PARTE 1
(Narrado por Azul)
Por momentos me siento asfixiada, tantas personas a mi alrededor me
terminan ahogando. Muchos creen que soy perfecta, ponen muchas expectativas en
mí y me ponen presión. Me idealizan, me idolatran. Y me encuentro en ese
incómodo lugar de intentar no desilusionarlos, de cumplir con eso que esperan
encontrar en mí. Termino siendo presa de una gran mentira. Y nadie entiende que
no sirve de nada estar en mi lugar, que no tiene nada de extraordinario. Que a
pesar de tenerlo todo, yo me siento vacía. Y siento que no puedo confiar en
nadie, porque miro a los ojos a cada persona que me rodea y no percibo
transparencia, veo todo oscuro, veo falsedad. Para las mujeres soy esa que
envidian, se acercan a mí para derrumbarme. Los hombres se acercan a mí por mi
envase, por mi físico. Todo el mundo fija su mirada en mi exterior. ¿Y quién
mira mi interior? ¿Quién se fija en mi personalidad? ¿A quién le importa lo que
yo siento, lo que me pasa, lo que pienso? ¿Quién se interesa por mis miedos,
mis tristezas? ¿Quién se acerca a escuchar mis anécdotas? ¿A quién le gustaría
de verdad ayudarme a cumplir mis sueños? Necesito que alguien pueda ver más
allá de todo lo externo. Que no se fije en lo que tengo o lo que no tengo, en
si soy linda o fea. Alguien que se ría conmigo, que me saque sonrisas. Una
persona con la que pueda compartir momentos. Y la única persona que me hace
sentir así de alguna forma es Franco, lástima que esté tan lejos. Sino, sería
el mejor amigo perfecto.
(Narrado por
Franco)
Camino por las
calles y a mí alrededor todo es un sueño. Esta ciudad es muy linda, este país
es hermoso. Pero no quiero estar acá. Odio estar acá. Sin embargo, hace tres
años tengo que poner la mejor cara de póker y fingir que vivir en Canadá me
encanta. 'Si, papá. Fue la mejor decisión de tu vida irte del país y llevar a
tus hijos a otro porque te ofrecieron un mejor trabajo'. 'Si, mamá. Estoy muy
agradecido en que hayan pensado en un buen futuro para mí y mis hermanos'. No.
No. Y no. A nadie le importó cual era mi opinión en ese momento. Nadie me
preguntó si yo me quería ir de mi país y dejar mi vida, eso incluía el colegio,
mis amigos, el club, todo. ¿Qué podía valer lo que quería un pendejo
adolescente que en lo único que pensaba era en salir y divertirse con los
amigos, no? Claro, porque para todos era ese vago que se la pasaba jugando a la
play station o perdiendo el tiempo frente a una computadora. Que se
emborrachaba con los amigos y se creía lo más por salir todas las noches con
ellos y meterse en problemas. Total es más fácil juzgar al otro, ponerle una
etiqueta y hacerlo culpable de sus actos. ¿Por qué no me preguntaron por qué
mierda actuaba así? ¿Por qué no se pusieron a pensar que tal vez era así por
culpa de ellos? Me sacaron de mi mundo y me trajeron a un paraíso pero en el
cual me sentía extraño, desconocido, sólo. Nunca voy a entender esa manía de
los padres de hacer cosas para el futuro de sus hijos. ¿Qué carajo importa el
después en este momento? Hay que pensar en el presente. El futuro no existe, y
cuando exista se verá. ¿Para qué arruinarse la vida del hoy pensando en el
mañana cuando capaz no despertás más? Odio estar acá, vuelvo a repetirlo. Me
iría. Sí, ahora que tengo 20 años me puedo volver tranquilamente. El problema
es que no tengo plata. Mis padres tienen pero como no quieren que me vaya, no
me la van a dar. Por lo tanto me dejé caer en el sistema y conseguí un trabajo.
Me banco a mi jefe y todas las horas en las que me gustaría cortarme las venas
con una cuchara, sólo para juntar plata e irme de acá de una vez. También se
quejan de que no me tomo nada en serio y vivo haciendo bromas y riéndome.
¿Pretenden que sea un maldito emo? Hago chistes y me tomo todo con humor para
poder subsistir a esta vida, sino estoy perdido. Todos me ven como gracioso,
como el irresponsable, como la mala influencia. ¿Y qué me importa? Prefiero
reírme de la vida antes de que sea la vida la que se ría de mí. Necesito
encontrar a alguien que pueda ver más allá, que me mire sin juzgarme, que me dé
una oportunidad. Que se ría de mis estúpidos chistes y que me haga sentir que
valgo la pena, que sirvo para algo. Y es lo que me pasa con Azul. Lástima la
distancia, sino sería la mejor amiga perfecta, o novia ¿por qué no?
PARTE 2
Creo que todos (o casi todos) alguna vez se preguntaron algo con
respecto a su alma gemela. Al menos tuvieron un debate interno sobre si ésta
existía o si algún día la encontrarían. O tal vez haya alguna persona que se
preocupó pensando que su alma gemela pudiera estar dentro de alguna de esas
personas que leemos en el diario o vemos en el noticiero que sufren algún tipo
de accidente y mueren; y se quedan con esa angustia de no haberla conocido. O
quizás están los que no creen para nada o los que se obligan a no creer, sólo
para no sufrir. El problema es que hay millones y millones de personas en el
mundo, y tal vez tu alma gemela esté a miles de kilómetros.
