Vistas de página en total

domingo, 10 de agosto de 2014

Capítulo sesenta y siete


Dos días después...


Narra Emma:

Desperté con el peso de Gala, quien se encontraba durmiendo plácidamente sobre mi cuerpo. La moví con cuidado para poder levantarme de la cama y dirigirme al baño. Cuando bajé las escaleras con mi mejor cara de dormida y me encaminé a la cocina, me encontré con Santino desayunando mientras leía el diario.

-Buen día, amor.-le dije dejando un beso en sus labios.-Esto de madrugar no es lo mío, eh.-agregué refregando mis ojos.

-Ya te vas a acostumbrar.-acotó y rió, sin sacar la vista del periódico.

-¿Qué miras?-me interesé al mismo tiempo que me preparaba un café con leche.

-Busco trabajo.-dijo y suspiró pasando de página.-Está difícil.

Me senté en la mesa con el café con leche y comencé a untarme tostadas con dulce de membrillo.

-¿En qué momento pensas trabajar?-le pregunté mirándolo.-Entre la facultad y el fútbol, no tenes tiempo.

-No lo sé.-me respondió dejando el diario a un lado y agarrando una tostada.-Ajustaré mis tiempos al trabajo.

-El bar era ideal. Hacías lo que te gusta y era de noche.-comenté.-No tendrías que haber dejado esa oportunidad.

-Lo hice por Josefina.-me recordó.-Le hacía mal verme.

Rodee los ojos y terminé de tragar la tostada.

-Lo de Josefina era un simple capricho.-hice una pausa.-¿Te crees que sigue yendo al bar del tío?-lo miré con obviedad.-Iba especialmente para verte a vos. 

-Como sea. Ya renuncié.-concluyó levantándose y agarrando sus cosas.-Me voy a la facu, te amo.-agregó dándome un beso antes de irse.

Terminé de desayunar y llevé las cosas a la pileta para lavar. Luego de darme una ducha, me vestí y me fui al trabajo. 


Narra Santino:

Almorcé con mis compañeros de la universidad. Luego pasé por la casa de Bruno y nos dirigimos a entrenar una hora antes que el resto porque queríamos practicar un par de técnicas para el campeonato que se acercaba. 
Comencé a hacer jueguitos con la pelota en el medio de la cancha mientras hablábamos de todo un poco.

-¿Cómo va todo con Emma?-me preguntó corriendo de un lado a otro para entrar en calor.

-Todo perfecto.-le respondí aún haciendo jueguitos.-La verdad es que estoy feliz.

-Me alegro.-comentó.-¿La pasaron lindo en la casa alejada?

-Sí, re lindo.-respondí.-Nos tocó un día de lluvia pero pudimos disfrutar igual.

-Y de Tania no sabes nada, ¿no?-se interesó de repente.

-No, mucho no me habla de ella.-le respondí haciendo jueguitos ahora para atrás.-Olvídate de ella, ya fue.

-Lo decís como si fuera fácil...-me comentó dejando de correr y sentándose en el piso.

-No es fácil. Pero tampoco vas a estar toda la vida sufriendo por ella.-concluí y pateé la pelota al arco.

Me senté a su lado y apoyé mi mano en su hombro, abrazándolo con la vista perdida en el arco contrario.

-Falta poco para que cumplamos nuestro sueño y estemos jugando en Madrid.-le dije como si frente a nosotros estuviéramos viendo una pantalla que proyectara ese momento.-Todavía no lo puedo creer.

-Yo tampoco.-dijo y suspiró.-Un sueño hecho realidad.-agregó acostándose con las manos debajo de su cabeza.

-Imaginate si nos llegan a contratar para  jugar fijos en un equipo de allá...-hice una pausa.- Yo me muero.-agregué con una sonrisa imborrable. 

-Olvídate, exploto de felicidad.-acotó con entusiasmo.-Pero tendríamos que irnos a vivir allá. ¿Qué harías con Emma?

Se hizo un silencio. La verdad es que eso no lo había pensado.

-No sé, se puede venir a vivir ella allá también. Vemos.-respondí.-Me muero entrando con vos a la cancha y millones de personas aplaudiendo.-agregué suspirando y me acosté.

-Y que no falten las porristas que se derritan por nosotros y que griten nuestros nombres con deseo. Y nosotros con mucha fama y los bolsillos llenos de plata entramos con la cara en alto y saboreamos el éxito.-dijo entusiasmado.-Avanzamos hacia la cancha cargando la mochila de ser cracks, de ser los mejores, los más grandes. Y nos ubicamos en la cancha, suena un silbato y la pelota entra en juego. Que te la paso, que me la pasas, que te la paso, que me la pasas, pases con nuestros compañeros.. huy perdimos la pelota.-continuó con más entusiasmo.-Pero Santino la recupera, Santino arrasa con todo, Santino la tiene, Santino la domina, Santino la lleva hacia el arco, se la pasa a Bruno que la recibe, la mueve, la mueve, que buena jugada, se la intentan sacar, amaga y sigue.-comenzó a relatar rápido.-Que bien se acerca Bruno, la tiene Bruno, la lleva, la mueve, esquiva a los contrincantes, se acerca al arco, se acerca.-cada vez más rápido.-Sigue, sigue, sigue, todas las miradas en él, Bruno sigue, la mueve, esquiva, se frena, patea...y GOOOL!!!!!!-gritó eufórico.

