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martes, 31 de diciembre de 2013

Capítulo cuatro


Narra Emma:

Todavía no podía creer que justamente él sea el amigo del chico en el que se fijó mi mejor amiga. Pensé que no lo iba a recordar, pero lo reconocí por esa sonrisa tan particular.

-Es el chico que me acompañó a casa ayer después del boliche.-le expliqué a  Tania.

-Si no les molesta, me la voy a llevar un ratito a Tania.-dijo Bruno agarrándola de la mano.-Ya te la devuelvo-me dijo llevándosela.

Me quedé sola con Santino.

-Veo que ya estás mejor de lo de ayer.-me comentó terminándose su trago.-Me alegro.

-Si, por suerte si. Gracias por lo de ayer.-le dije sincera.

-De nada.-me dijo dejando el vaso por ahí.-¿Bailas?-agregó extendiéndome su mano.

Le agarré la mano, me sonrió y me llevó más al centro de la fiesta. Empezamos a bailar y nuestras miradas se encontraron. Ayer no me había dado cuenta que tenía ojos verdes como el mar y una mirada tan intensa.

-Todavía no me dijiste tu nombre.-acotó sin desviar la mirada.

-Emma.-le dije bajando la vista.


Narra Santino: 

La tenía agarrada con una mano y cada tanto le hacía dar una vuelta. Su mano era suave y delicada. La música dejó de combinar con nuestra forma de bailar y la solté.

-Parece que el destino quiso que nos volviéramos a ver.-acoté mientras seguíamos bailando, pero separados.

-No creo en esas cosas.-se apuró a responder, aunque no sonó creíble.

-Yo sí, y no creo en las casualidades.-dije acercándome -Sino en las causalidades, todo pasa por algo-agregué en su oído.


Narra Emma:

Me empecé a sentir un poco incómoda y me fui afuera a tomar un poco de aire. Me senté en un banco blanco.

-¿Te molesta si te hago compañía?-me pregunto apareciéndose, luego de un rato.

-No.-dije al mirarlo.-Todo bien.

-¿Estás aburrida?-me preguntó sentándose a mi lado.

-Un poco.-respondí-La fiesta está muy buena, el problema soy yo que no  estoy muy bien, es eso.-le aclaré.

-Que no estás bien ya me había dado cuenta antes.-me dijo mirando al horizonte.-¿Mal de amores?-agregó mirándome.

-Algo así.-respondí-Digamos que me estoy por casar con un hombre que no me ama y me engaña.-le dije mirándolo.-No me valora.-agregué luego de una pausa.

-¿Y siendo consciente de todo eso, te vas a casar igual?-se interesó.

-Sí, porque yo lo amo y...-dije haciendo una pausa-Ni se porque te estoy contando esto a vos que ni te conozco, perdón.-dije arrepentida y me levanté.

-Para.- me dijo levantándose y frenándose-No me pidas perdón, no me molesta.Y es verdad que no nos conocemos,  pero nos podemos empezar a conocer.

Hice un silencio y me lo quedé mirando, sin decir nada.

-No quiero hacerte nada, mi intención tampoco es molestarte. Sólo quiero ayudarte, no está bueno estar triste-me dijo mirándome a los ojos.-Confía en mi.-agregó corriéndome el pelo de la cara.

-Santino.- dije haciendo una pausa- Te agradezco por lo del otro día y por tus intenciones de ayudarme. Pero no quiero generar una confianza, así distantes estamos bien, ¿si?- le dije entrando al salón y dejándolo solo afuera.


Narra Santino:

Me quedé mirando al cielo unos segundos. No me podía estar enamorando de una mujer que se estaba por casar. Cerré los ojos y al abrirlos me dirigí para dentro. Fui a la barra en busca de un trago y me acerqué a un grupo de personas que conocía.


Narra Emma:
Me arrepentía de haberme dejado convencer y venir a este lugar. Era obvio que mi mejor amiga se la iba a pasar a los besos por ahí con su chico y yo iba a quedar sola. Los busqué con la mirada y cuando los vi me acerqué. Él al verme se fue a la barra.

-Tania, ¿cuándo nos vamos?-le pregunté aprovechando que Bruno se había ido.