Azul, era una persona que sí creía en la existencia
de su alma gemela, de su media naranja, pero aún no la había encontrado. Esta
adolescente castaña de ojos verdes vivía en Argentina, en Buenos Aires. Tenía
una familia hermosa, o eso aparentaba tener. Su armario estaba lleno de ropa y
zapatos de última moda y las mujeres la envidiaban por eso. Tenía muchos amigos
y pretendientes, pero se sentía sola. Fingía ser feliz pero atrás de ese
personaje que se creaba, se escondía mucha tristeza. Padecía ese sentimiento de
<estar rodeada de gente y sentirse sola>. A nadie le había revelado que
lloraba por las noches y se sentía un tanto imperfecta. Hasta qué un día
conoció a una persona por internet a la que varias veces pensó dejarle de
hablar por el hecho de ser un completo desconocido. Pero no lo hizo. Descubrió
que le gustaba conversar con esta persona y de un día para el otro se encontró
confesándole secretos que a nadie le había revelado, y sentía una confianza tan
grande que llegó a sentir que lo conocía de toda la vida. Esa persona era un
adolescente de dos años mayor que ella y se llamaba Franco. Él era argentino
pero vivía en Canadá debido a que sus padres hace varios años consiguieron un
trabajo y, como en ese entonces él era menor de edad, se lo llevaron con ellos.
Y después no pensó en volver, o sí, pero no lo decía. En realidad anhelaba
volver a su querido Buenos Aires pero no tenía plata para viajar y con el
trabajo se le complicaba. No le gustaba hablar sobre eso con nadie, excepto con
Azul, su "amiga cibernética preferida" como él la llamaba. Un día se
le ocurrió meterse en una red social a hablar con desconocidos, habló con
varias personas pero con nadie funcionó. La primera conversación con ella había
sido distinta, y había causado un efecto especial. Hace meses que se vienen
mandando mails y contándose sus cosas. Es como si el otro fuera su diario
íntimo, con la diferencia que recibían respuesta, y había un diálogo, una
contención mutua.
To: azul@
Al fin puedo escribirte. Perdón que estuve
estos días sin responderte, tuve un problema con la notebook. Pero ya está todo
arreglado, por suerte. Me alegra que te haya ido bien en ese examen difícil que
me habías contado, te lo merecías, yo sabía que podías. Con respecto a lo de
tus amigas falsas, sólo alejate. Insisto en que las malas compañías traen
problemas y sólo van a querer hacerte daño. Tenía un montón de cosas para
contarte y ahora que estoy frente al teclado se me olvidaron. Una de las cosas
que iba a comentarte era que en el trabajo entraron dos personas nuevas y yo me
la paso jodiéndolas, porque soy así, necesito empezar las mañanas con humor. El
punto es que son muy serias y medio que no me soportan. La mujer es una
exagerada, tampoco fue para tanto meterle un sapo en la cartera. Igual lo que
más le molestó es que después agarré al sapo y le puse un cigarrillo en la
boca. Fui al único al que le pareció divertido. Sí, sé que estás pensando que
soy un infantil y que no crezco más. Pero voy a seguir haciendo las cosas que
me diviertan y me parezcan graciosas. Mi jefe no se banca que cuando nos
tenemos que quedar a hacer horas extras yo me tomé un fernet, pero no
molesto a nadie haciéndolo, ¿o sí? Bueno, no quiero enredarte tanto con lo del
trabajo. ¿Vos en qué andas? ¿Tenés
novedades de mi querido Buenos Aires? Antes de que me olvide, escuché los temas
de Oasis que me pasaste y me gustaron, aunque no es mi estilo. Tengo
abstinencia de tus mails así que escribe pronto. Me voy a descansar. Espero que
estés bien y te mando un beso enorme.
Fran, el súper amigo cibernético.
To: franco@
Admito que ya te extrañaba. Primero que nada,
me alegro de que hayas podido solucionar lo de la notebook. No me parece mal
que quieras empezar la mañana con mucho humor ni que te encargues de
desestructurar un poco a esas personas serias. Lo que si no comparto es lo que
le hiciste al sapo, ¿qué te hizo el pobre animal? No hagas esas cosas, por
favor. Y si pienso que sos un poco inmaduro o infantil, como lo quieras llamar.
Pero sos buena persona y me haces reír. Quiero más anécdotas como las que me
habías contado la otra vez que lograron que me descostillara de la risa.
Realmente necesitaría una dosis de alegría. Me encuentro muy triste y no tengo
con quien hablarlo. Vos sabés, lo mismo de siempre. Me alejé de esas amigas
pero me viven persiguiendo. Tengo más canciones que pasarte pero te las digo en
el próximo mail. Qué andes bien. Beso grande!
Azul, tu amiga cibernética preferida.
