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sábado, 24 de mayo de 2014

Capítulo cincuenta y cuatro


Narra Emma:

Varias horas después me encontraba en la casa de Josefina. Las había juntado a todas ahí para finalmente contarles sobre mi relación con Santino. Y no era porque habían cambiado las cosas, de hecho todavía no había logrado terminar con Benjamín. Pero mis mejores amigas tenían derecho a saberlo, ya no lo podía ocultar. 

-¿Y?-sentí las miradas expectantes de mis amigas.-Hace como media hora estamos esperando que hables.-acotó impaciente Lourdes.

Ni me había dado cuenta que me había enredado tanto en mis pensamientos y se había pasado tanto el tiempo. Aún seguía parada en frente a mis amigas buscando la forma de arrancar. Se me hacía muy difícil. En mi mente proyecté varias posibles reacciones de Josefina. Me costaba tanto todo esto. ¿Cómo diablos se hacía para decirle a los ojos a una amiga que queres como si fuera una hermana, que estás saliendo con el hombre del cual ella está enamorada? Noté sus miradas que estaban a punto de hartarse y sentí que era el momento. Junté coraje no sé de donde y hablé.

-Necesito contarles algo muy importante para mí.-dije para entrar en clima e hice una pausa.-Si no se los conté antes fue porque me pareció lo mejor. Tuve mis razones.

Que difícil. Que difícil. Que difícil.

-¿Estás embarazada?-preguntó Josefina en una mezcla de asombro y preocupación.

-No.-respondí con seguridad.-No es eso. 

-¿Entonces?-se interesó Lourdes.-Cuanto suspenso.-agregó al ver que volvió a reinar el silencio.

Cerré los ojos, respiré, y los volví a abrir.

-Como saben o sospecharán, hace mucho tiempo que no estoy bien con Benjamín.-dije.-Tal vez nunca lo estuve.-agregué en un segundo de reflexión.

-Lo suponíamos.-acotó Lourdes para que prosiga.

-Hace un tiempo que llegó otra persona a mi vida y logró abrirme los ojos, mostrarme esa realidad que yo conocía pero me negaba a ver.-les conté.-Me enamoró y me hizo sentir cosas que jamás pensé que llegaría a sentir.

Estaban las tres mirándome atentas. Creo que ya era el momento de tirar la bomba.

-Estoy saliendo con alguien.-solté y miré a los ojos a cada una para ver su reacción.

-¿Estás engañando a Benjamín?-me preguntó Lourdes con mirada acusadora.

-¿Tenes un amante?-me interrogó Josefina sorprendida.

-¿En serio, Emma?-siguió Lourdes.-Pero no lo llevas al departamento, ¿o si?

-Pero...¿Es algo formal o alguien para que te satisfaga en lo sexual?-se interesó Josefina.

-¿Cómo manejas lo de mentir?-quiso saber Lourdes.

-¿Benjamín no sospecha nada?-agregó Josefina.

Demasiadas preguntas al mismo tiempo. Me iba a estallar la cabeza.

-Eu, no la atormenten.-acotó Tania.

-Perdón, amiga.-se disculpó Lourdes.-Si esa persona te hace feliz, te apoyo. 

-Y deja de una vez a Benjamín.-agregó Josefina.

-Es un tema muy complicado el de Benjamín.-le respondí.-Pero ya lo solucionaré.

Se produjo un silencio y luego llegó  la pregunta que tanto temía responder.

-¿Y quien es el chico?-preguntó de repente Josefina y tragué saliva.

La miré y no me salían las palabras. ¿Tanto me iba a costar pronunciar un nombre?

-Santino.-contesté con la mirada baja y sentí que se caía el mundo.

Al subir la mirada me encontré con rostros desencajados, perdidos, asombrados. 

-¿Qué?-pronunció Josefina deseando en su interior haber escuchado mal.

-Estoy con Santino.-afirmé.-Se me hace demasiado difícil contarles esto.-agregué mirando en especial a Josefina.

