Vistas de página en total

domingo, 28 de septiembre de 2014

Capítulo setenta y seis!


Narra Emma:

Lunes. La mamá de Santino cumplía 50 años y lo festejaba todo el día en la quinta. Por suerte mi jefe me dio el día libre, y Santino y el resto de esa familia arregló con su trabajo, facultad, colegio u otras obligaciones para poder asistir. Eran una familia unida, de eso no habían dudas.
Santino había salido a cargar las cosas en el auto, y yo me encontraba sirviéndole la comida a Gala mientras   miraba como mi padre se agarraba una cerveza y una picada de la heladera, y se sentaba en el sillón enfrentado a la tele, con sus piernas apoyadas en el mueble. Sí, se había tomado muy en serio el "sentite como en tu casa" de Santino el día en que llegó.

-¿No te parece muy temprano para eso?-no pude evitar preguntar.-Un café con tostadas va mejor con el horario.

-No hay horarios para esto, hija.-me respondió sin sacar la mirada de la caja boba.

Revoleé los ojos y me acerqué al sillón a agarrar mi cartera y mi celular que reposaba al costado.

-¿Y yo por qué no estoy invitado?-me interrogó ahora mirándome, y arqueé las cejas.-Tengo derecho a conocer a la familia de este chico.

-Ni lo sueñes.-le respondí firme colgándome la cartera y cruzándome de brazos. 

-¿Por qué me desprecias así?-me preguntó al mismo tiempo que tomaba de la botella.-¿Acaso te doy vergüenza?

De repente volcó un poco de cerveza en el sillón. Suspiré fastidiosa. Creo que no iba a ser buena idea dejarlo solo en el apartamento.

-Si queres tomar o comer algo hacelo en la cocina.-lo reté como si fuera un niño de 5 años-Y saca los pies de ahí.-agregué acercándome para que se levantara y poder limpiar el desastre que había hecho.

Se escuchó el ruido de la puerta y apareció Santino.

-¿Falta algo más, amor?-me preguntó ingresando y mirando la escena.

-Tuvimos un pequeño accidente.-le comenté terminando de limpiar.-Pero no va a volver a pasar.-y ahora le clavé la mirada a mi padre.


Narra Santino:

Nos subimos al auto y arrancamos rumbo a la quinta. 

-Perdón por lo de mi papá, en serio.-se disculpó.-No lo soporto más. Espero que se busque rápido un trabajo.

-Tranquila, no te estreses.-le dije pacífico.-Es un buen momento para que se empiecen a llevar bien.

-Yo lo intento pero me saca de mis casillas.-me comentó.-¿Sabes lo que me dijo ayer cuando te fuiste a sacar a pasear a Gala?

-¿Qué?-me interesé mientras frenaba el auto, ya que el semáforo había cambiado a rojo.

-Me preguntó cómo hacíamos con los gastos y si pagábamos el departamento mitad cada uno.-me respondió indignada.-Y recién se ofendió porque no está invitado al cumple de tu mamá, y me dijo que tenía derechos. ¿De qué derechos me habla?

-No tenía problema en llevarlo yo.-le dije luego de reírme por el estado de Emma.-No está mal que quiera conocer a la familia del novio de la hija.

-No seas iluso. Cuando se hace el buenito, hay que desconfiar.-acotó.

-No seas tan dura. A mí me cae bien tu papá.-le dije volviendo a arrancar el auto.

-Porque no es el tuyo.-susurró.


Narra Emma:

Llegamos a la gran casa en donde vivían los padres de Santino. Estaba todo decorado sutilmente. Apenas bajamos del auto nos recibieron dos perros que no dejaban de saltarnos. Nos fuimos acercando y nos encontramos con varias mesas con manteles blancos con detalles en negro. Santino abrazó a su madre deseándole un feliz cumpleaños y dándole un cálido beso en su mejilla.

-Muy feliz cumpleaños.-le dije con una sonrisa y luego de saludarla le di una bolsa de regalo con un perfume.

No tardó mucho en aparecer corriendo Mora y colgarse de Santino, abrazándolo y llenándolo de besos.

-¿Cómo anda la hermana más linda del mundo?-le preguntó él, agarrándola fuerte.-Vinimos antes que el resto para ayudar.-y ahora se dirigía a sus padres.


Narra Santino:

Se hizo la hora del mediodía y comenzaron a llegar todos. Mi mamá estaba feliz, más que nada por poder festejarlo con todos nosotros. No había nada más lindo que la familia unida. Además habían otros invitados, como amistades tanto de ella como de mi padre. 

