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sábado, 23 de agosto de 2014

Capítulo setenta


Narra Santino:

Me quedé inmóvil y tragué saliva. No me esperaba para nada esa pregunta, me agarró totalmente de sorpresa. ¿Y ahora qué le respondía? ¿Cómo le explicaba la situación sin que se hiciera la cabeza? Estaba acorralado y en realidad no tendría por qué estarlo, no había pasado nada ni tampoco iba a pasar.
Retrocedí lentamente y me di vuelta, encontrándome con su mirada llena de interrogantes y esperando una respuesta sincera.

-¿A qué viene la pregunta?-fue lo único que me salió decir, y me sentí un idiota.

-Hoy estuvo acá, es una mujer pelirroja.-me respondió.-Vino a traer tu billetera, que por lo que me dijo te la olvidaste a la mañana.

Recién me enteraba que no llevaba conmigo la billetera, no podía ser más colgado. 

-¿Quién es, Santino?-insistió ante mi silencio.-¿En dónde te olvidaste la billetera?

Suspiré al mismo tiempo que me despeinaba el pelo, nervioso. Le tenía que decir la verdad, aunque era algo muy difícil de creer, sobretodo para una mente tan insegura como la de Emma.

-Ayer con Bruno fuimos a entrenar un rato antes que el resto del equipo. Y apareció esta chica con otra, y nos dijeron que necesitaban la cancha para jugar al handball.-hice una pausa.-Creo que era handball, ya no me acuerdo. Bueno, cuestión es que nosotros también la necesitábamos, entonces nos desafiaron un partido de fútbol.

Me miraba atentamente con los brazos cruzados como estudiando cada una de mis palabras.

-Jugamos un dos contra dos.-le expliqué.-Claramente le ganamos nosotros y nos quedamos con la cancha. Y bueno, ahí nos dijimos nuestros nombres. 

Permaneció en silencio y me hubiese encantado poder leerle los pensamientos.

-¿Y te dijo algo más?-me interesé temiendo a la respuesta.

-Que te diga que quiere una revancha.-me respondió aún analizando la situación.

-Eso lo dijo por el partido, porque le ganamos.-le expliqué y me miró como si fuese algo obvio.

-Todo eso lo entendí, pero hay algo que no me cierra...-acotó e hizo una pausa.-¿En dónde se vieron hoy a la mañana y por qué tenía tu billetera?

Eso sí era más complicado de explicar. Y ya no podía evitar que se hiciera la cabeza o impedir que la invadieran  los celos.

-Me la encontré hoy en la puerta de la facultad, no sé si fue casual o causal.-le contesté.-Y se me acercó a hablarme y no sé, se ve que después se me cayó la billetera. Yo de eso no me di cuenta.-agregué ocultando  partes.

-No te la creo si me decís que esa flaca va a la facultad, sin ofenderla.-le dije.-Sé completamente sincero.

Caminé hacia donde estaba, acortando la distancia.

-Mi amor, no quiero que te empieces a hacer la cabeza y te pongas mal por algo que no tiene ningún sentido.-le dije apoyando mis manos en su cara.

-Quiero la verdad, en serio.-me dijo sacando mis manos y dando un paso para atrás.

-Me vino a ver a la facultad porque le gusto y está desesperada, quiere que le de bola.-le respondí.-¿Contenta?

-No.-se apresuró a contestar.-Si tenes que elegir entre ella y yo, es obvio que salgo perdiendo.


Narra Emma:

Y me arrepentí al instante de haber dicho eso. Me odié por ser tan sincera. Era algo que sentía, sí. Pero no quería que él lo supiera.

-Es que yo no tengo nada que elegir. Yo estoy enamorado de vos y estoy feliz de estar a tu lado.-me respondió.

Permanecí unos segundos en silencio. No quería que se volviera a repetir la misma historia que había tenido con Benjamín.

-¿Por qué me mentiste?-me interesé.

-No te mentí, amor.-me respondió rápido.

-Mentir...ocultar...da igual.-le expliqué.-Sabes bien lo que sufrí en mi relación anterior por ese tema.