To: azul@
¡Buenas! Encontré un huequito en el trabajo y
decidí escribirte. No te das una idea lo mal que me hace saber que estás mal y
no poder hacer nada. Y me refiero a la distancia. En este momento me gustaría
poder darte un gran abrazo y hacerte sentir mejor. Sé que no podemos. Pero ¿te
puedo pedir un favor? Intenta no ponerte mal, necesito saber que estás bien. Y
si en algún momento te invade la tristeza, pensá en mí que voy a estar pensando
en vos. E imagina que te doy un gran abrazo y todo pasa. ¿Prometido? Me alegra
saber que con mis pelotudeces y anécdotas te saco una sonrisa o te hago reír.
Te contaría todo sobre una fiesta a la que fui el sábado pasado, pero acaba de
entrar mi jefe y ya no tengo tiempo. Te mando un fuerte abrazo y energía
positiva.
Fran, el súper consejero cibernético.
To: franco@
Hablar con vos (bueno, escribirte) es lo único
que me hace bien, me hace olvidarme de este mundo tan hipócrita en el que vivo.
Necesito tanto un abrazo tuyo en estos momentos. ¿Traspasas la computadora y me
lo das? Te necesito cerca. Maldita distancia que nos separa.
Estoy ansiosa por leer tus anécdotas de esa
fiesta. Escribime pronto.
¡Te quiero!
Azul, tu amiga cibernética preferida.
To: azul@
¡Buen día! Llegué temprano al trabajo así que
aprovecho este momento para escribirte. Perdón que tardé en responder, pero
estuve con mil cosas.
Eu, no te me pongas mal. ¡Arriba el ánimo! Si
en estos momentos pudiera traspasar la computadora te juro que te lo daría. Te
prometo que cuando junte la plata, viajo para allá y nos vemos.
Ah sí, ya me estaba olvidando de las
anécdotas. Esa fiesta estuvo increíble, no sabes lo que fue. Hay partes que
mucho no me las acuerdo porque me pasé un poquito con el alcohol. ¿Qué le voy a
hacer? El fernet es glorioso. Bueno sí, vayamos a lo importante. Fuimos con mis
compañeros del trabajo a un boliche re careta, y acá las fiestas son medio raras,
no son como en Argentina. Había una pista que era tipo piscina, entonces
estábamos todos en malla y todos re descontrolados. En otro sector había un
hombre que hacía tatuajes. Y un amigo estaba pasadísimo mal de alcohol y estaba
bailando con una gringa que estaba bárbara, y se terminó tatuando su nombre en
el pecho. Claramente al día siguiente cuando se despertó y vio el tatuaje se
quería matar. Pasaron mil cosas más pero ahora no recuerdo bien. Pero un hombre
hizo pis en el agua, un horror. Y no faltó el bromista del año que no se cansa
nunca y les bajó el traje de baño a varios hombres para que pasen vergüenza. Y
aclaro que no fui yo, por si te lo estás imaginando. Cuando me acuerde más te
sigo contando. Qué andes bien.
Yo también te quiero, linda.
Franco, tu humorista cibernético preferido.
To: franco@
¿En serio estás con ese buen humor a la
mañana? Te admiro.
Espero que puedas venir pronto así paseamos
juntos por tu querido Buenos Aires.
¿Un poquitito te pasaste con el alcohol nada más? No te creo nada, seguro
estabas re ebrio. Tus anécdotas son lo más, siempre me sacas sonrisas y me
haces reír. ¿Por qué tan genio? Cuando estés con tiempo arreglamos una hora
para hacer una video llamada, ¿te parece? Te dejo porque tengo que hacer un
montón de trabajos prácticos para el colegio. Te mando un beso grande.
Azul, tu amiga cibernética preferida.
PARTE 3
(Narrado por Azul)
Amanecí con una sonrisa en el rostro debido a
que era mi cumpleaños. Lo primero que hice al levantarme de la cama fue
encender la computadora para revisar mis mails. Me extrañó no haber recibido
nada de Franco; hacía ya bastantes días que no me escribía. Estaba un poco
molesta porque le había comentado que era mi cumpleaños y no le costaba nada
escribirme y desearme un lindo día. Pensarán que soy una histérica y que no
puedo reclamarle nada porque recién comenzaba el día. Ya lo sé, tenía mil horas
para saludarme todavía, pero dudaba mucho que lo hiciera. Capaz ya me había
olvidado y había decidido no escribirme más; al fin y al cabo solo éramos dos
desconocidos hablando a distancia. Suspiré. No tenía por qué importarme. Podía
vivir tranquilamente sin sus mails.
A esta altura ya no tenía la misma sonrisa con
la que había despertado, y desapareció por completo al salir de mi habitación y
ver que ninguno de mi familia se encontraba en casa. Me encaminé a la cocina y
me encontré con la mucama quien me regaló una cálida sonrisa y luego desvíe la
mirada a la mesa donde había un desayuno especial preparado. Y con especial me
refería a que tenía más cosas que lo normal y una porción de torta con una velita.
Y además, al costado de la bandeja reposaba una flor y una tarjetita.
-Feliz cumpleaños.-me dijo Beatriz, la
mucama.-Tus padres salieron temprano, pero te dejaron la flor y me encargaron
tu desayuno.
-Gracias.-apenas sonreí.
En algún punto sentía que su "feliz
cumpleaños" era sólo por lástima. Y sí, yo también sentiría eso por una
adolescente que está sola en el día de su cumpleaños.
