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viernes, 21 de noviembre de 2014

Capítulo noventa y cuatro


Narra Emma:

Revisé todos los cajones del departamento en donde había guardado cosas. En algún lugar sabía que tenía pertenencias de Benjamín, las cuales no me correspondían. Luego de tanto buscar encontré una pequeña caja en donde se hallaban dichos objetos. No iba a ser algo fácil, pero era lo correcto. Agarré las llaves y me fui sin tener muy en clara la dirección, pero maso menos me ubicaba y podía llegar a destino perfectamente. Una vez frente a la puerta de una gran casa, sentí un poco de nervios y dudé antes de tocar el timbre.

-Hola.-soltó con voz ronca la mujer que me abrió, sin salir del asombro.

Supongo que la última vez que nos vimos pensó que no me vería la cara nunca más en su vida. Y realmente yo creí lo mismo. Pero faltaba una visita más, necesitaba cerrar bien la etapa, definitivamente. Algo indecisa, la otra mujer de Benjamín me dejó ingresar a su vivienda. Busqué con la mirada al pequeño que finalmente lo ubiqué gateando por los pisos del comedor.

-Puedes acercarte, si quieres.-me dijo siguiendo mi mirada.

La miré por unos segundos antes de avanzar hacia el niño que ya posaba sus ojos celestes cielo en mí, mirándome con cierta curiosidad. Me impresionaban los rasgos tan parecidos a su padre. Soltó una pequeña risita y cautivó uno de mis dedos.

-Es hermoso.-le comenté a la madre.- ¿No camina todavía?

-Está aprendiendo, pero todavía no se larga.-me respondió.

Me tomé el atrevimiento de alzarlo y acariciar su suave piel.

-Me agarró de sorpresa tu visita.-soltó de repente aquella mujer y la miré, acercándome con el niño en brazos.

-Vine a traerte esa caja.-le expliqué señalándole el lugar donde la había dejado.-Tiene varias cosas que eran de Benjamín, y creo que ahora le pertenecen a su heredero.

-Muchas gracias.-apenas pudo decir.-Me duele que mi hijo crezca sin un padre.

-Lamento mucho todo lo ocurrido.-acoté.-Y también que esa criatura no se llegue acordar de lo poco que lo conoció. Pero sé que Benjamín lo va a estar cuidando siempre desde donde esté.

Le entregué a su hijo que ya estaba empezando a llorar y me marché del lugar, ya había cumplido con mi parte. Salí a caminar sin un rumbo definido, necesitaba pensar y aclarar mis ideas. Recordé, intenté superar, sanar el dolor para comenzar con esta nueva vida que me esperaba. Me sentía bien pero me faltaba dar el último paso, necesitaba despedirme. Fui hasta el cementerio donde se hallaban los restos de mi ex novio, y me senté frente a su tumba. Estuve varios segundos que parecieron eternos en silencio.

-Quiero creer que me podes escuchar, aunque no me puedas responder.-arranqué a decirle.-Me quedaron un montón de cosas sin decirte, y no sé bien por dónde empezar.-suspiré.-No fuiste una buena persona. También sé que andabas en negocios raros, de los que ahora se está haciendo cargo tu padre, no sé bien si dando la cara y resolviéndolos, o cubriéndote y yendo por el mismo camino de la corrupción. Pero todo eso no viene al caso ahora.-hice una pausa.-Siempre me quejé de que no me valorabas, ni me querías, y te reproché un sinfín de cosas. Y sigo pensando en que tenía razón. Pero también sé que no fueron todas cosas negativas, y que me ayudaste bastante, tal vez no de la manera en la que necesitaba o era lo mejor, pero hiciste lo que pudiste, o eso quiero creer.

No sabía realmente si el alma de Benjamín podía escucharme, pero de todas formas me hacía bien desahogarme, sacar todo de adentro. Sentía que me liberaba.

