Narra Emma:
Amanecí sola en
la cama matrimonial. Me desperecé y permanecí unos segundos antes de
levantarme. Bajé las escaleras y me dirigí al living donde se encontraba
Santino, leyendo muy concentrado el diario. Lo saludé con un suave beso y me
senté sobre sus piernas.
-¿Y mi papá?-me
interesé al mismo tiempo que él pasaba sus manos por mi alrededor.
-Salió
temprano.-me respondió.-Dijo que no quería molestar. Que sólo iba a venir por
las noches.
-A mí me
preocupa.-le comenté.-¿Vos no lo ves mal?
-Sí, pero es
normal. Está pasando un momento difícil.-me contestó.-El tiempo va a ir
acomodando todo. Vos quédate tranquila.
Giré un poco para
mirarlo a los ojos y acaricié lentamente una de sus mejillas. Él me acercó más
a su cuerpo y capturó mis labios en un beso largo y tierno.
-¿Queres hacer
algo distinto hoy?-me preguntó.
-¿Cómo
distinto?-me interesé.
-¿Tenes ganas de
ir al cine, al teatro, a una plaza...u otro lado?-me explicó.
-Mmm.-murmuré
pensando.-Al cine y después a la plaza. ¿Te parece?-respondí y asintió.
-Perfecto.-acotó
con una sonrisa.
-¿Me cambio y
vamos?-me interesé levantándome.
-El cine
después.-me respondió parándose.-Tenía otra idea en mente ahora.-agregó apoyando
sus manos en mi cintura y juntando nuestros cuerpos.
-¿Qué idea?-le
pregunté con diversión rodeando su cuello con mis brazos.
Con su mirada
señaló las escaleras y ambos reímos.
-Puede volver mi
papá...-acoté sin separarme.
-No va a volver.-dijo
dirigiéndome a las escaleras hasta llegar a la habitación.
Comenzó a
besarme, primero lentamente y luego de a poco iba subiendo la intensidad del
beso. Se deshizo de la remera larga que usaba para dormir y sus manos fueron
recorriendo cada parte de mi cuerpo. Nos dejamos caer en la cama y le saqué sus
prendas de vestir. Me dejé llevar por cada caricia, por cada roce de sus labios
con mi piel. Nuestros labios volvieron a encontrarse al mismo tiempo que
nuestros cuerpos encajaban a la perfección. No podía amarlo más de lo que ya lo
amaba. Los dedos de nuestras manos se entrelazaron en el momento en que nos
amábamos intensamente, con locura.
Narra Santino:
Nuestras
respiraciones se encontraban agitadas. Su cabeza descansaba sobre mi torso
desnudo y las yemas de mis dedos acariciaban su hombro. De un momento al otro
fue dándome besos húmedos por el pecho. Me reincorporé, sentándome contra el
respaldo de la cama, y busqué sus labios para unirlos con los míos en un sinfín
de besos cortos.
-Te amo
demasiado.-susurró sobre mis labios.
-Yo también, mi
amor.-le dije acomodándole el pelo antes de volverla a besar.-Sos lo más
lindo que me pasó en la vida.
Hubo un silencio.
-Nuestro amor es
tan perfecto que tengo miedo de despertarme y darme cuenta que fue sólo un
hermoso sueño.-soltó apoyando su cabeza sobre mi hombro.
-Es un sueño
eterno...-acoté.-Te amo.-suspiré acariciándola.-Juro que te amo.
Narra Emma:
Nos hallábamos en
la fila del cine con nuestras entradas en la mano, mirándonos y dándonos besos
como si estuviésemos en una de las primeras citas. Sus labios eran adictivos, y
esas sonrisitas que se le escapan en el medio de los besos, me enloquecían. Entramos
a la sala y nos ubicamos por el medio, me pareció un acuerdo justo, ya que yo
quería ir adelante y el atrás. En los minutos previos a que comenzara la
película se quejaron un par de espectadores, debido a mis risas provocadas por
los comentarios graciosos de Santino.
Narra Santino:
Salimos del cine
comentando sobre la película que acabábamos de ver. Fuimos a caminar de la mano
por la plaza más cercana. Parecíamos dos adolescentes enamorados. Su risa era
el motor de mi alma. Sus ojos tenían un brillo especial que me llenaba de
felicidad. No hay nada más lindo que ver alegre a la persona que uno ama, y más
sabiendo que sos el motivo.
Nos sentamos en
un banco verde lejos de la multitud y al instante se me ocurrió la idea de
andar en rollers; en un lugar cercano alquilaban.
-¿Vos estás
loco?-me preguntaba Emma con los rollers todavía en sus manos.-Yo me pongo esto
y termino en sillas de ruedas.
-Que exagerada
que sos.-le dije riéndome.-No pasa nada. Mírame a mí.-agregué mostrando como
andaba.
-Pero vos
sabes.-se quejó.-Insisto en que me voy a caer.-agregó al mismo tiempo en que se
los ponía.
-Dame la mano,
amor.-le dije a ver que ya los tenía puestos.-No pasa nada.
-Te vas a quedar
sin novia, yo te aviso eh.-siguió quejándose mientras agarraba mi mano.-Al
menos espero que me visites en el hospital.-agregó y yo sólo reía.
Empezamos a
avanzar y de repente se asustó ante una posible resbalada y se aferró a mi
remera.
-No te rías.-me
quiso decir ofendida pero mi risa la contagió.-Con el cine y la caminata ya
estábamos bien...
-Dejá de
quejarte.-le dije haciendo que se soltara de mi remera y agarrándole las dos
manos.-Tranquila, es fácil.
Comenzamos a
avanzar nuevamente y lo estaba haciendo bien. Yo iba de espaldas para que ella
se sintiera más segura agarrada de mis manos. Todo iba bien hasta que no se
cómo pasó pero nos caímos uno encima del otro.
-Te avisé.-me
dijo.-¿Estás bien?-agregó preocupada por mi cabeza.
-Sí, por suerte
mi cabeza cayó sobre pasto.-le respondí, aunque algo me dolía.
-Vos y tus
ocurrencias...-acotó.
Apoyé mis manos
en su cintura y la pegué más a mi cuerpo.
-No desaprovechas
ni un minuto, ¿no?-me preguntó al ver la poca distancia que había entre
nuestros rostros y negué con la cabeza.
-Estoy
completamente enamorado.-le dije rozando apenas nuestras narices.
-¿De quién?-le
pregunté resistiendo al roce de sus labios.
-De una rubia,
alta...-bromeé y me pegó suavemente en el hombro, amagando con soltarse y
levantarse.
La agarré fuerte
y giré para quedar ahora yo arriba de ella. Apoyé lentamente mis labios sobre
los suyos y rápidamente comenzó a besarme con pasión. No nos importó ni que
estuviéramos alrededor de personas que pasaban y nos observaban. Seguimos
dándonos besos, mientras nos olvidábamos del mundo.
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