-Quiero que tengamos un hijo así.-le comenté a Emma con mi sobrino en brazos.

-Es muy hermoso.-me respondió acariciándole la cabeza.

-En un futuro...obvio.-me apresuré a agregar y me miró.

-No hacía falta la aclaración.-me dijo.-Aparte tengo 21, no quiero un hijo a esta edad.

-Pero casarte sí.-se la seguí.

-Pero vos no.-me atacó.-Así que da igual.-agregó yéndose a hablar con Jazmín.


Narra Emma:

Fue un lindo almuerzo lleno de anécdotas y de risas. Llegó el momento de cantarle el feliz cumpleaños a la homenajeada y apareció en escena una gran torta bañada en crema con el número 50. Luego de pedir los deseos y soplar las velitas, se acercaron todos sus hijos a fundirla en un gran abrazo grupal, en el que se sumó también el padre. Era una hermosa imagen que no dudé ni un segundo en fotografiar. 


Narra Santino:

Antes de que comenzara la ronda de baile me ofrecí a cantar un par de canciones, que todos los presentes disfrutaron. Después de un par de rondas de baile, merendamos viendo un video sorpresa que le había preparado junto a mis hermanos, en donde se proyectaba toda su vida hasta el día de hoy. Era muy emotivo, y logró el efecto esperado, ya que mi madre estaba con los lagrimones y los pañuelitos. 


Narra Emma:

Llegó el atardecer y con este el momento de emprender la vuelta. La mamá de Santino estaba muy feliz y agradecida. Saludamos a todos y nos acompañó a la salida para decirnos unas palabras antes de despedirnos. Abrazó fuerte a su hijo y le recordó lo mucho que lo quería. Luego agarró mi mano con ternura y me miró a los ojos.

-Gracias por estar, Emma.-me dijo con mucha sinceridad.-Y también gracias por hacer feliz a mi hijo.-agregó con una sonrisa y crucé miradas con Santino.

-No hay nada que agradecer.-le respondí con una sonrisa.-Lo amo a su hijo.

-Lo sé.-dijo e hizo una pausa.-Lo sé.-agregó apretando mi mano antes de soltarla.

-Espero que hayas pasado un hermoso día, ma.-comentó Santino.-Nos vamos yendo para que no nos agarré el tránsito.

Volvimos al departamento y para nuestra sorpresa, mi papá no se encontraba. Pero no lo iba a llamar para saber en donde estaba, era una persona adulta y responsable de sí misma. 
Con Santino cenamos y luego nos fuimos a acostar. Había sido un día largo y mañana teníamos que volver a la rutina.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Capítulo setenta y cinco!


Narra Emma:

Amanecí sola en la cama matrimonial. Me desperecé y permanecí unos segundos antes de levantarme. Bajé las escaleras y me dirigí al living donde se encontraba Santino, leyendo muy concentrado el diario. Lo saludé con un suave beso y me senté sobre sus piernas. 

-¿Y mi papá?-me interesé al mismo tiempo que él pasaba sus manos por mi alrededor.

-Salió temprano.-me respondió.-Dijo que no quería molestar. Que sólo iba a venir por las noches.

-A mí me preocupa.-le comenté.-¿Vos no lo ves mal?

-Sí, pero es normal. Está pasando un momento difícil.-me contestó.-El tiempo va a ir acomodando todo. Vos quédate tranquila.

Giré un poco para mirarlo a los ojos y acaricié lentamente una de sus mejillas. Él me acercó más a su cuerpo y capturó mis labios en un beso largo y tierno.

-¿Queres hacer algo distinto hoy?-me preguntó.

-¿Cómo distinto?-me interesé.

-¿Tenes ganas de ir al cine, al teatro, a una plaza...u otro lado?-me explicó.

-Mmm.-murmuré pensando.-Al cine y después a la plaza. ¿Te parece?-respondí y asintió.

-Perfecto.-acotó con una sonrisa.

-¿Me cambio y vamos?-me interesé levantándome.

-El cine después.-me respondió parándose.-Tenía otra idea en mente ahora.-agregó apoyando sus manos en mi cintura y juntando nuestros cuerpos.

-¿Qué idea?-le pregunté con diversión rodeando su cuello con mis brazos.

Con su mirada señaló las escaleras y ambos reímos.

-Puede volver mi papá...-acoté sin separarme.

-No va a volver.-dijo dirigiéndome a las escaleras hasta llegar a la habitación.

