Narra Emma:
En el momento en
que las agujas del reloj marcaron las doce, apagué las veintiún velitas que
había en el pastel.
-Feliz
cumpleaños.-expresó Benjamín mientras me saludaba con un beso y
sacaba del bolsillo derecho del pantalón una cajita.
Abrí esa cajita
muy de joyería y me encontré con un collar muy costoso. Me encantó apenas lo vi
y no dudé en ponérmelo.
-Gracias, mi
amor.-acomodándomela y mirándolo con una sonrisa -Me encanta.-y ya me había
acercado para besarlo.
La sonrisa no me
duró mucho. En cuanto él fue hacia la habitación y regresó con un bolso en la
mano y agarró las llaves, dando a entender que se iba, mi cara cambió por
completo. Se despidió muy por encima y lo seguí hasta la puerta.
-¿Hoy también te
tenes que ir? Es mi cumpleaños.-le reproché, sabiendo que era en vano.
-Tengo una
reunión de trabajo.-y esa frase ya me la conocía de memoria-Me encantaría
quedarme, pero no puedo.-agregó y no sonó para nada creíble.
-Pero...-quise
rezongar pero él me interrumpió.
-Cuando vuelva
festejamos, ¿si?-y ahora le había agregado un poco de interés-Te amo, adiós. -agregó al irse.
El "te
amo" antes de irse era infaltable, pero ¿realmente me amaba? Yo sabía
perfectamente la respuesta, sin embargo, seguía a su lado y estaba a dos
semanas de casarme.
A los minutos
sonó el timbre y al abrir la puerta me encontré con mis tres más amigas que se
abalanzaron para abrazarme.
-¡Feliz
cumple!-dijeron a coro mientras no paraban de abrazarme.
-Gracias por
venir, amigas- le dije ya distanciada y con una sonrisa en mi rostro-Llegaron
justo para la torta.
Nos dirigimos a
la cocina y nos sentamos a comer lo dulce mientras empezábamos a conversar.
Narra Santino:
Me hallaba con
mis amigos en mi departamento, preparándonos para la previa del boliche. De pronto suena el
timbre y al abrir la puerta comienzan a entrar varias mujeres en fila, una
atrás de la otra. Me saludaban con un beso en la mejilla y se encaminaban al
living, donde se encontraban los demás.
-Faltan un par de
vasos.-me avisó uno de los chicos para que lleve.
Fui en busca de
los vasos, más bebidas alcohólicas y puse un poco de música. Era el tercer
viernes consecutivo que hacíamos previas con las mismas chicas y en mi casa.
Casi siempre nos turnábamos con diferentes grupos de mujeres y en diferentes
casas. Sólo repetíamos con las mismas cuando alguno había quedado muy
interesado con una, o en su defecto, cuando en las anteriores salidas no la
había podido poseer. Y en este caso, se daban las dos.
-¿No te queda
todo desordenada la casa después de cada previa?-me preguntó la rubia que
estaba sentada a mi lado.
Ella era Valeria.
Una rubia muy atractiva de ojos verdes. Con una altura de 1.70 y un cuerpo
envidiable. Desde la primer juntada que tuvo cierta química conmigo. A mí me
atraía pero era una más del montón.
-Sí, después al
otro día tengo que andar limpiando y acomodando todo. Pero no me molesta-le
respondí mientras me servía más fernet.
Narra Emma:
Con mis amigas
nos preparábamos para una salida de mujeres. Acomodamos la mesa para comenzar
con la previa.
-¿Se tuvo que ir
Benjamín?-me preguntó la rubia del grupo, quien era mi mejor amiga- ¿Reunión de
trabajo viernes por la noche?-agregó con tono irónico.
Tania era mi
mejor amiga. Rubia de ojos color miel. No le caía para nada bien mi novio y lo
tenía bajo sospecha. Desconfiaba de todas sus salidas y escapadas del hogar y
creía que esas reuniones de trabajo a las que decía ir, eran una mentira.
-Sí, tenía una
reunión muy importante y no vuelve hasta mañana por la tarde-le respondí
tratándome de creérmela yo también-Y no me mires así, yo confió en él.-y eso
sonó menos creíble que lo anterior.
-Tenga reunión de
trabajo o no, es tu cumpleaños y debería estar con vos. Mi novio me hace eso y
lo pongo de patitas en la calle-dijo la morocha de ojos azules.
Lourdes estaba de
novia hace cinco años y hace dos convivían. Tenían una relación muy linda y muy
sincera.
-Pero a vos tu
novio nunca te lo haría porque te ama- le dijo mi mejor amiga y la fulminé con la
mirada.
Y ella era muy
directa. Pero no lo hacía con malas intenciones ni para lastimarme, de hecho me
adoraba y quería lo mejor para mí. Pero me decía las cosas de esa manera
intentando que reaccionara, no quería que siguiera sufriendo por un hombre que no lo
valía.
