Narra
Emma:
Lunes. La mamá de
Santino cumplía 50 años y lo festejaba todo el día en la quinta. Por suerte mi
jefe me dio el día libre, y Santino y el resto de esa familia arregló con su
trabajo, facultad, colegio u otras obligaciones para poder asistir. Eran una
familia unida, de eso no habían dudas.
Santino había
salido a cargar las cosas en el auto, y yo me encontraba sirviéndole la comida
a Gala mientras miraba como mi padre se agarraba una cerveza y una
picada de la heladera, y se sentaba en el sillón enfrentado a la tele, con sus
piernas apoyadas en el mueble. Sí, se había tomado muy en serio el
"sentite como en tu casa" de Santino el día en que llegó.
-¿No te parece
muy temprano para eso?-no pude evitar preguntar.-Un café con tostadas va mejor
con el horario.
-No hay horarios
para esto, hija.-me respondió sin sacar la mirada de la caja boba.
Revoleé los ojos
y me acerqué al sillón a agarrar mi cartera y mi celular que reposaba al
costado.
-¿Y yo por qué no
estoy invitado?-me interrogó ahora mirándome, y arqueé las cejas.-Tengo derecho
a conocer a la familia de este chico.
-Ni lo sueñes.-le
respondí firme colgándome la cartera y cruzándome de brazos.
-¿Por qué me
desprecias así?-me preguntó al mismo tiempo que tomaba de la botella.-¿Acaso te
doy vergüenza?
De repente volcó
un poco de cerveza en el sillón. Suspiré fastidiosa. Creo que no iba a ser
buena idea dejarlo solo en el apartamento.
-Si queres tomar
o comer algo hacelo en la cocina.-lo reté como si fuera un niño de 5 años-Y
saca los pies de ahí.-agregué acercándome para que se levantara y poder limpiar
el desastre que había hecho.
Se escuchó el
ruido de la puerta y apareció Santino.
-¿Falta algo más,
amor?-me preguntó ingresando y mirando la escena.
-Tuvimos un
pequeño accidente.-le comenté terminando de limpiar.-Pero no va a volver a
pasar.-y ahora le clavé la mirada a mi padre.
Narra Santino:
Nos subimos al
auto y arrancamos rumbo a la quinta.
-Perdón por lo de
mi papá, en serio.-se disculpó.-No lo soporto más. Espero que se busque rápido
un trabajo.
-Tranquila, no te
estreses.-le dije pacífico.-Es un buen momento para que se empiecen a llevar
bien.
-Yo lo intento
pero me saca de mis casillas.-me comentó.-¿Sabes lo que me dijo ayer cuando te
fuiste a sacar a pasear a Gala?
-¿Qué?-me
interesé mientras frenaba el auto, ya que el semáforo había cambiado a rojo.
-Me preguntó cómo
hacíamos con los gastos y si pagábamos el departamento mitad cada uno.-me
respondió indignada.-Y recién se ofendió porque no está invitado al cumple de
tu mamá, y me dijo que tenía derechos. ¿De qué derechos me habla?
-No tenía
problema en llevarlo yo.-le dije luego de reírme por el estado de Emma.-No está
mal que quiera conocer a la familia del novio de la hija.
-No seas iluso.
Cuando se hace el buenito, hay que desconfiar.-acotó.
-No seas tan
dura. A mí me cae bien tu papá.-le dije volviendo a arrancar el auto.
-Porque no es el
tuyo.-susurró.
Narra Emma:
Llegamos a la
gran casa en donde vivían los padres de Santino. Estaba todo decorado
sutilmente. Apenas bajamos del auto nos recibieron dos perros que no dejaban de
saltarnos. Nos fuimos acercando y nos encontramos con varias mesas con manteles
blancos con detalles en negro. Santino abrazó a su madre deseándole un feliz
cumpleaños y dándole un cálido beso en su mejilla.
-Muy feliz
cumpleaños.-le dije con una sonrisa y luego de saludarla le di una bolsa de
regalo con un perfume.
No tardó mucho en
aparecer corriendo Mora y colgarse de Santino, abrazándolo y llenándolo de
besos.
-¿Cómo anda la
hermana más linda del mundo?-le preguntó él, agarrándola fuerte.-Vinimos antes
que el resto para ayudar.-y ahora se dirigía a sus padres.
Narra Santino:
Se hizo la hora
del mediodía y comenzaron a llegar todos. Mi mamá estaba feliz, más que nada
por poder festejarlo con todos nosotros. No había nada más lindo que la familia
unida. Además habían otros invitados, como amistades tanto de ella como de mi
padre.
-Quiero que
tengamos un hijo así.-le comenté a Emma con mi sobrino en brazos.
-Es muy
hermoso.-me respondió acariciándole la cabeza.
-En un
futuro...obvio.-me apresuré a agregar y me miró.
-No hacía falta
la aclaración.-me dijo.-Aparte tengo 21, no quiero un hijo a esta edad.
-Pero casarte
sí.-se la seguí.
-Pero vos no.-me
atacó.-Así que da igual.-agregó yéndose a hablar con Jazmín.
Narra Emma:
Fue un lindo
almuerzo lleno de anécdotas y de risas. Llegó el momento de cantarle el feliz
cumpleaños a la homenajeada y apareció en escena una gran torta bañada en crema
con el número 50. Luego de pedir los deseos y soplar las velitas, se acercaron
todos sus hijos a fundirla en un gran abrazo grupal, en el que se sumó también
el padre. Era una hermosa imagen que no dudé ni un segundo en
fotografiar.
Narra Santino:
Antes de que
comenzara la ronda de baile me ofrecí a cantar un par de canciones, que todos
los presentes disfrutaron. Después de un par de rondas de baile, merendamos
viendo un video sorpresa que le había preparado junto a mis hermanos, en donde
se proyectaba toda su vida hasta el día de hoy. Era muy emotivo, y logró el
efecto esperado, ya que mi madre estaba con los lagrimones y los
pañuelitos.
Narra Emma:
Llegó el
atardecer y con este el momento de emprender la vuelta. La mamá de Santino
estaba muy feliz y agradecida. Saludamos a todos y nos acompañó a la salida
para decirnos unas palabras antes de despedirnos. Abrazó fuerte a su hijo y le
recordó lo mucho que lo quería. Luego agarró mi mano con ternura y me miró a
los ojos.
-Gracias por
estar, Emma.-me dijo con mucha sinceridad.-Y también gracias por hacer feliz a
mi hijo.-agregó con una sonrisa y crucé miradas con Santino.
-No hay nada que
agradecer.-le respondí con una sonrisa.-Lo amo a su hijo.
-Lo sé.-dijo e
hizo una pausa.-Lo sé.-agregó apretando mi mano antes de soltarla.
-Espero que hayas
pasado un hermoso día, ma.-comentó Santino.-Nos vamos yendo para que no nos
agarré el tránsito.
Volvimos al
departamento y para nuestra sorpresa, mi papá no se encontraba. Pero no lo iba
a llamar para saber en donde estaba, era una persona adulta y responsable de sí
misma.
Con Santino
cenamos y luego nos fuimos a acostar. Había sido un día largo y mañana teníamos
que volver a la rutina.