Vistas de página en total

jueves, 20 de noviembre de 2014

Capítulo noventa y tres


Narra Santino:

Me hallaba con mis amigos llevándolos a entrenar. En el camino se nos cruzó Lautaro y todos frenamos el paso. El aire se tensó, era la primera vez que veía a Lautaro después de lo que había pasado en la final del campeonato. Sentí la mirada de odio de él sobre mí, y la mano de Agustín sobre mi pecho como si quisiera impedir que lo atacara. Los demás amagaron ponerse entre medio de nosotros, pero los corrí. Si bien el día que me encontré en el hospital ante la situación de que no iba a poder nunca más jugar al futbol me llené de bronca y sólo quería verlo y romperle todos los huesos, no era eso lo que pensaba hacer; y ya me deberían conocer.

-No pasa nada.-tranquilicé a mis amigos.-Vayan yendo.

Lautaro se corrió apenas para dejarlos pasar y se cruzó de brazos, mirándome desafiante.

-Veo que estás entero.-dijo con cierta diversión en sus ojos.-Lástima que el fútbol nunca más, ¿no?

-Sí, estoy bien. Aunque me parece que me querías dejar paralítico.-le respondí.-Así es. No puedo jugar nunca más al fútbol, igual tengo otros proyectos y estoy feliz con eso.-hice una pausa.- ¿A vos de qué te sirvió todo esto? Digo, porque el campeonato lo ganamos igual.

Se rio antes de contestar.

-Lo ganaron tus compañeros querrás decir.-me corrigió.-Y me sirvió porque me aseguré que un creído como vos no pise nunca más una cancha, aunque ahora te quieras hacer el entrenador, que no vayas a Madrid que ese lugar me correspondería a mí. Y aparte ahora se me abrieron oportunidades en el fútbol ya que te corriste.

-No te dejé el lugar ni me corrí, me sacaste a la fuerza, por izquierda.-le aclaré.-Y ya que estamos hablando de tus oportunidades en el fútbol, te quería pedir perdón por haberte dicho fracasado. En ese momento estaba con bronca, que de hecho me la habías generado vos, pero bueno, de todos modos no te lo tendría que haber dicho, así que me disculpo.-me miró raro.-Y creo que sos un muy buen jugador, nunca me creí superior a vos, si eso era lo que te atormentaba. Es una lástima que solo seas bueno en eso, ¿no?

Se quedó en silencio y sus ojos se prendían fuego de odio.

-La verdad es que no sé qué era lo que querías lograr con lo que hiciste. Si buscabas destruirme, lamento decirte que no pudiste.-hice una pausa.-Me habrás matado el sueño que tenía desde chiquito que era jugar en Madrid, me habrás cortado las piernas al saber que no puedo tocar nunca más una pelota de fútbol, y también me habrás sacado el recuerdo de la final del campeonato, pero no me importa. Sigo siendo feliz, ¿sabes por qué? Porque soy una buena persona y estoy rodeado de gente que me quiere. Y en tu caso no sé si puedo decir lo mismo…tendrás más oportunidades con el fútbol, que te lo ganaste jugando sucio, pero estás solo y sé que no sos feliz.

Me pareció muy raro que no me haya interrumpido con su sarta de pelotudeces. Creo que le había hecho comer todas sus palabras.

-Y siendo sincero yo alguna vez pensé que eras una buena persona, hasta en algún momento llegué a creer que eras mi amigo…pero claramente esa palabra te quedó demasiado grande. No sé en qué momento acumulaste tanta bronca. Para hacer lo que hiciste, sabiendo que te ibas a quedar afuera vos también del campeonato, te tiene que haber cegado la envidia y los celos a un límite extremo. Tampoco entendí nunca porque me odias vos si el que me cagó en su momento una mina fuiste vos. Pero bueno, no me voy a meter con tus mambos.-continué.- Solo quiero que sepas que a pesar de todo te perdono y no te voy a guardar rencor. Ojalá puedas salir de ese lugar horrible en el que te colocaste y volver a tener una vida plena. La vida es una sola, y hay cosas más importantes que ganar en el fútbol o acumular odio. No te lo hagas a vos mismo.-hice una pausa.-Me voy que me están esperando. Suerte.-agregué dándole una palmada en la espalda antes de irme.

Empecé a caminar y por un momento me volteé a mirarlo. Se había quedado paralizado en el lugar, sin poder reaccionar. Volví a girar y seguí mi camino. Las palabras siempre son más útiles que la violencia.

