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jueves, 25 de septiembre de 2014

Capítulo setenta y cinco!


Narra Emma:

Amanecí sola en la cama matrimonial. Me desperecé y permanecí unos segundos antes de levantarme. Bajé las escaleras y me dirigí al living donde se encontraba Santino, leyendo muy concentrado el diario. Lo saludé con un suave beso y me senté sobre sus piernas. 

-¿Y mi papá?-me interesé al mismo tiempo que él pasaba sus manos por mi alrededor.

-Salió temprano.-me respondió.-Dijo que no quería molestar. Que sólo iba a venir por las noches.

-A mí me preocupa.-le comenté.-¿Vos no lo ves mal?

-Sí, pero es normal. Está pasando un momento difícil.-me contestó.-El tiempo va a ir acomodando todo. Vos quédate tranquila.

Giré un poco para mirarlo a los ojos y acaricié lentamente una de sus mejillas. Él me acercó más a su cuerpo y capturó mis labios en un beso largo y tierno.

-¿Queres hacer algo distinto hoy?-me preguntó.

-¿Cómo distinto?-me interesé.

-¿Tenes ganas de ir al cine, al teatro, a una plaza...u otro lado?-me explicó.

-Mmm.-murmuré pensando.-Al cine y después a la plaza. ¿Te parece?-respondí y asintió.

-Perfecto.-acotó con una sonrisa.

-¿Me cambio y vamos?-me interesé levantándome.

-El cine después.-me respondió parándose.-Tenía otra idea en mente ahora.-agregó apoyando sus manos en mi cintura y juntando nuestros cuerpos.

-¿Qué idea?-le pregunté con diversión rodeando su cuello con mis brazos.

Con su mirada señaló las escaleras y ambos reímos.

-Puede volver mi papá...-acoté sin separarme.

-No va a volver.-dijo dirigiéndome a las escaleras hasta llegar a la habitación.

Comenzó a besarme, primero lentamente y luego de a poco iba subiendo la intensidad del beso. Se deshizo de la remera larga que usaba para dormir y sus manos fueron recorriendo cada parte de mi cuerpo. Nos dejamos caer en la cama y le saqué sus prendas de vestir. Me dejé llevar por cada caricia, por cada roce de sus labios con mi piel. Nuestros labios volvieron a encontrarse al mismo tiempo que nuestros cuerpos encajaban a la perfección. No podía amarlo más de lo que ya lo amaba. Los dedos de nuestras manos se entrelazaron en el momento en que nos amábamos intensamente, con locura.


Narra Santino:

Nuestras respiraciones se encontraban agitadas. Su cabeza descansaba sobre mi torso desnudo y las yemas de mis dedos acariciaban su hombro. De un momento al otro fue dándome besos húmedos por el pecho. Me reincorporé, sentándome contra el respaldo de la cama, y busqué sus labios para unirlos con los míos en un sinfín de besos cortos.

-Te amo demasiado.-susurró sobre mis labios.

-Yo también, mi amor.-le dije acomodándole  el pelo antes de volverla a besar.-Sos lo más lindo que me pasó en la vida.

Hubo un silencio.

-Nuestro amor es tan perfecto que tengo miedo de despertarme y darme cuenta que fue sólo un hermoso sueño.-soltó apoyando su cabeza sobre mi hombro.

-Es un sueño eterno...-acoté.-Te amo.-suspiré acariciándola.-Juro que te amo.


Narra Emma:

Nos hallábamos en la fila del cine con nuestras entradas en la mano, mirándonos y dándonos besos como si estuviésemos en una de las primeras citas. Sus labios eran adictivos, y esas sonrisitas que se le escapan en el medio de los besos, me enloquecían. Entramos a la sala y nos ubicamos por el medio, me pareció un acuerdo justo, ya que yo quería ir adelante y el atrás. En los minutos previos a que comenzara la película se quejaron un par de espectadores, debido a mis risas provocadas por los comentarios graciosos de Santino. 


Narra Santino:

Salimos del cine comentando sobre la película que acabábamos de ver. Fuimos a caminar de la mano por la plaza más cercana. Parecíamos dos adolescentes enamorados. Su risa era el motor de mi alma. Sus ojos tenían un brillo especial que me llenaba de felicidad. No hay nada más lindo que ver alegre a la persona que uno ama, y más sabiendo que sos el motivo.
Nos sentamos en un banco verde lejos de la multitud y al instante se me ocurrió la idea de andar en rollers; en un lugar cercano alquilaban.

-¿Vos estás loco?-me preguntaba Emma con los rollers todavía en sus manos.-Yo me pongo esto y termino en sillas de ruedas.

-Que exagerada que sos.-le dije riéndome.-No pasa nada. Mírame a mí.-agregué mostrando como andaba.

-Pero vos sabes.-se quejó.-Insisto en que me voy a caer.-agregó al mismo tiempo en que se los ponía.

-Dame la mano, amor.-le dije a ver que ya los tenía puestos.-No pasa nada.

-Te vas a quedar sin novia, yo te aviso eh.-siguió quejándose mientras agarraba mi mano.-Al menos espero que me visites en el hospital.-agregó y yo sólo reía.

Empezamos a avanzar y de repente se asustó ante una posible resbalada y se aferró a mi remera. 

-No te rías.-me quiso decir ofendida pero mi risa la contagió.-Con el cine y la caminata ya estábamos  bien...

-Dejá de quejarte.-le dije haciendo que se soltara de mi remera y agarrándole las dos manos.-Tranquila, es fácil.

Comenzamos a avanzar nuevamente y lo estaba haciendo bien. Yo iba de espaldas para que ella se sintiera más segura agarrada de mis manos. Todo iba bien hasta que no se cómo pasó pero nos caímos uno encima del otro.

-Te avisé.-me dijo.-¿Estás bien?-agregó preocupada por mi cabeza.

-Sí, por suerte mi cabeza cayó sobre pasto.-le respondí, aunque algo me dolía.

-Vos y tus ocurrencias...-acotó.

Apoyé mis manos en su cintura y la pegué más a mi cuerpo.

-No desaprovechas ni un minuto, ¿no?-me preguntó al ver la poca distancia que había entre nuestros rostros y negué con la cabeza.

-Estoy completamente enamorado.-le dije rozando apenas nuestras narices.

-¿De quién?-le pregunté resistiendo al roce de sus labios.

-De una rubia, alta...-bromeé y me pegó suavemente en el hombro, amagando con soltarse y levantarse.

La agarré fuerte y giré para quedar ahora yo arriba de ella. Apoyé lentamente mis labios sobre los suyos y rápidamente comenzó a besarme con pasión. No nos importó ni que estuviéramos alrededor de personas que pasaban y nos observaban. Seguimos dándonos besos, mientras nos olvidábamos del mundo.

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