y salimos  a disfrutar de la noche porteña. 

         
Narra Santino:

En mi departamento la estábamos pasando todos bastante bien. Me encontraba parado en una esquina de la casa hablando con Valeria. En las salidas anteriores nos habíamos besado, pero no llegamos a la cama. Igual no era lo que estaba buscando, no estaba a favor del sexo sin amor. 

-¿No queres que me quede a dormir acá con vos hoy?-me propuso la rubia mientras se acercaba provocadora y me acariciaba el pelo.

-No me parece que sea una buena idea. Mejor no.-le respondí mientras dejaba mi vaso en una mesada.

-¿Por qué? ¿Me tenes miedo?-y seguía provocándome y acercándose más.-Mira que no te vas a arrepentir-agregó mientras sus manos se deslizaban por mi camisa negra y verde a cuadros.

-No, la que tendría que tenerme miedo sos vos.-le dije tratando de sonar desafiante-Igual no me parece que de la situación.-agregué incómodo sacando sus manos de encima y tomando un poco de distancia.

-¿Vamos yendo?-dijo uno de los chicos acercándose y mirando a los demás.

Dejamos todo así como estaba y salimos rumbo al boliche. Era una noche que prometía, y mucho. 


Narra Emma:

Con mis amigas ya estábamos dentro del boliche. Luego de pasar por el baño a verificar que el maquillaje estuviera intacto, fuimos a la barra en busca de unos tragos. El lugar de a poco se iba llenando y los cuerpos se movían al ritmo de la música. 


Narra Santino:

Con mis amigos llegamos y nos ubicamos  al costado de la pista, a los minutos nos hicieron pasar a la zona vip. Valeria no paraba de acercarse a mí y provocarme, pero yo tenía la vista perdida en una morocha de estatura media, pelo largo y  lacio. Lucía una pollera negra y una camisa transparente del mismo color. La mujer estaba en estado "alegre" bajo el efecto del alcohol y se movía de una manera sensual y divertida. Se encontraba junto a sus amigas, quienes estaban en su mismo estado. Miré a las amigas y luego volví a posar mi mirada en ella. De pronto la rubia que me acompañaba me movió la cara para que le prestara atención y reaccioné. No tenía idea de lo que me estaba contando, hablaba mucho y de cosas que a mí no me interesaban en lo más mínimo. Me parecía una mujer básica y superficial.

-Voy a ir a buscar un trago. ¿Vos queres algo?-dije encontrando una excusa para escaparme un rato, ya había quedado aturdido.

-No, por el momento no.-respondió y me alivié.

Salí de la zona vip y me dirigí a la barra. Con mi trago en la mano me quedé observando la pista hasta que la volví a ver. Ella estaba ahí, bajo la mirada de muchos hombres, bailando. Tenía algo que la hacía sobresalir del resto, que la hacía destacarse. 


Narra Emma:

Era la noche de mi cumpleaños y lo único que quería era pasarla bien, olvidarme un poco de mis problemas, dejar de pensar en mi futuro marido. Y ahogaba mis penas en todo el alcohol que estaba consumiendo. Me encaminé hacia la barra a pedir otro trago, y ya había perdido la cuenta de cuantos me había pedido.


Narra Santino:

 Pasó por al lado mío y la seguí con la mirada. Ahora la tenía más cerca y podía mirarla mejor. Era más linda de lo que pensaba. Ella agarró su vaso lleno y comenzó a tomar, ya no tenía control.

-Deberías parar de tomar.-acoté y ella me miró, notando mi presencia-Te va a hacer mal.-agregué sin sacarle los ojos de encima.

Ella me estaba por contestar algo creo no muy educado, pero optó por ignorarme e irse hacia donde estaban sus amigas. Yo volví a la zona vip.

-¿Dónde estabas? Te estaba buscando.-me interrogó la rubia al verme y me sacó el vaso para tomar.

-Había demasiada gente en la barra.-mentí y miré a ver si alguno de mis amigos estaba desocupado, pero cada uno estaba en su tema. 

La rubia me devolvió el vaso y me empezó a bailar, le seguí la corriente y comencé a moverme a la par. Por momentos miraba a la otra pista, estaba preocupado por aquella morocha que seguía tomando y ya le costaba mantenerse en pie. Se acercó una amiga de la rubia y yo aproveché para irme. Me metí en el medio de la gente y fui acercándome hasta que llegué a ella. Se encontraba sola en el medio de la pista, totalmente ebria. Me acerqué y le saqué el trago que estaba por la mitad. Ella me miró y de la nada comenzó a reírse. En un momento perdió el equilibrio y cayó en mis brazos. La sostuve y largué el vaso para poder agarrarla mejor. 

-Hoy es mi cumpleaños.-me dijo tocándome  la cara y tratando de mantenerse en pie.

La tenía agarrada de la cintura para que no perdiera el equilibrio.

-¿Dónde están tus amigas?-le pregunté preocupado.

Ella me señaló a una punta y miré, pensaba hablar con alguna de las amigas pero al ver sus estados, dudaba que se pudieran hacer cargo.

 Se soltó y quiso seguir bailando pero se volvió a caer y la agarré antes de que se golpeara. La tenía que sacar de ahí antes que terminara peor. .