Comenzó a besarme, primero lentamente y luego de a poco iba subiendo la intensidad del beso. Se deshizo de la remera larga que usaba para dormir y sus manos fueron recorriendo cada parte de mi cuerpo. Nos dejamos caer en la cama y le saqué sus prendas de vestir. Me dejé llevar por cada caricia, por cada roce de sus labios con mi piel. Nuestros labios volvieron a encontrarse al mismo tiempo que nuestros cuerpos encajaban a la perfección. No podía amarlo más de lo que ya lo amaba. Los dedos de nuestras manos se entrelazaron en el momento en que nos amábamos intensamente, con locura.


Narra Santino:

Nuestras respiraciones se encontraban agitadas. Su cabeza descansaba sobre mi torso desnudo y las yemas de mis dedos acariciaban su hombro. De un momento al otro fue dándome besos húmedos por el pecho. Me reincorporé, sentándome contra el respaldo de la cama, y busqué sus labios para unirlos con los míos en un sinfín de besos cortos.

-Te amo demasiado.-susurró sobre mis labios.

-Yo también, mi amor.-le dije acomodándole  el pelo antes de volverla a besar.-Sos lo más lindo que me pasó en la vida.

Hubo un silencio.

-Nuestro amor es tan perfecto que tengo miedo de despertarme y darme cuenta que fue sólo un hermoso sueño.-soltó apoyando su cabeza sobre mi hombro.

-Es un sueño eterno...-acoté.-Te amo.-suspiré acariciándola.-Juro que te amo.


Narra Emma:

Nos hallábamos en la fila del cine con nuestras entradas en la mano, mirándonos y dándonos besos como si estuviésemos en una de las primeras citas. Sus labios eran adictivos, y esas sonrisitas que se le escapan en el medio de los besos, me enloquecían. Entramos a la sala y nos ubicamos por el medio, me pareció un acuerdo justo, ya que yo quería ir adelante y el atrás. En los minutos previos a que comenzara la película se quejaron un par de espectadores, debido a mis risas provocadas por los comentarios graciosos de Santino. 


Narra Santino:

Salimos del cine comentando sobre la película que acabábamos de ver. Fuimos a caminar de la mano por la plaza más cercana. Parecíamos dos adolescentes enamorados. Su risa era el motor de mi alma. Sus ojos tenían un brillo especial que me llenaba de felicidad. No hay nada más lindo que ver alegre a la persona que uno ama, y más sabiendo que sos el motivo.
Nos sentamos en un banco verde lejos de la multitud y al instante se me ocurrió la idea de andar en rollers; en un lugar cercano alquilaban.

-¿Vos estás loco?-me preguntaba Emma con los rollers todavía en sus manos.-Yo me pongo esto y termino en sillas de ruedas.

-Que exagerada que sos.-le dije riéndome.-No pasa nada. Mírame a mí.-agregué mostrando como andaba.

-Pero vos sabes.-se quejó.-Insisto en que me voy a caer.-agregó al mismo tiempo en que se los ponía.

-Dame la mano, amor.-le dije a ver que ya los tenía puestos.-No pasa nada.

-Te vas a quedar sin novia, yo te aviso eh.-siguió quejándose mientras agarraba mi mano.-Al menos espero que me visites en el hospital.-agregó y yo sólo reía.

Empezamos a avanzar y de repente se asustó ante una posible resbalada y se aferró a mi remera. 

-No te rías.-me quiso decir ofendida pero mi risa la contagió.-Con el cine y la caminata ya estábamos  bien...

-Dejá de quejarte.-le dije haciendo que se soltara de mi remera y agarrándole las dos manos.-Tranquila, es fácil.

Comenzamos a avanzar nuevamente y lo estaba haciendo bien. Yo iba de espaldas para que ella se sintiera más segura agarrada de mis manos. Todo iba bien hasta que no se cómo pasó pero nos caímos uno encima del otro.

-Te avisé.-me dijo.-¿Estás bien?-agregó preocupada por mi cabeza.

-Sí, por suerte mi cabeza cayó sobre pasto.-le respondí, aunque algo me dolía.

-Vos y tus ocurrencias...-acotó.

Apoyé mis manos en su cintura y la pegué más a mi cuerpo.

-No desaprovechas ni un minuto, ¿no?-me preguntó al ver la poca distancia que había entre nuestros rostros y negué con la cabeza.

-Estoy completamente enamorado.-le dije rozando apenas nuestras narices.

