Narra
Santino:
Me hallaba con mis amigos llevándolos a entrenar. En el camino
se nos cruzó Lautaro y todos frenamos el paso. El aire se tensó, era la primera
vez que veía a Lautaro después de lo que había pasado en la final del
campeonato. Sentí la mirada de odio de él sobre mí, y la mano de Agustín sobre
mi pecho como si quisiera impedir que lo atacara. Los demás amagaron ponerse
entre medio de nosotros, pero los corrí. Si bien el día que me encontré en el
hospital ante la situación de que no iba a poder nunca más jugar al futbol me
llené de bronca y sólo quería verlo y romperle todos los huesos, no era eso lo
que pensaba hacer; y ya me deberían conocer.
-No pasa nada.-tranquilicé a mis amigos.-Vayan yendo.
Lautaro se corrió apenas para dejarlos pasar y se cruzó de
brazos, mirándome desafiante.
-Veo que estás entero.-dijo con cierta diversión en sus
ojos.-Lástima que el fútbol nunca más, ¿no?
-Sí, estoy bien. Aunque me parece que me querías dejar
paralítico.-le respondí.-Así es. No puedo jugar nunca más al fútbol, igual
tengo otros proyectos y estoy feliz con eso.-hice una pausa.- ¿A vos de qué te
sirvió todo esto? Digo, porque el campeonato lo ganamos igual.
Se rio antes de contestar.
-Lo ganaron tus compañeros querrás decir.-me corrigió.-Y me
sirvió porque me aseguré que un creído como vos no pise nunca más una cancha,
aunque ahora te quieras hacer el entrenador, que no vayas a Madrid que ese
lugar me correspondería a mí. Y aparte ahora se me abrieron oportunidades en el
fútbol ya que te corriste.
-No te dejé el lugar ni me corrí, me sacaste a la fuerza, por
izquierda.-le aclaré.-Y ya que estamos hablando de tus oportunidades en el
fútbol, te quería pedir perdón por haberte dicho fracasado. En ese momento
estaba con bronca, que de hecho me la habías generado vos, pero bueno, de todos
modos no te lo tendría que haber dicho, así que me disculpo.-me miró raro.-Y
creo que sos un muy buen jugador, nunca me creí superior a vos, si eso era lo
que te atormentaba. Es una lástima que solo seas bueno en eso, ¿no?
Se quedó en silencio y sus ojos se prendían fuego de odio.
-La verdad es que no sé qué era lo que querías lograr con lo que
hiciste. Si buscabas destruirme, lamento decirte que no pudiste.-hice una
pausa.-Me habrás matado el sueño que tenía desde chiquito que era jugar en
Madrid, me habrás cortado las piernas al saber que no puedo tocar nunca más una
pelota de fútbol, y también me habrás sacado el recuerdo de la final del
campeonato, pero no me importa. Sigo siendo feliz, ¿sabes por qué? Porque soy
una buena persona y estoy rodeado de gente que me quiere. Y en tu caso no sé si
puedo decir lo mismo…tendrás más oportunidades con el fútbol, que te lo ganaste
jugando sucio, pero estás solo y sé que no sos feliz.
Me pareció muy raro que no me haya interrumpido con su sarta de
pelotudeces. Creo que le había hecho comer todas sus palabras.
-Y siendo sincero yo alguna vez pensé que eras una buena
persona, hasta en algún momento llegué a creer que eras mi amigo…pero
claramente esa palabra te quedó demasiado grande. No sé en qué momento
acumulaste tanta bronca. Para hacer lo que hiciste, sabiendo que te ibas a
quedar afuera vos también del campeonato, te tiene que haber cegado la envidia
y los celos a un límite extremo. Tampoco entendí nunca porque me odias vos si
el que me cagó en su momento una mina fuiste vos. Pero bueno, no me voy a meter
con tus mambos.-continué.- Solo quiero que sepas que a pesar de todo te perdono
y no te voy a guardar rencor. Ojalá puedas salir de ese lugar horrible en el
que te colocaste y volver a tener una vida plena. La vida es una sola, y hay
cosas más importantes que ganar en el fútbol o acumular odio. No te lo hagas a
vos mismo.-hice una pausa.-Me voy que me están esperando. Suerte.-agregué
dándole una palmada en la espalda antes de irme.
Empecé a caminar y por un momento me volteé a mirarlo. Se había
quedado paralizado en el lugar, sin poder reaccionar. Volví a girar y seguí mi
camino. Las palabras siempre son más útiles que la violencia.