-¿Me estás diciendo que te enamoraste del mismo hombre que una de tus mejores amigas?-me acusó Lourdes a la defensiva de Josefina.

-No la juzguen.-pidió Tania.-Escúchenla.

-¿No la juzguen?-le discutió Lourdes a Tania.-Le importa más un hombre que su propia amiga.

Se pusieron a discutir. Pero mi mirada estaba puesta en Josefina que seguía callada, y parecía estar en un estado de shock.
La miré a Tania y entendió que le estaba pidiendo que se llevara Lourdes y me dejara sola con Josefna. Accedió.

-Perdóname.-le dije.-Lamento mucho habernos fijado en la misma persona.

-Si me estás pidiendo perdón es porque te sentís culpable.-me respondió ella con voz pacífica y la vista perdida en el piso.-Y está bien que te sientas así.-agregó luego de un silencio.

-Es muy difícil la situación también para mí.-le dije.-Necesito que me digas algo.-agregué sin entender como todavía no me había insultado.

-Estoy muy decepcionada de vos.-me comentó aún con la vista baja.-Pensé que te importaba nuestra amistad.

-Me importa mucho nuestra amistad.-le respondí.-Entiendo que estés molesta conmigo...-empecé a decirle pero no me dejó terminar

-¿Qué es lo que entendes?-me atacó ahora mirándome seria.-Te cagaste en todo. Sabías perfectamente que me gustaba.

-Lo mío con Santino comenzó mucho antes de que a vos te empezaran a pasar cosas con él.-dije a modo de defensa pero fue un grave error.

-¡Peor Emma!-me gritó.-Significa que te estuviste riendo de mí en la cara cuando te contaba lo que sentía y te pedía consejos.

Iba a responderle pero no me dejó.

-¿Cómo hacían? ¿Se reían de mí al hacer el amor?-me empezó a atacar sacada.-¿Comentaban la lástima que me tenían por haberme fijado en él?

Me quedé dura. 

-¿Eso hacían, Emma?-siguió gritándome.-¿Se reían a mis espaldas?

-Nadie se rió de vos.-le respondí.-Intenté evitar que te fijaras en él, pero no pude.

-¿Y no era más fácil contarme lo que sentías por él y decirme que eras correspondida?-me preguntó bajando el tono de voz.

-No pude...-le respondí con culpa.-La situación se me fue de las manos.

-Como siempre.-me atacó.-Nunca sabes como manejar las situaciones. Mírate, sos un desastre.

-Perdóname.-le pedí.-Me pareció que lo tuyo con Santino era un capricho...y yo estoy enamorada en serio.

-¿Y vos que mierda sabes lo que yo siento?-me gritó.-En Santino vi cosas que no vi en otros hombres. Y más que su belleza, me atrajo su personalidad.

Tragué saliva. No pensé que sentía cosas fuertes por Santino.

-Emma, yo odiaba a la chica de la cual él se enamoró.-me dijo con los ojos vidriosos luego de un silencio.-Envidiaba que se le pusieran brillosos los ojos cuando pensaba en ella, que le dedicara canciones de amor, que le sea tan fiel.-agregó dejando caer las lágrimas.-Y ahora me entero que a la persona que odio es a vos.

Eso sí que dolió. Sus lágrimas eran como un cuchillo que atravesaba mi pecho.

-No quise lastimarte.- fue lo único que me salió decir.

-Pero lo hiciste.-soltó dolida.-Y lo seguís haciendo. Y yo no se sí puedo soportar la idea de verlos juntos.

Y yo no podía soportar verla sufrir por mi culpa.

-Y lo que más bronca me da es que vos no te lo mereces a él.-me dijo.-No lo sabes valorar. Lo tenes escondido, haciendo de tu amante.

-Amo a Santino.-me defendí.-Y lo de Benjamín ya lo voy a resolver.

Se quedó en silencio.

