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miércoles, 12 de noviembre de 2014

Capítulo ochenta y nueve


Narra Emma:

Hacía un par de horas había abandonado la cama matrimonial debido a una pesadilla que había logrado romper con mi calma y despertarme. Me encontraba sentada en el antepenúltimo escalón de la escalera con la mirada perdida y dejando navegar a mis pensamientos. Nuevamente el pasado aparecía para torturarme, volvía el fantasma de mi ex novio. Pensar en Benjamín me revolvía el estómago y me generaba angustia en el pecho. Qué difícil era dejar todo atrás. Últimamente estaba muy sensible, y había retrocedido casilleros. Esa seguridad en mí, ese no desconfiar, no dudar, no ponerme celosa que había conseguido se había esfumado, y había vuelto a foja cero.                                                                                                                                                                      
Mi mejor amiga cuando se enteró del embarazo dejó todo; postergó sus estudios, se despidió tanto de su familia como de sus amigos, y viajó a Madrid a reencontrarse con Bruno y a reabrir esa historia. Cuando pensaban que todo había terminado apareció un hijo, o una hija, anda a saber. Pero la llegada de ese bebé fue para volver a unirlos. Y era maravilloso. Aunque claro, no era lindo tener que despedirme de ella, dejarla ir. Todo bien con la tecnología y que íbamos a seguir comunicadas, pero yo la necesitaba cerca. ¿A quién le iba a dar un abrazo cuando necesitaba contención o cuando estallaba de alegría? El día que se marchó me bajoneé, pero Santino me envolvió en sus brazos y todo anduvo mejor.                                                                                             
Ahora me sentía rara. Sabía que uno de los motivos por el cual había soñado con Benjamín era porque me invadía la inseguridad y tenía miedo de que la historia se volviera a repetir. Santino estaba misterioso y distante hace varios días. Me ocultaba algo, me mentía, y yo me daba cuenta. Tenía mucho olfato para todas esas cosas. Y aparte lo conocía bastante bien a él, como para darme cuenta de sus gestos. Escuché un ruido proveniente de la habitación y terminé de bajar las escaleras para dirigirme a la cocina. Me serví un vaso de jugo de naranja y me senté en la mesa. Apenas levanté la vista lo vi acercarse con Gala atrás.

-Buen día.-me dijo dándome un beso y yendo a abrir la heladera.- ¿No dormiste bien?

Se preparó el desayuno y se sentó en la mesa.

-Digo, por tu cara de cansada.-me comentó.- ¿Hace mucho te levantaste?

-Hace un rato.-apenas respondí con mi mirada fija en el jugo.

-¿Estás bien?-se interesó dejando la tostada que se había hecho y mirándome.

-Sí.-contesté acariciando el vaso.- ¿Vos? ¿Hay algo que me quieras contar?-agregué levantando la vista.

-Que ya en unos minutos me tengo que ir.-me contestó mirando el reloj de mano.

-¿Tan temprano?-lo interrogué.- ¿A dónde?

Terminó de desayunar y juntó las cosas para llevarlas a la pileta. Luego se despeinó el pelo antes de responder.

-Voy a la casa de Agustín porque anda medio deprimido por unos asuntos personales.-contestó sin mirarme.

-¿Hoy la excusa es Agustín?- y ya estaba perdiendo la paciencia.

-No empecemos.- me dijo yéndose al living.

Suspiré y me levanté de la silla, dirigiéndome hacia él. Lo frené antes de que pudiera subir las escaleras.

-Estás raro y distante hace un montón de días.-le reproché.- ¿Me vas a decir qué es lo que pasa?

-No seas paranoica, Emma.-me respondió firme.- No te estoy ocultando nada.

Acto fallido. ¿Quién habló  de ocultar? Y después la paranoica era yo. Él me estaba dando motivos. Yo estaba muy tranquila y el tema de la inseguridad era un tema superado. Pero con sus actitudes sospechosas no me dejaba más remedio que desconfiar. Me lo quedé mirando.

-¿Hay otra mujer?-solté y no me pudo sostener la mirada, por lo que tragué saliva.

Se despeinó el pelo y suspiró con fastidio.

-¿Hay otra mujer? ¿Sí o no?-insistí.- Decime la verdad, pero decímelo ahora. Yo me voy y te dejo tranquilo, no te voy a hacer ningún escándalo, pero necesito que me lo digas, no me mientas. Decímelo ahora, sin anestesia porque…-empecé a decir y me interrumpió.

-Emma, mírame.-me pidió mientras me agarraba de los hombros.-Te amo, ¿sí? No tengo ojos para otra mujer. Necesito que confíes.