-Me está cansando un poco que siempre te pongas en el papel de víctima y que traigas tu relación con Benjamín en cada discusión.-me respondió molesto.-Si te mentí u oculté esto es porque sabía que te ibas a poner así.-agregó e hizo una pausa.-Yo no tengo la culpa de que seas una insegura de mierda.-escupió con bronca.

-¿Ahora la culpa la tengo yo?-le contesté muy molesta.-Me mentís y me seguís ocultando cosas porque sé que hay cosas que seguís sin contarme...y la culpa la tengo yo, ¿no?

Suspiró fastidioso y se sacó la camisa, apoyándola en su hombro.

-Me quiero ir a bañar, Emma.-me dijo mirándome con cansancio y dándose vuelta para ir hacia la escalera.

-Estamos hablando.-le dije y se volvió a dar vuelta y posó sus manos en su cintura.-Una relación sin confianza no funciona.

-Eso está claro.-me dijo.-Pero si cada cosa que te cuento te vas a poner perseguida y hacerte la cabeza...yo prefiero no contarte nada.

-Ay Santino, ¿podes dejar de echarme la culpa y hacerte cargo?-subiendo el tono de voz.-Estoy harta de ser la imperfecta, la que tiene problemas, la culpable de todo en esta relación. No sos perfecto vos, eh. Estoy cansada de bancarme mil situaciones por culpa del problemita que tenes con querer quedar bien con todo el mundo. Te metes en quilombos porque no sabes decir que "no". Es inevitable que lastimes a alguien con cada decisión. Y te juro que no desconfío, te amo con el alma y se que vos también, y que no me lastimarías. Pero no quiero bancarme ciertas situaciones que capaz después terminan siendo una infidelidad "sin querer". Porque no queres lastimar pero terminas lastimando igual. ¿O por qué crees que Josefina llegó a "enamorarse" de algún modo de vos? Porque no la frenaste a tiempo, porque por no querer lastimarla la terminaste ilusionando, y fue peor. Y así te pasa con todas las mujeres. Y con esta no creo que sea la excepción. Me encanta que seas buena persona y lo valoro, pero no te vayas al extremo, no podes quedar bien con todos, en serio. Aprende a poner límites, a decir lo que pensas y a decir que no. Me cansé de ser siempre "la pobre Emma que hay que ayudarla" y que vos seas el santo. No es así. Y yo estoy mucho mejor, de a poco voy mejorando. Ya conseguí trabajo, y estoy siendo más independiente. Tranquilamente podría terminar con esta relación, alquilarme algo y vivir mi vida. Pero estoy con vos porque te amo, porque me encanta estar con vos y porque te elijo. Ya el problema no soy yo. A mi no me da celos que te hables con otras mujeres, me preocupa que no sepas ponerles límites y que me termines mintiendo.-me desahogué.

Se me quedó mirando sin decir nada y se le aflojó todo el cuerpo. Se quedó dubitativo.

-Te amo.-fue lo único que pudo decir y me agarró la mano derecha.

-Yo también te amo.-le dije y suspiré.-Pero no soporto más esta situación.-agregué soltándole lentamente la mano.

Agarré mi copia de llaves y me dirigí a la puerta.

-¿A dónde vas?-se interesó persiguiéndome.

-A tomar un poco de aire.-le respondí dándome vuelta y acariciando su rostro.-Necesito estar sola y pensar.-agregué y desaparecí.


Narra Santino:

La dejé ir sintiendo que la estaba perdiendo. Tenía razón en todo lo que había dicho. No era fácil aceptar tampoco que el problema era mío, nunca me quise hacer cargo de eso, o quizás nunca fui del todo consciente de lo que provocaba con mis actitudes. Me fui a bañar y me quedé bastante tiempo bajo la ducha reflexionando.
Al salir del baño, me cambié y bajé a buscarme algo para tomar. Cuando pasé por el living me encontré con un cuadro que supuse que había pintado Emma al ver los acrílicos y pinceles cerca. Lo agarré con las dos manos y lo observé. Era un paisaje de un atardecer y una sombra de dos personas abrazadas; debajo reposaba una frase escrita en blanco: "Always together". Cerré los ojos y sonreí. Estaba orgulloso de Emma, de a poco iba cambiando. Se estaba valiendo por sí misma y haciendo todas cosas que le gustaban. Busqué un bien lugar en la pared y colgué el bastidor.