-Te fuiste creyendo que te odiaba, así con todas mis fuerzas. Y no es verdad. Tenía mucha bronca, sí, y creo que un poco todavía me queda. Pero te juro que no es odio, capaz si te hubieras puesto un segundo en mi lugar me hubieras entendido. Lo que me quedó es dolor, es angustia, y recuerdos que me matan. Ya no se bien si hablar en presente, creo que mejor todo eso pásalo al pasado, porque ahora estoy intentando estar mejor, de hecho lo estoy. Aprovecho para contarte que mejoré, que hice varios cambios que me hicieron bien. Ya no soy una mujer dependiente, tengo mi propio trabajo y me puedo mantener sola. Aprendí a valorarme y a quererme. Empecé a estudiar algo también, aunque le pongo más empeño al laburo. ¿Sabes a que me dedico? A escribir en una revista. Capaz no lo puedas creer, pero al final no soy tan inútil como me hiciste pensar.-hice una pausa.-Sigo de novia con Santino, sí, ese que llegaste a conocer antes de la tragedia, ese al que querías arrancar de mi vida por puro egoísmo. Sé que te engañé, que te fui infiel, y que aunque te puedo dar un millón de razones, no es justificable. Tampoco vale el “ojo por ojo, diente por diente”, ya que vos también lo hacías. No obré bien y lo reconozco, estaba demasiado perdida…y también te tenía miedo. Estabas muy violento últimamente, no estabas muy en tu eje que digamos. Y me hacía mal también. Porque me hacías llenar de bronca y sentía que eras…bueno, no quiero insultar en este espacio, pero ya te imaginarás. También pensaba que me veías como un objeto, una marioneta que podías manejar de acá para allá, y no estoy equivocada, ¿o sí?- hice una pausa.-El punto es que el último día que pudimos compartir, aunque compartir suena algo lindo, y todo lo que pasó fue algo que mejor olvidarlo…a lo que voy es que miré en tus ojos y vi que estabas perdido, lleno de tristeza, y que pedías a gritos que te rescataran. Yo no sé si te sentías arrepentido o fue una crisis del momento, pero para mí en el fondo eras una gran persona, solo que vos te olvidaste y quisiste convertirte en eso que ya sabemos todos.

Me olvidé del tiempo. No sabía cuánto tiempo hacía que estaba hablando, solo sabía que lo necesitaba.

-No quiero seguir con reproches, ni retos, ni nada de eso. Lamento en serio que te hayas ido. Y espero que en donde estés puedas estar bien y sanarte, junto a Dios.-suspiré.-Hoy fui a ver a tu hijo y le llevé todas esas cosas que una vez me habías dado, pero que eran tuyas y sé que no me correspondían. Ya están en manos de la persona indicada, están a salvo. Es hermoso, tiene tus mismos ojos y esa mirada tan intensa que vos también tenías. La madre me comentó que está aprendiendo a caminar, así que ya está dando sus primeros pasos. Cuídalo desde donde te encuentres, te necesita.-hice una pausa.-Así como hace unos minutos te dije un poco, sin ser tampoco tan dura, todo lo que hiciste mal en esta vida, también te quería decir que hiciste algo bien, que dejaste una huella en este mundo, y es tu hijo.

De tanto hablar ni me percaté que había empezado a llover. Mucho no me importaba mojarme, igual. Quería finalizar esta despedida.

-Perdón si ya te mareé con todo lo que hablé, pero necesitaba soltar todo esto, tenía un nudo en la garganta, y no me hacía bien. Quiero que sepas que a pesar de todo, en algún momento supiste sacarme sonrisas, y que te quise. Y creo que un poco te sigo queriendo.-suspiré.-Santino sostiene que apareciste en mi vida para hacerme aprender y hacerme fuerte, que todo lo que pasó tenía que pasar, que era necesario. Así que si eso es cierto, te agradezco, aunque debes estar pensando que estoy loca, pero bueno. De paso te digo que te perdono por todo el mal que me hiciste, y que no te guardo rencor.-hice una pausa.-Gracias por escucharme por una última vez. Tengo que dejarte ir para poder ser feliz. Y espero que vos puedas serlo en donde quiera que estés.-me levanté y ya estaba toda empapada.-Que descanses en paz.-agregué antes de retirarme.

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