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domingo, 8 de junio de 2014

Capítulo cincuenta y seis


Narra Emma:

Me estaba maquillando frente al espejo de mi habitación cuando varios pensamientos me empezaron a invadir. Mi mirada quedó perdida en mi reflejo. ¿Por qué sentía miedo? Suspiré y luego estiré la mano para agarrar el celular de la mesita de luz. Empecé a escribirle un mensaje a Santino diciéndole que mejor no iba a ir, que me perdonara y que la pasara lindo. Pero a la mitad me frené y me quedé dubitativa. Terminé borrando el mensaje y dejando el celular donde estaba. 


Narra Santino:

Cuando salí de bañarme y entré a mi habitación, me encontré con que Bruno se había despertado. Aún seguía acostado y me miraba con rostro cansado. 

-¿Qué hago acá?-me preguntó extrañado mirando para todos lados sin poderse mover.

-En el estado en el que estabas no iba a dejar que vayas a tu casa.-le respondí.-¿Te sentís bien?

-Me duele mucho la cabeza y estoy un poco mareado.-me contestó pasando sus manos por su cara.

-La resaca, hermano.-acoté.-Decime que ayer no fuiste a ver a Tania en ese estado.-me interesé preocupado.

-No me acuerdo de nada, estaba muy pasado.-me respondió intentando sentarse.

-¿Me podes explicar como fue que terminaste drogado?-lo interrogué.-¿Desde cuándo fumas porro, boludo?

-Porro no fumé.-me respondió.-Te juro que sólo tomé alcohol y consumí pepa.-me aclaró al ver mi expresión.

-¿Debería creerte?-le pregunté.-Ni te acordas lo que hiciste.

-Algo me acuerdo.-se defendió.-Tengo recuerdos sueltos pero se que marihuana no consumí, pasa que uno de los chicos fumó...

-¿Y por eso te quedó la ropa con ese olor?-le pregunté sin creerle y él asintió. 

Me lo quedé mirando y vi como se dejó caer, volviendo a quedar acostado. Por sus expresiones de molestia, no se sentía bien. 

-¿De dónde sacaste pepa?-continúe con el interrogatorio.

-No sé cual de los chicos pero uno me dio.- me respondió.-Estaba muy borracho, no sé por qué accedí. 

-Necesito que te acuerdes quién.-insistí y revoleó los ojos.

-No me acuerdo.-contestó de mala manera.-Y me parece que si fui a ver a Tania en ese estado.-agregó luego de un silencio y se agarró la cabeza.

Observé como hacía un esfuerzo para intentar acordarse. Mientras agarré del ropero un pantalón de vestir y una camisa, y me cambié.

-¿A dónde vas a ir?-se interesó.

-A la fiesta de casamiento de mi prima.-le respondí.

-Ay, me siento mal.-se quejó girando y quedando boca abajo.

-Te pasa por hacer pelotudeces.-le contesté.-Que sea la última vez. 

-No tengo ganas de que me hagas un sermón, porfas.-sus ojos me miraban con cansancio. 

Miré la hora en el reloj de mano y suspiré. Bajé las escaleras y me dirigí a la cocina para prepararle un té. Lo puse en una bandeja junto a un vaso de agua y una aspirina, y volví a subir.

-Te dejo esto.-le dije apoyando la bandeja en el escritorio.-Dormí y cuando te sientas bien ándate.

-Gracias, hermano.-me dijo sentándose.-Sos lo más.-agregó con una sonrisa.

-Igual no me olvido de que le tenes ganas a mi novia.-le comenté serio y se empezó a reír.

-Esa parte si me la acuerdo.-aún reía.-Perdón, estaba sin filtro. 

-No te preocupes, yo también le tengo ganas a Tania.-le contesté y le guiñé el ojo.

-Bueno, cuando quieras rotamos.-me devolvió el guiño. 

-Seguí soñando.-le dije y le di una palmada en la cara.-Me voy. Te dejo las llaves, cuando te vas déjalas en la maceta de afuera. 


Narra Emma:

Me hallaba sentada en el sillón del living esperando que Santino pasara a buscarme. Mi cabeza era una montaña rusa de emociones y pensamientos. Tenía miedo, debo admitirlo. Me asustaba verlo tan entusiasmado y con ganas de avanzar en la relación. Con él me sentía muy bien y estaba enamorada. También el conocer a su familia era una forma de entrar más en su vida, y estaba bueno. Pero no dejaba de alarmarme. Me preocupaba que no funcionara lo nuestro, temía volver a fallar y sufrir. No sabía hasta que punto involucrarme para tratar de sufrir menos en caso de que llegara el final. Tal vez estaba exagerando y demasiado, pero no estaba acostumbrada a que me quieran en serio, al amor sincero.


Narra Santino:

Estacioné el auto a unos metros del departamento de Emma y le mandé un mensaje avisándole. Habíamos quedado en eso, para evitar que el de seguridad me vuelva a ver dando vueltas por ahí. Y sí, seguíamos siendo amantes.
Observé como salía del edificio y avanzaba hacia el auto. Estaba hermosa. Llevaba puesto un vestido rojo apretado y unos tacos negros altos. 

-Hola.-me dijo subiendo al auto y saludándome.-¿Tardé mucho en bajar? No desocupaban más el ascensor.

-No, está bien.-le respondí.-Estamos bien de tiempo.-agregué poniendo en marcha el auto.

-¿Bruno está mejor?-se interesó.

-Sí, con un poco de resaca, pero va a estar bien.-le contesté.-Lo dejé durmiendo.


Narra Emma:

Al llegar a destino me agarró un nudo en el estómago. Bajamos del auto y me agarró la mano. Caminamos hasta la puerta del salón y antes de entrar apreté su mano con nervios y se frenó a mirarme.

-¿Qué pasa?-se interesó.

-¿No nos estamos apurando?-y ya era la segunda vez que se lo preguntaba.

-No, tranquila.-me respondió.-Va a estar todo bien.-y otra vez la misma respuesta.

Se me quedó mirando hasta que sonreí e ingresamos al lugar. 




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