Me senté y antes de comenzar a desayunar leí
la tarjeta "Querida Azul: Hoy cumplís dieciocho años. ¡Qué grande estás! Qué
se te cumplan todos tus sueños, hija. Te queremos. Mamá y Papá".
-Me dijeron que soples la velita y pidas tres
deseos.-me comentó con el encendedor en la mano.
-Que ridículo.-acoté molesta.-No voy a soplar
la vela sola.-agregué y la miré.-Sin ellos me refiero.-aclaré al ver su
expresión.
Al terminar de desayunar me dirigí nuevamente
a mi habitación y me paré frente a mi enorme armario para decidir qué ponerme.
Me probé un par de prendas hasta que me decidí. Luego de vestirme quise salir a
caminar un rato. Antes agarré mi celular y, al encenderlo comenzaron a lloverme
mensajes y notificaciones de las redes sociales. Al principio todo esto de ser
popular me gustaba, me hacía sentir importante pero luego me di cuenta que era
todo un caretaje y una mentira. Todas estas personas que me deseaban un día
genial y me escribían que la pasara lindo, sólo me querían ver sufrir y se la
pasaban hablando mal de mí a mis espaldas. Miré un poco así nomás hasta que me
aburrí. Guardé el celular en el bolsillo del short, agarré las llaves y, al
salir abrí los ojos como platos. En la puerta se encontraba un auto 0km bordó
con un moño grande. Me acerqué y había una tarjeta en una de las ventanillas
"Regalo de cumpleaños de mamá y papá. La llave está en el living".
Medité la idea de probarlo pero al final opté por caminar.
A la tarde me hallaba en casa, tranquila. Todo
iba maso menos bien hasta que el lugar se llenó de personas y me empecé a
sentir asfixiada. No tanto literalmente, pero ya no me hacía gracia sonreír y
fingir que era la persona más feliz de la tierra. Perdí la cuenta cuántas fotos
me pidieron de sacarse, en todas sonreí y mostré cara de estar pasándola
genial. ¿Pero cuánto de verdad tenía eso? Cuando finalmente se fueron todos
volví a respirar. Caminé hacia el living donde quedaron pilas y pilas de
regalos. Suspiré y luego de observarlos en silencio por unos segundos empecé a
abrir algunos. Cada papel de regalo que rompía para descubrir el objeto de
valor sentía como si me estuvieran queriendo comprar. Regalos extraordinarios,
cosas materiales realmente me sobraban. Llegué a uno cuya etiqueta decía
"Mariano P". Arqueé las cejas. Mi ex aún continuaba mandándome regalos.
Un poco de curiosidad me provocaba pero no lo abrí, no quería saber nada con
él. A él solo le interesaba conseguir acostarse conmigo, y a mi él no me
interesaba en lo más mínimo; lo que tenía de lindo lo tenía de idiota.
Llegó el anochecer y me encontraba recostada
en mi habitación escuchando música esperando a que llegaran mis papás.
Seguramente comenzarían a pelearse, como para variar. En un momento fijé mi
mirada en la computadora y volví a fijarme si Franco me había escrito. Tenía
ilusión, tenía esperanza. Cerré la tapa de la notebook y volví a recostarme.
¿Acaso me había olvidado? Extrañaba hablar con él, y más en estos momentos.
En el mismo instante que me saqué los
auriculares sonó el timbre. Bajé las escaleras sin ganas y abrí la puerta sin
ni siquiera preguntar quién era. Me quedé helada, no lo podía creer. Tardé
varios segundos en caer a la tierra.
-¡Feliz cumpleaños!-exclamó Franco con una
sonrisa y una mirada seductora.
Me quedé observándolo. Llevaba puesto un jean,
una remera negra y unos borcegos. Su brazo derecho se encontraba apoyado en el
marco de la puerta y me miraba expectante.
Lo que más necesitaba en este día era hablar con él, y conocerlo
personalmente fue el mejor regalo que podía recibir en mi cumpleaños. Lo
reconocí porque hace días atrás nos habíamos pasado fotos, y también habíamos
tenido una video llamada, ya que ambos confiábamos en el otro.
PARTE 4
(Narrado por Franco)
Me mantuvo la mirada. De un segundo al otro se
abalanzó a mis brazos. Rodeé su cintura. Me abrazaba con fuerza, y yo también
lo hacía. Creo que había sido un abrazo muy anhelado. Y por su intensidad me di
cuenta que realmente lo necesitaba. Cuando se separó de mi me quedé perdido en
su mirada. Era más hermosa en persona.
-¡Franco!-expresó con una alegría que me hizo
sonreír.-No puedo creer que estés acá. Creí que te habías olvidado de mi
existencia.
-Te dejé de escribir porque estaba organizando
todo para poder venir y darte esta sorpresa.-le expliqué.
-¿Te quedas acá para siempre?-me preguntó entusiasmada.
Se produjo un silencio y al ver mi expresión
se le borró un poco la sonrisa.
-Vine por unos días.-le respondí.-Igual me
encantaría poder vivir acá.
-¿Y por qué no podes?-se interesó.
-Es complicado.-me limité a contestar.
Era largo de explicar y no quería enredarla
con mis problemas en el día de su cumpleaños. Si se daba el momento se lo iba a
contar.
