Un mes después…
Narra Emma:
Todo había vuelto a la
normalidad. Santino ya caminaba y volvía a la rutina de la facultad; tenía que
estudiar mucho, ya que se le venían los exámenes encima. Yo estaba enfocada en
mi trabajo, tenía mucho qué hacer. Igual ambos encontrábamos ratitos para
ponernos a trabajar en nuestro proyecto del dúo, para el cual estábamos
preparando nuestras propias canciones.
Estos últimos días me estaba llevando bien con mi papá, y creo que en cierto punto ambos lo necesitábamos. Y más en este mes que se cumplía un año más que mi mamá ya no estaba entre nosotros. La tenía presente siempre, pero en estos días la sentía un poco más cerca, y a la vez más lejos. Sé que su muerte lo afectó mucho a mi papá, él cambió mucho cuando enviudó. Por eso sentía que lo debía entender y perdonarlo por todos sus errores, tenerle paciencia. No hacía las cosas con maldad, simplemente convivía con el dolor. En todos estos años no volvió a mirar a otra mujer, y dijo que pensaba serle fiel hasta que se volvieran a encontrar. Yo también la extrañaba, y mucho. Habían esos días en que sólo necesitaba un abrazo reconfortante que ella bien sabía dar. A veces me preguntaba por qué Dios se la había llevado tan temprano, por qué no me la dejó disfrutar más años. Pero después razono, y agradezco haberla conocido y poder haber compartido cada uno de esos momentos que llevo para siempre en mi corazón. Y sé que en donde quiera que esté me está cuidando. Es ese ángel que me protege, y que por las noches veo reflejado en las estrellas.
Estos últimos días me estaba llevando bien con mi papá, y creo que en cierto punto ambos lo necesitábamos. Y más en este mes que se cumplía un año más que mi mamá ya no estaba entre nosotros. La tenía presente siempre, pero en estos días la sentía un poco más cerca, y a la vez más lejos. Sé que su muerte lo afectó mucho a mi papá, él cambió mucho cuando enviudó. Por eso sentía que lo debía entender y perdonarlo por todos sus errores, tenerle paciencia. No hacía las cosas con maldad, simplemente convivía con el dolor. En todos estos años no volvió a mirar a otra mujer, y dijo que pensaba serle fiel hasta que se volvieran a encontrar. Yo también la extrañaba, y mucho. Habían esos días en que sólo necesitaba un abrazo reconfortante que ella bien sabía dar. A veces me preguntaba por qué Dios se la había llevado tan temprano, por qué no me la dejó disfrutar más años. Pero después razono, y agradezco haberla conocido y poder haber compartido cada uno de esos momentos que llevo para siempre en mi corazón. Y sé que en donde quiera que esté me está cuidando. Es ese ángel que me protege, y que por las noches veo reflejado en las estrellas.
Narra Santino:
Sentado en uno de los
bancos del aula de la facultad, poniéndome al día con cada una de las materias.
A veces me preguntaba cómo hacía para estudiar y además hacer otras miles de
cosas. No sabía cómo hacía para que me alcanzara el tiempo, y tampoco
comprendía como todavía no me había rendido y había abandonado antes de llegar
al título.
Estaba contento y entusiasmado por todas las puertas que se me estaban abriendo. Lo del dúo con Emma era hermoso, no sabía por qué no se me había ocurrido esa idea antes. Y lo de entrenar al equipo me gustaba. Estaba descubriendo ese mundo de dirigir desde afuera de la cancha, de ver todo desde otro ángulo. Igual, no es de creído, pero sin Bruno y sin mí en el plantel, iban a tener que entrenar duro; pero les tenía fe. Hablando de mi mejor amigo, su vida había cambiado de rumbo. Estaba teniendo mucho éxito en Madrid y se le había presentado una gran oportunidad, pero se tenía que quedar a vivir allá. Eso provocó que se viera acorralado entre la espada y la pared. Entre el amor de su vida y su gran sueño. ¿Cómo se hacía para elegir entre las dos cosas que más amaba? Era difícil. Estuvo varios días volviéndome loco con video llamadas y dándole vueltas al asunto. Pero finalmente, había llegado a una decisión.
Estaba contento y entusiasmado por todas las puertas que se me estaban abriendo. Lo del dúo con Emma era hermoso, no sabía por qué no se me había ocurrido esa idea antes. Y lo de entrenar al equipo me gustaba. Estaba descubriendo ese mundo de dirigir desde afuera de la cancha, de ver todo desde otro ángulo. Igual, no es de creído, pero sin Bruno y sin mí en el plantel, iban a tener que entrenar duro; pero les tenía fe. Hablando de mi mejor amigo, su vida había cambiado de rumbo. Estaba teniendo mucho éxito en Madrid y se le había presentado una gran oportunidad, pero se tenía que quedar a vivir allá. Eso provocó que se viera acorralado entre la espada y la pared. Entre el amor de su vida y su gran sueño. ¿Cómo se hacía para elegir entre las dos cosas que más amaba? Era difícil. Estuvo varios días volviéndome loco con video llamadas y dándole vueltas al asunto. Pero finalmente, había llegado a una decisión.