Permanecí en silencio. Su mirada era transparente. Pero entonces, ¿qué era lo que ocultaba? ¿Por qué esa distancia? ¿Por qué se escapaba todo el tiempo? Necesitaba saber.

-¿Qué es lo que me ocultas entonces?-me interesé cruzándome de brazos.

-Nada, mi amor.-me respondió.-No te oculto nada. Y ahora me tengo que ir.-agregó subiendo las escaleras para ir a la habitación.

Me dejó con la palabra en la boca. Bufé y caminé hacia la cocina para terminarme el jugo. Gala me acompañó y se acostó al lado de mi silla. Santino no tardó mucho tiempo en volver a aparecer. Pero cuando lo hizo me quedé helada. Mi vista se fijó en el bolso que llevaba en su mano y sentí que me quedaba sin aire. Otra vez el pasado que volvía. Otra vez las imágenes de Benjamín.

-Ya me voy, amor.-dijo acercándose para saludarme.-Y sácate las ideas raras de la cabeza.

-¿Y ese bolso?-pregunté con la voz ronca.- ¿No volvés?

-Capaz me quede a dormir en lo de Agustín.-me respondió.-Cualquier cosa te aviso.

 

Narra Santino:

Subí al auto y suspiré. Odiaba tener que mentirle, pero no me quedaba otra opción. Puse las manos en el volante y cerré los ojos unos segundos, luego puse en marcha el auto. Estaba muy convencido de lo que iba a hacer. Estaba escuchando a mi corazón y dejando que me guiara. Antes de llegar a destino frené en una calle, agarré el celular y marqué el número de Agustín.

-Santi, ¿todo bien?-atendió enseguida.

-Todo bien, ¿vos?

-Bien, tranquilo.

-Te acordás de lo que hablamos, ¿no?-quería asegurarme de que todo saliera bien.

-Sí, amigo. Quédate tranquilo.-me calmó.- Si llega a llamar Emma, le digo que estás conmigo.

-Perfecto. Mira que está muy desconfiada y seguro va a intentar investigar. Que los chicos también le informen que estoy con vos. No quiero errores.

-Vos no te preocupes, yo te cubro.-me dijo relajado.- ¿Estás seguro de lo que vas a hacer?

-Sí, muy seguro.-le respondí.-Sé que es el amor de mi vida y estoy enamorado.

-Entonces te apoyo en tu decisión. Y quédate tranquilo que de Emma yo me ocupo.

Guardé el celular y me dirigí a comprar un ramo de flores.

 

Narra Emma:

Busqué mil maneras de distraerme pero no podía dejar de pensar en Santino. Era todo muy extraño. No me cerraba. Me puse ropa deportiva y salí a correr. Luego de dar varias vueltas, frené. Tenía que descubrir qué estaba pasando. Decidida me fui a la casa de Agustín. Cuando llegué lo vi en la calle hablando con otro de los chicos. Al acercarme llegué a escuchar un “cambia de tema que viene Emma”.

-Emma querida.-dijo Agustín sonriéndome.- ¿Qué haces  por acá?

-¿Dónde está mi novio?-pregunté firme.-Me dijo que estaba con vos porque estabas deprimido.

-¿Deprimido?- dijo el otro chico y se rio, por lo que Agustín le dio un codazo.

-Sí, vino a verme porque ando muy deprimido por unos asuntos. Y él.-señalando al otro chico.-también vino por lo mismo.

-¿Y ahora dónde está?-cansándome de que me tomen el pelo.

-Bueno, Santino está…-dijo pensando.

-¿Podes dejar de dar vueltas y decirme la verdad?- ya había perdido la paciencia.- ¡Y vos también!-señalé al otro chico.

Agustín estaba por enredarme en otras de sus mentiras cuando escuché unos pasos de fondo y una voz conocida. Me di vuelta y me encontré con Lourdes.

-¿Estás buscando a tu novio?-me preguntó con los brazos en su cadera.-Yo sé dónde y con quién está.

Ahora todo el mundo sabía dónde estaba Santino menos yo. Genial, pensé irónicamente. Mi mente empezó a pensar. ¿Con qué mujer podía estar? Por un momento se me cruzó por la cabeza Josefina, y todo cerraba al pensar en el rumor que se corrió hace unos días de que Josefina  se había peleado con ella. Quizás por eso la mandaba al frente. La simple idea de que Santino me estuviera engañando con Josefina me provocaba mareos.

-¿Con quién está?-me interesé con miedo a la respuesta.

-Acompáñame y lo vas a ver con tus propios ojos.- respondió comenzando a caminar.
 
 

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