-No se ni que hora es, amiga.-me respondió mirando como su chico regresaba.

-¿Nos vamos en un rato?-insistí ahora con la mirada de Bruno puesta en mí. 

-Ella se vuelve conmigo.-se metió Bruno-Pero Santino te lleva hasta tu  casa-agregó al ver mi reacción.

-No, deja. Me pido un remís.-dije tomando distancia.


Narra Santino:

Vi que Emma salió afuera con un celular en la mano y la seguí. Le corté la llamada antes de que pueda pedir un remís.

-No voy a dejar que viajes sola.-me dijo-Te llevo.

-¿Qué hablamos hace un rato?-le pregunté molesta.

-Me quedó clarísimo lo que hablamos. Te llevo hasta tu casa sin preguntarte nada-me propuso-Y si queres viajas en la parte de atrás y simulamos que soy un remís. Y te sale gratis.

Se me quedó mirando y soltó una risita.

-Al menos te hago reír.-dije -¿Lo puedo tomar como un sí?

-Es que...-le empecé a decir.

-Te llevo y no se habla más del tema.-me dijo interrumpiendo- Avísame cuando te quieras ir.-dije sonriéndole y volviendo a entrar.


Narra Emma:

Me mordí el labio inferior mientras lo veía entrar de nuevo a la fiesta. No entendía su insistencia por querer llevarme a casa ni por acercarse a mí. Me prometió no hacerme preguntas sobre mi vida personal, pero igualmente me arrepentía por lo que le había contado. Tampoco comprendía por qué se lo había contado, si ni a mis amigas les podía admitir que Benjamín me engañaba. Dejé las reflexiones y entré a la fiesta.


Narra Santino:
Agradecía que Valeria no haya venido, si no la iba a tener como una garrapata todo el tiempo.                  
Las personas se empezaron a retirar y con el fin de fiesta se largó a llover. Al principio lloviznaba pero luego comenzó a llover más fuerte, y eso hizo que todos se apuraran para irse. Todos sabíamos que esta zona era fácil de inundarse.


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domingo, 22 de diciembre de 2013

Capítulo tres


Narra Emma:

Una cocina, una mesa, vino, copas, platos, comida, dos personas sentadas enfrentadas cenando. Parecíamos dos extraños, pero yo iba a ser su futura mujer y él mi futuro marido. Nuestras miradas se cruzaban cada tanto y los temas de conversación se iban perdiendo, llegando a un silencio incómodo que me hacía replantearme el hecho de convivir "para siempre" con él. Y eran esos momentos en que mi mente viajaba y me ponía a pensar. Me preguntaba si con su amante, o sus amantes (porque todavía no tenía la certeza de si había una o más), se comportaba de la misma manera, o era así solo conmigo. Su mano se apoyó en mi brazo izquierdo y volví a tierra. Me repitió, creo que por cuarta vez, una pregunta y le respondí, aunque antes le tuve que dar una explicación de mi ida.
Los platos se encontraban vacíos, las copas de vino por terminar y ya era hora de levantar la mesa. Lo hice y lavé los platos, mientras él se encaminaba a la habitación, porque claro, él era el hombre de la casa y yo...bueno, yo era una pobre infeliz que estaba al lado de un hombre que la engañaba, y le hacía de "ama de casa", porque siempre se puede perder un poquito más de dignidad.


Narra Santino:

Mi mejor amigo se encontraba hablando por celular con la chica que se iba a encontrar, mientras yo llamaba al delivery para pedir unas empanadas.
Bruno es ese amigo que está siempre, es ese hermano varón que no me dio la vida. 


Narra Emma:

Al entrar a la habitación, Benjamín me estaba esperando con una bolsa de regalo en la mano. Me acerqué y me la entregó. Al abrirla me encontré con una pollera que unos días atrás le había comentado que me encantaba. Le agradecí con un beso y fui a guardar la pollera al ropero.

-Me alegra que te haya gustado. El regalo fue el collar, pero me quedé con culpa por no haber podido estar anoche, y te quise comprar la pollera.- me dijo.

Al mencionar lo del collar no pude prestar atención al resto de la oración. Me quedé pensando que cuando acomodé todo no lo vi y tampoco lo tenía puesto. Me miró extrañado por mi reacción y me relajé, simulando que no pasaba nada.