Narra Emma:
Cuando Tania se enteró que Bruno se quedaba a vivir en Madrid sintió como
una puñalada. Ella también se veía en la difícil decisión de qué hacer con esa
relación. Lo entendía y no quería ponerse en el lugar de egoísta y cortarle las
alas. También lo apoyaba en todo eso, y deseaba que le siguiera yendo bien y
que alcanzara sus objetivos. Pero por otro lado estaba ella. Estuvo varios días
analizando diferentes posibilidades, pero ninguna le cerraba. Pensó en irse a
vivir allá con él, pero por acompañarlo a él en sus proyectos, estaba
abandonando los suyos, que se encontraban acá. Y ella no quería abandonar su
carrera universitaria ni su vida. También evaluó lo de mantener la relación a
distancia, pero le convenció menos. No lo iba a soportar, no creía que
funcionara. Así que con todo el dolor del mundo, llegaron juntos a la
conclusión de que por más de que se amaban, sus vidas ya no iban en la misma
dirección. Y tomaron la decisión de soltarse, de cada uno seguir su camino, de
terminar la relación. Lloró por varios días, en los que estuve ahí, al pie del
cañón, acompañándola. Días después recibió un sobre, con unos pasajes a Madrid
para dos semanas, y una carta en la que Bruno le pedía que al menos tuvieran
una despedida, para cerrar bien ese amor. Hacía ya una semana que había vuelto
pero todavía no la había visto, ya que estuvo a mil con la facultad. Pero hoy
iba a ir a verla.
Narra
Santino:
Extrañaba a mi mejor amigo, pero al mismo tiempo estaba feliz.
Sabía lo que significaba todo esto para él, y también que era más de lo que
había soñado. Me alegraba porque realmente se lo merecía. Y estaba pensando ir
a visitarlo a fin de año, y de paso verlo triunfar en los estadios de Madrid.
Con respecto a su ruptura con Tania, me daba pena que no hayan podido encontrar
otra solución. Sabía bien que a ninguno de los dos le agradaba la idea de
separarse, de decirse adiós. Tampoco me gustaba verla mal a ella, era una gran
persona y la quería mucho. Pero no podía hacer nada, me tenía que mantener al margen,
era algo de ellos. Por un segundo me puse a pensar que hubiera pasado si yo
hubiese viajado y se me hubiese presentado la misma oportunidad. ¿Qué hubiera
elegido? Me encontré en una gran incertidumbre y finalmente dejé el tema ahí.
No iba a enroscarme con algo que no tenía sentido pensar porque no me estaba
ocurriendo.
Narra Emma:
Me hallaba en la habitación de Tania. Detalladamente me contó
acerca de sus dos semanas en Madrid junto a Bruno, quien ahora era su ex.
Partes de su relato me generaba cierto escalofrío, me lo imaginaba al estilo
película. Disfrutaron cada segundo haciendo que cada día fuera inolvidable. Por
un instante se me pasó por la cabeza el qué hubiera pasado si yo estuviera en
esa situación con Santino; realmente sería muy difícil superarlo.
-Y la última noche fue única.-continuó con su relato.-Fue algo
mágico, más especial que nuestra primera vez. Cada beso, cada roce estaba
acompañado por miles de palabras que no nos salía decir. Tenía ese gusto a
última vez, a despedida. Era encontrarme con su mirada y que se me pusieran los
ojos vidriosos, pero al mismo tiempo sentir amor y placer. Todo era lento, pausado;
y por momentos desesperado, por esas ganas incontrolables de no querer
separarnos.
La escuchaba atentamente. Y también notaba como su voz temblaba
al pronunciar cada palabra.
-A la mañana siguiente llegó el momento más difícil. Me acompañó
al aeropuerto, fuimos agarrados de la mano. Conversamos cómo si fuera un día
normal, un día más. Pero cuando tuve que partir, el aire se tensó. Nuestras
miradas se encontraron y nos abrazamos fuerte, muy fuerte. Luego me separé, volviendo
a cruzar miradas, y nos dimos un último beso. Después caminé todo derecho y no me
animé a voltear, tampoco contuve las lágrimas hasta subir al avión.-cerró los
ojos y los volvió a abrir.-Y ese fue el final de nuestro amor.
Me sequé la lágrima que se me había escapado; y la abracé, sabía
que era lo que ella más necesitaba.