Narra Emma:

Luego de caminar varias cuadras y despejar un poco mi cabeza, volví al departamento. Al entrar escuché el sonido de la guitarra que provenía de la habitación. Subí las escaleras evitando hacer ruido y lo encontré de espalda tocando unos acordes. Avancé lentamente ubicándome atrás de él y rodee su cuello con mis manos, dejando un beso en su mejilla.
Dejó la guitarra y giró hacia mí.

-Tenes razón en todo lo que dijiste. Te prometo que voy a cambiar.-me dijo sincero.-¿Me perdonas?

-Sí, mi amor.-le respondí.-Pero no me ocultes más las cosas.

-Nunca más.-me aseguró agarrándome de la cintura y acercándome a su cuerpo.-Vamos a ir mejorando juntos.

Me besó y me dejé llevar. 

-¿Me tengo que teñir de pelirrojo o así te gusto?-le dije para bromearlo y lo miré divertida.

-Mmm, te podrías teñir.-me la siguió y le pegué.-Mentira. Me encantas así. Sos mil veces más linda.-me dijo riéndose y haciéndome caer a la cama debajo de su cuerpo.

Me empecé a reír debido a sus cosquillas. Luego frenó y se acercó a mi oído.

-Always together.-me susurró y sonreí, sabiendo que había visto el cuadro.

-Te amo tanto...-acoté y me respondió con miles de besos.




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lunes, 18 de agosto de 2014

Capítulo sesenta y nueve


Narra Emma:

Terminó mi día laboral y al ir caminando por la calle me dieron ganas de hacer algo que me gustaba y que se sumaba a la lista de cosas que había resignado cuando empecé la relación con Benjamín. Y ahora estaba transitando una etapa de volver a encontrarme conmigo misma y con las cosas que me apasionaban. Fui a comprar los elementos necesarios y me dirigí al departamento en el que convivía con Santino. Acomodé el bastidor y los acrílicos en la mesa del living y me puse un guardapolvo, ya estaba lista para pintar y hacer arte.


Narra Santino:

Era un día hermoso y soleado, y yo muriéndome de calor en traje. Tenía que dar un oral importante en la facultad y debía ir vestido formalmente. No me preocupaba para nada la presentación, tenía todo estudiado. Pero en lo único que pensaba era en salir de la facultad y deshacerme de esa corbata que me estaba casi ahorcando.


Narra Emma:

Un poco de música y me olvidé del tiempo. Estuve un largo rato pintando y ocupándome del bastidor que pensaba colgar en el departamento. En el instante en que terminé y me limpié las manos con un trapo, sonó el timbre. Me levanté de la silla y me dirigí a la puerta. Al abrir me encontré con una mujer alta, pelirroja y de buen físico que me miró de arriba abajo con superioridad. Vestía un short ajustado que dejaba lucir sus largas piernas y una remera corta que terminaba antes del ombligo.

-Hola.-dijo rompiendo el silencio.-¿Está Santino?

-Mi novio no está en estos momentos.-le respondí marcando territorio.-¿Qué necesitabas?

Capaz no hacía falta la aclaración de "mi novio", pero una ola de celos invadió mi ser y no pude evitar reaccionar. La miré a ella y luego me miré a mí, y me sentí inferior.

-Le vine a traer esto.-respondió entregándome una billetera.-Se la olvidó hoy a la mañana.

-Bueno, yo se la doy.-acoté.-¿Algo más?-agregué con mil preguntas en la cabeza.

-Sí. Decile de mi parte que quiero la revancha.-me contestó con intenciones de irse.-Ah, me llamo Jessica.