 

Narra Emma:

Me encontraba en un estado que si me pidieran que lo explicara, no encontraría las palabras. Estaba feliz por todo lo que estaba viviendo y la idea de casarme con Santino me llenaba el alma. Pero no terminaba de estar del todo bien. Me sentía rara. Creo que todo lo del matrimonio me hacía volver a ese horrible recuerdo que no me lo podía olvidar. Por un momento me vino a la mente la imagen mía en la iglesia siendo plantada, y luego cuando en un ataque de crisis quise prender fuego el vestido. Sé que si estuviera en frente mío mi novio escuchando todo esto me diría que todo pasa por algo, y le daría razón porque si no hubiese pasado eso, yo ya estaría casada, y el matrimonio con él no tendría la misma emoción. Todo eso lo entiendo, pero es como si tuviera esa amarga sensación clavada en el pecho y me lastimara todos los días; algunos días más, otros menos, pero siempre está. Su muerte también fue algo que me marcó y aunque quiera no puedo dejar el pasado atrás. Es como si nunca lo pudiera soltar. Y me angustio. Lloro. Lo sueño. Me tortura. Me quedaron los pensamientos en el aire al escuchar el ruido de la puerta.

-Hola, amor.-me saludó Santino dirigiéndose a la cocina a buscar un vaso de agua.

Luego se acercó a darme un beso y se me quedó observando, con cara extrañada.

-¿Por dónde andan viajando esos pensamientos?- se interesó sentándose frente a mí.

Debatí internamente si contarle o no. Pero finalmente solté todo. Me escuchó atentamente y me sentí comprendida.

-Y a pesar de todo, yo lo quería…-le confesé y sentí como si me sacara un peso de encima.

-Lo sé, mi amor. Y no te culpo.-me respondió y suspiró antes de continuar.-Emma, yo de verdad lamento que las cosas hayan terminado así. En el momento que ocurrió todo me sentí algo culpable, me enredé en el pensamiento de que si yo no me hubiera ido, si no te hubiera dejado ahí con él, capaz todo se daba distinto. Y su muerte se podía haber evitado.-hizo una pausa.-Pero sé que no tiene sentido darle vueltas al asunto ahora. Creo que no hay culpables. Las cosas se dieron así y punto.

Me lo quedé mirando aunque quería abrazarlo fuerte.

-Olvidarte de que Benjamín existió en tu vida no vas a poder. Y no está mal, es parte de tu vida, de tu experiencia, de tu aprendizaje. Pero tenés que soltar el pasado, dejarlo atrás, para poder mirar adelante. Dejá ir al dolor de una vez, cortá con eso que te hace mal.-me explicó.-Vas a ser feliz, te lo prometo.

Me acerqué a abrazarlo y hundí mi cabeza en su pecho.

-Te amo demasiado, en serio.-le dije.-Gracias por llegar a mi vida.

-Yo también.-me dijo acariciándome el pelo.

Cuando me puse a preparar la cena, él me ayudó y empezamos a hablar de todo un poco.

-Ya me estaba olvidando de contarte que hoy me crucé con Lautaro.-me dijo de repente, cambiando de tema.

-¿En serio? ¿Y qué pasó?-pregunté con miedo a la respuesta, aunque su cuerpo no tenía rastros de una pelea.

-No mires así, no me rebajé a su nivel. Aparte no estoy a favor de la violencia.-me aclaró al ver mi expresión.- En resumen le dije lo que pensaba y sentía, y lo perdoné.-agregó y lo miré sin entender.

-¿Te pidió perdón? ¿O lo perdonaste de todas formas?-me interesé extrañada.

-No, no tenía intenciones de pedirme perdón. Y aunque las tuviera no lo haría porque es orgulloso. Pero lo perdoné igual. No quería acumular rencor ni seguir cargando ese episodio. Por eso lo liberé y de pasó solté lo que pasó para dejarlo atrás. Ya si a él le queda cargo de conciencia, no es mi problema. Pero por mi parte, cerré el tema. Aparte le di mi punto de vista, lo veo muy perdido y me importa como ser humano.

-Eso es lo que admiro de vos. Que además de ser buena persona puedas cerrar el pasado.-le dije.-A mí me cuesta un montón.

-No digas así, pudiste bastante. En estos meses cambiaste un montón, pudiendo superar el pasado. Sólo te falta soltar, dejar ir a Benjamín.-me dijo.-Liberate de la bronca y el rencor, son sentimientos que no sirven. Amigate con esa parte de tu vida. Perdonalo y déjalo descansar en paz.

Luego de decir eso me cambió de tema. Y por el resto de la noche la conversación fue variando, pero mi mente se había quedado en esa parte. Me había hecho reflexionar. Y creo que ya sabía lo que iba a hacer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario