Vistas de página en total

sábado, 29 de noviembre de 2014

Capítulo noventa y seis


Narra Emma:

Volví de sacar a pasear a Gala y me puse a ordenar un poco el apartamento. Luego me senté en el sillón del living con un cuaderno para seguir con la organización del casamiento. Estuve por un largo rato hasta que escuché el sonido del timbre. Me encaminé a la puerta y abrí sin preguntar. Me encontré con Lourdes y Josefina que me miraban como esperando una aprobación, como si tuvieran cierto miedo que no me gustara su presencia. Las dejé pasar y nos dirigimos a la cocina. Les serví jugo y nos sentamos frente a la mesa.

-Sé que hace un tiempo tuvimos una conversación parecida, y aclaramos todo lo que teníamos que aclarar, para quedar bien.-me empezó a decir Josefina.-Pero te mentí cuando me hice la superada y te dije que te perdonaba pero que nuestra amistad nunca iba a volver a ser la misma, que podíamos quedar como simples conocidas con un pasado en común.

La seguí escuchando atentamente. Lourdes permanecía callada mirándonos a las dos.

-Extraño lo que éramos y sé que podemos seguir siendo. Todavía tenemos un montón de cosas en común, aún compartimos las mismas cosas. Nuestra amistad siempre fue más fuerte que cualquier pelea. Me haces falta y creo que a vos te pasa lo mismo.

Por un momento creí que me tenían cierta lástima porque Tania ya no estaba y yo me encontraba un tanto sola. Pero vi en su mirada que no mentía, que decía la verdad. Y me acordé de lo que me contó Santino sobre el día en que me propuso matrimonio, acerca de la ayuda que había recibido de Josefina, quien sabía muchas cosas sobre mí.

-Yo mucho no tengo para decir, porque la que se enojó y decidió alejarse fuiste vos. Y yo nunca me quedé con rencor, simplemente acepté tu decisión.-le respondí.-Y ya que estoy, quería agradecerte por ayudar a Santino a que todo saliera tan lindo aquel día. Y por recordarme de alguna forma, que a pesar de todo, siempre podía contar con vos.

-Queremos acompañarte en este momento de tu vida que sabemos que es muy importante para vos, y ambas estamos felices de tu alegría.-acotó Lourdes.-Estamos para ayudarte con la organización y con todo lo que necesites.

Estuvimos varias horas conversando y poniéndonos al día con un montón de temas. Realmente extrañaba todas estas charlas y risas junto a ellas. Y me hubiese gustado en ese instante que hubiese estado Tania para que viera que habíamos vuelto a la amistad de siempre, y que ya nada podía distanciarnos.

 

Narra Santino:

Fue un entrenamiento duro. Hubo que planear nuevas tácticas de juego. Igualmente me alegraba ver al equipo tan entusiasmado, y varios estaban jugando mucho mejor. También sabía que con la retirada mía y de Bruno de la cancha, le dimos la posibilidad de destacarse a otros que si seguían así podían hasta superarnos. Luego de entrenar fuimos a tomar algo. Todos me felicitaron y estaban contentos con la noticia de mi casamiento. Ellos eran más que miembros del equipo que más me había hecho feliz con mi pasión, eran mis amigos, mis hermanos.

Llegué al apartamento y me sorprendí al verlas a Lourdes y a Josefina; también me alegró. Me acerqué y las saludé a ambas con un abrazo, les había tomado cariño.

-¿En qué andan?- me interesé sacando un agua de la heladera.

-La ayudábamos con la organización de la fiesta.-me respondió Lourdes.- ¿Venís de ejercer como entrenador?

-Sí, los estoy preparando para nuevos torneos.-respondí.-Igual debo admitir que por momentos daría lo que fuera por volver a patear la pelota.

-Ay, amor. No pienses en eso. Y disfruta de lo que haces.-acotó Emma.

-¿Se quieren quedar a comer?-les propuse a Lourdes y a Josefina.-Yo les cocino a las tres.

-¿Cocinas, Santi?-se interesó Lourdes.

-Obvio, Lu. Me extraña.-le respondí canchereando.- ¿Se quedan?

Se miraron antes de asentir. Emma me sonrió.

-Después vienen a hacer previa los chicos, así que podemos salir todos juntos, si quieren.-les comenté mientras miraba qué había para cocinar.

 

Narra Emma:

Luego de comer, llegaron los amigos de Santino para la previa. Pusieron música y empezaron a servir los tragos. Nos ubicamos en el living y hablamos de varios temas. También debatimos a que boliche ir. Por momentos nos dispersábamos en grupitos. Visualicé a Lourdes sacándose fotos con mi futuro marido. Y yo me puse a conversar con Agustín.

-Chicas, ¿vieron que organizaron para dentro de unos días una juntada con el curso de la secundaria?-nos preguntó Josefina, mirando la pantalla de su celular.

-¿En serio?-me interesé.-No veo a los de la promoción hace mil.

-Que divertido saber qué fue de la vida de cada uno.-acotó Lourdes.

-Pasaron solo cuatro años igual, Lu.-comentó Agustín.-Tampoco pasaron veinte como para que haya demasiados cambios.

-Ojo que pueden pasar muchas cosas en cuatro años.-dijo Santino.-A mí en un año me pasó de todo…

-Si te vas a poner cursi con que encontraste al amor de tu vida y blablá, me levanto y me voy.-lo amenazó Agustín riéndose.

-No dije nada, man.-se defendió.-Aparte me pasaron millones de cosas además de eso.

-Bueno pero que no se desvirtúe la conversación.-dijo Martín.-Yo quiero saber si hay chicas lindas en su promoción, porque si es así nos metemos y hacemos como que nosotros también fuimos compañeros suyos.

-Están Bruno y Tania en Skype.-comentó Santino mirando su celular.-Ahora pongo la notebook así nos ven a todos.

Encendió la computadora y nos pusimos todos frente a la cámara. Me senté en las piernas de Santino y me rodeó con sus brazos.

-Jose, mové la pantalla un poco más a la derecha.-le pidió Santino.

De repente nos apareció la imagen de Bruno y Tania.

-Hablen de a uno que no se les entiende nada.-respondió Bruno a nuestro griterío.

-¿Cómo va el embarazo, amiga?-le preguntó Lourdes a Tania.

-Bien, no veo la hora de saber si es nena o nene.-respondió emocionada.-Y Bruno se está portando bien, y me está cumpliendo todos los antojos.

-¿Qué hacen todos tomando sin mí?-interrogó Bruno.-Manda un fernet, hermano.

-Nada de fernet, vida sana, futbolista profesional.-le dijo Santino.- ¿Cómo vas con los partidos?

-Re bien, estoy re feliz con todo esto.-respondió.

-¿Van a venir a nuestro casamiento?-les pregunté con una sonrisa.