Cerré la puerta y observé la billetera que tenía en la mano. ¿Dónde se la había olvidado? ¿Y por qué la tenía ella? Eran algunas de las preguntas que empezaban a dar vuelta por mi cabeza. La apoyé en una mesita y me volví a acercar al bastidor. Comencé a acomodar todo sin poder dejar de pensar en la pelirroja. "Decile de mi parte que quiero la revancha" recordé. ¿De qué diablos hablaba? El mal humor empezó a apoderarse de mí y dejé el bastidor a un lado, ya sin ánimos de mostrárselo a Santino.


Narra Santino:

Al salir de la facultad me dirigí a la casa de Bruno. Sólo esperaba no interrumpir ningún momento íntimo. Me alivié cuando me abrió y me di cuenta que estaba solo. Avancé hasta el living y me senté en el sillón.

-La pelirroja me va a volver loco.-le comenté mientras me deshacía de la corbata y me aflojaba un poco los primeros botones de la camisa.-Me está acosando.

-¿Cómo que te acosa?-se interesó luego de reírse; yo no lo veía la gracia al asunto.

-No para ni un segundo de mandarme mensajes, y eso que no le respondo.-le respondí.-Y hoy se me apareció en la puerta de la facultad y me acorraló contra una columna y me quiso besar...Está completamente loca.

-Por lo que me comentas, dudo que sólo te haya querido besar...-bromeó y se rió.-Relaja, hermano. No es tan grave.-agregó al ver mi expresión.

-Está desesperada y no sé lo que es capaz de hacer.-le dije preocupado.-Me costó llegar a estar bien con Emma, como para que venga a arruinarlo.

-¿Y quién dijo que Emma se va a enterar de su existencia?-me preguntó.-Yo no pienso decir nada...y si te queres sacar las ganas, te cubro.

Lo miré y negué rápido con la cabeza.

-¿De qué hablas, Bruno?-le pregunté molesto.-No me interesa otra mujer que no sea Emma.

-Como digas.-concluyó.-No sabes lo bien que la pasé con la rubia...

-¿Estuvieron?-me interesé.

-La mejor noche de mi vida.-se limitó a responder.

-¿Y con Tania qué pensas hacer?-le pregunté acomodándome  en el sillón.

-No sé.-contestó y su sonrisa desapareció.-Me mandó un mensaje para vernos.-suspiró.  

-Si la amas, no la dejes ir.-le aconsejé.

-¿Y Wendy?-me preguntó dudando.

-No la ves más, ya te sacaste las ganas.-le contesté.-Aparte Wendy...¿cómo se puede llamar así, man?-agregué y me reí.

-Sí, la verdad...-acotó y se rió.


Narra Emma:

Me recosté en la cama y fijé mi mirada en el techo. No podía evitar hacerme la cabeza e imaginarme un sinfín de situaciones que podrían haber pasado entre Santino y esa mujer. Y no sabía por qué me sentía así...triste, cuando tranquilamente podría ser una simple compañera de facultad, aunque sus dichos no me cerraban. Y es que al verla y compararme con ella, me sentí muy chiquita, muy inferior, muy nadie. Ella era mil veces más linda, y eso era indiscutible. Tenía más altura, más cuerpo. Y poseía algo que yo carecía,  y probablemente a Santino le atrajera...seguridad en sí misma. 
Escuché el sonido de las llaves y me levanté, dirigiéndome a las escaleras. Al bajar lo vi entrando con el saco y la corbata en la mano. Borré las imágenes que invadieron en mi cabeza y me acerqué a saludarlo, aunque lo hice distante.

-¿Cómo estás, mi amor?-me preguntó dejando las cosas por ahí.-Hoy tuve un día agotador, no doy más. Me voy a dar una ducha.

Se dirigió a las escaleras y no aguanté más.

-¿Quién es Jessica?-le pregunté mirándolo de espaldas y noté como se frenaba en el primer escalón.



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Capítulo sesenta y ocho


Narra Santino:

No fue tan fácil como creía, la pelirroja jugaba muy bien. Igualmente le gané, y claramente nos quedamos con la cancha. 
Se acercó no muy conforme con el resultado y me estiró la mano mirándome fijo.

-Bien jugado.-me comentó algo molesta.

-Lo mismo digo.-dije agarrándole la mano.

