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sábado, 24 de mayo de 2014

Capítulo cincuenta y dos


Narra Emma:

Había sido un día agotador. Se me partía la cabeza del dolor y tenía mucho sueño. Además, quería desconectar la mente y dejar de enroscarme con todo el problema de Benjamín. Me acosté en la cama y luego de responderle los mensajes a Santino, me quedé dormida.


Narra Santino:

Mis amigos se encontraban hablando en el living mientras yo estaba en la cocina agarrando las botellas de alcohol. Aproveché para responderle a Emma.

-¿Te ayudo a llevar algo?-me preguntó Bruno, apareciendo.

-Sí, lleva esto.-le señalé mientras terminaba de mandar el mensaje.

-Me dijiste que venga sin Tania y te encuentro mandándote mensajes con Emma...-acotó y me guardé el celular en el bolsillo.

-Pero vos estás como una garrapata con Tania.-me defendí agarrando unas botellas.-Llevemos esto, dale.

Cuando regresamos al living nos informaron que estaban por llegar el grupito de amigas de Valeria, con ella incluida, claro. Con Bruno nos miramos.

-¿No iban a invitar a las otras chicas?-cuestionó Bruno.

-Sí, pero cambiamos de opinión.-respondió abiertamente Agustín.

Genial, pensé irónicamente. Mis ganas de volver a ver a Valeria eran nulas. Tan sólo esperaba que lo nuestro haya quedado superado y no me empezara a acosar. 
Bruno estaba más complicado que yo, iba a tener que volver a estar cara a cara con la mujer con la que se acostó un par de veces.

-Al horno, hermano.-me comentó Bruno parándose al lado mío.

-Yo la ignoro y listo.-le respondí.-¿Vos caes en la tentación?

-¿Qué decís?-preguntó ofendido.-Soy un hombre fiel.-agregó y al mismo instante sonó el timbre.

Me encaminé a la puerta y las hice entrar. Fueron saludándome y dirigiéndose a donde estaban todos. La última en ingresar fue Valeria. Al verla abrí los ojos y la miré de arriba abajo. Estaba con un vestido corto apretado de color bordó que dejaba lucir sus largas y delgadas piernas y unos tacones negros. Me saludó sin mirarme y desfiló hacia el living, haciéndose la superada.

-Me parece que la que te ignora es ella.-me dijo Bruno en voz baja cuando me acerqué.

Estuvimos hablando todos por un largo rato. Uno de mis amigos no tardó en emborracharse y empezar a decir incoherencias. A Bruno, la chica se le acercaba y lo buscaba. Valeria se encontraba conversando y riéndose con otro de mis amigos. Tampoco era que me molestaba el hecho de que me ignorara, de todos modos yo pensaba hacer lo mismo. Aunque tal vez un poco me afectaba. Me fui a la cocina para dejar de tener esos pensamientos de minita que me estaban irritando.

-¿Hielos?-preguntó Valeria entrando a la cocina luego de varios segundos.

La miré y vi que ni siquiera me miraba al hablarme.

-Hay una cubetera llena en el frezzer.-le respondí.-Agárrala. 

-Permiso.-dijo abriendo el frezzer y agarrando los hielos.

La observé con mi vaso de fernet en la mano. Ese vestido le quedaba demasiado bien.

-¿Qué miras tanto?-se interesó.

Se acercó más a mí y pasó su mano por mi pelo.

-¿Te arrepentís de haberme dejado ir?-agregó rozando su nariz con la mía.

La alejé y la obligué a tomar distancia. Volví a recordar todas sus cualidades que detestaba y me causaban rechazo.

-No, para nada.-le contesté serio.-Sigo sosteniendo lo que te dije la última vez.

-La última vez casi nos acostamos, Santino.-me recordó.

-Perdón por haberte confundido.-le dije luego de un silencio.-Quiero que lo que pasó entre nosotros quede en el olvido.

Frunció el ceño.

-Para que no se vuelvan incómodos estos momentos.-le expliqué.

-¿Y tu noviecita no sabe que estoy acá?-se interesó.

Me sorprendió la pregunta. ¿Cómo diablos sabía que tenía novia?

-¿Qué novia?-le pregunté y se río falsamente.

-Esa chica por la que se te van los ojos y te desesperas cada vez que la ves.-me respondió.-Es tu novia, ¿no?

-No me desespero.-le aclaré molesto.-Simplemente estoy enamorado. Y sí, es mi novia.

-Te creía más inteligente, querido.-dijo luego de un suspiro y abandonó la cocina llevándose la cubetera.


Narra Emma:

Me desperté sobresaltada y temblando. Había tenido una pesadilla con Benjamín. Me levanté un poco, quedando sentada y me intenté tranquilizar. Respiré profundo e intenté volverme a dormir.


Narra Santino:

Llegamos al boliche y comenzamos a dispersarnos. Con Bruno nos acercamos a la barra y nos pedimos un trago. Luego nos fuimos bailando por ahí.

-No lo vas a poder creer.-me dijo Bruno mirando fijo a un sector.-No te des vuelta.

-¿Qué pasó?-le pregunté sin entender.-¿A quién viste?

-Están Lourdes y Josefina.-me respondió.

-Por casualidad, ¿le dijiste a Tania a donde veníamos?-me interesé y por la cara que puso no hizo falta respuesta.-¿Ya se corrieron?

-Malas noticias.-me comentó.-Nos acaban de ver y están viniendo para acá. Josefina está muy borracha, por cierto.

Cuando me di vuelta las tenía a las dos a un solo paso.

-Luli, ¿todo bien?-le pregunté saludándola.-Hola Jose.-agregué saludándola ahora a ella.

-¿Vinieron solas?-se interesó Bruno como si desconfiara de que Tania haya ido sin avisarle.

-Sí, vinimos solo nosotras dos.-le respondió Lourdes.

Josefina estaba demasiado "alegre" y se me abalanzó, abrazándome.

-Bésame, Santino. Bésame.-repetía.

Miré tanto a Bruno como a Lourdes para que me ayudaran. Pero fue inútil. Ella se lo llevó y yo me quedé con Josefina que estaba agarrada de mí sin quererme soltar.

-Jose, por favor.-le dije logrando separarla de mí.

Empezó a querer darme un beso a toda costa y entramos en una pelea en la que ya no sabía como correrle la cara.

-Ey, Jose, en serio.-le dije firme.-Ya lo hablamos a esto.

Quise irme con los chicos que ya los había localizado con la vista pero de repente Josefina se largó a llorar delante mío.

-¿Por qué me rechazas?-repetía llorando.-¿Tan fea soy?

Me partió el alma y sentí culpa. ¿Por qué me pasaban estas cosas? La intenté calmar y la abracé. Cuando la noté más tranquila, volví a tomar distancia.

-Sos hermosa.-le dije secándole las lágrimas.-Pero estoy enamorado de otra persona.-agregué y me miró con ojos vidriosos.-No quiero lastimarte.


Narra Emma:

Me volví a despertar. Me sentía muy mal y estaba transpirando. Casi no me podía mover. Estiré el brazo para agarrar mi celular de la mesita de luz y marqué el número de Santino.

-Hola.-se escuchó del otro lado junto a ruido de boliche.-¿Emma?

-Santi, ¿estás ocupado?-le pregunté mientras aumentaba la transpiración.

-No te escucho nada.-me dijo.-Ahora sí, ¿pasó algo?-agregó luego de varios segundos.

-Me siento muy mal.-dije con un hilo de voz.-Necesito que vengas.-agregué forzando la voz.

-Ay Emma, no te escucho.-protestó.-¿Estás bien?

Corté y le mandé un mensaje "Me siento muy mal. Por favor, necesito que vengas" 


Narra Santino:

Leí el mensaje y me preocupé. Busqué con la mirada a Bruno para avisarle que me iba pero no lo encontré. Cuando me acerqué de vuelta a donde estaba con Josefina me la encontré más borracha que antes, al parecer había seguido tomando y estaba en un estado deplorable. Me pasé una mano por la cara. 

-Me siento mal.-dijo hundiendo su cabeza en mi pecho y manchándome con maquillaje la camisa.

Suspiré con fastidio mientras intentaba localizar a Lourdes o a Bruno. No hubo caso, no los pude encontrar. Tenía que ir a ver a Emma pero no la podía dejar sola a Josefina.

-Te llevo a tu casa.-le dije finalmente a Josefina.

Nos subimos a mi auto y le pedí que me recordara su dirección. Lo único que esperaba era que no me vomitara el tapizado.

-Llegamos.-dije frenando el auto.-¿Podes?-agregué al ver que se mareaba un poco al intentar bajar.

-Sí.-dijo e intentó darme un beso pero corrí la cara poniendo mi mejilla.-Gracias por traerme.-agregó bajando.

Esperé a que entrara a su casa y volví a poner en marcha el auto. Próxima parada: departamento de Emma. 
Estacioné mi auto frente al edificio y el de seguridad me dejó pasar. Subí por el ascensor y me encontré con la puerta del departamento entre abierta. Ingresé lentamente y cerré. Avancé mirando todo, seguía todo igual a la primera vez que fui. Me dirigí a la habitación y la encontré acostada en la cama matrimonial con los ojos apenas un poco abiertos. Mordí mi labio inferior, me causaba mucha ternura. Me acerqué y pude ver que estaba transpirando.

-Emma.-acoté acariciándola.-Estás hirviendo.-agregué tocándole la frente.

Estaba volando de fiebre. Me estaba por dar vuelta para ir a buscar un trapo húmedo para bajarle la fiebre, y de repente me agarró fuerte la mano.

-No te vayas.-murmuró.

-No me voy, tranquila.-le dije.

Me solté y fui a buscar el trapo, al volver se lo puse en la frente. Me encaminé al baño y empecé a revólver todo hasta que encontré el termómetro. Se lo coloqué debajo de la axila y le apoyé su brazo en el pecho. Fui a buscar una silla y me senté al lado.

-Te amo.-susurró en sus delirios.

-Descansa, mi amor.-le dije y pasé una mano por su mejilla.

Contemplé su figura en medio de la oscuridad por un largo rato y controlé que no le subiera más la temperatura. Luego me acerqué y besé su frente. Noté que ya le había bajado un poco la fiebre y me dio tranquilidad. Tenía mucho sueño pero  me negaba acostarme del lado de que le pertenecía a Benjamín. Permanecí un rato más sentado en la silla y luego delicadamente corrí un poco a Emma para que entráramos ambos de su lado. Dormida acomodó su cabeza en mi pecho y la abracé quedándome dormido.



Twitter: @janetroseblog

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