-Sí, obvio.-contestó rápido Tania.-Viajamos para allá en esas fechas.

Les seguimos haciendo preguntas hasta que terminaron la llamada, y nosotros nos fuimos a disfrutar de la noche porteña.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Capítulo noventa y cinco


Días después…

 

Narra Emma:

Sentí el roce de los suaves labios de Santino sobre mi cuello y me desperté. Se separó para mirarme y le sonreí, llevando mis manos a su nuca para atraerlo a mí.

-Qué lindo despertarse así.-le dije antes de besarlo.

Los besos eran lentos y pausados. Mis manos se ubicaron en sus mejillas y no me quería separar de su boca.

-Buen día, amor.-me dijo cortando el beso y mirándome a los ojos.-Hay que levantarse.

Media hora más tarde nos encontrábamos recorriendo varios salones para decidir dónde hacer nuestra fiesta de casamiento. Poco a poco íbamos descartando opciones para aproximarnos a nuestra elección. Teníamos algunas discusiones pero en lo posible intentábamos ponernos de acuerdo. Finalmente nos quedamos con dos alternativas y decidimos tomarnos un día más para definirlo. Aprovechamos y resolvimos otras cuestiones del casamiento. Luego de visitar varios lugares nos fuimos a caminar por ahí; el día estaba demasiado lindo.

-En realidad casi todos estaban buenos.-soltó de repente haciendo referencia a los salones.

-Sí, pero hay algunos que exceden lo que podemos pagar.-le expliqué.

-Me gusta cualquiera de los dos últimos.-me dijo agarrando mi mano y entrelazando nuestros dedos.-Elegí el que quieras.

Avanzamos hasta una plaza y nos dirigimos a un sector donde había menos gente y daba el sol. Santino se sentó y yo me senté delante, recostándome en su pecho. Cerré los ojos para tomar un poco de sol.

-Mi amor… ¿vos te querés casar en Iglesia?-me preguntó haciéndome abrir los ojos de golpe.

-¿A qué viene la pregunta?-me interesé.

-Estaba pensando que así como doné el vestido que usaste para el casamiento con Benjamín porque no querías que te trajera recuerdos… capaz el tema de pisar vestida de novia una Iglesia te haga mal.-me contestó.-Se me ocurría casarnos al aire libre, en alguna quinta.

Me quedé dubitativa unos segundos. Tal vez tenía razón, y necesitaba que esta vez sea completamente diferente.

-Me gusta la idea, Santi.-le respondí aún pensativa.-Además es una linda época y el clima es ideal.

-Perfecto.-acotó acariciándome el pelo.- ¿A dónde te gustaría que nos vayamos de luna de miel?

-Sería re lindo un crucero…-le respondí perdiéndome en mis pensamientos.

Continuamos hablando por un largo rato. Amaba pasar tiempo con él. Me sentía completa.

-¿Me cantas algo?-me susurró al oído.

-¿Por qué te encanta que te cante?-me interesé luego de reírme ante su petición.

-Amo tu voz, me llena de paz.-me respondió.-Quiero la que me cantaste en el casamiento de mi prima.

Me quedé pensando unos segundos ya que no recordaba cuál era. Pero luego me vino la canción a la mente.

-Bueno, pero sólo una partecita.-le aclaré.

“Haces que mi alma sienta amor de nuevo, haces que a tu lado ya no sienta miedo, haces que me entregue con cada latido y que no quede ni un segundo sin estar contigo. Haces que mi corazón ya no esté ciego porque puedo ver en ti que esto es amor sincero, haces que te quiera más, un poco más… llegas y te quiero más de lo que ya te quiero”.

-Mmm.-expresó.-Otra vez.

-No, basta.-le respondí acomodándome mejor sobre su pecho, pero aprovechó para darme vuelta y tirarme encima de él.

Se recostó en el pasto y llevó sus manos a mi cintura, pegándome más a su cuerpo.

-Te amo.-dijo y capturó mis labios.

Comenzó a besarme primero despacio y luego con más intensidad. Llevó una de sus manos a mi nuca para intensificar el beso.

-Amor.-dije logrando separarme.-Hay gente.

-Que se entere todo el mundo que nos amamos.-respondió volviéndome a besar.

Qué difícil era resistirme a sus besos. Me dejé llevar un poco pero luego lo volví a frenar.

-Santi, en serio.-dije cortando el beso y queriendo levantarme.

Sacó su mano de mi cintura y me dejó pararme.

 

Narra Santino:

Mi madre pasó a buscar a Emma por el departamento y la acompañó a la modista para empezar a hacerse el vestido de novia. Me gustaba la linda relación que se había formado entre ellas. Yo me puse a estudiar para los exámenes que me quedaban de la facultad cuando un llamado me interrumpió. Me sorprendí al ver de quien se trataba y atendí. Era el padre de Emma que me invitaba a pasar la tarde juntos y tener una charla de hombres. Acepté y postergué mi estudio. Quedamos en encontrarnos en una esquina. Terminamos yendo a un café y tuvimos una larga conversación en la que nos empezamos a conocer más. Pudo entrar en confianza y abrirse más. Estaba convencido, le encantaba la idea de que yo fuera su yerno.

 

Narra Emma:

La mamá de Santino me ayudó a elegir el modelo del vestido. Le tenía un gran aprecio, era una mujer encantadora. Luego la acompañé al shopping a comprar unas cosas al y hablamos bastante. Pude hablar de un montón de cosas que necesitaba hablar con una mujer de su edad. Me inspiraba demasiada confianza, y sentía que me comprendía. Estaba feliz de tenerla como suegra.

viernes, 21 de noviembre de 2014

Capítulo noventa y cuatro


Narra Emma:

Revisé todos los cajones del departamento en donde había guardado cosas. En algún lugar sabía que tenía pertenencias de Benjamín, las cuales no me correspondían. Luego de tanto buscar encontré una pequeña caja en donde se hallaban dichos objetos. No iba a ser algo fácil, pero era lo correcto. Agarré las llaves y me fui sin tener muy en clara la dirección, pero maso menos me ubicaba y podía llegar a destino perfectamente. Una vez frente a la puerta de una gran casa, sentí un poco de nervios y dudé antes de tocar el timbre.

-Hola.-soltó con voz ronca la mujer que me abrió, sin salir del asombro.

Supongo que la última vez que nos vimos pensó que no me vería la cara nunca más en su vida. Y realmente yo creí lo mismo. Pero faltaba una visita más, necesitaba cerrar bien la etapa, definitivamente. Algo indecisa, la otra mujer de Benjamín me dejó ingresar a su vivienda. Busqué con la mirada al pequeño que finalmente lo ubiqué gateando por los pisos del comedor.

-Puedes acercarte, si quieres.-me dijo siguiendo mi mirada.