-Me encantaron ambos regalos.-le dije.- Pero me hubiese gustado más que estuvieras presente.-agregué mirándolo fijo.

-Estoy presente ahora.-se defendió-Y quiero pasar la noche con vos.-agregó acercándose hasta terminar con la distancia.

Comenzó a besarme y me dejé llevar por cada una de sus caricias. Tal vez era una linda forma de terminar el cumpleaños. Los besos se volvían más apasionados cuando de repente empezó a sonar su celular. Le pedí que no atendiera, sin embargo se distanció de mí y se fue a hablar al living. Cuando volvió la situación se puso tensa. No sabía como explicarme que otra vez se tenía que ir, que esta noche iba a ser otra noche que no pasaba en casa. Lo noté un poco nervioso mientras se ponía un pantalón de vestir y una camisa. 

-Se me presentó algo urgente, un problema en la empresa. No estaba previsto pero tengo que ir.-me dijo al mismo tiempo que se ponía los zapatos.- Perdóname pero esta noche no vuelvo a dormir.

Agarró su bolso, fiel compañero de sus huidas; y era lo único fiel que tenía. Me besó y se retiró del departamento. Yo quedé parada inmóvil en el lugar, y me encontré preguntándome si en realidad no era yo la amante. Tal vez, mientras yo creía que cumplía el rol de la primera, en realidad, era la segunda. 


Narra Santino:

Nada mejor que cenar y hablar de la vida con mi amigo del alma. Gala, mi perra, se le ponía al lado para exigirle caricias. 

-Es insaciable, hermano.-me dijo, refiriéndose a Gala, mientras que la acariciaba con una mano.- Necesita un novio.

-Tengo un vecino que tiene un perro de su misma raza, y ésta se vuelve loca cada vez que lo ve, no sabes, es terrible.-le dije.

-Muy minita.- comentó y reí.

-Hablando de minitas, ¿qué onda las amigas de Tania?-me interesé.

-Me dijo que al final solo va con una porque las demás no podían.-me respondió mientras se servía cerveza.-Me haces la segunda me imagino, ¿no?

-Si, por supuesto-le respondí.- Conta conmigo.

-¿Vos qué onda ayer que desapareciste del boliche?-se interesó.

Le conté lo sucedido en la noche de ayer mientras nos reíamos y pasábamos un buen rato.




Narra Emma:

Apagué las luces y me acosté en la cama. Me puse a observar el techo mientras reflexionaba sobre la triste situación en la que me encontraba. Estaba por conciliar el sueño cuando empezó a sonar mi celular, vi que era mi mejor amiga y atendí. Habló muy rápido e intentó convencerme de ir a una fiesta privada a la cual la invitaron. Le intenté explicar que no quería pero no me escuchó y lo tomó como un sí. Me levanté de la cama porque la conocía bien y sabía que en minutos la iba a tener en la puerta de casa.
Dicho y hecho, sonó el timbre y le abrí.

-Cámbiate, maquíllate y péinate, que nos vamos.-me dijo entrando al departamento.

-No voy a ir a esa fiesta.-le dije parada en el mismo lugar.-Me estoy por dormir.

-Amiga, son las doce y media de un sábado.-dijo mirando el reloj.-Es sábado, no podes quedarte durmiendo.-agregó remarcando el día.

-Pero estoy triste y Benjamín se volvió a ir.-le dije sentándome en el sillón.

-Por eso, salimos y te divertís.-me dijo agarrándome la mano para levantarme.-Ven-agregó llevándome a la habitación.

Entramos y abrió mi armario, comenzando a sacar ropa y apoyándola arriba de la cama.

-Dale, ¿Qué te vas a poner?-me preguntó mientras seguía sacando prendas.

-No saques más nada-la frené-Me pongo esto-dije agarrando un vestido  blanco.

-¿Y zapatos?-preguntó buscando.

-Ahora los agarro-le respondí.-Contame qué onda esta fiesta y por qué te morís por ir.

-Me invitó un chico que conocí ayer en el boliche.-me dijo perdida recordando el momento.-Y vos me tenes que acompañar-agregó mirándome.