-Igual, el punto
no es que esté ausente el día de su cumpleaños, porque puede ser que se le haya
presentado algo importante y bueno... Acá el problema es que nunca está, es más
el tiempo que está ausente que el que está presente.-expresó Josefina, la rubia de
ojos oscuros.
El festejo de
cumpleaños se había convertido en un debate en el que cada una de mis amigas
opinaba sobre la ausencia de mi futuro marido y sacaban conclusiones de
si me amaba o no. En un momento se engancharon mucho ellas tres discutiendo sobre
el tema mientras yo las miraba deseando que se callaran. Y creo que lo que más
me molestaba era que tenían razón en todo y yo me negaba a ver la
realidad.
-¿Estás segura de
querer casarte con él?-preguntó de repente Tania y fue ahí cuando perdí la paciencia.
-Me voy a casar
porque es el hombre que quiero como marido y como padre de mis hijos.-contesté queriendo sonar creíble y segura.-Ya deberíamos ir yendo para el boliche.-agregué
mirando el reloj que se encontraba colgado en la pared.
Nos tomamos unos
minutos para retocarnos el maquillaje y salimos a disfrutar de la noche
porteña.
Narra Santino:
En mi
departamento la estábamos pasando todos bastante bien. Me encontraba parado en
una esquina de la casa hablando con Valeria. En las salidas anteriores nos habíamos besado, pero no llegamos a la cama. Igual no era lo que estaba buscando, no
estaba a favor del sexo sin amor.
-¿No queres que
me quede a dormir acá con vos hoy?-me propuso la rubia mientras se acercaba
provocadora y me acariciaba el pelo.
-No me parece que
sea una buena idea. Mejor no.-le respondí mientras dejaba mi vaso en una mesada.
-¿Por qué? ¿Me
tenes miedo?-y seguía provocándome y acercándose más.-Mira que no te vas a
arrepentir-agregó mientras sus manos se deslizaban por mi camisa negra y verde a cuadros.
-No, la que
tendría que tenerme miedo sos vos.-le dije tratando de sonar desafiante-Igual no
me parece que de la situación.-agregué incómodo sacando sus manos de encima y
tomando un poco de distancia.
-¿Vamos
yendo?-dijo uno de los chicos acercándose y mirando a los demás.
Dejamos todo así
como estaba y salimos rumbo al boliche. Era una noche que prometía, y
mucho.
Narra Emma:
Con mis amigas ya
estábamos dentro del boliche. Luego de pasar por el baño a verificar que el
maquillaje estuviera intacto, fuimos a la barra en busca de unos tragos. El lugar de
a poco se iba llenando y los cuerpos se movían al ritmo de la música.
Narra Santino:
Con mis amigos llegamos
y nos ubicamos al costado de la pista, a los minutos nos hicieron pasar a
la zona vip. Valeria no paraba de acercarse a mí y provocarme, pero yo tenía la
vista perdida en una morocha de estatura media, pelo largo y lacio. Lucía
una pollera negra y una camisa transparente del mismo color. La mujer estaba en
estado "alegre" bajo el efecto del alcohol y se movía de una manera
sensual y divertida. Se encontraba junto a sus amigas, quienes estaban en su
mismo estado. Miré a las amigas y luego volví a posar mi mirada en ella. De
pronto la rubia que me acompañaba me movió la cara para que le prestara atención
y reaccioné. No tenía idea de lo que me estaba contando, hablaba mucho y de
cosas que a mí no me interesaban en lo más mínimo. Me parecía una mujer básica
y superficial.
-Voy a ir a
buscar un trago. ¿Vos queres algo?-dije encontrando una excusa para escaparme
un rato, ya había quedado aturdido.
-No, por el
momento no.-respondió y me alivié.
Salí de la zona vip y me dirigí a la barra. Con mi trago en la mano me quedé observando la
pista hasta que la volví a ver. Ella estaba ahí, bajo la mirada de muchos
hombres, bailando. Tenía algo que la hacía sobresalir del resto, que la hacía
destacarse.
Narra Emma:
Era la noche de
mi cumpleaños y lo único que quería era pasarla bien, olvidarme un poco de mis
problemas, dejar de pensar en mi futuro marido. Y ahogaba mis penas en todo el
alcohol que estaba consumiendo. Me encaminé hacia la barra a pedir otro trago,
y ya había perdido la cuenta de cuantos me había pedido.
Narra Santino:
Pasó por al
lado mío y la seguí con la mirada. Ahora la tenía más cerca y podía mirarla
mejor. Era más linda de lo que pensaba. Ella agarró su vaso lleno y comenzó a
tomar, ya no tenía control.
-Deberías parar
de tomar.-acoté y ella me miró, notando mi presencia-Te va a hacer mal.-agregué
sin sacarle los ojos de encima.