La miré por unos segundos antes de avanzar hacia el niño que ya posaba sus ojos celestes cielo en mí, mirándome con cierta curiosidad. Me impresionaban los rasgos tan parecidos a su padre. Soltó una pequeña risita y cautivó uno de mis dedos.

-Es hermoso.-le comenté a la madre.- ¿No camina todavía?

-Está aprendiendo, pero todavía no se larga.-me respondió.

Me tomé el atrevimiento de alzarlo y acariciar su suave piel.

-Me agarró de sorpresa tu visita.-soltó de repente aquella mujer y la miré, acercándome con el niño en brazos.

-Vine a traerte esa caja.-le expliqué señalándole el lugar donde la había dejado.-Tiene varias cosas que eran de Benjamín, y creo que ahora le pertenecen a su heredero.

-Muchas gracias.-apenas pudo decir.-Me duele que mi hijo crezca sin un padre.

-Lamento mucho todo lo ocurrido.-acoté.-Y también que esa criatura no se llegue acordar de lo poco que lo conoció. Pero sé que Benjamín lo va a estar cuidando siempre desde donde esté.

Le entregué a su hijo que ya estaba empezando a llorar y me marché del lugar, ya había cumplido con mi parte. Salí a caminar sin un rumbo definido, necesitaba pensar y aclarar mis ideas. Recordé, intenté superar, sanar el dolor para comenzar con esta nueva vida que me esperaba. Me sentía bien pero me faltaba dar el último paso, necesitaba despedirme. Fui hasta el cementerio donde se hallaban los restos de mi ex novio, y me senté frente a su tumba. Estuve varios segundos que parecieron eternos en silencio.

-Quiero creer que me podes escuchar, aunque no me puedas responder.-arranqué a decirle.-Me quedaron un montón de cosas sin decirte, y no sé bien por dónde empezar.-suspiré.-No fuiste una buena persona. También sé que andabas en negocios raros, de los que ahora se está haciendo cargo tu padre, no sé bien si dando la cara y resolviéndolos, o cubriéndote y yendo por el mismo camino de la corrupción. Pero todo eso no viene al caso ahora.-hice una pausa.-Siempre me quejé de que no me valorabas, ni me querías, y te reproché un sinfín de cosas. Y sigo pensando en que tenía razón. Pero también sé que no fueron todas cosas negativas, y que me ayudaste bastante, tal vez no de la manera en la que necesitaba o era lo mejor, pero hiciste lo que pudiste, o eso quiero creer.

No sabía realmente si el alma de Benjamín podía escucharme, pero de todas formas me hacía bien desahogarme, sacar todo de adentro. Sentía que me liberaba.

-Te fuiste creyendo que te odiaba, así con todas mis fuerzas. Y no es verdad. Tenía mucha bronca, sí, y creo que un poco todavía me queda. Pero te juro que no es odio, capaz si te hubieras puesto un segundo en mi lugar me hubieras entendido. Lo que me quedó es dolor, es angustia, y recuerdos que me matan. Ya no se bien si hablar en presente, creo que mejor todo eso pásalo al pasado, porque ahora estoy intentando estar mejor, de hecho lo estoy. Aprovecho para contarte que mejoré, que hice varios cambios que me hicieron bien. Ya no soy una mujer dependiente, tengo mi propio trabajo y me puedo mantener sola. Aprendí a valorarme y a quererme. Empecé a estudiar algo también, aunque le pongo más empeño al laburo. ¿Sabes a que me dedico? A escribir en una revista. Capaz no lo puedas creer, pero al final no soy tan inútil como me hiciste pensar.-hice una pausa.-Sigo de novia con Santino, sí, ese que llegaste a conocer antes de la tragedia, ese al que querías arrancar de mi vida por puro egoísmo. Sé que te engañé, que te fui infiel, y que aunque te puedo dar un millón de razones, no es justificable. Tampoco vale el “ojo por ojo, diente por diente”, ya que vos también lo hacías. No obré bien y lo reconozco, estaba demasiado perdida…y también te tenía miedo. Estabas muy violento últimamente, no estabas muy en tu eje que digamos. Y me hacía mal también. Porque me hacías llenar de bronca y sentía que eras…bueno, no quiero insultar en este espacio, pero ya te imaginarás. También pensaba que me veías como un objeto, una marioneta que podías manejar de acá para allá, y no estoy equivocada, ¿o sí?- hice una pausa.-El punto es que el último día que pudimos compartir, aunque compartir suena algo lindo, y todo lo que pasó fue algo que mejor olvidarlo…a lo que voy es que miré en tus ojos y vi que estabas perdido, lleno de tristeza, y que pedías a gritos que te rescataran. Yo no sé si te sentías arrepentido o fue una crisis del momento, pero para mí en el fondo eras una gran persona, solo que vos te olvidaste y quisiste convertirte en eso que ya sabemos todos.

Me olvidé del tiempo. No sabía cuánto tiempo hacía que estaba hablando, solo sabía que lo necesitaba.

-No quiero seguir con reproches, ni retos, ni nada de eso. Lamento en serio que te hayas ido. Y espero que en donde estés puedas estar bien y sanarte, junto a Dios.-suspiré.-Hoy fui a ver a tu hijo y le llevé todas esas cosas que una vez me habías dado, pero que eran tuyas y sé que no me correspondían. Ya están en manos de la persona indicada, están a salvo. Es hermoso, tiene tus mismos ojos y esa mirada tan intensa que vos también tenías. La madre me comentó que está aprendiendo a caminar, así que ya está dando sus primeros pasos. Cuídalo desde donde te encuentres, te necesita.-hice una pausa.-Así como hace unos minutos te dije un poco, sin ser tampoco tan dura, todo lo que hiciste mal en esta vida, también te quería decir que hiciste algo bien, que dejaste una huella en este mundo, y es tu hijo.

De tanto hablar ni me percaté que había empezado a llover. Mucho no me importaba mojarme, igual. Quería finalizar esta despedida.

-Perdón si ya te mareé con todo lo que hablé, pero necesitaba soltar todo esto, tenía un nudo en la garganta, y no me hacía bien. Quiero que sepas que a pesar de todo, en algún momento supiste sacarme sonrisas, y que te quise. Y creo que un poco te sigo queriendo.-suspiré.-Santino sostiene que apareciste en mi vida para hacerme aprender y hacerme fuerte, que todo lo que pasó tenía que pasar, que era necesario. Así que si eso es cierto, te agradezco, aunque debes estar pensando que estoy loca, pero bueno. De paso te digo que te perdono por todo el mal que me hiciste, y que no te guardo rencor.-hice una pausa.-Gracias por escucharme por una última vez. Tengo que dejarte ir para poder ser feliz. Y espero que vos puedas serlo en donde quiera que estés.-me levanté y ya estaba toda empapada.-Que descanses en paz.-agregué antes de retirarme.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Capítulo noventa y tres


Narra Santino:

Me hallaba con mis amigos llevándolos a entrenar. En el camino se nos cruzó Lautaro y todos frenamos el paso. El aire se tensó, era la primera vez que veía a Lautaro después de lo que había pasado en la final del campeonato. Sentí la mirada de odio de él sobre mí, y la mano de Agustín sobre mi pecho como si quisiera impedir que lo atacara. Los demás amagaron ponerse entre medio de nosotros, pero los corrí. Si bien el día que me encontré en el hospital ante la situación de que no iba a poder nunca más jugar al futbol me llené de bronca y sólo quería verlo y romperle todos los huesos, no era eso lo que pensaba hacer; y ya me deberían conocer.