-No me tortures, por favor.-le pedí.-Yo no te robé nada. Cuando me enamoré de él, vos apenas lo conocías.-le expliqué.-No me imaginé que ibas a fijarte en él.

-Tenes razón. Yo nunca tuve nada con Santino.-me dijo.-Pero me mentiste, me ocultaste información y me hiciste quedar como una imbécil.

Tenía razón. Podía haber resuelto todo esto de una manera distinta.

-Y me duele eso.-agregó.-También me duele que no confíes en mí.

-Confío en vos y te quiero muchísimo.-le dije y se me escapó una lágrima.-Pero no es fácil la situación. Jamás quise lastimarte.

En su mirada noté que ya no tenía más ganas de hablar. Y que quería estar sola. 

-Andate, Emma.-me pidió secándose las lágrimas y abriéndome la puerta.

La miré dolida y me retiré del lugar.



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Capítulo cincuenta y tres


Narra Emma:

Me desperté sobre su pecho. Levanté mi cabeza con cuidado para no despertarlo y observé todo. Que incómodo era estar con Santino en la misma cama en la que dormí muchas noches con Benjamín. Me dolía la cabeza pero por suerte ya no tenía fiebre. 

-¿Cómo te sentís?-me preguntó Santino abriendo los ojos.

-Mejor.-le respondí.-Igual me duele la cabeza y me siento un poco cansada.

Apoyó su manó en mi frente para ver si tenía fiebre.

-Gracias por venir.-le dije.-Perdón por arruinarte la noche con tus amigos.-agregué culpable.

-No pasa nada.-me respondió.-Era más importante venir a cuidarte.-sonreí.

-¿A dónde vas?-le pregunté al ver que se levantaba de la cama.

-A prepararte el desayuno.-me respondió dirigiéndose a la cocina.-Vos quédate ahí.

Suspiré y permanecí acostada.


Narra Santino:

Le preparé el desayuno y volví a la habitación con la bandeja. Ella seguía acostada y me miró con una sonrisa. Se levantó quedando sentada y me hizo señas para que me sentara a su lado. Me acerqué y la besé.

-Ayer con la fiebre empezaste a delirar.-le dije y me miró sorprendida.

-¿Y qué dije?-me preguntó mientras se tomaba el café con leche que le había preparado.

-Que me amabas.-le respondí mirándola a los ojos.

-Uh, estaba re delirando entonces.-me dijo y se río. Yo reí también.

Desayunamos juntos y luego le alcancé una aspirina con un vaso de agua, y la dejé dormir un poco más. Me fui al living a sentarme al sillón un rato. Era demasiado incómodo estar en ese departamento.
Al rato sentí sus manos tapándome los ojos. Me di vuelta y le sonreí. Saqué lentamente sus manos y las agarré con las mías, trayéndola a que se siente sobre mis piernas.

-¿Estás mejor?-le pregunté y asintió.

-Me quiero ir de acá.-dijo observando todo con tristeza.

-Vayamos a mi departamento.-le dije.

-Agarro mis cosas y vamos.-me dijo y sonrío.

Le sonreí y la besé.


Narra Emma:

Llegamos a su departamento y se quiso ir a bañar. Se sacó la camisa y subió las escaleras. Me quedé parada en el living y saqué el celular para leer los mensajes que me habían llegado. Me encontré con varios del grupo en Whatsapp que tenía con las chicas.

"Me parece que alguien tiene que contarnos algo..."(Lourdes)

"¿Qué pasó?" (Tania)

"Jose se fue del boliche ayer con Santino" (Lourdes)

"Ay si. Estoy muerta de amor" (Josefina)

"¡¿Pasó algo?! Me muero" (Lourdes)

"¿Eh? ¿Con Santino?" (Tania)

"Si, amigas!! Mucho no me acuerdo igual, estábamos borrachos" (Josefina)

"Pero queremos detalles. ¿A dónde fueron?" (Lourdes)

"A mi casa" (Josefina)

"Pero Santi tiene novia..." (Tania)

"Pobre cornuda jajaja" (Lourdes)