-¿De quién?-le pregunté resistiendo al roce de sus labios.

-De una rubia, alta...-bromeé y me pegó suavemente en el hombro, amagando con soltarse y levantarse.

La agarré fuerte y giré para quedar ahora yo arriba de ella. Apoyé lentamente mis labios sobre los suyos y rápidamente comenzó a besarme con pasión. No nos importó ni que estuviéramos alrededor de personas que pasaban y nos observaban. Seguimos dándonos besos, mientras nos olvidábamos del mundo.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Capítulo setenta y cuatro


Narra Santino:

Otra vez sábado, otra vez partido. No podía estar más feliz. Tenía todas mis energías puestas en el campeonato, sabiendo que al final de este iba a viajar a Madrid para hacer realidad uno de mis grandes sueños. Y al pensar en todo esto se me dibujaba una sonrisa inmensa en el rostro, una huella de bienestar y felicidad que quería guardar para siempre. Me hallaba entrenando desde muy temprano con mis compañeros de equipo. Había que dejar todo en la cancha, teníamos que pasar de ronda para de a poco irnos acercando al triunfo. Como líder me ocupaba de que la relación entre todos estuviera diez puntos, y que hubiera diálogo y buena predisposición, que cada uno estuviera concentrado y conectado con el resto. Todas las técnicas y estrategias estaban preparadas, y todo parecía estar en orden.


Narra Emma:

Me desperté con mis energías fluyendo para el lado del arte. Así que ni bien terminé de desayunar, me senté en la mesa larga del comedor con todos mis elementos y comencé a pintar cuadros. La tranquilidad que reinaba en el apartamento me inspiraba. Igualmente el silencio no duró mucho porque Gala tuvo que empezar a ladrar, y yo a veces no entendía a esa perra. 
Mientras observaba los cuadros ya terminados, la imagen de mi padre comenzó a girar por mi cabeza y terminé con mi celular en la mano marcando su número. Después de todo era mi padre, y yo era su hija.

-Hola Emma.-respondió al primer tono.

-Papá.-dije e hice una pausa.-¿Todo bien?

-Ahí anda todo, en la lucha diaria.-respondió.-¿Vos cómo estás?

-Bien.-respondí.-Me tenes preocupada. ¿Dónde estás viviendo?

-No quiero que cargues con mis equivocaciones.-apenas respondió.

-En serio quiero ayudarte.-insistí.-¿Tenes lugar para vivir?

-En realidad no.-contestó.-Estos días estuve en una pensión, pero ya me echaron porque no tengo como pagar.

Suspiré mientras medité mi respuesta por unos segundos.

-Acá hay lugar para que puedas pasar la noche.-terminé diciéndole.-Pero me tenes que prometer que vas a buscar un buen trabajo.

-Ay hija, te re agradezco. Pero no quiero molestar.-acotó apenado.

-No molestas. Podes venir.-le dije.-Estás más que invitado.

Me dio un par de vueltas y se hizo un poco el víctima, pero terminó accediendo a mi propuesta. Sólo me preocupaba el hecho de haber tomado la decisión sin consultársela previamente a Santino. Esperaba que estuviera de acuerdo y que no se enojara.


Narra Santino:

Almorcé junto a mis compañeros y técnicos. Había un lindo ambiente, todos con el mismo objetivo. Claramente no hablamos durante toda la comida sobre el partido, tampoco éramos tan obsesionados. También nos reímos y se tocaron otros temas. Hasta que se llegó, no sé muy bien cómo, a Lautaro. Lo nombraron y fue ahí cuando recordé y le clavé la mirada a Bruno, quien se encontraba sirviéndose más agua en el vaso y ni se había percatado de mis ojos sobre él. Pasaron de tema y lo dejé pasar, pero sólo por ese momento.
Una vez en la cancha esperando que se hiciera la hora, algunos estaban sentados en las gradas conversando, otros haciendo unos pasos, y otros en alguna otra cosa. Me acerqué a Bruno y lo distancié del resto.

-¿Sabías que fue Lautaro el que te había drogado esa noche?-le pregunté mirándolo fijo y estudiando su reacción.

-Bueno...-dijo medio dubitativo.-¿Cómo lo sabes?-soltó de repente.

Sospechaba que sí sabía quien había sido, y que sí se acordaba de esa parte. Sin embargo me lo había ocultado.

-¿Lo sabías?-lo interrogué molesto.-¿Por qué no me lo dijiste?

-Porque era para problemas. Tu relación con él no es para nada buena, y no quería empeorar las cosas.-me explicó.-¿A vos quien te dijo?-agregó luego de una pausa.

-Él.-contesté.-Me lo crucé el otro día. Está muy rencoroso, y más desde que se enteró que nos eligieron a nosotros para ir a Madrid.

-Si, ¿no?-me dijo mientras le pateaba la pelota que se había ido para nuestro lado a uno de los chicos.-El otro partido vino a vernos. No me extrañaría que este aparezca también.

-Me da igual su presencia, no me afecta.-le aseguré.-Si nos quiere ver ganar, que venga.


Narra Emma:

Tania vino al departamento a almorzar. Salió el tema de Josefina y  me dijo que ya sabía que el otro día había ido a verla por el cumpleaños, y que ella ya le contó sobre nuestra conversación. Yo mucho no quería seguir hablando del tema, era algo que quería dejar a un lado y que se solucionara cuando se tuviera que solucionar. Lo del otro día había sido fuerte y me había dejado en claro bastantes cosas.
Luego de hablar un largo rato y de que me contara del regalo que le había hecho Bruno por los meses que llevaban de novios, nos fuimos a ver a los chicos jugar. Les tocaba de visitantes, pero por suerte no era tan lejos el lugar.


Narra Santino:

El partido lo ganamos y nos retiramos de la cancha con toda la alegría y satisfacción de haber pasado otra ronda. En el vestuario nos felicitamos unos a otros y la sonrisas en nuestros rostros era indescriptible. 
A la salida me encontré con Emma quien me abrazó y me felicitó.

-Te tengo que decir algo.-me dijo de repente.-Mi papá...-empezó a decir y se calló.

-¿Qué pasa con tu papá?-me interesé.

-Se va a quedar a dormir unos días con nosotros.-me respondió.-Es hasta que consiga un lugar.

-No hay problema, amor.-le respondí.-Que se quede el tiempo que quiera.

-¿Seguro? ¿No te molesta?-insistió.

-No, para nada.-le respondí.-Todo bien.

-La vuelta vamos a dar.-cantó Bruno mientras se acercaba y pasaba uno de sus brazos por mi cuello.-¿Qué onda por acá? 

-Jugaste re bien, genio.-le dijo Emma con una sonrisa.-Sos crack.

-Bueno, no lo agrandes tanto que después me lo tengo que aguantar yo.-intervine.

-Déjala que diga la verdad.-acotó Bruno.-¿Mi novia?-agregó mirando para todos lados.

-Debe estar en el bar, se fue a comprar algo para tomar.-respondió Emma.


Narra Emma:

La noche nos encontró en la mesa de la cocina cenando con mi padre. Era una situación rara. Sin embargo a Santino no le incomodaba, y le sacaba temas de conversación. Mi papá no le respondía tan naturalmente, se lo notaba un poco tenso aunque lo intentaba disimular. Me preocupaba verlo tan perdido y sin trabajo. Se confió de personas que era sabido que en algún momento lo iban a descartar sin importarles nada. 


Narra Santino:

Emma me buscaba con la mirada con temor a que yo no estuviera cómodo o me molestara la presencia de su padre. Pero al contrario, me gustaba poder intercambiar palabras con, por así decirlo, mi suegro. Estaba interesado en conocerlo más y observar de cerca la relación con su hija. Así podía empezar a entender un poco más muchas cosas de la personalidad de Emma. Estaba convencido que gran parte de la personalidad, de los miedos de alguien, tenían que ver con el modo de crianza que había tenido.




Twitter: @janetroseblog

sábado, 13 de septiembre de 2014

Capítulo setenta y tres


Narra Emma:

Al volver al departamento me encontré con Santino y su hermana en la cocina merendando. Mora se estaba terminando la chocolatada con vainillas que le había preparado el hermano.

-¿Está rico eso?-le pregunté y asintió, sonriendo. 

-En un rato te pasa a buscar mamá.-le comentó Santino, mirando el celular.

-¿No me puedo quedar a dormir?-preguntó haciendo puchero.-Porfis.-junto las manos.

Santino me miró y luego llamó a la madre para informarle que Mora se quedaba a dormir y que al día siguiente él la llevaba al colegio.


Narra Santino:
Mi hermana se dirigió al baño y me quedé a solas con Emma. Le agarré la mano y entrelacé nuestros dedos.

-¿Cómo te fue con Josefina?-me interesé acercándola más a mí.