-No pasa nada.-tranquilicé a mis amigos.-Vayan yendo.

Lautaro se corrió apenas para dejarlos pasar y se cruzó de brazos, mirándome desafiante.

-Veo que estás entero.-dijo con cierta diversión en sus ojos.-Lástima que el fútbol nunca más, ¿no?

-Sí, estoy bien. Aunque me parece que me querías dejar paralítico.-le respondí.-Así es. No puedo jugar nunca más al fútbol, igual tengo otros proyectos y estoy feliz con eso.-hice una pausa.- ¿A vos de qué te sirvió todo esto? Digo, porque el campeonato lo ganamos igual.

Se rio antes de contestar.

-Lo ganaron tus compañeros querrás decir.-me corrigió.-Y me sirvió porque me aseguré que un creído como vos no pise nunca más una cancha, aunque ahora te quieras hacer el entrenador, que no vayas a Madrid que ese lugar me correspondería a mí. Y aparte ahora se me abrieron oportunidades en el fútbol ya que te corriste.

-No te dejé el lugar ni me corrí, me sacaste a la fuerza, por izquierda.-le aclaré.-Y ya que estamos hablando de tus oportunidades en el fútbol, te quería pedir perdón por haberte dicho fracasado. En ese momento estaba con bronca, que de hecho me la habías generado vos, pero bueno, de todos modos no te lo tendría que haber dicho, así que me disculpo.-me miró raro.-Y creo que sos un muy buen jugador, nunca me creí superior a vos, si eso era lo que te atormentaba. Es una lástima que solo seas bueno en eso, ¿no?

Se quedó en silencio y sus ojos se prendían fuego de odio.

-La verdad es que no sé qué era lo que querías lograr con lo que hiciste. Si buscabas destruirme, lamento decirte que no pudiste.-hice una pausa.-Me habrás matado el sueño que tenía desde chiquito que era jugar en Madrid, me habrás cortado las piernas al saber que no puedo tocar nunca más una pelota de fútbol, y también me habrás sacado el recuerdo de la final del campeonato, pero no me importa. Sigo siendo feliz, ¿sabes por qué? Porque soy una buena persona y estoy rodeado de gente que me quiere. Y en tu caso no sé si puedo decir lo mismo…tendrás más oportunidades con el fútbol, que te lo ganaste jugando sucio, pero estás solo y sé que no sos feliz.

Me pareció muy raro que no me haya interrumpido con su sarta de pelotudeces. Creo que le había hecho comer todas sus palabras.

-Y siendo sincero yo alguna vez pensé que eras una buena persona, hasta en algún momento llegué a creer que eras mi amigo…pero claramente esa palabra te quedó demasiado grande. No sé en qué momento acumulaste tanta bronca. Para hacer lo que hiciste, sabiendo que te ibas a quedar afuera vos también del campeonato, te tiene que haber cegado la envidia y los celos a un límite extremo. Tampoco entendí nunca porque me odias vos si el que me cagó en su momento una mina fuiste vos. Pero bueno, no me voy a meter con tus mambos.-continué.- Solo quiero que sepas que a pesar de todo te perdono y no te voy a guardar rencor. Ojalá puedas salir de ese lugar horrible en el que te colocaste y volver a tener una vida plena. La vida es una sola, y hay cosas más importantes que ganar en el fútbol o acumular odio. No te lo hagas a vos mismo.-hice una pausa.-Me voy que me están esperando. Suerte.-agregué dándole una palmada en la espalda antes de irme.

Empecé a caminar y por un momento me volteé a mirarlo. Se había quedado paralizado en el lugar, sin poder reaccionar. Volví a girar y seguí mi camino. Las palabras siempre son más útiles que la violencia.

 

Narra Emma:

Me encontraba en un estado que si me pidieran que lo explicara, no encontraría las palabras. Estaba feliz por todo lo que estaba viviendo y la idea de casarme con Santino me llenaba el alma. Pero no terminaba de estar del todo bien. Me sentía rara. Creo que todo lo del matrimonio me hacía volver a ese horrible recuerdo que no me lo podía olvidar. Por un momento me vino a la mente la imagen mía en la iglesia siendo plantada, y luego cuando en un ataque de crisis quise prender fuego el vestido. Sé que si estuviera en frente mío mi novio escuchando todo esto me diría que todo pasa por algo, y le daría razón porque si no hubiese pasado eso, yo ya estaría casada, y el matrimonio con él no tendría la misma emoción. Todo eso lo entiendo, pero es como si tuviera esa amarga sensación clavada en el pecho y me lastimara todos los días; algunos días más, otros menos, pero siempre está. Su muerte también fue algo que me marcó y aunque quiera no puedo dejar el pasado atrás. Es como si nunca lo pudiera soltar. Y me angustio. Lloro. Lo sueño. Me tortura. Me quedaron los pensamientos en el aire al escuchar el ruido de la puerta.

-Hola, amor.-me saludó Santino dirigiéndose a la cocina a buscar un vaso de agua.

Luego se acercó a darme un beso y se me quedó observando, con cara extrañada.

-¿Por dónde andan viajando esos pensamientos?- se interesó sentándose frente a mí.

Debatí internamente si contarle o no. Pero finalmente solté todo. Me escuchó atentamente y me sentí comprendida.

-Y a pesar de todo, yo lo quería…-le confesé y sentí como si me sacara un peso de encima.

-Lo sé, mi amor. Y no te culpo.-me respondió y suspiró antes de continuar.-Emma, yo de verdad lamento que las cosas hayan terminado así. En el momento que ocurrió todo me sentí algo culpable, me enredé en el pensamiento de que si yo no me hubiera ido, si no te hubiera dejado ahí con él, capaz todo se daba distinto. Y su muerte se podía haber evitado.-hizo una pausa.-Pero sé que no tiene sentido darle vueltas al asunto ahora. Creo que no hay culpables. Las cosas se dieron así y punto.

Me lo quedé mirando aunque quería abrazarlo fuerte.