Narra Emma:
Me encontraba en un estado que si me pidieran que lo explicara,
no encontraría las palabras. Estaba feliz por todo lo que estaba viviendo y la
idea de casarme con Santino me llenaba el alma. Pero no terminaba de estar del
todo bien. Me sentía rara. Creo que todo lo del matrimonio me hacía volver a ese
horrible recuerdo que no me lo podía olvidar. Por un momento me vino a la mente
la imagen mía en la iglesia siendo plantada, y luego cuando en un ataque de
crisis quise prender fuego el vestido. Sé que si estuviera en frente mío mi
novio escuchando todo esto me diría que todo pasa por algo, y le daría razón
porque si no hubiese pasado eso, yo ya estaría casada, y el matrimonio con él
no tendría la misma emoción. Todo eso lo entiendo, pero es como si tuviera esa
amarga sensación clavada en el pecho y me lastimara todos los días; algunos
días más, otros menos, pero siempre está. Su muerte también fue algo que me
marcó y aunque quiera no puedo dejar el pasado atrás. Es como si nunca lo
pudiera soltar. Y me angustio. Lloro. Lo sueño. Me tortura. Me quedaron los
pensamientos en el aire al escuchar el ruido de la puerta.
-Hola, amor.-me saludó Santino dirigiéndose a la cocina a buscar
un vaso de agua.
Luego se acercó a darme un beso y se me quedó observando, con
cara extrañada.
-¿Por dónde andan viajando esos pensamientos?- se interesó
sentándose frente a mí.
Debatí internamente si contarle o no. Pero finalmente solté
todo. Me escuchó atentamente y me sentí comprendida.
-Y a pesar de todo, yo lo quería…-le confesé y sentí como si me
sacara un peso de encima.
-Lo sé, mi amor. Y no te culpo.-me respondió y suspiró antes de
continuar.-Emma, yo de verdad lamento que las cosas hayan terminado así. En el
momento que ocurrió todo me sentí algo culpable, me enredé en el pensamiento de
que si yo no me hubiera ido, si no te hubiera dejado ahí con él, capaz todo se
daba distinto. Y su muerte se podía haber evitado.-hizo una pausa.-Pero sé que
no tiene sentido darle vueltas al asunto ahora. Creo que no hay culpables. Las
cosas se dieron así y punto.
Me lo quedé mirando aunque quería abrazarlo fuerte.
-Olvidarte de que Benjamín existió en tu vida no vas a poder. Y
no está mal, es parte de tu vida, de tu experiencia, de tu aprendizaje. Pero
tenés que soltar el pasado, dejarlo atrás, para poder mirar adelante. Dejá ir
al dolor de una vez, cortá con eso que te hace mal.-me explicó.-Vas a ser
feliz, te lo prometo.
Me acerqué a abrazarlo y hundí mi cabeza en su pecho.
-Te amo demasiado, en serio.-le dije.-Gracias por llegar a mi
vida.
-Yo también.-me dijo acariciándome el pelo.
Cuando me puse a preparar la cena, él me ayudó y empezamos a
hablar de todo un poco.
-Ya me estaba olvidando de contarte que hoy me crucé con
Lautaro.-me dijo de repente, cambiando de tema.
-¿En serio? ¿Y qué pasó?-pregunté con miedo a la respuesta,
aunque su cuerpo no tenía rastros de una pelea.
-No mires así, no me rebajé a su nivel. Aparte no estoy a favor
de la violencia.-me aclaró al ver mi expresión.- En resumen le dije lo que
pensaba y sentía, y lo perdoné.-agregó y lo miré sin entender.
-¿Te pidió perdón? ¿O lo perdonaste de todas formas?-me interesé
extrañada.
-No, no tenía intenciones de pedirme perdón. Y aunque las
tuviera no lo haría porque es orgulloso. Pero lo perdoné igual. No quería
acumular rencor ni seguir cargando ese episodio. Por eso lo liberé y de pasó
solté lo que pasó para dejarlo atrás. Ya si a él le queda cargo de conciencia,
no es mi problema. Pero por mi parte, cerré el tema. Aparte le di mi punto de
vista, lo veo muy perdido y me importa como ser humano.
-Eso es lo que admiro de vos. Que además de ser buena persona
puedas cerrar el pasado.-le dije.-A mí me cuesta un montón.
-No digas así, pudiste bastante. En estos meses cambiaste un
montón, pudiendo superar el pasado. Sólo te falta soltar, dejar ir a Benjamín.-me
dijo.-Liberate de la bronca y el rencor, son sentimientos que no sirven.
Amigate con esa parte de tu vida. Perdonalo y déjalo descansar en paz.
Luego de decir eso me cambió de tema. Y por el resto de la noche
la conversación fue variando, pero mi mente se había quedado en esa parte. Me
había hecho reflexionar. Y creo que ya sabía lo que iba a hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario