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sábado, 10 de mayo de 2014

Capítulo cuarenta y ocho


Narra Emma:

El amanecer me encontró en la cama acostada boca arriba con la mirada perdida en el techo. Las sábanas blancas tapaban mi cuerpo frío y desnudo. Benjamín estaba durmiendo boca abajo, destapado y llevaba puesto su bóxer.
Mis ojos observaban la habitación con la cabeza fija sobre la almohada y mi mente se perdía entre miles de pensamientos. Me sentía vacía. Y muy culpable por haberme revolcado en esta cama matrimonial con Benjamín, por haber accedido a una noche de sexo sin amor. 
Aún seguía con la espantosa sensación de sus manos ásperas recorriendo mi cuerpo y me generaba una mezcla de angustia y náuseas.
Puede ser que en algún punto Benjamín me haya conmovido con su acto heroico y demostración de preocupación por mí, y me haya dejado llevar por esa especie de amor que alguna vez sentí por él. Pero me di cuenta que no hay nada, ya no queda ni una pizca de cariño entre nosotros. 


Narra Santino:

Me despertó el murmullo y los movimientos que venían del living donde estaban mi hermana y las amigas. Me cambié y agarré las cosas de la facultad. Al bajar escuché como se peleaban por el baño. Al ver esa imagen sólo esperaba no tener muchas hijas mujeres.

-¿Van al colegio o a un desfile de moda?-les pregunté al verlas maquilladas.

-No sé como iban al colegio en tu época pero ahora se va así.-me contestó mi hermana.

Le iba a responder a su agresión por su término "en tu época" pero no tenía ganas de discutir a esas horas de la mañana.

-¿Quieren que las lleve con el auto?-les pregunté agarrando las llaves y el celular.

Asintieron y nos dirigimos a la puerta.


Narra Emma:

Sentí un movimiento y al girar mi cabeza sus labios se apoyaron en los míos. 

-Buenos días, amor.-me susurró al oído y se levantó de la cama.

Apenas le sonreí y cuando se dio vuelta para cambiarse, desapareció la sonrisa de mi rostro.

-No me quedo a desayunar porque sino llego tarde y hay mucho trabajo en la empresa hoy.-me comentó terminándose de cambiar y agarrando el maletín.

-Está bien.-le respondí aún acostada en la cama.-Nos vemos a la noche.

Se fue. Y yo me fui a bañar y a despejarme la cabeza bajo la ducha.


Narra Santino:

Llegué de la facultad y me puse a cocinar. Mientras esperaba que estuvieran listos los fideos agarré el celular y vi que Emma no me respondía los mensajes desde anoche. Me resultó extraño. Lo medité unos segundos y luego decidí llamarla.


Narra Emma:

Terminé de almorzar y me puse a planchar la ropa, mayormente eran camisas de Benjamín.
De repente empezó a sonar mi celular y al agarrarlo vi que era Santino. Se me estrujó el corazón y no tuve el coraje de atenderlo, por lo que dejé que siguiera sonando. Cuando se cortó la llamada lo agarré otra vez y vi los mensajes de texto de él  "Me haces muy bien. Te quiero cada vez más". "¿Está todo bien por ahí? Acá vino mi hermana junto a las amigas y se van a quedar a dormir".  Casi le quemo toda la camisa a Benjamín de los nervios.


Narra Santino:

Me quedé con el celular en la mano y luego de unos segundos volví a llamar. Me volvió a saltar el contestador y le dejé un mensaje.
Terminé de cocinar y almorcé.


Narra Emma:

Desenchufé la plancha y llevé la ropa a la habitación. Luego agarré el celular y me fui a sentar al sillón del living. Vi que tenía un mensaje de voz y puse para escucharlo:

"Emma, ¿estás bien? Estoy preocupado, no me puedo comunicar con vos. Cuando puedas llámame. Beso"

Me mataba la culpa. Me sentía horrible. Se me empezaron a caer las lágrimas. Me quedé sentada meditando por un largo rato. 


Narra Santino:

Después de estudiar un rato y de sacar a pasear a Gala, me senté en el sillón del living a tocar la guitarra. Cuando me puse a cantar sonó el timbre. Fui a atender creyendo que tal vez era Emma, pero era mi hermana que me traía a mi sobrino.


Narra Emma:

Necesitaba desahogarme, hablar con alguien. Fui a la casa de Tania donde me crucé con Bruno que se estaba yendo. Me dirigí con mi mejor amiga a su habitación.

-¿Qué es eso tan urgente que me tenes que contar?-me dijo sentándose en su cama.

-Ay amiga, me mandé una gran cagada.-le respondí sentándome en un puf verde y agarrándome la cabeza.

-¿Qué hiciste?-me preguntó mirándome fijo.

-Me acosté con Benjamín.-respondí nerviosa en voz baja.

-¿Qué?-preguntó sin haber llegado a escuchar bien.

-Me acosté con Benjamín.-repetí normal.

-¿Cómo que te acostaste con él?-me interrogó sorprendida.-¿Y Santino? 

Le estaba por responder pero me interrumpió.

-Pero no entiendo. Estás con los dos.-me dijo.-¿Tenes relaciones  con los dos?

Le expliqué bien como era toda la situación.

-¿Vos tenes bien en claro lo que sentís por cada uno?-me preguntó.-Porque lo vas a seguir lastimando a Santino sino.

-Lo tengo muy claro.-le respondí.-Con Benjamín no me pasa nada, ya me causa rechazo. Yo creí que lo que sentía por él era amor, pero me di cuenta que nunca estuve enamorada de él.-le expliqué.

-¿Y con Santino?-me preguntó.

Suspiré y sonreí.

-Santino es esa persona que siempre busqué. Es inexplicable lo que siento cuando estoy con él.-le dije.-Cada día me siento más enamorada...y me da miedo.

-¿Qué te da miedo?-me interrogó.-Es lo más tierno que hay ese chico.

-Nunca nadie me quiso y me valoró como lo hace él. Y por nadie sentí lo que siento por él.-le dije.-Pero me da miedo terminar sufriendo.

-Es un miedo proyectado al futuro, amiga.-me dijo.-Aprovecha el presente. Hoy él te hace bien. Ambos se hacen bien.

Me quedé pensando unos segundos.

-Tenes razón.-le dije.-Pero no se sí me va a perdonar que me haya acostado con Benjamín. No me da ni la cara para ir a verlo y contarle.

-Todavía no entiendo como pasó.-me dijo.-¿No pensaste en Santi en ese momento?

-Todo el tiempo.-le respondí.

Me miró extrañada.

-Me refiero a que sí lo tuve en cuenta, y me sentí horrible.-le dije.-Pero ayer Benjamín se preocupó por mi y me demostró que le importo.

-¿Y qué tiene que ver eso?-me preguntó.

-Que me movilizó algo.-le dije.-Igual llegué al beso. Lo demás juro que no quería, pero me dio miedo rechazarlo.-agregué con la voz quebrada.

Tania se me quedó mirando y luego dirigió la vista a mi mano vendada. Supuse lo que estaba pensando.

-Fue él.-le confesé.

Luego vino un interrogatorio y la tuve que tranquilizar para que no se preocupara. Nos quedamos hablando bastante tiempo y me convenció para que vaya a dar la cara con Santino.



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