Bruno y la rubia se acercaron a nosotros. 

-La cancha es de ustedes.-acotó la rubia.

-No sólo la cancha.-le respondió Bruno, y miraron sin entender.-Como perdieron tienen que aceptarnos una cena esta noche.-agregó y lo fulminé con la mirada.

-¿Y eso cuando fue pautado?-se interesó la rubia.

-Ahora.-le aseguró con la pelota en la mano.-Los ganadores siempre tienen derecho a pedir algo más.

Creí que iban a rechazar la propuesta, sin embargo ocurrió lo contrario.

-Aceptamos.-confirmó la pelirroja quien no me sacaba los ojos de encima.-¿Sus nombres?

-Santino.-respondí apoyándome la mano en el pecho.-Y Bruno.-agregué señalándolo.

-¿Ustedes?-se interesó Bruno.

-Jessica.-respondió la pelirroja.-Y ella Wendy.

Ambas se fueron para dejarnos entrenar antes de que llegaran nuestros compañeros. Pero antes nos pasamos los números de celular, algo de lo que seguramente luego me iba a arrepentir.


Narra Emma:

Me quedé hablando con mi mejor amiga un rato largo. Realmente nuestras conversaciones eran interminables. La vi más animada desde que decidió hablar con Bruno para arreglar las cosas, y me alegraba, me gustaba la pareja que hacían.


Narra Santino:

Terminé de entrenar con mis compañeros de equipo y me dirigí al vestuario. Estábamos entrenando mucho, ya que el fin de semana comenzaba el campeonato y lo queríamos ganar.

-Que buena noche vamos a tener hoy, hermano.-me comentó Bruno con una botella de agua en la mano.

-No cuentes conmigo.-apenas respondí sacándole el agua para tomar.

-¿Por qué?-me preguntó preocupado.-No me hagas esto. ¿Vos viste lo buena que está la rubia? Me cortas las piernas si me haces perder esta oportunidad.

Lo ignoré mientras me terminaba la botella y la revoleaba al tacho de basura.

-Aparte no me digas que no te gustó la pelirroja.-insistió.-Te vuelve loco, no me mientas.

-No, Bruno.-respondí guardando mis cosas.

-Te conozco.-continuó persiguiéndome por todo el vestuario mientras saludaba a los chicos.-Te encantó que sea segura de sí misma.

-Basta.-le respondí saliendo del vestuario.-No me vas a convencer.

-Por favor.-me suplicó.

-Ya estás grande para que te haga la segunda. Salí vos solo con la rubia.-le dije sacando las llaves del auto del bolsillo del pantalón.-Suerte.-agregué dándole una palmada en la espalda y desapareciendo.


Narra Emma:

Tania se fue y me puse con la computadora a revisar unos mails. Cuando miré la hora y vi que se estaba acercando la noche me dirigí a la cocina para ver que podía cocinar. En eso escuché el sonido de las llaves.

-Llegué.-dijo Santino entrando.

Dejó las cosas en el living y se acercó hacia donde estaba y me saludó con un beso. 

-Te ayudo a cocinar.-me dijo sacando cosas de la heladera y ubicándose a mi lado.

-¿Cómo estuvo el entrenamiento?-me interesé.

-Bien, ya estamos re entrenados para el campeonato.-me contestó preparando una ensalada .-Igual tenemos que seguir practicando.

-Me alegro.-acoté.-Hace un rato estuvo Tania acá.

-¿Sí?-me preguntó.-¿Qué cuenta la rubia?

-Extraña mucho a Bruno.-le respondí.-Quiere hablar con él para arreglar las cosas y volver.

-Se dio cuenta medio tarde que lo extraña...-me comentó.

-Lo importante es que se dio cuenta, y está muy enamorada de él.-le dije.-Va a ir ahora a la casa para hablar.-agregué y casi se saca un dedo cortando el tomate.

-¿Cómo ahora?-me interrogó un poco nervioso.


Narra Santino:

-Sí, igual no le digas nada porque va a ir de sorpresa.-me explicó llevando la comida al horno.