"Mejor que la novia no vea su camisa..." (Josefina)

"¡Apa! ¿Qué pasó con la camisa?" (Lourdes)

Siguieron escribiendo y yo seguí leyendo mientras me llenaba de bronca. Visualicé su camisa sobre el sillón y me acerqué, agarrándola. La empecé a observar hasta que vi que tenía la parte del pecho toda manchada de maquillaje. ¿Cómo no lo vi antes? Tiré su camisa por ahí y me senté a meditar la situación. No podía ser cierto. ¿Santino me había engañado? ¿Con Josefina? Por favor, que alguien me sacara de esa pesadilla.


Narra Santino:

Salí de bañarme y al bajar las escaleras me encontré con la mirada fija de Emma. Me miraba como si fuera asesinarme. 

-¿Qué pasó?-pregunté acercándome.

-¿Dónde estuviste anoche?-se interesó de repente.

-En un boliche.-le respondí y revoleo los ojos.

-Después.-agregó con obviedad.

-En tu casa.-respondí y desvió la mirada.

-Antes, Santino.- me dijo perdiendo la paciencia.-Entre el boliche y mi casa.

La miré intentando descifrar lo que pasaba por su cabeza. Al parecer ya le habían ido con el cuento.

-¿Vos queres saber lo de Josefina?-le pregunté luego de un silencio y abrió los ojos como platos.

-Me lo estás confirmando.-me dijo desilusionada.-Es verdad, entonces.

Suspiré. Esto iba a ser más difícil de lo que pensaba.

-Déjame hablar.-acoté.

-Me engañaste con Josefina.-me dijo negando con su cabeza.-No lo puedo creer.-agregó tapándose la cara.

Quise hablar pero me interrumpió.

-Me dijiste que estabas enamorado de mí, que me amabas...-empezó a alterarse.-Y después vas y te besas o te acostas, no se que diablos hicieron, con mi mejor amiga.

¿Te besas? ¿Te acostas? Ok, se estaba haciendo la re película en su cabeza.

-Y no me lo niegues.-dijo al ver mi cara.-Porque ya vi la camisa llena de maquillaje.

-¿Terminaste con la escena?-dije despeinándome el pelo.


Narra Emma:

Me enojaba más que me hablara tan tranquilo. Me había engañado. ¿Cómo quería que reaccionara?

-¿Puedo dar mi versión del hecho?-pregunté.

-Sí.-me respondió molesta.-¿Qué tenes para decir?

-No pasó nada de lo que decís y estás pensando.-se defendió.

-Hay pruebas.-le refuté.-Aparte vos mismo te pisaste sólo cuando dijiste "lo de Josefina".-agregó haciendo énfasis en lo último.

Suspiró y se sentó.

-Ayer en el boliche nos encontramos con Lourdes y Josefina, las saludamos y hablamos un poco.-le conté.-Jose estaba muy borracha y se me empezó a tirar encima y a querer besarme.

Me miró conteniéndose las ganas de hacer comentarios.

-La esquivé y al rechazarla se largó a llorar, se ve que la ebriedad le pegó para el lado melancólico.-seguí.-Y en el medio del llanto me empezó a reprochar que no le daba bola y que se yo.

-¿Y te dio lástima y te la comiste?-me preguntó.

-No.-le respondí serio.-Justo me llamaste vos y quise ir a verte. Pero la vi mal y no la podía dejar sola. Se sentía mal y me abrazó, y ahí fue cuando me manchó la camisa.

Me miró sin cerrarle  del todo mi explicación.

-La llevé hasta la casa y después me fui a verte a vos. Eso es todo.-le dije.-Yo sé que es difícil de creer, pero es la verdad.

No quedó muy convencida. 

-¿Con todas las mujeres haces eso de llevarlas a su casa con la excusa de que están borrachas?-preguntó desconfiada.

-No. Pero es tu amiga, ¿que querías? ¿Que la deje sola?-la interrogué.