Ella me estaba
por contestar algo creo no muy educado, pero optó por ignorarme e irse
hacia donde estaban sus amigas. Yo volví a la zona vip.
-¿Dónde estabas? Te
estaba buscando.-me interrogó la rubia al verme y me sacó el vaso para tomar.
-Había demasiada
gente en la barra.-mentí y miré a ver si alguno de mis amigos estaba desocupado,
pero cada uno estaba en su tema.
La rubia me
devolvió el vaso y me empezó a bailar, le seguí la corriente y comencé a
moverme a la par. Por momentos miraba a la otra pista, estaba preocupado por
aquella morocha que seguía tomando y ya le costaba mantenerse en pie. Se acercó
una amiga de la rubia y yo aproveché para irme. Me metí en el medio de la gente
y fui acercándome hasta que llegué a ella. Se encontraba sola en el medio de la
pista, totalmente ebria. Me acerqué y le saqué el trago que estaba por la
mitad. Ella me miró y de la nada comenzó a reírse. En un momento perdió el equilibrio
y cayó en mis brazos. La sostuve y largué el vaso para poder agarrarla
mejor.
-Hoy es mi
cumpleaños.-me dijo tocándome la cara y tratando de mantenerse en
pie.
La tenía agarrada
de la cintura para que no perdiera el equilibrio.
-¿Dónde están tus
amigas?-le pregunté preocupado.
Ella me señaló a
una punta y miré, pensaba hablar con alguna de las amigas pero al ver sus
estados, dudaba que se pudieran hacer cargo.
Se soltó
y quiso seguir bailando pero se volvió a caer y la agarré antes de que se golpeara.
La tenía que sacar de ahí antes que terminara peor. .
-Te voy a llevar
hasta tu casa, ¿si?-y era absurdo hablarle, se reía y no me escuchaba.
Me acerqué a
donde estaban las amigas y le expliqué a una que la iba a llevar a la casa. La
ayudé a la morocha a caminar y nos dirigimos a mi auto.
Narra Emma:
-¿A dónde estamos
yendo?-pregunté al subir al auto, y al ver que él arrancó empecé a golpear el
vidrio.
-Tranquila.-me
dijo parando el auto y agarrándome los brazos para que dejara de golpear-Te voy a
llevar a tu casa, ¿dónde vivís?
-¿Quién sos vos?
¿Dónde me estás llevando? -dije comenzando a gritar.
Narra Santino:
De repente se
calmó y me hizo notar que se sentía mal. Luego vomitó todo el tapizado
del auto. Cerré los ojos lamentando la situación y conteniendo la bronca por
dentro.
-¿Dónde
vivís?-insistí volviendo a poner en marcha el auto.
Me respondió un
poco más tranquila y apoyó la cabeza en el asiento.
Narra Emma:
Me sentía muy
mal. Me encontraba en el auto de un desconocido que supuestamente me estaba
llevando a mi casa. Pero la cabeza me daba demasiadas vueltas como para pensar
en eso.
-¿Estás bien?-se
preocupó él y me observó al frenar en el semáforo.
Asentí con la
cabeza y cerré los ojos. El celular de él comenzó a sonar pero no atendió. Al
rato frenó en la puerta de mi casa y abrí los ojos.
-Llegamos.-dijo
bajando del auto y yendo a abrirme la puerta de mi lado-¿Podes?-agregó al ver
que bajaba y no quería ayuda.
Narra Santino:
Al bajar se mareó
un poco y se agarró de mis hombros. La agarré de la cintura e ingresamos al
edificio, nos abrió uno de seguridad.
-¿En qué piso
vivís?-le pregunté al entrar al ascensor.
Ella apretó el
número y subimos. Al llegar, se soltó de mí para poder sacar las llaves de la
cartera. Comenzó a pifiarle a la llave, y la ayudé a abrir. Ingresé al
departamento un poco incómodo, ya que no sabía con quien me podía llegar a
encontrar. Al ver que no había nadie me tranquilicé. Ella se sacó los zapatos y
la acompañé a la habitación. La quise acostar en la cama pero me tropecé y caí
encima de ella. Me encontré con sus ojos color café y me recorrió una sensación
extraña por el cuerpo. La tenía a centímetros y podía notar su belleza. Me la
quedé mirando hasta que reaccioné.
-¿Estás bien?-le
pregunté levantándome.
Y no obtuve
respuesta porque se acomodó en la cama y se quedó dormida. La observé unos
segundos y la tapé con una frazada. Busqué un papel y una lapicera, y antes de
irme le dejé algo escrito.
Al subir al auto
agarré el celular y vi que tenía llamadas perdidas de la rubia, lo dejé por ahí
y me dirigí a casa, había sido un largo día.
¡Me gustaría leer sus opiniones acerca del capítulo! Un beso grande.