-¿Me dejas pasar?-le pregunté un poco nervioso
y me despeiné.
Creo que no se había dado cuenta que todavía
seguíamos en la puerta. Se disculpó y me hizo entrar. Observé toda la casa con
atención.
-¿Estás cansado del viaje?-me preguntó.-
¿Dónde te estás quedando?
-Dormí bastante en el avión.-respondí.-Me
contacté con un amigo de la infancia y me está hospedando en su casa.
-Re bien entonces.-expresó.- ¿Te viste con más
amigos de antes?
Me hizo pasar al living y nos sentamos en el
sillón. Me sentía atraído por todo el decorado de aquella casa.
-Todavía no, pero pienso hacerlo.-le
comenté.-Extrañé mucho.
-¿Querés dar un paseo nocturno?-me propuso con
brillo en los ojos.
Acepté sin pensarlo y nos retiramos. Al salir
de la casa me quedé mirando el auto bordó, del cual no me había percatado al
llegar. Supuse que era regalo de cumpleaños por el moño. Seguramente mi cara de
sorprendido y fascinado mirando el auto como un nene le causo gracia porque se
rio.
-¿Es tuyo?-la interrogué aún sorprendido.-Es
una nave.
-Sí, me lo regalaron mis papás.-me respondió
luego de reírse.- ¿No tenés auto?
-Allá manejo el de mi papá pero no tengo uno
propio.-le respondí sin dejar de sacarle los ojos de encima al auto.- ¿Puedo
manejarlo?-y ahora fijé mi mirada en ella.
Permaneció en silencio, como si estuviera
meditándolo. Alcé las cejas mientras la miraba esperando una respuesta.
-Si no querés no pasa nada, todo bien.-le
dije.-Perdón, fue la emoción.
-No es que no quiera. Están por llegar mis
papás y si no ven el auto me van a interrogar.-se apresuró a responder.- ¿Vamos
caminando?-agregó con una sonrisa.
Me sonó a una falsa excusa, pero la dejé
pasar. Todavía no había demasiada confianza, y estaba bien que no quiera
prestarme el auto.
Fuimos a caminar por ahí y me iba relatando
los lugares que habían cambiado durante estos años como si fuera mi guía
turística. La escuchaba atentamente mientras disfrutaba de su dulce voz. Era
tan extraño estar con ella en persona. Sentía que la conocía desde siempre por
todo lo que hablábamos pero en otro punto recién nos estábamos conociendo. La
hacía reír con mis payasadas y chistes. Luego de recorrer bastante paramos en
un bar a tomar algo. Hablamos tanto que nos olvidamos del tiempo y no nos dimos
cuenta que se había hecho muy tarde.
-¿La pasaste bien en tu día?-le pregunté
mientras caminábamos hacia su casa.
-Sí, re bien.-me respondió.-Y gracias por
estar. Fue una hermosa sorpresa.
-¿Soy tan fachero como te imaginabas?-le
pregunté y se rio.
Llegamos a la puerta de la casa y, antes de
despedirnos nos pasamos los números de celular y quedamos en llamarnos.
Volví a la casa de mi amigo y nos quedamos
conversando hasta que se quedó dormido y yo permanecí un rato más acostado con
la mirada perdida en el techo.
Estaba feliz de estar de vuelta en mi país, en mi ciudad, de donde nunca
me tendría que haber ido. Tenía a mi familia lejos, pero me podía acostumbrar. La
risa de Azul aún retumbaba en mi cabeza y me hacía sonreír. Era tan hermosa,
tan sencilla...muy lejos estaba de ser esa mujer superficial que el resto creía
que era. Yo sabía lo que sufría y podía asegurar que esta noche no
iba a llorar. Y no lo decía por creído, simplemente sentía que mi presencia le
hacía bien. Pude percibirlo al ver el brillo de sus ojos al verme y al
aferrarse a mi cuerpo en un abrazo que buscaba refugio. Y a mí también me hacía
bien ella, me llenaba de paz tenerla cerca...me sentía importante en la vida de
alguien por primera vez.
PARTE 5
(Narrado por Azul)
Desperté por los ladridos de mi perra. Me
refregué los ojos antes de levantarme de la cama y manoteé el celular que se
encontraba en la mesita de luz. Al agarrarlo me encontré con miles de mensajes
que ignoré, menos el de Franco que por alguna extraña razón se me dibujó una sonrisa
al verlo. "Buenos días Azul. El día está re lindo para pasear, ¿me
acompañas? Llámame cuando te despiertes". Realmente admiraba que se
despertara con tan buen humor y energía. Me tomé unos minutos para terminar de
despertarme...sí, era todo un proceso. Fui a la cocina a desayunar algo y luego
marqué el número de Julián.
-Qué manera de dormir...-me comentó al
atenderme. Su comentario me hizo sonreír.
-No es tan tarde, eu.-me defendí mirando la
hora.-Vos sos el desubicado que madruga.
-Hay que disfrutar el día. ¿Dónde me pensás
llevar hoy?-me preguntó.-Te ofreciste a ser mi guía turística.-agregó luego de
un silencio.
-Todavía no lo pensé, pero ya se me va a
ocurrir un buen lugar.-le respondí.-Te espero en dos horas en casa.
