Narra Santino:
Otra vez sábado,
otra vez partido. No podía estar más feliz. Tenía todas mis energías puestas en
el campeonato, sabiendo que al final de este iba a viajar a Madrid para hacer
realidad uno de mis grandes sueños. Y al pensar en todo esto se me dibujaba una
sonrisa inmensa en el rostro, una huella de bienestar y felicidad que quería
guardar para siempre. Me hallaba entrenando desde muy temprano con mis
compañeros de equipo. Había que dejar todo en la cancha, teníamos que pasar de
ronda para de a poco irnos acercando al triunfo. Como líder me ocupaba de que
la relación entre todos estuviera diez puntos, y que hubiera diálogo y buena
predisposición, que cada uno estuviera concentrado y conectado con el resto.
Todas las técnicas y estrategias estaban preparadas, y todo parecía estar en
orden.
Narra Emma:
Me desperté con
mis energías fluyendo para el lado del arte. Así que ni bien terminé de
desayunar, me senté en la mesa larga del comedor con todos mis elementos y
comencé a pintar cuadros. La tranquilidad que reinaba en el apartamento me
inspiraba. Igualmente el silencio no duró mucho porque Gala tuvo que empezar a
ladrar, y yo a veces no entendía a esa perra.
Mientras
observaba los cuadros ya terminados, la imagen de mi padre comenzó a girar por
mi cabeza y terminé con mi celular en la mano marcando su número. Después de
todo era mi padre, y yo era su hija.
-Hola
Emma.-respondió al primer tono.
-Papá.-dije e
hice una pausa.-¿Todo bien?
-Ahí anda todo,
en la lucha diaria.-respondió.-¿Vos cómo estás?
-Bien.-respondí.-Me
tenes preocupada. ¿Dónde estás viviendo?
-No quiero que
cargues con mis equivocaciones.-apenas respondió.
-En serio quiero
ayudarte.-insistí.-¿Tenes lugar para vivir?
-En realidad
no.-contestó.-Estos días estuve en una pensión, pero ya me echaron porque no
tengo como pagar.
Suspiré mientras
medité mi respuesta por unos segundos.
-Acá hay lugar
para que puedas pasar la noche.-terminé diciéndole.-Pero me tenes que prometer
que vas a buscar un buen trabajo.
-Ay hija, te re
agradezco. Pero no quiero molestar.-acotó apenado.
-No molestas.
Podes venir.-le dije.-Estás más que invitado.
Me dio un par de
vueltas y se hizo un poco el víctima, pero terminó accediendo a mi propuesta.
Sólo me preocupaba el hecho de haber tomado la decisión sin consultársela
previamente a Santino. Esperaba que estuviera de acuerdo y que no se enojara.
Narra Santino:
Almorcé junto a
mis compañeros y técnicos. Había un lindo ambiente, todos con el mismo
objetivo. Claramente no hablamos durante toda la comida sobre el partido,
tampoco éramos tan obsesionados. También nos reímos y se tocaron otros temas.
Hasta que se llegó, no sé muy bien cómo, a Lautaro. Lo nombraron y fue ahí
cuando recordé y le clavé la mirada a Bruno, quien se encontraba sirviéndose
más agua en el vaso y ni se había percatado de mis ojos sobre él. Pasaron de
tema y lo dejé pasar, pero sólo por ese momento.
Una vez en la
cancha esperando que se hiciera la hora, algunos estaban sentados en las gradas
conversando, otros haciendo unos pasos, y otros en alguna otra cosa. Me acerqué
a Bruno y lo distancié del resto.
-¿Sabías que fue
Lautaro el que te había drogado esa noche?-le pregunté mirándolo fijo y
estudiando su reacción.
-Bueno...-dijo
medio dubitativo.-¿Cómo lo sabes?-soltó de repente.
Sospechaba que sí
sabía quien había sido, y que sí se acordaba de esa parte. Sin embargo me lo
había ocultado.
-¿Lo sabías?-lo
interrogué molesto.-¿Por qué no me lo dijiste?
-Porque era para
problemas. Tu relación con él no es para nada buena, y no quería empeorar las
cosas.-me explicó.-¿A vos quien te dijo?-agregó luego de una pausa.
-Él.-contesté.-Me
lo crucé el otro día. Está muy rencoroso, y más desde que se enteró que nos
eligieron a nosotros para ir a Madrid.
-Si, ¿no?-me dijo
mientras le pateaba la pelota que se había ido para nuestro lado a uno de los
chicos.-El otro partido vino a vernos. No me extrañaría que este aparezca
también.
-Me da igual su
presencia, no me afecta.-le aseguré.-Si nos quiere ver ganar, que venga.
Narra Emma:
Tania vino al
departamento a almorzar. Salió el tema de Josefina y me dijo que ya sabía
que el otro día había ido a verla por el cumpleaños, y que ella ya le contó
sobre nuestra conversación. Yo mucho no quería seguir hablando del tema, era
algo que quería dejar a un lado y que se solucionara cuando se tuviera que
solucionar. Lo del otro día había sido fuerte y me había dejado en claro
bastantes cosas.
Luego de hablar
un largo rato y de que me contara del regalo que le había hecho Bruno por los
meses que llevaban de novios, nos fuimos a ver a los chicos jugar. Les tocaba
de visitantes, pero por suerte no era tan lejos el lugar.
Narra Santino:
El partido lo
ganamos y nos retiramos de la cancha con toda la alegría y satisfacción de
haber pasado otra ronda. En el vestuario nos felicitamos unos a otros y la
sonrisas en nuestros rostros era indescriptible.
A la salida me
encontré con Emma quien me abrazó y me felicitó.
-Te tengo que
decir algo.-me dijo de repente.-Mi papá...-empezó a decir y se calló.
-¿Qué pasa con tu
papá?-me interesé.
-Se va a quedar a
dormir unos días con nosotros.-me respondió.-Es hasta que consiga un lugar.
-No hay problema,
amor.-le respondí.-Que se quede el tiempo que quiera.
-¿Seguro? ¿No te
molesta?-insistió.
-No, para
nada.-le respondí.-Todo bien.
-La vuelta vamos
a dar.-cantó Bruno mientras se acercaba y pasaba uno de sus brazos por mi
cuello.-¿Qué onda por acá?
-Jugaste re bien,
genio.-le dijo Emma con una sonrisa.-Sos crack.
-Bueno, no lo
agrandes tanto que después me lo tengo que aguantar yo.-intervine.
-Déjala que diga
la verdad.-acotó Bruno.-¿Mi novia?-agregó mirando para todos lados.
-Debe estar en el
bar, se fue a comprar algo para tomar.-respondió Emma.
Narra Emma:
La noche nos
encontró en la mesa de la cocina cenando con mi padre. Era una situación rara.
Sin embargo a Santino no le incomodaba, y le sacaba temas de conversación. Mi
papá no le respondía tan naturalmente, se lo notaba un poco tenso aunque lo
intentaba disimular. Me preocupaba verlo tan perdido y sin trabajo. Se confió
de personas que era sabido que en algún momento lo iban a descartar sin
importarles nada.
Narra Santino:
Emma me buscaba
con la mirada con temor a que yo no estuviera cómodo o me molestara la
presencia de su padre. Pero al contrario, me gustaba poder intercambiar
palabras con, por así decirlo, mi suegro. Estaba interesado en conocerlo más y
observar de cerca la relación con su hija. Así podía empezar a entender un poco
más muchas cosas de la personalidad de Emma. Estaba convencido que gran parte
de la personalidad, de los miedos de alguien, tenían que ver con el modo de
crianza que había tenido.
Twitter: @janetroseblog
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