 Cuenta Santino:

Llegamos con mi auto a la quinta e ingresamos a la fiesta. De a poco iban apareciendo más personas y comenzaba a armarse el baile. Con mi amigo saludamos a los que conocíamos y nos acercamos a la barra.

-¿Las chicas en que venían?-me interesé mientras me preparaban el trago.

-No sé-respondió luego de pedir su trago.-En remís, supongo.

-Que poco caballero sos.- le dije agarrando el trago.-Las hubiésemos pasado a buscar, y si querías te dejaba manejar a vos.

-No lo pensé.-dijo comenzando a tomar.-Ahora ya fue, ya van a llegar-agregó mientras nos dirigíamos al centro del lugar.


Narra Emma:

En el trayecto a la fiesta mi mejor amiga no me paraba hablar de un tal Bruno, y yo me preguntaba porque no estaba en mi cama durmiendo. Esto lo estaba haciendo por ella, y no es que no tenía ganas de hacerle un favor, el tema era que seguramente ella se iba a ir por ahí con este chico y yo me iba a tener que entretener con el amigo que ni siquiera conocía.
Llegamos a la quinta y entramos con un grupito de personas que habían llegado al mismo tiempo. Yo observaba todo y a todos, y Tania le mandaba un mensaje a su chico para avisarle que ya habíamos llegado.


Narra Santino:

Me encontraba bailando con un grupito de conocidos hasta que Bruno me alejó del sector.

-Ya llegaron pero no sé dónde están.-me dijo mientras miraba para todos lados intentando ubicarlas.

-Pregúntale por mensaje.- le dije.

Estaba por agarrar el celular cuando de repente las vio cerca de la barra.

-Son ellas.-me señaló-Vamos.

Cuando nos fuimos acercando me di cuenta quien era la amiga de Tania y ella al verme se sorprendió al igual que yo, y me alegraba que se acordara de mí. Nos saludamos entre todos y me la quedé mirando.

-¿Santino?- preguntó y asentí con la cabeza.

-Perdón, ¿Se conocen?-preguntó extrañada su amiga, y mi amigo llevaba la misma expresión en su rostro.

-Algo así.-respondí sin sacarle los ojos de encima.



Me gustaría que me dejen comentarios con sus opiniones. Sobre lo que les gusta y lo que no, sugerencias, críticas, etc. Gracias.


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domingo, 8 de diciembre de 2013

Capítulo dos


Narra Emma:

El sol ingresó por la ventana de la habitación y desperté. Me llevé las manos a la cara hasta que pude abrir bien los ojos. Me estiré para terminar de despertar. Tenía un dolor de cabeza insoportable.
La noche de ayer era un rompecabezas, no me acordaba de casi nada, sólo tenía recuerdos sueltos. Me encontraba vestida con la ropa de salir y, al levantarme y mirarme al espejo, vi que tenía todo el maquillaje corrido. Había tomado demasiado ayer, y ahora me sentía bastante mal. Y no sólo físicamente sino también sentimentalmente, porque la tristeza la pude ocultar un rato bajo los efectos del alcohol, pero seguía viva en lo más profundo de mi alma.
Me descambié y me saqué el maquillaje, mientras intentaba recordar como fue que volví del boliche. Sólo me acordaba de haber ido muchas veces a la barra en busca de unos tragos y, que en un momento se me acercó un chico y perdí el equilibrio, y él me sostuvo para que no me cayera. No podía acordarme más.
Fui a buscar mi celular para ver los mensajes y al pasar vi que sobre mi mesita de luz había un papel. Me acerqué y lo agarré para leerlo: "Espero que te sientas mejor. Feliz cumpleaños. Firma: Santino" Al leer eso me acordé la parte en que subí al auto de un chico, y luego aparecimos en el departamento y me ayudó a acostarme. Si mi novio se llegaba a enterar que había vuelto del boliche con un extraño, me mataba. Rompí el papel y lo tiré.
Al agarrar el celular vi que tenía varios mensajes deseándome un feliz cumpleaños, pero no había llamadas perdidas de ayer de mis amigas. La cabeza me explotaba. Me tomé una aspirina y me puse a acomodar la casa. 