-Olvidarte de que Benjamín existió en tu vida no vas a poder. Y no está mal, es parte de tu vida, de tu experiencia, de tu aprendizaje. Pero tenés que soltar el pasado, dejarlo atrás, para poder mirar adelante. Dejá ir al dolor de una vez, cortá con eso que te hace mal.-me explicó.-Vas a ser feliz, te lo prometo.

Me acerqué a abrazarlo y hundí mi cabeza en su pecho.

-Te amo demasiado, en serio.-le dije.-Gracias por llegar a mi vida.

-Yo también.-me dijo acariciándome el pelo.

Cuando me puse a preparar la cena, él me ayudó y empezamos a hablar de todo un poco.

-Ya me estaba olvidando de contarte que hoy me crucé con Lautaro.-me dijo de repente, cambiando de tema.

-¿En serio? ¿Y qué pasó?-pregunté con miedo a la respuesta, aunque su cuerpo no tenía rastros de una pelea.

-No mires así, no me rebajé a su nivel. Aparte no estoy a favor de la violencia.-me aclaró al ver mi expresión.- En resumen le dije lo que pensaba y sentía, y lo perdoné.-agregó y lo miré sin entender.

-¿Te pidió perdón? ¿O lo perdonaste de todas formas?-me interesé extrañada.

-No, no tenía intenciones de pedirme perdón. Y aunque las tuviera no lo haría porque es orgulloso. Pero lo perdoné igual. No quería acumular rencor ni seguir cargando ese episodio. Por eso lo liberé y de pasó solté lo que pasó para dejarlo atrás. Ya si a él le queda cargo de conciencia, no es mi problema. Pero por mi parte, cerré el tema. Aparte le di mi punto de vista, lo veo muy perdido y me importa como ser humano.

-Eso es lo que admiro de vos. Que además de ser buena persona puedas cerrar el pasado.-le dije.-A mí me cuesta un montón.

-No digas así, pudiste bastante. En estos meses cambiaste un montón, pudiendo superar el pasado. Sólo te falta soltar, dejar ir a Benjamín.-me dijo.-Liberate de la bronca y el rencor, son sentimientos que no sirven. Amigate con esa parte de tu vida. Perdonalo y déjalo descansar en paz.

Luego de decir eso me cambió de tema. Y por el resto de la noche la conversación fue variando, pero mi mente se había quedado en esa parte. Me había hecho reflexionar. Y creo que ya sabía lo que iba a hacer.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Capítulo noventa y dos


Narra Emma:

El sonido de los pájaros generaba armonía en el lugar. Varias personas colaboraban en la cocina con la preparación del almuerzo. Murmullos y risas por todos los sectores se avecinaban, haciendo notar que eran una familia numerosa. De reojo observé a mi padre parado al lado de una de las puertas, mirando con asombro, con inquietud y con cierta incomodidad. Noté en sus ojos algo de angustia y a la vez admiración. Enseguida apareció el hermano más grande de Santino y lo integró a una de esas conversaciones que solo les interesa a los hombres. Terminé de cortar los tomates para la ensalada y me retiré del sector para encaminarme al living de aquella casa.

-Me estás haciendo cualquier cosa.-protestaba Mora mientras su hermano intentaba hacerle una trenza.-Me vas a dejar pelada.

Ver esa escena me causó cierta ternura y una sonrisa se me dibujó en el rostro. Me acerqué haciendo que Santino se diera cuenta de mi presencia.

-¿Muy complicado, amor?-me interesé, y se corrió para dejarme su lugar.

Me llevó un poco de trabajo desenredarle el cabello, ya que su hermano lo había llenado de nudos. Pero finalmente la dejé con una bella y prolija trenza. Al rato nos dirigimos todos a una gran mesa que se encontraba al aire libre. Habíamos organizado una comida entre ambas familias, aunque la mía se reducía a mi padre.

 

Narra Santino:

Estar rodeado de mi familia y de la mujer que amaba, me hacía feliz. Se tocaron una gran variedad de temas de conversación, y se intentó integrar a mi futuro suegro, ya que ninguno de los presentes quería que se sintiera fuera de lugar. Por unos largos segundos noté como mi abuela no le sacaba los ojos de encima a Emma; pero no la miraba mal, al contrario, lo hacía con una leve pero imborrable sonrisa en su rostro. Me alegraba que todos los integrantes de mi familia estuvieran encariñados con mi novia y futura mujer.

-Antes de servir el postre, me gustaría mostrarles el video de nuestro viaje.-dijo mi hermana mayor que había viajado hace poco con su marido e hijo.

Todos nos levantamos e ingresamos a la casa. En realidad, casi todos, porque vi a lo lejos como Jazmín se la llevaba a Emma en otra dirección. Yo agarré en brazos a mi sobrino y seguí al resto.

 

Narra Emma:

De repente Jazmín me susurró que necesitaba hablar conmigo y me agarró del brazo, alejándome del lugar. Fuimos a caminar y me dejé envolver por el estado pacífico que expulsaba la naturaleza. Empezó a darme vueltas sin saber cómo decir lo que quería, estaba un poco nerviosa, y eso que estaba lejos de ser tímida. Llegamos a unos bancos en donde se quiso sentar y finalmente habló.

-No me siento cómoda hablando sobre este tema con las mujeres de mi familia, y con vos tengo la confianza suficiente como para poder conversar sobre esto.-me dijo y dejé que continuara.-Hace ya dos meses que estoy saliendo con un chico…es más grande, está en la facultad él. Y estamos muy bien, tenemos mucha química y nos queremos bastante. Pero él ya no se conforma solamente con un sinfín de besos, necesita más.-hizo una pausa.-Y…yo soy virgen todavía.

-Jaz, en primer lugar, no te tiene que avergonzar ser virgen. Como tampoco te tiene que apurar o detener los tiempos  lo que hace el resto.-le dije e intente buscar las palabras adecuadas.- La primera vez tiene que ser muy especial, en el sentido que tenés que estar segura y hacerlo con una persona con la que tengas confianza y realmente haya sentimientos de amor fuertes; ya que es algo que nunca te vas a olvidar. Aparte la virginidad es algo tuyo y no se la podes entregar a cualquiera.-hice una pausa.- ¿Vos te sentís presionada por él?

Se tomó unos segundos antes de responder.

-No sé si presionada, pero me siento confundida e insegura.-me contestó.- A mi él me encanta, la paso bien y siento que estoy enamorada, pero me siento con miedos. No sé si estoy preparada.

-Los límites y los tiempos los manejas vos, por más de que él insista. Si de verdad te quiere no te va a presionar y te va a esperar el tiempo que haga falta. Que ese tiempo no es exacto, no te puedo decir que a tantos meses de relación tiene que ser…porque no funciona así. Es algo que se da en el momento en el que se tiene que dar, que vos te vas a dar cuenta porque vas a sentirte segura y lista para dar ese paso, lo vas a sentir en tu interior.-le intenté explicar.-Pero nunca lo hagas como una obligación, él te tiene que entender.