Me quedé con la cara desencajada pensando por qué tenía un mejor amigo tan anormal. Cuanta imaginación tenía este pibe. Yo venía volando bajo y él se fue a las nubes. 

-Volvé a la tierra.-le dije golpeándolo y me levanté yendo a buscar la pelota.-Dale, entrenemos.

Nos ubicamos para jugar uno contra uno y empezamos. Iba todo bien hasta que le intenté sacar la pelota y salió volando. Cuando levanté la vista para ver donde había quedado me encontré con dos mujeres, una pelirroja y una rubia. Ésta última había frenado la pelota con uno de sus pies y nos miraba con diversión en sus ojos.

-¿Me la pasas?-le pedí haciéndole señas.

Agarró la pelota con las manos y ambas se acercaron a nosotros. Estaban vestidas con un short y una remera deportiva. Realmente eran dos mujeres bastante atractivas.

-Necesitamos la cancha.-dijo con seguridad la pelirroja.-Jugamos al handball.

-Ahora la estamos usando nosotros.-le contestó Bruno.

-Podemos dividir la cancha y ustedes usan un lado, y nosotros el otro.-dije intentando llegar a un acuerdo.

-No, divino.-me dijo la pelirroja mirándome de arriba abajo.-Quiero toda la cancha.

-Tengo una idea.-acotó la rubia pasándose la pelota de mano en mano.-Jugamos al fútbol un dos contra dos. El equipo que gana se queda con la cancha.

-Pero es obvio que les vamos a ganar nosotros.-intervino Bruno.

-No nos subestimes, bombón.-le respondió la rubia.-Jugamos muy bien al fútbol también.-hizo una pausa mirándonos a los dos.-¿Aceptan?.-agregó desafiante y extendió la mano.

Intercambié miradas con Bruno y luego le agarré la mano, aceptando.
Corrieron un poco para entrar en calor y nosotros nos fuimos a ubicar al otro lado de la cancha.

-Qué buena que está.-acotó Bruno.-Creo que voy a colapsar.

Me giré para mirarlo y estaba con la vista totalmente perdida en el cuerpo de la rubia. Por poco no le tenía que alcanzar un balde para que no se le cayera la baba.

-Concentrate.-le dije y lo golpeé para que reaccionara.-Vas al arco.

-¿Por qué yo?-me cuestionó.-Ah, te gustó la pelirroja eh. Te saqué la ficha.-acotó al ver que la rubia estaba en el otro arco y la otra iba a jugar contra mí.

Rodeé los ojos y negué con la cabeza.

-Yo no cuento nada.-me gritó mientras yo avanzaba al centro de la cancha.

Me enfrenté con la pelirroja con la pelota en el medio y nos miramos fijamente. Era una mujer muy segura de sí misma y con iniciativa.

-Que gane el mejor.-me dijo seria y por un segundo desvió su vista a mi boca.

-Que gane el mejor.-le repetí y le sonreí.


Narra Emma:

Llegué al departamento muy cansada por el día laboral. Al ver que Santino no estaba saqué a pasear a Gala. Luego acomodé un poco todo y me recosté en el sillón a ver televisión. Me interrumpió el sonido el timbre. Me levanté y al abrir la puerta me encontré con Tania.

-¡Amiga!-exclamé y la abracé.-¿Cómo estás?

-Bien.-me respondió.-Decime que no está Santino.-agregó dudando si entrar.

-No, no está. Debe estar entrenando con Bruno.-le contesté.-¿Qué pasa?

Ingresó y cerré la puerta. Nos dirigimos a sentarnos al sillón.

-Mejor que no está.-me dijo aliviada.-Necesitaba hablar con vos, amiga.

-¿Qué pasó?-me interesé.

Tomó aire antes de hablar.

-Extraño mucho a Bruno.-soltó finalmente.

-Él también te extraña.-le aseguré.-¿Por qué no lo perdonas?

-Cuando creí que tenía problemas con las drogas y nos peleamos, lo hice porque tuve miedo. No sabía como reaccionar ante una situación así. Pero no porque no lo acepte ni porque no lo ame lo suficiente como para apoyarlo y ayudarlo a salir.-hizo una pausa buscando las palabras adecuadas.- No me sentí en condiciones de poder ayudarlo, tenía miedo de no poder, de que la situación se me vaya de las manos y que le pasara algo.

Me la quedé mirando esperando a que prosiga.

-Y sé que no se droga, que sólo consumió esa vez. Le creo. Y lo amo, estoy muy enamorada de él. Y me arrepiento mucho de haberlo dejado sólo y haber sido muy dura con él todo este tiempo.-dijo y suspiró.-Me siento horrible.

-Tranquila, amiga.-intenté calmarla.-No te culpes. No supiste como reaccionar, cada uno actúa y se toma las cosas de manera diferente. Yo no te juzgo.

-Pero no sé si él va a perdonarme.-me dijo preocupada.

-Sí, te va a perdonar.-le dije segura.-No deja de hablar de vos y de extrañarte.

-¿En serio?-se interesó un poco más animada.

-Sí, en serio.-le aseguré.-Lo sé por Santino.

-Necesito verlo y hablar ya con él.-acotó sonriendo.



Tw: @janetroseblog

No hay comentarios:

Publicar un comentario