Narra Santino:
Me despertaron los ladridos de mi perra, que además, se subió a la cama y se tiró sobre mí.

-¿Qué pasa, Gala?-le dije quedando sentado en la cama y acariciándola.

Miré el reloj y me levanté. Llevé el auto a lavar y volví al departamento a acomodar todo lo que había quedado de la noche anterior. Menos mal que vivía solo, sino mi familia no lo soportaría. Estaba bueno tener mi independencia, aunque me daba vagancia tener que ocuparme de todo. Fui a buscar el auto  para ir a la quinta, donde vivían mis papás, a almorzar con la familia. 

-Encontré este collar abajo del asiento de acompañante.-me dijo el señor del lavadero, entregándomelo.

Lo agarré y automáticamente me acordé de ella, la morocha de ojos color café que conocí ayer. Recordaba habérselo visto puesto. Me subí al auto y lo guardé.


Narra Emma:

Escuché el ruido de la llave y apareció Benjamín. Venía con un bolso y una bolsa de regalo.

-Feliz cumple, hermosa.-me dijo acercándose y saludándome con un beso.

-¿Cómo te fue?-pregunté mientras él dejaba el bolso por ahí.

-Bien, igual estoy re cansado.-me respondió desabrochándose un poco la camisa que llevaba puesta y acostándose. -Mucho trabajo.

-¿Vas a dormir? Mira que tenemos que ir a comer con mi papá y tus papás.-le recordé.

-Cierto, tenes razón.-y no me extrañaba que se haya olvidado.-¿A qué hora arreglaste?

-A las dos.-le respondí mientras me ponía los zapatos.-En media hora.

-Entonces ya hay que ir yendo.-dijo levantándose y acomodándose la camisa.-¿En el restaurante de siempre?-agregó mientras salíamos del departamento.


Narra Santino:

Luego de un día en familia volví a mi departamento. Llamé a mis amigos para organizar la salida de la noche y  respondí los mensajes de Valeria, que no paraba de acosarme.
Miré la mesa de la cocina donde había dejado las llaves, la billetera y el collar de esa chica que conocí ayer, de la cual todavía no sabía el nombre. Me acerqué y agarré el collar con las dos manos y esbocé una leve sonrisa al acordarme de ella. La recordaba bailando de una forma sensual y luego acostada debajo de mí mirándome a los ojos. Por alguna extraña razón no me la podía sacar de la cabeza. Lo guardé en una cajita que tenía en el living y me fui a bañar.


Narra Emma:

Volvimos del almuerzo y Benjamín se acostó a dormir la siesta. Agarré mi celular y respondí todos los mensajes. 'Veintiún años recién cumplidos' me dije para adentro y suspiré. Como me hubiese gustado que mi mamá estuviera acá, la extrañaba demasiado. Falleció hace diez años y desde ese día, nada era lo mismo, ni mi relación con papá era la misma. La nostalgia y la tristeza no tardaron mucho en aparecer. Me quedé pensando en todo lo que había hablado ayer con las chicas sobre mi relación con Benjamín y sus malditas "reuniones de trabajo" a la madrugada.
Observé el bolso que trajo y lo fui a buscar, más que nada para ponerle a lavar la ropa de ayer, aunque también para revisarlo. Lo abrí lentamente y empecé a sacar lo que iba a encontrando, pero no había más que ropa. Agarré todo y me dirigí al lavadero. Metí el pantalón, las medias y los calzoncillos en el lavarropas y, cuando llegué a la camisa, frené. La sostuve con las dos manos y la empecé a observar, tenía un mal presentimiento. La olí y sentí un aroma de mujer muy impregnado, un perfume que yo no usaba. La hice un bollo para meterla a lavar cuando de repente vi una marca en el cuello, la miré bien, era una mancha de rouge; imposible que fuera mía. Cerré los ojos y al abrirlos tiré la camisa en el lavarropas con bronca. Hasta el momento sólo tenía presentimientos, sospechas, pero ahora tenía pruebas...mi futuro marido me engañaba. 