-Un tour por tu casa no vendría nada mal
tampoco.-comentó.-Digo...no me la mostraste.
-Tenés razón.-le dije.-Cuando vengas te hago
el recorrido antes de irnos.
-¿Vamos a ir caminando o en auto?-se interesó.
-Em, con el auto.-le respondí esperando su
próximo comentario.
-¿Me vas a dejar manejar la nave?-me preguntó
con entusiasmo y sonreí negando con la cabeza.
-Voy a manejar yo.-le respondí.-Aunque si te
portas bien, te dejo manejar un ratito.
-Te tomo la palabra.-me dijo firme.
-Perfecto.-acoté.-Nos vemos en dos horas.
Beso.-agregué antes de cortar.
Me dirigí a bañarme y al salir me encontré
parada frente al armario con el dilema de qué ponerme. Tenía demasiada ropa,
pero elegí prendas sencillas.
Luego de sacar a pasear a mi perra me crucé
con la mucama que me notificó que mis padres se habían ido unos días de viaje,
y que no me olvidara de asistir a una fiesta que iba a hacer la hija de un
importante empresario que estaba por firmar un negocio con mi padre. Suspiré
con fastidio. Me alteraba estar en el medio. La hija de este señor quería ser
mi amiga, bueno, eso decía pero se llevaba con todo un grupito de personas que
me caían mal. ¿Era necesario asistir y sumarme a tanta falsedad? Para colmo a
ese evento iba uno de mis pretendientes, que además de no quererme en serio,
era bastante denso. El sonido del timbre hizo que me olvidara de todo ese
asunto y vaya apresurada a abrir.
Lo llevé a mis lugares preferidos de la ciudad.
No tardó mucho tiempo en robarme el volante. Lo dejé con total confianza y me
enterneció verlo entusiasmado como si fuera un nene con chiche nuevo.
-¿A dónde la llevo, señorita?-me preguntó
cambiando el tono de voz fingiendo ser mi chofer.
-A donde usted quiera.-le respondí siguiéndole
la corriente.
Alzó las cejas y me miró extrañado.
-Ah bueno.-soltó.-Así vas a terminar dentro de
la trata de blancas.
-¡Ay Franco!-expresé.-Que horror.
-Y bueno.-dijo riéndose.-Vos sos la que confía
en cualquiera.
-Llévame a algún lugar antes de que me
arrepienta de darte el manejo del auto.-le dije firme y arrancó el vehículo
obedeciendo.
La pasábamos muy bien juntos, me divertía
estar con él. Sus anécdotas y sus ocurrencias me robaban una sonrisa a cada
segundo. Nunca con nadie me había sentido tan cómoda, era como si nos viéramos
todos los días desde hace años.
Sola en mi habitación decidiendo qué vestido
ponerme, tenía que ser uno acorde a la ocasión aunque a la vez quería lograr
llamar la atención lo menos posible. Me terminé poniendo un vestido negro al
cuerpo con mostacillas. Me retoqué el maquillaje antes de que el ruido del
timbre me indicara la presencia de Franco, quien se había ofrecido a
acompañarme. Al abrir la puerta nuestras miradas chocaron y luego ambos nos
miramos de arriba abajo. Me intimidó un poco su mirada de deslumbrado con sus
ojos fijados en mí. Él llevaba un pantalón de jean negro ajustado y una camisa.
-¿Estoy bien?-se interesó ante mi mirada.-No
suelo vestirme así...las cosas que hago por vos.
-Estás perfecto.-expresé y en seguida me
ruboricé un poco al ver como respuesta su sonrisa seductora.- ¿Vamos?-me
apresuré a decir.
-Vamos.-me respondió subiendo al auto del lado
del acompañante.-Espero no arrepentirme de aceptar ir a una fiesta careta.
Desde el preciso momento que pusimos un pie en
esa casa enorme con un gran jardín, lleno de personas con nariz respingada, lo
noté incómodo a Franco. Lo miré, regalándole una sonrisa y avanzamos entre la
multitud. Tenía que fingir a cada segundo estar feliz de encontrarme con cada
persona que me saludaba. Una de mis mayores enemigas le clavó la mirada a
Franco y percibí sus intenciones; por alguna extraña razón me dio celos y lo
agarré de la mano por impulso, arrastrándolo hacia otro sector. Cuando caí a la
realidad lo solté rápidamente y me pedí un trago. Por suerte él me hacía más
llevadera toda esa tortura y, al estar a su lado, no se me acercaban muchos
hombres.
Nos sorprendió un lento pero no teníamos
intenciones de bailarlo, hasta que de repente sentí una mano que se posaba en
mi hombro.
-¿Bailas, hermosa?-me preguntó Mariano
extendiéndome su mano al darme vuelta.
Lo miré a él y luego posé mis ojos en Franco
que en seguida comprendió mi súplica.
-Está conmigo.-intervino él firme poniéndose
entre medio.
-¿Y vos quién sos?-le preguntó Mariano en tono
despectivo.
Noté que el cuerpo de Franco se tensó y temí
que todo terminara en la violencia. Apoyé una mano en su hombro para relajarlo.
-Es mi amigo.-intervine. Hubiese querido decir
"mi novio" para salir de apuros, pero no era justo para él.
-Mejor amigo.-me corrigió Franco luego de
toser con evidencia.