-Gracias por escucharme, necesitaba hablarlo con alguien.-me dijo luego de un silencio que utilizó para reflexionar.

-No me tenés que agradecer. Siempre voy a estar para escucharte y aconsejarte.-le respondí.- Igualmente me parece que no te tiene que dar vergüenza hablarlo con tu mamá, te va a entender mejor que nadie porque es la persona que más te conoce.-hice una pausa y le corrí un mechón de la cara.-Aprovechala vos que la tenés, las madres siempre suelen tener la solución para todo.

 

Narra Santino:

Volvimos a la mesa al mismo tiempo que aparecieron Jazmín y mi novia. Comimos el postre y seguimos con nuestras largas conversaciones. Después del día que pasé ayer con Emma, propusimos esta reunión para anunciar nuestro matrimonio; pero claramente, ellos todavía no sabían nada. Espere que se diera el momento y luego me paré de la silla, pidiendo la atención de los presentes. Emma se levantó también y le apreté fuerte la mano. Todas las miradas se centraron en nosotros a la espera de la gran noticia.

-Quiero aprovechar que estamos todos para comunicarles algo.-hice una pausa y la miré a Emma para luego volver a mirar al resto.-Nos vamos a casar.-solté finalmente dejando a más de uno con la boca abierta.

A medida que iban saliendo del asombro, nos iban felicitando. Mi madre estaba emocionada y me dio un abrazo que casi me asfixia. El padre de Emma se quedó congelado en su lugar por millones de segundos, hasta que finalmente reaccionó y se acercó a su hija para felicitarla, y luego a mí. Se hacía un poco el frío, pero en el fondo sabía que le fascinaba la idea de tenerme como yerno.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Capítulo noventa y uno


Narra Emma:

Los minutos avanzaban sin pedirnos permiso, pero ninguno de los dos se inmutaba. Me sentía en las nubes. Nuestros labios no querían separarse y nuestros cuerpos se buscaban para acercarse lo más que podían. Sus manos se hallaban en mi cintura, y las mías hundidas en su pelo, atrayéndolo más a mí, como si eso fuera posible. Apenas nos separamos para respirar y noté como sus ojos verdes se prendían fuego. Sonreí sobre sus labios, volviéndolos a unir, sedienta de su dulce sabor. Sus manos subieron lentamente sobre mi espalda y se encargaron de deshacerse de los breteles de mi vestido, entrando en contacto con mi ardiente piel, haciéndome erizar. Le saqué como pude el saco que llevaba puesto, y luego me ocupé de desabrocharle los botones de la camisa. Él, por su parte, terminó de sacarme el vestido y lo dejó por ahí. Me agarró fuerte de la cintura y sin separar nuestros labios, me guio a un pequeño cuarto donde había una sábana en el piso y muchos pétalos de rosas alrededor. Se alejó de mis labios y fue dejándome húmedos besos en el cuello, mientras sentía sus manos apoyarse en mis pechos, llenándome más de deseo. Luego las yemas de sus dedos me provocaron un pequeño cosquilleo al deslizarse por mi espalda para después deshacerse de mi sostén. Me dejó caer con cuidado sobre la sábana y él se ubicó sobre mí, desprendiéndonos del resto de la vestimenta que sobraba.  Besó cada parte de mi cuerpo, con suavidad y lentitud. Mis manos acariciaban su espalda y deseaban pegarlo más a mi cuerpo. Sus labios volvieron a unirse a los míos al mismo tiempo que nuestros cuerpos se convertían en uno.

 

Narra Santino:

No cabía más amor en nuestro ser y los “te amo” ya no eran suficientes;  por más de que a esas dos palabras le agregáramos un sinfín de cursilerías, seguíamos quedándonos cortos. Sus besos eran adictivos y me subían la temperatura corporal, generándome ganas de naufragar por su cuerpo. La llevé hasta la locura y la hice mía con todo el amor que desbordaba de mi alma. Apoyó su cabeza sobre mi torso desnudo con la respiración agitada y envolví su cuerpo con mis brazos. Antes de conocerla no sabía que era posible amar tanto a alguien, creía que las personas que se dedicaban a hablar del tema exageraban o deliraban. Pero ahora comprendo ese sentimiento de no encontrar las palabras para definir lo que sentís por la mujer que amas, y que los latidos de tu corazón aumenten a tal ritmo que creas que se te va a escapar del cuerpo. No tenía dudas de que era el amor de mi vida y de que había tomado la decisión correcta en pedirle matrimonio.

-¿Sos consciente de lo que provocas en mí?-le susurré, acariciándola.-Me tenés completamente hechizado.

-Todavía no salgo del asombro, mi amor. Todo esto es demasiado. No me lo esperaba.-soltó rotando un poco la cabeza para mirarme.

-Te amo tanto…-dije dejando un beso en su pelo y acurrucándola más a mí.

 

Narra Emma:

No supe cuánto tiempo estuvimos ahí acostados en la misma posición, pero me sentía feliz. Cuando nos reincorporamos y nos vestimos, creí que ya nos dirigíamos rumbo al departamento. Pero en los ojos de Santino había una pizca de misterio y presentí que esto no terminaba ahí. Me agarró de la mano y enlazó nuestros dedos. Caminamos hacia su auto que estaba escondido del otro lado del galpón y al subirme me obligó a vendarme los ojos. En el transcurso del viaje no me dirigió la palabra, lo que hizo que me generara más ansiedad. Igualmente estaba relajada, al lado de él nada podía salir mal. El vehículo se detuvo y sentí sus labios en mi mejilla, acto que me hizo sonreír. Me abrió la puerta y me ayudó a bajar. Tomó de mi mano y comenzó a caminar. Escuché un murmullo por lo que supuse que habían más personas en dicho lugar, pero en breve oí sus pasos alejarse. De repente me alzó y me desorienté, no pude imaginarme más nada. Una brisa me acarició el rostro y sentí un cosquilleo en el estómago. Me soltó y luego me destapó los ojos, dejando a la vista ese paisaje tan hermoso y deslumbrante. Estábamos en un yate, navegando por el río y el viento nos despeinaba los cabellos. Por un momento me preocupó el saber de dónde había sacado toda la plata para tantos gastos.

-Se lo pedí prestado a uno de los chicos del equipo.-me respondió como si hubiese leído mi mente.-La tenía que hacer completa.

Permanecí en silencio contemplando tanta paz y tranquilidad.

-¿Es como te lo imaginabas?-se interesó rompiendo la calma.

-No.-dije e hice una pausa estudiando su reacción.- Es aún mejor. Supera cualquiera de mis sueños.-agregué y le sonreí.