Narra Santino:

Saqué a pasear a mi perra y cuando regresé me encontré a mi mejor amigo en la puerta del edificio. Ingresamos y al entrar al departamento nos sentamos en el sillón del living a hablar, mientras tomábamos cerveza. Me contó que la noche de ayer conoció a una rubia alta de ojos color miel, la cual le había gustado mucho, pero no había logrado ni robarle un beso. Entrando más en detalles me dijo que tenía su celular y que le iba a decir de verse esta noche. Me habló mucho de ella físicamente pero no me había dicho el nombre. Luego me lo dijo, aquella rubia de ojos miel se llamaba Tania.


Narra Emma:

Sentada en la mesa redonda de la cocina tomando una taza de té, intentaba digerir toda la situación. El hombre con el que me iba a casar y prometerle amor eterno, se encontraba durmiendo plácidamente luego de una probable noche de lujuria. A mí, hacía tiempo que no me tocaba ni un pelo. Y claro, si eran más noches las que pasaba afuera que las que pasaba acá. Apoyo la taza sobre la mesa y me pregunto si me engaña con una sola mujer o con varias. De cualquier manera era una locura, pero me preocuparía más que hubiera solo una amante, porque entonces, ya no sería sólo algo pasional sino que se involucrarían sentimientos. Termino de tomar el té, mi compañero de reflexiones y depresiones. Suena la alarma del lavarropas y me encuentro envuelta en un papel lamentable. La "ama de casa" que se ocupa de las cosas de su futuro marido mientras éste descansa luego de haberse revolcado en una cama con alguna mujer, y peor aún, siendo mi cumpleaños. Saqué la ropa y la puse a secar. Me dirigí a la habitación, me encontraba con mucha tensión y una mezcla de bronca y dolor.  Al entrar se despertó y se me quedó mirando.

-Amor, ¿me preparas un café?-me pidió mientras se acomodaba en la cama pero pretendía despertarse.

-No sé si queda café.-le respondí observándolo y pensando en la infidelidad.

-¿Te pasa algo?-me preguntó notando la expresión de mi cara.

Era una cornuda consciente, estaba pasando un cumpleaños deprimente y me iba a casar con un hombre que no me amaba, pero más allá de eso, no me pasaba nada.

-No, estoy bien.-le respondí dejándolo de mirar y abriendo el cajón de mi mesita de luz.

Y era más fácil negar la realidad. Si le decía lo que me pasaba, íbamos a entrar en una eterna discusión en la que probablemente iba a ganar él, porque nunca iba a admitir que me engañaba. 

-Algo te pasa.-insistió, sin saber que no le convenía entrar en ese terreno.

Cerré el cajón sin saber ya para que lo había abierto, y lo miré. Le sostuve la mirada y suspiré.

-¿De verdad queres saber lo que me pasa?-le pregunté notando que su expresión había cambiado.

-Sí. De hecho me importas, y mucho.- respondió quedando sentado en la cama-¿Qué sucede, amor?

Y escuchar ese "amor" me partía en mil pedazos. Sentía que no era la única a la que se lo decía, y por ende, carecía de sentido.

-Es mi cumpleaños y pensé que íbamos a pasar más tiempo juntos. -hice una pausa- Anoche ni estuviste y hoy más allá del almuerzo, te la pasaste durmiendo-le reproché.

-Lo de anoche ya lo hablamos, Emma. Tengo que trabajar para mantener la empresa.-dijo mientras yo tenía la mirada baja- Aparte no terminó el día, todavía.

Me quedé dubitativa al lado de la cama. Por un lado quería patear el tablero, decirle de todo e irme bien lejos. Pero por otro, sabía que no me convenía y que lo mejor, era seguir así.

-Dale, cambia esa cara.-me dijo parándose y acercándose a mí-Esta noche soy todo tuyo.

Acto fallido. "No aclares que oscurece", pensé. Me miró a los ojos y posó sus manos en mi cadera. Se fue acercando y evité pensar que me estaba por besar con esos labios que habían estado sobre otra boca. Me fui entregando y simule sentir que me estaba amando, que esto que teníamos se llamaba amor. Y nuestra relación era así, un eterno fingir. Pero yo seguía como un soldado, firme a su lado. Esta noche probablemente íbamos a tener sexo, pero fingiremos hacer el amor.
Y como dice el dicho...No hay peor ciego que él que no quiere ver.



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