-Te voy a llevar hasta tu casa, ¿si?-y era absurdo hablarle, se reía y no me escuchaba.

Me acerqué a donde estaban las amigas y le expliqué a una que la iba a llevar a la casa. La ayudé a la morocha a caminar y nos dirigimos a mi auto.


Narra Emma:

-¿A dónde estamos yendo?-pregunté al subir al auto, y al ver que él arrancó empecé a golpear el vidrio.

-Tranquila.-me dijo parando el auto y agarrándome los brazos para que dejara de golpear-Te voy a llevar a tu casa, ¿dónde vivís?

-¿Quién sos vos? ¿Dónde me estás llevando? -dije comenzando a gritar.


Narra Santino:

De repente se calmó y me  hizo notar que se sentía mal. Luego vomitó todo el tapizado del auto. Cerré los ojos lamentando la situación y conteniendo la bronca por dentro. 

-¿Dónde vivís?-insistí volviendo a poner en marcha el auto.

Me respondió un poco más tranquila y apoyó la cabeza en el asiento.


Narra Emma:

Me sentía muy mal. Me encontraba en el auto de un desconocido que supuestamente me estaba llevando a mi casa. Pero la cabeza me daba demasiadas vueltas como para pensar en eso. 

-¿Estás bien?-se preocupó él y me observó al frenar en el semáforo.

Asentí con la cabeza y cerré los ojos. El celular de él comenzó a sonar pero no atendió. Al rato frenó en la puerta de mi casa y abrí los ojos. 

-Llegamos.-dijo bajando del auto y yendo a abrirme la puerta de mi lado-¿Podes?-agregó al ver que bajaba y no quería ayuda.


Narra Santino:

Al bajar se mareó un poco y se agarró de mis hombros. La agarré de la cintura e ingresamos al edificio, nos abrió uno de seguridad. 

-¿En qué piso vivís?-le pregunté al entrar al ascensor.

Ella apretó el número y subimos. Al llegar, se soltó de mí para poder sacar las llaves de la cartera. Comenzó a pifiarle a la llave, y la ayudé a abrir. Ingresé al departamento un poco incómodo, ya que no sabía con quien me podía llegar a encontrar. Al ver que no había nadie me tranquilicé. Ella se sacó los zapatos y la acompañé a la habitación. La quise acostar en la cama pero me tropecé y caí encima de ella. Me encontré con sus ojos color café y me recorrió una sensación extraña por el cuerpo. La tenía a centímetros y podía notar su belleza. Me la quedé mirando hasta que reaccioné.

-¿Estás bien?-le pregunté levantándome.

Y no obtuve respuesta porque se acomodó en la cama y se quedó dormida. La observé unos segundos y la tapé con una frazada. Busqué un papel y una lapicera, y antes de irme le dejé algo escrito. 
Al subir al auto agarré el celular y vi que tenía llamadas perdidas de la rubia, lo dejé por ahí y me dirigí a casa, había sido un largo día.



¡Me gustaría leer sus opiniones acerca del capítulo! Un beso grande.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Introducción


Estoy despidiendo mis 20 años y como todos los años, un día antes de mi cumpleaños, me encuentro haciendo un balance de mi vida. Sentada sobre la cama de dos plazas y con una taza de té analizo mi situación, miro para atrás y al hacerlo no puedo identificar si mi vida era más triste antes o ahora. Observo a mi alrededor, este departamento de lujo en el que estoy viviendo junto a mi futuro marido, y pienso, que si estuviera soltera, tal vez estaría en un departamento de dos ambientes o los conocidos “caja de zapatos”.

Hace dos años se cruzó en mi camino un hombre seis años mayor que yo del cual me enamoré locamente, o eso creo haber sentido. Al principio se mostraba cariñoso aunque puede haber sido producto de mi ceguera del amor, y en realidad, siempre fue la misma persona fría que nunca me quiso. Y al pensar esto, mi pulso falla y el té termina derramado en las sábanas blancas y arrugadas de la noche anterior. Cierro los ojos, respiro y los vuelvo a abrir. Sigo sentada y más tarde me ocuparé de cambiar las sábanas y hacer la cama. Prosigo con mis reflexiones y ahora miro una foto que se encuentra colgada en la pared. Estamos él y yo en una fiesta, ambos sonriendo pero hoy puedo darme cuenta que su sonrisa es una sonrisa falsa.

Hace un año atrás, un día como hoy, me puse a pensar que era lo que deseaba desde siempre y mi sueño siempre fue casarme a los veintiuno. El año pasado al soplar las velitas, uno de los tres deseos que pedí, fue ese. Y hoy puedo decir que se me cumplió, ya que estoy a dos semanas de casarme. Pero creo que en ese deseo que tengo desde pequeña me olvidé de especificar la parte de casarme con alguien que me ame. Y probablemente sea ese uno de los deseos que pida mañana, un hombre que me valore y que me ame. No sé si pensar en otros dos deseos o hacer trampa como cuando era chiquita y pedir lo mismo tres veces, creyendo que tal vez, de esa manera, sea más probable que se me cumpla. 





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