Cerré los ojos y me dejé llevar por la sensación de la brisa y el río. Me llené de esa energía que se aspiraba en ese hermoso ambiente. Santino me sorprendió apareciendo con dos copas de champagne en sus manos. Me entregó una y se ubicó a mi lado, mirándome fijo.

-Quiero brindar por este amor que crece cada día más y es el motor de mi alma.-me dijo levantando su copa y luego haciéndola chocar suavemente con la mía.

-Yo quiero brindar porque el destino hizo que me encontrara con el amor de mi vida, y porque  me haces inmensamente feliz.-acoté y se le dibujó una sonrisa en el rostro.

-Y por este nuevo camino que vamos a emprender, juntos.-dijo cruzando nuestros brazos para luego tomar un sorbo sin sacarnos los ojos de encima.

Dejamos las copas a un lado y me senté sobre su regazo. Él me rodeó con sus brazos y apoyó su mentón sobre mi hombro. Nos quedamos por un largo rato sin decir nada mirando al horizonte.

 

Narra Santino:

El anochecer nos encontró casi en la misma posición y en el mismo lugar. No nos importó mucho la hora, estábamos disfrutando demasiado ese instante. Nos recostamos en el piso del yate a observar las estrellas. La noche estaba preciosa y tenía un toque muy romántico, como si todo estuviera perfectamente planeado para nosotros dos. La tenía a Emma tan cerca, que casi podía sentir su respiración. El silenció se rompió con un par de comentarios y en efecto la risa que le provoqué. Era tan feliz a su lado, y más escuchándola reír. Pasamos un buen rato con la vista solo fija en el cielo despejado, mirando cada una de las estrellas y dejando que nuestras mentes fluyan.

-¿Estás muy segura de querer que me convierta en tu marido?-le pregunté de repente, sacándola de sus pensamientos.-Mira que luego no hay devolución.-agregué y pude ver la sonrisa que se le asomó.

-Estoy completamente segura.-afirmó y volteó para mirarme.-Con vos hasta el fin del mundo.

-Hasta la eternidad.-la corregí, girando y quedando sobre su cuerpo.

Sus ojos color café provocaron que mi corazón comenzara a latir con velocidad. Me detuve por unos segundos a observar ese brillo especial que tenían y a sentir que podía ver más allá de ellos, como el reflejo de su alma. Me mordí el labio inferior y luego capturé sus labios con mucha ternura. Indudablemente, ese día quedaba para el recuerdo.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Capítulo noventa


Narra Emma:

No muy convencida, me subí al auto de Lourdes y dejé que me llevara a dicho lugar. Cierto nerviosismo invadía mi ser. La simple idea de encontrar infraganti a Santino me ponía mal. Y más me iba a doler si la mujer de la que se hablaba era Josefina, me iba a afectar el doble. Intenté sacarme todos esos pensamientos de la mente y puse la radio, ya que ganas de hablar no tenía. Lourdes me miraba de reojo pero respetaba mi silencio. El camino se estaba haciendo largo y los nervios volvían. Me estaba poniendo mal, me estaba llenando de bronca. Sí, bronca tenía. Si me estaba engañando no se lo iba a perdonar, nunca.

El auto se frenó. Miré a mi alrededor, era un lugar descampado y estábamos frente a un galpón. La miré extrañada a Lourdes que me hizo bajar. Comencé a caminar y vi salir a Josefina con una leve sonrisa en su rostro. Abrí los ojos como platos y avancé con mucha bronca pero Lourdes me agarró rápido del brazo, evitando mi encuentro con ella.

-Tranquila. Nada es lo que parece.-me dijo en tono relajado.

La miré alzando las cejas y luego Josefina se acercó hacia mí. Le hizo señas a Lourdes, y ésta se marchó hacia su auto. Estaba demasiado confundida como para reaccionar.

-Sé que a pesar de todo lo que pasó entre nosotras, me conoces bien. Por más de que ahora no sepas bien qué pensar y dejes entrar a la confusión y tengas ganas de agarrarme de los pelos, sé que en el fondo sabes que nunca te traicionaría.-me dijo en tono sincero.-Ahora entra y descubrí en qué anduvo tu novio todos estos días. Y cuídalo, porque ese chico vale oro.

Me dio un beso en la mejilla y se fue al auto de Lourdes para abandonar el lugar. Me encontraba sola frente al galpón. No entendía muy bien lo que estaba ocurriendo pero tenía una sensación en el pecho que no sabía identificar qué era. Pero así como la conocía a Josefina lo conocía a Santino, sabía bien que él no era Benjamín. Pero entonces, ¿qué era todo esto? Tomé aire y me decidí a entrar. Me encontré con una flecha que indicaba un pequeño cuarto, ingresé despacio y había una silla y en ella apoyado un vestido color beige con mostacillas del lado de adelante. El gusto me recordaba a Josefina. Al lado visualicé un ramo de flores con una tarjeta con la letra de Santino que me pedía que me pusiera el vestido y siguiera el camino que me decían las flechas. Una vez con el vestido puesto seguí avanzando hasta llegar a un salón oscuro iluminado con velas que dejaban ver que el piso estaba lleno de pétalos de rosas. Caminé un poco más y aparecieron un par de luces que enfocaban las paredes llenas de fotos nuestras. Sonreí y miré adelante. De pronto se iluminó un escenario y apareció Santino vestido de traje frente a un micrófono. Me guiñó el ojo y comenzó a cantar.

                    

Fue un día como cualquiera, nunca olvidaré la fecha
coincidimos sin pensar en tiempo y en lugar
Algo mágico pasó, tu sonrisa me atrapó
sin permiso me robaste el corazón
Y así sin decirnos nada con una simple mirada comenzaba nuestro amor


Tú me cambiaste la vida desde que llegaste a mi
Eres el sol que ilumina todo mi existir
Eres un sueño perfecto, todo lo encuentro en ti
Tú me cambiaste la vida por ti es que he vuelto a creer
Ahora sólo tus labios encienden mi piel
Hoy ya no hay dudas aquí, el miedo se fue de mí
Y todo gracias a ti

 

Sentí un cosquilleo de pies a cabeza, y mi corazón empezó a latir ligeramente. Me odié por  haber desconfiado y haber pensado cualquier cosa. Su voz me relajaba, me enamoraba. No podía creer que había preparado todo esto para mí, para nosotros.