-La sorpresa se la va a llevar ella...-comenté por lo bajo.

-¿Qué?-me preguntó y agradecí que no me haya escuchado.

-No, nada.-respondí rápido.-Que es una buena sorpresa pero creo que Bruno no está en la casa.-mentí y saqué rápido mi celular del bolsillo del pantalón.

Dejó de hacer lo que estaba haciendo y me miró extrañada mientras yo intentaba comunicarme con Bruno para informarle.

-¿Qué es lo que pasa?-me interrogó mirándome expectante.

Su mirada exigía una respuesta sincera, pero no podía mandar al frente a mi mejor amigo. Habían ciertos códigos que no podía romper y eso significaba que lo debía cubrir.

-Quiero averiguar si está en la casa para que Tania no vaya sin sentido.-le inventé.-Me parece que se iba a lo de Agustín.

No sé si me creyó pero no me preguntó más del tema. Terminamos de cocinar y nos sentamos en la mesa a cenar.


Narra Emma:

Estaba intentando dormirme pero la luz de la pantalla del celular de Santino me daba justo en la cara. Tuve paciencia pero pasaban los minutos y continuaba en el medio de la oscuridad con el celular en la mano mandándose mensajes con vaya a saber uno quien.

-Santi...-me quejé llevándome las manos a la cara.-...la luz del celular.

-Perdón, mi amor.-se disculpó.-Ya termino y lo dejo.

-¿A quién le escribís?- me interesé casi quedándome dormida.

-A los chicos.- respondió rápido y dejo el celular en la mesita de luz.

Creo que me comentó algo más pero ni lo registré. Me di vuelta y me quedé dormida al segundo.




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domingo, 10 de agosto de 2014

Capítulo sesenta y siete


Dos días después...


Narra Emma:

Desperté con el peso de Gala, quien se encontraba durmiendo plácidamente sobre mi cuerpo. La moví con cuidado para poder levantarme de la cama y dirigirme al baño. Cuando bajé las escaleras con mi mejor cara de dormida y me encaminé a la cocina, me encontré con Santino desayunando mientras leía el diario.

-Buen día, amor.-le dije dejando un beso en sus labios.-Esto de madrugar no es lo mío, eh.-agregué refregando mis ojos.

-Ya te vas a acostumbrar.-acotó y rió, sin sacar la vista del periódico.

-¿Qué miras?-me interesé al mismo tiempo que me preparaba un café con leche.

-Busco trabajo.-dijo y suspiró pasando de página.-Está difícil.

Me senté en la mesa con el café con leche y comencé a untarme tostadas con dulce de membrillo.

-¿En qué momento pensas trabajar?-le pregunté mirándolo.-Entre la facultad y el fútbol, no tenes tiempo.

-No lo sé.-me respondió dejando el diario a un lado y agarrando una tostada.-Ajustaré mis tiempos al trabajo.

-El bar era ideal. Hacías lo que te gusta y era de noche.-comenté.-No tendrías que haber dejado esa oportunidad.

-Lo hice por Josefina.-me recordó.-Le hacía mal verme.

Rodee los ojos y terminé de tragar la tostada.

-Lo de Josefina era un simple capricho.-hice una pausa.-¿Te crees que sigue yendo al bar del tío?-lo miré con obviedad.-Iba especialmente para verte a vos. 

-Como sea. Ya renuncié.-concluyó levantándose y agarrando sus cosas.-Me voy a la facu, te amo.-agregó dándome un beso antes de irse.

Terminé de desayunar y llevé las cosas a la pileta para lavar. Luego de darme una ducha, me vestí y me fui al trabajo. 


Narra Santino:

Almorcé con mis compañeros de la universidad. Luego pasé por la casa de Bruno y nos dirigimos a entrenar una hora antes que el resto porque queríamos practicar un par de técnicas para el campeonato que se acercaba. 
Comencé a hacer jueguitos con la pelota en el medio de la cancha mientras hablábamos de todo un poco.

-¿Cómo va todo con Emma?-me preguntó corriendo de un lado a otro para entrar en calor.