Franco lo miró con mirada amenazante y Mariano
terminó dejándonos solos. Suspiré y me sorprendí al ver que Franco me acercaba
a su cuerpo y posaba sus manos en mi cintura, invitándome a bailar el lento. No
muy convencida rodeé su cuello con mis brazos y me dejé llevar. Me sentí
atraída por su perfume y acerqué más mi cara a la suya, juntando nuestras
mejillas. Me encontraba con mucha paz y hasta llegué a olvidarme de donde
estábamos y de las personas a nuestro alrededor. Sus manos se corrieron
lentamente de mi cintura y se frenaron en mi espalda. Su respiración golpeó mi
cuello y sentí una sensación extraña en el estómago, como un hormigueo. Me
encontré tan confundida y a la vez tan agradable con la situación que decidí
alejarme. No quería que ningún sentimiento interfiriera y arruinara esa hermosa
amistad.
Llegó un momento de la noche que ya no soportábamos más la situación y
sólo queríamos escaparnos. Nos fuimos alejando lentamente hasta desaparecer.
Ninguno de los dos tenía ganas de irse a su casa a dormir así que terminamos
yendo a uno de mis lugares preferidos: un parque enorme frente al río. Me saqué
los tacos para estar más cómoda y me encontré a la misma altura que él.
Caminamos un rato hasta que decidimos sentarnos frente al río a tener ese tipo
de conversación que amaba tener con él. De risa en risa terminamos acostados,
yo con mi cabeza sobre su pecho, mirando las estrellas. Llegaba a sentir el
ritmo de su respiración y nada me llenaba más de tranquilidad, nada me hacía
sentir más segura que estar junto a él.
PARTE 6
(Narrado por Franco)
Dos semanas enteras compartiendo miles de
momentos con Azul. No podía estar mejor. Al final no tuve que volver a Canadá,
renuncié al trabajo que tenía allá y les pedí a mis padres que me mandaran
todas mis cosas. No me costó mucho conseguir trabajo acá, debido a mi
experiencia. Con un préstamo que pedí en el banco me alquilé un apartamento, chiquito
pero cómodo. Me estaba acostumbrando nuevamente a la vida en Buenos
Aires.
Me encontraba reunido con mis amigos,
incluyendo a Azul en mi apartamento. De a poco me estaba reencontrando con
todas las amistades del pasado y se las presenté a mi mejor amiga, quien se
integró bien, dejando atrás sus falsas amistades. Nos estuvimos divirtiendo por
un largo rato hasta que se empezaron a ir.
-No te vayas, Azul.-le dije cuando quedamos
solos.- ¿Querés que hagamos algo?
-Está lloviendo mucho como para salir.-me
respondió con la mirada fija en la ventana.
-¿Y si nos quedamos acá viendo una peli?-le
propuse con una sonrisa.
Me sonrió como respuesta y nos dirigimos a mi
habitación donde se encontraba la televisión. Disfrutaba cada segundo que
pasaba con ella. Me gustaba tenerla cerca y me daba celos que otro hombre se le
acercara con intenciones de conquistarla. Intentaba manejar lo que me pasaba
pero cada vez me costaba más tenerla a centímetros y no poder probar esos
labios que me hablaban con dulzura.
-¿Crees en el destino?-le pregunté de repente.
-Sí, algo sí.-me respondió.-¿Vos?
-También.-le contesté.-¿Y en que todos tenemos
un alma gemela?
-Sí. Creo en la existencia del alma gemela, la
media naranja. Si.-me respondió.
-¿Y en el amor eterno?-continúe.
-¿A qué se debe todo el interrogatorio?-y
ahora me miraba expectante.
-Yo no quiero ser tu amigo.-le expliqué y alzó
las cejas.-Quiero ser algo más. Me gustas mucho.
Se me quedó mirando con sus ojos verdes y no
le di tiempo a reaccionar, mis labios capturaron los suyos. Al principio dudó
pero luego se dejó llevar y rodeó mi cuello con sus brazos. Quería grabar ese
preciso instante en el que mi corazón se aceleraba y yo era inmensamente feliz.
-Me da miedo que esto arruine nuestra
amistad.-me dijo cortando el beso.
-No pienses en eso.-le respondí.-Todo va a
estar bien.
-¿Seguro?-me preguntó dudando.
-Te lo prometo.-le contesté corriéndole el
pelo de la cara.-Podemos ser mejores amigos y novios al mismo tiempo.
Alzó las cejas y puso cara de sorprendida.
-¿Novios?-preguntó y rio.-¿No te estás
apurando un poquito? Vayamos más despacio.
Reí y luego clavé mi mirada en sus ojos.
-Vayamos al ritmo que quieras.-dije y desvíe
mi vista a su boca.-A vos te espero toda la vida.
Se mordió los labios y apoyó sus manos en mi
nuca. No le di tiempo a responder, mi boca se apoderó de la suya en un beso con
amor. Y esta vez no me frenó ni interrumpió ninguna de sus inseguridades. Se
dejó llevar, demostrándome que sentía lo mismo que yo sentía por ella. La besaba
despacio, saboreando y descubriendo cada parte de su boca. Sus labios no
querían despegarse de los míos y el beso iba subiendo de intensidad. Aflojé
porque no quería apurarla ni que se dieran así las cosas. Todo a su debido
tiempo.