Tan hermosa eres por fuera como nadie en la tierra
Y en tu interior habita la nobleza y la bondad
Hoy la palabra amor tiene otra dimensión
Día y noche pido al cielo por los dos
Ahora todo es tan claro, es a ti a quien yo amo
Me devolviste la ilusión


Tú me cambiaste la vida desde que llegaste a mi
Eres el sol que ilumina todo mi existir
Eres un sueño perfecto, todo lo encuentro en ti
Tú me cambiaste la vida por ti es que he vuelto a creer
Ahora sólo tus labios encienden mi piel
Hoy ya no hay dudas aquí, el miedo se fue de mí
Y todo gracias a ti

 

Narra Santino:

Terminé de cantar y me la quedé mirando. Tenía una sonrisa en su rostro y sus ojos tenían un brillo especial. Le devolví la sonrisa y bajé del escenario, acercándome lentamente hacia ella. Estaba nervioso, y percibía que ella también. Tragué saliva y aflojé el nudo de la corbata. Las manos comenzaron a sudarme. Le agarré una de sus manos y sentí como estaba temblando.

-Perdón por pensar que…-comenzó a decirme de repente y la interrumpí.

-Shh.-expresé apoyando uno de mis dedos en sus labios.-Déjame hablar a mí.

Me perdí en sus ojos color café y junté valor para decirle lo que quería decirle.

-Mi amor…el día que te conocí, que nos vimos por primera vez, vi algo en vos que no había visto antes en otra mujer, no sabía identificar bien qué era, pero me atraía demasiado. Tenía esas ganas incontrolables de volver a verte, de conocerte un poco más. Y el destino me ayudó en eso, el Universo conspiró a mi favor.-empecé a decir, disimulando cierto temblor.-Día a día que pasaba con vos, me fui dando cuenta que eras lo que estaba buscando hace bastante. Fuiste la única mujer que consiguió enamorarme, que logró que me volviera loco de amor.

Sus ojos seguían clavados en los míos. Mi corazón palpitaba cada vez más fuerte, y sentía que se me iba a salir en cualquier momento.

-Sos tan frágil que me dan ganas de cuidarte, de protegerte. Y a la vez sé que sos muy fuerte, sino no hubieras salido adelante con todas las cosas que te pasaron a lo largo de tu vida. Yo sabía que podías valorarte y quererte un poco más, sólo quería que vos te dieras cuenta. Al principio debo admitir que tenía miedo de que estuvieras conmigo solo para no sentirte sola. Pero luego me demostraste que estaba equivocado, y me sacaste todas las dudas.-continué e hice una pausa.-Yo nunca dudé de lo que siento por vos. La primera vez que me encontré con tus ojos color café me faltaba el aire. Cada vez que te tengo cerca se detiene el mundo, cuando te beso siento que se evaporan todos los problemas que pudiera tener y que solo existimos vos y yo, y cuando hacemos el amor siento que soy inmortal y que nuestro amor es eterno.

Tragué saliva. Realmente estaba muy nervioso. Había pensado este momento miles de veces, hasta había practicado en la ducha qué decirle, pero claramente todo ese discurso se había esfumado por culpa de los nervios. Y ahora estaba improvisando, dejando hablar a mi sincero corazón. Seguí enfocado en sus ojos que ya estaban llenos de lágrimas.

-Soy totalmente imperfecto, aunque tenga esa obsesión por disimularlo todo el tiempo y por mostrarme bien siempre, cuando quizás me pasan miles de cosas. Esa necesidad de mostrarme fuerte en todo momento, de decirle que sí a todo el mundo, olvidándome a veces de lo que yo quiero. Y el día del accidente me ayudaste a relajarme y a sacar toda mi sensibilidad, a permitirme desahogarme y ser totalmente transparente en cuanto a mis sentimientos. También me ayudaste a salir adelante y a recordarme que cuando finaliza una etapa, inicia otra.-le dije y no sabía cómo la voz no me temblaba.-Y además de todas las puertas que estuve abriendo este tiempo, quiero abrir otra hoy, que va a ser muy importante…y va a cambiar la vida de ambos.

Cerré los puños y suspiré. Traté de relajarme. A ella le temblaban las piernas y ya le estaba costando demasiado contener las lágrimas.

-Sé que es algo que soñás hace bastante, y que muchas veces te dije que no era el momento. Y no era porque no quería, sino porque quería que sea algo que se diera solo, que sintiera muy fuertemente y sienta la necesidad de que ya era el tiempo justo.-le dije y corrí suavemente un mechón de su cara.- No sé qué va a pasar en unos años, tampoco sé que va a ser de nosotros, pero eso es parte del futuro y todavía no existe. Por eso me quiero centrar en el presente. Y yo hoy siento que sos el amor de mi vida, que te amo con toda mi alma y que quiero pasar el resto de mis días junto a vos.

Sin sacarle la mirada de encima, saqué lentamente una cajita de mi saco, y la abrí lentamente, mostrándole lo que había en su interior.

 

Narra Emma:

Al ver el anillo mi corazón dio un vuelco. Me quedé petrificada y lo miré, encontrándome con sus ojos brillosos, verde agua. Temblaba como un barco de papel y sentía que iba a perder el equilibrio en cualquier momento. No me salían las palabras, no podía ni hablar. No podía ser todo tan perfecto. Había soñado miles de veces con ese momento, pero nunca me había imaginado eso. Me desarmaba de amor. Necesitaba que alguien me pellizcara para asegurarme que no estaba dormida. Hubo unos segundos que mantuvimos nuestras miradas en silencio que parecieron eternos.

-Emma.-pronunció con suavidad con el anillo entre sus dedos.- ¿Te querés casar conmigo?-y su mirada estaba fija en mis ojos, casi penetrándolos, haciendo que me faltara el aire.

No me salía la voz, no podía reaccionar. Apenas pude asentir con la cabeza, y él sonrió. Agarró con delicadeza mi mano y me colocó el anillo. Mis ojos se nublaban cada vez más y se afectaba mi visión. Quería estar entre sus brazos, hundirme en su pecho, y llorar fuerte, llorar de emoción, de felicidad. Acaricié su mano y luego me aferré a su cuerpo en un abrazo que deseaba que fuera eterno.  Dejé que todas las lágrimas retenidas rodaran por mis mejillas, mientras yo apretaba con fuerza a Santino.

-¿Sos real? ¿Estoy despierta? ¿Esto es verdad?- y mi voz temblaba, al igual que todo mi cuerpo.

-Tan real como este amor que nos desborda.-susurró en mi oído, provocándome un escalofrío.

Era la segunda vez que me lo proponían, pero esta vez era distinta a la primera, no sólo porque yo amaba en serio a la persona, sino porque esa persona también me amaba de verdad a mí. Me separé lentamente de él y lo miré fijo a los ojos, sin soltarle las manos.

-Obvio que quiero casarme con vos.-pude responder.-Te amo eternamente. No tengo palabras para agradecerte por todo, cada detalle, sos lo más hermoso que hay en el mundo.

-Te amo para siempre, futura esposa.-me dijo y me sonrió.

Acto seguido unió sus labios con los míos en un beso lento, dulce y con mucho amor. Era el mejor día de mi vida, y el deseo de mi cumpleaños se estaba por cumplir. No podía pedir más.