-Todo perfecto.-le respondí aún haciendo jueguitos.-La verdad es que estoy feliz.

-Me alegro.-comentó.-¿La pasaron lindo en la casa alejada?

-Sí, re lindo.-respondí.-Nos tocó un día de lluvia pero pudimos disfrutar igual.

-Y de Tania no sabes nada, ¿no?-se interesó de repente.

-No, mucho no me habla de ella.-le respondí haciendo jueguitos ahora para atrás.-Olvídate de ella, ya fue.

-Lo decís como si fuera fácil...-me comentó dejando de correr y sentándose en el piso.

-No es fácil. Pero tampoco vas a estar toda la vida sufriendo por ella.-concluí y pateé la pelota al arco.

Me senté a su lado y apoyé mi mano en su hombro, abrazándolo con la vista perdida en el arco contrario.

-Falta poco para que cumplamos nuestro sueño y estemos jugando en Madrid.-le dije como si frente a nosotros estuviéramos viendo una pantalla que proyectara ese momento.-Todavía no lo puedo creer.

-Yo tampoco.-dijo y suspiró.-Un sueño hecho realidad.-agregó acostándose con las manos debajo de su cabeza.

-Imaginate si nos llegan a contratar para  jugar fijos en un equipo de allá...-hice una pausa.- Yo me muero.-agregué con una sonrisa imborrable. 

-Olvídate, exploto de felicidad.-acotó con entusiasmo.-Pero tendríamos que irnos a vivir allá. ¿Qué harías con Emma?

Se hizo un silencio. La verdad es que eso no lo había pensado.

-No sé, se puede venir a vivir ella allá también. Vemos.-respondí.-Me muero entrando con vos a la cancha y millones de personas aplaudiendo.-agregué suspirando y me acosté.

-Y que no falten las porristas que se derritan por nosotros y que griten nuestros nombres con deseo. Y nosotros con mucha fama y los bolsillos llenos de plata entramos con la cara en alto y saboreamos el éxito.-dijo entusiasmado.-Avanzamos hacia la cancha cargando la mochila de ser cracks, de ser los mejores, los más grandes. Y nos ubicamos en la cancha, suena un silbato y la pelota entra en juego. Que te la paso, que me la pasas, que te la paso, que me la pasas, pases con nuestros compañeros.. huy perdimos la pelota.-continuó con más entusiasmo.-Pero Santino la recupera, Santino arrasa con todo, Santino la tiene, Santino la domina, Santino la lleva hacia el arco, se la pasa a Bruno que la recibe, la mueve, la mueve, que buena jugada, se la intentan sacar, amaga y sigue.-comenzó a relatar rápido.-Que bien se acerca Bruno, la tiene Bruno, la lleva, la mueve, esquiva a los contrincantes, se acerca al arco, se acerca.-cada vez más rápido.-Sigue, sigue, sigue, todas las miradas en él, Bruno sigue, la mueve, esquiva, se frena, patea...y GOOOL!!!!!!-gritó eufórico.

Me quedé con la cara desencajada pensando por qué tenía un mejor amigo tan anormal. Cuanta imaginación tenía este pibe. Yo venía volando bajo y él se fue a las nubes. 

-Volvé a la tierra.-le dije golpeándolo y me levanté yendo a buscar la pelota.-Dale, entrenemos.

Nos ubicamos para jugar uno contra uno y empezamos. Iba todo bien hasta que le intenté sacar la pelota y salió volando. Cuando levanté la vista para ver donde había quedado me encontré con dos mujeres, una pelirroja y una rubia. Ésta última había frenado la pelota con uno de sus pies y nos miraba con diversión en sus ojos.

-¿Me la pasas?-le pedí haciéndole señas.

Agarró la pelota con las manos y ambas se acercaron a nosotros. Estaban vestidas con un short y una remera deportiva. Realmente eran dos mujeres bastante atractivas.

-Necesitamos la cancha.-dijo con seguridad la pelirroja.-Jugamos al handball.

-Ahora la estamos usando nosotros.-le contestó Bruno.

-Podemos dividir la cancha y ustedes usan un lado, y nosotros el otro.-dije intentando llegar a un acuerdo.