-Ella dice que pasó algo entre ustedes.-acotó dudando.

-Pero no se acuerda ni que hizo después de entrar al boliche, Emma.-me defendí.-No le podes creer.

Se quedó en silencio, dudando. Y me dolía que desconfiara.

-Emma, ¿en serio crees que soy capaz de hacerte eso?-le pregunté haciendo que me mirara a los ojos.-Te hablo en serio cuando te digo que te amo.

Se me quedó mirando.

-Sé que te hicieron sufrir bastante, pero yo no te quiero hacer daño. Yo te quiero cuidar, hacer feliz.-le dije.-Pero necesito que confíes en mí.


Narra Santino:

Lo meditó unos segundos.

-Te creo.-me dijo finalmente.-Perdón por desconfiar.

-Te perdono pero necesito que empieces a confiar más en mí.-le respondí con seriedad.

Se me acercó y me abrazó.

-Y con respecto a lo de Jose...-le dije despegándola de mí para que me mirara.-Ya no da para más la situación, tenes que hablar con ella.

Bajó la cabeza.

-Nos va a agarrar infraganti y va a ser peor.-insistí.-Seamos prolijos.

-Está bien.-concluyó luego de pensar.



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Capítulo cincuenta y dos


Narra Emma:

Había sido un día agotador. Se me partía la cabeza del dolor y tenía mucho sueño. Además, quería desconectar la mente y dejar de enroscarme con todo el problema de Benjamín. Me acosté en la cama y luego de responderle los mensajes a Santino, me quedé dormida.


Narra Santino:

Mis amigos se encontraban hablando en el living mientras yo estaba en la cocina agarrando las botellas de alcohol. Aproveché para responderle a Emma.

-¿Te ayudo a llevar algo?-me preguntó Bruno, apareciendo.

-Sí, lleva esto.-le señalé mientras terminaba de mandar el mensaje.

-Me dijiste que venga sin Tania y te encuentro mandándote mensajes con Emma...-acotó y me guardé el celular en el bolsillo.

-Pero vos estás como una garrapata con Tania.-me defendí agarrando unas botellas.-Llevemos esto, dale.

Cuando regresamos al living nos informaron que estaban por llegar el grupito de amigas de Valeria, con ella incluida, claro. Con Bruno nos miramos.

-¿No iban a invitar a las otras chicas?-cuestionó Bruno.

-Sí, pero cambiamos de opinión.-respondió abiertamente Agustín.

Genial, pensé irónicamente. Mis ganas de volver a ver a Valeria eran nulas. Tan sólo esperaba que lo nuestro haya quedado superado y no me empezara a acosar. 
Bruno estaba más complicado que yo, iba a tener que volver a estar cara a cara con la mujer con la que se acostó un par de veces.

-Al horno, hermano.-me comentó Bruno parándose al lado mío.

-Yo la ignoro y listo.-le respondí.-¿Vos caes en la tentación?

-¿Qué decís?-preguntó ofendido.-Soy un hombre fiel.-agregó y al mismo instante sonó el timbre.

Me encaminé a la puerta y las hice entrar. Fueron saludándome y dirigiéndose a donde estaban todos. La última en ingresar fue Valeria. Al verla abrí los ojos y la miré de arriba abajo. Estaba con un vestido corto apretado de color bordó que dejaba lucir sus largas y delgadas piernas y unos tacones negros. Me saludó sin mirarme y desfiló hacia el living, haciéndose la superada.

-Me parece que la que te ignora es ella.-me dijo Bruno en voz baja cuando me acerqué.

Estuvimos hablando todos por un largo rato. Uno de mis amigos no tardó en emborracharse y empezar a decir incoherencias. A Bruno, la chica se le acercaba y lo buscaba. Valeria se encontraba conversando y riéndose con otro de mis amigos. Tampoco era que me molestaba el hecho de que me ignorara, de todos modos yo pensaba hacer lo mismo. Aunque tal vez un poco me afectaba. Me fui a la cocina para dejar de tener esos pensamientos de minita que me estaban irritando.