-Ni bien ni mal.-me respondió y alcé las cejas.-Fue raro.

-¿Por qué?-le pregunté sin entender.

-Ya no está enojada conmigo.-me contó.-Como que seguimos siendo amigas pero no como antes. Esa relación no sé si va a volver.

-Tal vez sea cuestión de tiempo...-acoté.-Lo importante es que pudieron juntarse y hablarlo. Y es un gran avance.

De repente escuchamos el grito de Mora llamándonos. Nos reímos y fuimos a buscarla.
Jugamos los tres por un largo un rato. Nos reíamos y disfrutábamos del momento.  


Narra Emma:
Luego de cenar, Mora se fue a la habitación de arriba a ver televisión.

-Anda con ella, amor.-le dije.-Yo lavo.

-¿Segura?-me preguntó.-No me cuesta nada ayudarte.

-Anda, en serio.-le respondí.-Yo hago rápido.

-Bueno, gracias.-se me acercó rodeando mi cintura con sus brazos.-Te amo.-agregó uniendo nuestros labios.

-Te amo más.-le respondí entre besos.

Terminé de lavar los platos y me acordé que tenía que revisar unos mails del trabajo. Agarré la notebook y estuve un rato ocupándome de eso. Después le preparé el sillón-cama a Mora y subí a la habitación. Pero cuando entré estaban los dos completamente dormidos. Observé esa imagen tan tierna y me acerqué a darles un beso en la mejilla a ambos. Luego apagué el televisor y me fui a dormir abajo.


Narra Emma:
Lunes. Me desperté y me encaminé a la habitación a buscar la ropa para vestirme. Al entrar me encontré con Mora riéndose a carcajadas debido a las mil cosquillas que le estaba haciendo su hermano. Me mordí el labio inferior, me provocaban demasiada ternura. Y verlo a Santino en ese rol me hacía desearlo como padre de mis hijos. 

-Así se empieza el día.-le dijo Santino frenando con las cosquillas y abrazándola.-Arriba enana, que tenes que ir al colegio.

Mora se levantó finalmente de la cama y se dirigió al baño a lavarse los dientes y cambiarse. Santino me estiró la mano y cuando se la agarré, me hizo caer en la cama junto a él.

-Buenos días, hermosa.-me besó.-Al final dormiste vos abajo.

-Sí. Se quedaron dormidos ustedes y nos los quise despertar.-le respondí.

-La hubieses alzado y la llevabas. No pesa nada.-me comentó.

-Pero se veían muy tiernos.-le expliqué.-No quise molestar.

Me hizo girar y se colocó sobre mi cuerpo, dándome besos en el cuello.

-Te amo tanto.-me susurró al oído.

-Yo también, mi amor.-le dije acariciándole el cabello.


Narra Santino:
De repente escuchamos una tos que nos hizo sobresaltar. Salí de encima de Emma rápidamente al ver a mi hermana parada frente a la cama, mirándonos.

-Hora de la chocolatada.-le dije despeinándome.-Anda bajando que ahora voy.

Mora se retiró de la habitación. Me vestí rápido y la arrinconé a Emma, que estaba parada frente al armario, contra la pared. 

-Te amo, te amo.-susurré en sus labios y le di un beso largo y tierno, para luego irme a prepararle el desayuno a mi hermana.


Narra Emma:

Santino fue a llevar a la hermana al colegio y yo me fui directo al trabajo. Una taza de café con leche y risas con mis colegas era la mejor manera de empezar la mañana. Me llevaba bien con varias personas de la oficina. Con otras no tanto, porque al igual que en todos los lugares, estaban las personas competitivas y egoístas, esas que sólo se miran su ombligo y si en el camino te tienen que aplastar como a un gusano, lo hacen. 
El jefe de mi área se llamaba Marco Antonio, y era bastante atractivo. Todos los días llegaba con su traje impecable y sin una arruga, y con su sonrisa perfecta grabada en su rostro. Llegaba a los 30 años de edad, y era una persona muy amable.
Era un día con bastante trabajo, así que iba a tener que ponerle lo mejor de mí, para poder sobrellevarlo. 


Narra Santino:

La cara de alegría que tenía mi hermana porque la estaba llevando yo al colegio me llenaba el alma. La acompañé hacia la puerta y me hizo saludar a todas sus amiguitas. Antes de dejarla y encaminarme hacia la facultad, le di un gran abrazo y un beso en la mejilla.
Había arrancado muy bien el día, y esperaba que todo siguiera así.