-No, divino.-me dijo la pelirroja mirándome de arriba abajo.-Quiero toda la cancha.

-Tengo una idea.-acotó la rubia pasándose la pelota de mano en mano.-Jugamos al fútbol un dos contra dos. El equipo que gana se queda con la cancha.

-Pero es obvio que les vamos a ganar nosotros.-intervino Bruno.

-No nos subestimes, bombón.-le respondió la rubia.-Jugamos muy bien al fútbol también.-hizo una pausa mirándonos a los dos.-¿Aceptan?.-agregó desafiante y extendió la mano.

Intercambié miradas con Bruno y luego le agarré la mano, aceptando.
Corrieron un poco para entrar en calor y nosotros nos fuimos a ubicar al otro lado de la cancha.

-Qué buena que está.-acotó Bruno.-Creo que voy a colapsar.

Me giré para mirarlo y estaba con la vista totalmente perdida en el cuerpo de la rubia. Por poco no le tenía que alcanzar un balde para que no se le cayera la baba.

-Concentrate.-le dije y lo golpeé para que reaccionara.-Vas al arco.

-¿Por qué yo?-me cuestionó.-Ah, te gustó la pelirroja eh. Te saqué la ficha.-acotó al ver que la rubia estaba en el otro arco y la otra iba a jugar contra mí.

Rodeé los ojos y negué con la cabeza.

-Yo no cuento nada.-me gritó mientras yo avanzaba al centro de la cancha.

Me enfrenté con la pelirroja con la pelota en el medio y nos miramos fijamente. Era una mujer muy segura de sí misma y con iniciativa.

-Que gane el mejor.-me dijo seria y por un segundo desvió su vista a mi boca.

-Que gane el mejor.-le repetí y le sonreí.


Narra Emma:

Llegué al departamento muy cansada por el día laboral. Al ver que Santino no estaba saqué a pasear a Gala. Luego acomodé un poco todo y me recosté en el sillón a ver televisión. Me interrumpió el sonido el timbre. Me levanté y al abrir la puerta me encontré con Tania.

-¡Amiga!-exclamé y la abracé.-¿Cómo estás?

-Bien.-me respondió.-Decime que no está Santino.-agregó dudando si entrar.

-No, no está. Debe estar entrenando con Bruno.-le contesté.-¿Qué pasa?

Ingresó y cerré la puerta. Nos dirigimos a sentarnos al sillón.

-Mejor que no está.-me dijo aliviada.-Necesitaba hablar con vos, amiga.

-¿Qué pasó?-me interesé.

Tomó aire antes de hablar.

-Extraño mucho a Bruno.-soltó finalmente.

-Él también te extraña.-le aseguré.-¿Por qué no lo perdonas?

-Cuando creí que tenía problemas con las drogas y nos peleamos, lo hice porque tuve miedo. No sabía como reaccionar ante una situación así. Pero no porque no lo acepte ni porque no lo ame lo suficiente como para apoyarlo y ayudarlo a salir.-hizo una pausa buscando las palabras adecuadas.- No me sentí en condiciones de poder ayudarlo, tenía miedo de no poder, de que la situación se me vaya de las manos y que le pasara algo.

Me la quedé mirando esperando a que prosiga.

-Y sé que no se droga, que sólo consumió esa vez. Le creo. Y lo amo, estoy muy enamorada de él. Y me arrepiento mucho de haberlo dejado sólo y haber sido muy dura con él todo este tiempo.-dijo y suspiró.-Me siento horrible.

-Tranquila, amiga.-intenté calmarla.-No te culpes. No supiste como reaccionar, cada uno actúa y se toma las cosas de manera diferente. Yo no te juzgo.

-Pero no sé si él va a perdonarme.-me dijo preocupada.

-Sí, te va a perdonar.-le dije segura.-No deja de hablar de vos y de extrañarte.

-¿En serio?-se interesó un poco más animada.

-Sí, en serio.-le aseguré.-Lo sé por Santino.

-Necesito verlo y hablar ya con él.-acotó sonriendo.



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