-¿Hielos?-preguntó Valeria entrando a la cocina luego de varios segundos.

La miré y vi que ni siquiera me miraba al hablarme.

-Hay una cubetera llena en el frezzer.-le respondí.-Agárrala. 

-Permiso.-dijo abriendo el frezzer y agarrando los hielos.

La observé con mi vaso de fernet en la mano. Ese vestido le quedaba demasiado bien.

-¿Qué miras tanto?-se interesó.

Se acercó más a mí y pasó su mano por mi pelo.

-¿Te arrepentís de haberme dejado ir?-agregó rozando su nariz con la mía.

La alejé y la obligué a tomar distancia. Volví a recordar todas sus cualidades que detestaba y me causaban rechazo.

-No, para nada.-le contesté serio.-Sigo sosteniendo lo que te dije la última vez.

-La última vez casi nos acostamos, Santino.-me recordó.

-Perdón por haberte confundido.-le dije luego de un silencio.-Quiero que lo que pasó entre nosotros quede en el olvido.

Frunció el ceño.

-Para que no se vuelvan incómodos estos momentos.-le expliqué.

-¿Y tu noviecita no sabe que estoy acá?-se interesó.

Me sorprendió la pregunta. ¿Cómo diablos sabía que tenía novia?

-¿Qué novia?-le pregunté y se río falsamente.

-Esa chica por la que se te van los ojos y te desesperas cada vez que la ves.-me respondió.-Es tu novia, ¿no?

-No me desespero.-le aclaré molesto.-Simplemente estoy enamorado. Y sí, es mi novia.

-Te creía más inteligente, querido.-dijo luego de un suspiro y abandonó la cocina llevándose la cubetera.


Narra Emma:

Me desperté sobresaltada y temblando. Había tenido una pesadilla con Benjamín. Me levanté un poco, quedando sentada y me intenté tranquilizar. Respiré profundo e intenté volverme a dormir.


Narra Santino:

Llegamos al boliche y comenzamos a dispersarnos. Con Bruno nos acercamos a la barra y nos pedimos un trago. Luego nos fuimos bailando por ahí.

-No lo vas a poder creer.-me dijo Bruno mirando fijo a un sector.-No te des vuelta.

-¿Qué pasó?-le pregunté sin entender.-¿A quién viste?

-Están Lourdes y Josefina.-me respondió.

-Por casualidad, ¿le dijiste a Tania a donde veníamos?-me interesé y por la cara que puso no hizo falta respuesta.-¿Ya se corrieron?

-Malas noticias.-me comentó.-Nos acaban de ver y están viniendo para acá. Josefina está muy borracha, por cierto.

Cuando me di vuelta las tenía a las dos a un solo paso.

-Luli, ¿todo bien?-le pregunté saludándola.-Hola Jose.-agregué saludándola ahora a ella.

-¿Vinieron solas?-se interesó Bruno como si desconfiara de que Tania haya ido sin avisarle.

-Sí, vinimos solo nosotras dos.-le respondió Lourdes.

Josefina estaba demasiado "alegre" y se me abalanzó, abrazándome.

-Bésame, Santino. Bésame.-repetía.

Miré tanto a Bruno como a Lourdes para que me ayudaran. Pero fue inútil. Ella se lo llevó y yo me quedé con Josefina que estaba agarrada de mí sin quererme soltar.

-Jose, por favor.-le dije logrando separarla de mí.

Empezó a querer darme un beso a toda costa y entramos en una pelea en la que ya no sabía como correrle la cara.

-Ey, Jose, en serio.-le dije firme.-Ya lo hablamos a esto.

Quise irme con los chicos que ya los había localizado con la vista pero de repente Josefina se largó a llorar delante mío.

-¿Por qué me rechazas?-repetía llorando.-¿Tan fea soy?

Me partió el alma y sentí culpa. ¿Por qué me pasaban estas cosas? La intenté calmar y la abracé. Cuando la noté más tranquila, volví a tomar distancia.

