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domingo, 23 de noviembre de 2014

Capítulo noventa y cinco


Días después…

 

Narra Emma:

Sentí el roce de los suaves labios de Santino sobre mi cuello y me desperté. Se separó para mirarme y le sonreí, llevando mis manos a su nuca para atraerlo a mí.

-Qué lindo despertarse así.-le dije antes de besarlo.

Los besos eran lentos y pausados. Mis manos se ubicaron en sus mejillas y no me quería separar de su boca.

-Buen día, amor.-me dijo cortando el beso y mirándome a los ojos.-Hay que levantarse.

Media hora más tarde nos encontrábamos recorriendo varios salones para decidir dónde hacer nuestra fiesta de casamiento. Poco a poco íbamos descartando opciones para aproximarnos a nuestra elección. Teníamos algunas discusiones pero en lo posible intentábamos ponernos de acuerdo. Finalmente nos quedamos con dos alternativas y decidimos tomarnos un día más para definirlo. Aprovechamos y resolvimos otras cuestiones del casamiento. Luego de visitar varios lugares nos fuimos a caminar por ahí; el día estaba demasiado lindo.

-En realidad casi todos estaban buenos.-soltó de repente haciendo referencia a los salones.

-Sí, pero hay algunos que exceden lo que podemos pagar.-le expliqué.

-Me gusta cualquiera de los dos últimos.-me dijo agarrando mi mano y entrelazando nuestros dedos.-Elegí el que quieras.

Avanzamos hasta una plaza y nos dirigimos a un sector donde había menos gente y daba el sol. Santino se sentó y yo me senté delante, recostándome en su pecho. Cerré los ojos para tomar un poco de sol.

-Mi amor… ¿vos te querés casar en Iglesia?-me preguntó haciéndome abrir los ojos de golpe.

-¿A qué viene la pregunta?-me interesé.

-Estaba pensando que así como doné el vestido que usaste para el casamiento con Benjamín porque no querías que te trajera recuerdos… capaz el tema de pisar vestida de novia una Iglesia te haga mal.-me contestó.-Se me ocurría casarnos al aire libre, en alguna quinta.

Me quedé dubitativa unos segundos. Tal vez tenía razón, y necesitaba que esta vez sea completamente diferente.

-Me gusta la idea, Santi.-le respondí aún pensativa.-Además es una linda época y el clima es ideal.

-Perfecto.-acotó acariciándome el pelo.- ¿A dónde te gustaría que nos vayamos de luna de miel?

-Sería re lindo un crucero…-le respondí perdiéndome en mis pensamientos.

Continuamos hablando por un largo rato. Amaba pasar tiempo con él. Me sentía completa.

-¿Me cantas algo?-me susurró al oído.

-¿Por qué te encanta que te cante?-me interesé luego de reírme ante su petición.

-Amo tu voz, me llena de paz.-me respondió.-Quiero la que me cantaste en el casamiento de mi prima.

Me quedé pensando unos segundos ya que no recordaba cuál era. Pero luego me vino la canción a la mente.

-Bueno, pero sólo una partecita.-le aclaré.

“Haces que mi alma sienta amor de nuevo, haces que a tu lado ya no sienta miedo, haces que me entregue con cada latido y que no quede ni un segundo sin estar contigo. Haces que mi corazón ya no esté ciego porque puedo ver en ti que esto es amor sincero, haces que te quiera más, un poco más… llegas y te quiero más de lo que ya te quiero”.

-Mmm.-expresó.-Otra vez.

-No, basta.-le respondí acomodándome mejor sobre su pecho, pero aprovechó para darme vuelta y tirarme encima de él.

Se recostó en el pasto y llevó sus manos a mi cintura, pegándome más a su cuerpo.

-Te amo.-dijo y capturó mis labios.

Comenzó a besarme primero despacio y luego con más intensidad. Llevó una de sus manos a mi nuca para intensificar el beso.

-Amor.-dije logrando separarme.-Hay gente.

-Que se entere todo el mundo que nos amamos.-respondió volviéndome a besar.

Qué difícil era resistirme a sus besos. Me dejé llevar un poco pero luego lo volví a frenar.

-Santi, en serio.-dije cortando el beso y queriendo levantarme.

Sacó su mano de mi cintura y me dejó pararme.

 

Narra Santino:

Mi madre pasó a buscar a Emma por el departamento y la acompañó a la modista para empezar a hacerse el vestido de novia. Me gustaba la linda relación que se había formado entre ellas. Yo me puse a estudiar para los exámenes que me quedaban de la facultad cuando un llamado me interrumpió. Me sorprendí al ver de quien se trataba y atendí. Era el padre de Emma que me invitaba a pasar la tarde juntos y tener una charla de hombres. Acepté y postergué mi estudio. Quedamos en encontrarnos en una esquina. Terminamos yendo a un café y tuvimos una larga conversación en la que nos empezamos a conocer más. Pudo entrar en confianza y abrirse más. Estaba convencido, le encantaba la idea de que yo fuera su yerno.

 

Narra Emma:

La mamá de Santino me ayudó a elegir el modelo del vestido. Le tenía un gran aprecio, era una mujer encantadora. Luego la acompañé al shopping a comprar unas cosas al y hablamos bastante. Pude hablar de un montón de cosas que necesitaba hablar con una mujer de su edad. Me inspiraba demasiada confianza, y sentía que me comprendía. Estaba feliz de tenerla como suegra.

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