-Sos hermosa.-susurré al separarme de sus
labios.
-Vos sos hermoso.-me respondió sonriendo y
volviéndome a besar.
Miramos la película abrazados. Mis manos
rodeaban su cintura y su cuerpo descansaba sobre mi pecho. Aprovechaba cada
momento romántico para dejar un beso en su mejilla.
Estuvimos todo el día así, llenándonos de
besos y compartiendo momentos los dos solos. Creo que ambos teníamos las ganas
acumuladas y lo demostrábamos con cada beso.
El anochecer nos encontró acostados en mi cama conversando. De un momento
a otro se quedó dormida. Me puse a observarla mientras la acomodaba y la
tapaba. Era hermosa hasta dormida, parecía un ángel. Pasé cuidadosamente mi
mano por su mejilla y la acaricié. Me quedé un rato largo dando vueltas en la
cama hasta que logré dormirme. Y era la primera vez que dormía con ella al
lado, y estaba feliz por eso.
PARTE 7
(Narrado por Azul)
Había pasado
un mes, y mi relación con Franco iba cada vez mejor. No teníamos título,
tampoco nos preocupábamos tanto por eso. La pasábamos muy bien juntos y nos
hacíamos bien, y eso era lo que más importaba. Junto a él no tenía que fingir
nada, era yo misma, y eso me llenaba de felicidad. Era imposible estar con él y
no reírme hasta terminar con dolor de estómago. A la salida del colegio me lo encontré subido
a una moto, que supuse que era la del amigo, y al verlo me guiñó el ojo. Corrí
hacia él y lo abracé. Acto seguido me puse el casco y me subí atrás de él,
aferrándome fuerte a su cuerpo al mismo tiempo que arrancaba a mucha velocidad,
haciendo que mi cabello se despeinara. Frenó cerca del río y fuimos caminando
de la mano hasta ahí, para sentarnos en la arena. Después de varias carcajadas
se quedó pensativo, mirando al horizonte. Observé su silencio mientras
impulsivamente acortaba más la distancia y enterraba mis dedos en su pelo. Me
intrigaba saber qué estaba pasando por su mente.
-¿Qué
pasa?-me interesé sin querer alejarme ni un centímetro.
Giró la
cabeza para encontrarse con mi mirada expectante y me perdí en sus ojos negros
tan intensos. Sentí su respiración golpear contra mi rostro y me recorrió un
escalofrío en todo el cuerpo.
-Que te
amo.-soltó delicadamente por primera vez, y mi corazón dio un vuelco.-Y no
puedo creer todo esto. Pasamos de estar tan lejos a estar tan cerca. De ser
amigos a enamorarnos.
-A mí me da
un poco de miedo que quieras volver a Canadá y nos distanciemos.-le dije con
sinceridad.-Y que vayas a chamuyarte chicas en otro idioma.-agregué y me reí.
-No voy a
volver a ese país, a ese lugar. Porque yo no encajo allá, y viví varios años
con esa sensación de sentirme sapo de otro pozo. Entré a las redes sociales
porque me sentía de alguna manera solo, extraño, desentendido. Necesitaba
hallar a alguien que pueda escucharme, comprenderme, aceptarme como soy sin
juzgarme. Y te hallé, solo con vos funcionó esa magia, vos me hacías sentir
alguien, me hacías bien…me haces bien. Este es mi lugar de donde nunca me
tendría que haber ido, porque acá soy quien de verdad soy. A tu lado soy yo
mismo.-dijo agarrando mi mano y acariciándomela con su dedo pulgar.
-A mí me
pasó exactamente lo mismo que vos. Me metí en ese mundo virtual para escapar de
la realidad tan hipócrita en la que vivía, llena de máscaras y mentiras. Estaba
muy triste y cuando te escribía o te leía se me pasaba todo. En poco tiempo te
habías convertido en una persona importante para mí, alguien que necesitaba
cerca. Y es loco querer a alguien que está muy lejos, alguien a quien no
conoces personalmente. Pero es real. Y es un cariño sincero. Porque estas
aceptando al otro, estás confiando a ciegas.-le respondí y suspiré, apretando
su mano.-En tus ojos me encuentro. Vos me completas, me haces feliz. Con vos no
tengo que fingir, soy yo misma. Me haces sentir viva, me generas sentimientos
que nunca antes había sentido.
Se produzco
un silencio y lo aprovechamos, mirándonos fijamente a los ojos por varios
segundos.
-Te
amo.-susurré sobre sus labios y sonreí.
Nos dejamos
llevar por un beso lleno de amor y ternura. Era inexplicable todo lo que me
hacía sentir. No tenía dudas de que estaba completamente enamorada de él, ni de
que era mi alma gemela. Y con esto último no me refiero a que seamos iguales,
porque no hace falta ser idénticos. Cada uno es como es y tiene su
personalidad. Pero él es mi mitad, y yo soy la suya. Nos complementamos, nos
completamos. Somos dos en uno. Y si estamos lejos, nos falta algo. Por eso,
éramos felices juntos. Y no nos hacía falta más nada. Nos amábamos con locura.
Y no nos íbamos a separar más.
-FIN-
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