-Sos hermosa.-le dije secándole las lágrimas.-Pero estoy enamorado de otra persona.-agregué y me miró con ojos vidriosos.-No quiero lastimarte.


Narra Emma:

Me volví a despertar. Me sentía muy mal y estaba transpirando. Casi no me podía mover. Estiré el brazo para agarrar mi celular de la mesita de luz y marqué el número de Santino.

-Hola.-se escuchó del otro lado junto a ruido de boliche.-¿Emma?

-Santi, ¿estás ocupado?-le pregunté mientras aumentaba la transpiración.

-No te escucho nada.-me dijo.-Ahora sí, ¿pasó algo?-agregó luego de varios segundos.

-Me siento muy mal.-dije con un hilo de voz.-Necesito que vengas.-agregué forzando la voz.

-Ay Emma, no te escucho.-protestó.-¿Estás bien?

Corté y le mandé un mensaje "Me siento muy mal. Por favor, necesito que vengas" 


Narra Santino:

Leí el mensaje y me preocupé. Busqué con la mirada a Bruno para avisarle que me iba pero no lo encontré. Cuando me acerqué de vuelta a donde estaba con Josefina me la encontré más borracha que antes, al parecer había seguido tomando y estaba en un estado deplorable. Me pasé una mano por la cara. 

-Me siento mal.-dijo hundiendo su cabeza en mi pecho y manchándome con maquillaje la camisa.

Suspiré con fastidio mientras intentaba localizar a Lourdes o a Bruno. No hubo caso, no los pude encontrar. Tenía que ir a ver a Emma pero no la podía dejar sola a Josefina.

-Te llevo a tu casa.-le dije finalmente a Josefina.

Nos subimos a mi auto y le pedí que me recordara su dirección. Lo único que esperaba era que no me vomitara el tapizado.

-Llegamos.-dije frenando el auto.-¿Podes?-agregué al ver que se mareaba un poco al intentar bajar.

-Sí.-dijo e intentó darme un beso pero corrí la cara poniendo mi mejilla.-Gracias por traerme.-agregó bajando.

Esperé a que entrara a su casa y volví a poner en marcha el auto. Próxima parada: departamento de Emma. 
Estacioné mi auto frente al edificio y el de seguridad me dejó pasar. Subí por el ascensor y me encontré con la puerta del departamento entre abierta. Ingresé lentamente y cerré. Avancé mirando todo, seguía todo igual a la primera vez que fui. Me dirigí a la habitación y la encontré acostada en la cama matrimonial con los ojos apenas un poco abiertos. Mordí mi labio inferior, me causaba mucha ternura. Me acerqué y pude ver que estaba transpirando.

-Emma.-acoté acariciándola.-Estás hirviendo.-agregué tocándole la frente.

Estaba volando de fiebre. Me estaba por dar vuelta para ir a buscar un trapo húmedo para bajarle la fiebre, y de repente me agarró fuerte la mano.

-No te vayas.-murmuró.

-No me voy, tranquila.-le dije.

Me solté y fui a buscar el trapo, al volver se lo puse en la frente. Me encaminé al baño y empecé a revólver todo hasta que encontré el termómetro. Se lo coloqué debajo de la axila y le apoyé su brazo en el pecho. Fui a buscar una silla y me senté al lado.

-Te amo.-susurró en sus delirios.

-Descansa, mi amor.-le dije y pasé una mano por su mejilla.

Contemplé su figura en medio de la oscuridad por un largo rato y controlé que no le subiera más la temperatura. Luego me acerqué y besé su frente. Noté que ya le había bajado un poco la fiebre y me dio tranquilidad. Tenía mucho sueño pero  me negaba acostarme del lado de que le pertenecía a Benjamín. Permanecí un rato más sentado en la silla y luego delicadamente corrí un poco a Emma para que entráramos ambos de su lado. Dormida acomodó su cabeza en mi pecho y la abracé quedándome dormido.



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