Narra Emma:
Una vez que le
conté todo me dejó ir. Y le conté exactamente todo y con detalles. Hasta lo que
nunca me animé a hablar con otra persona. Me escuchó atentamente. Algunas cosas
le sorprendieron, otras no tanto. Y varias lo ayudaron a comprender ciertas
actitudes mías y a entender por qué es que no puedo terminar de una vez por
todas con esa relación.
Narra Santino:
Me dejó
pensativo. No quise dejarla ir pero insistió que sabía como manejarlo y que
debía irse, al menos por hoy. Estaba dejando que la mujer que amo conviva con
un hombre oscuro que la manejaba como una marioneta y la obligaba a hacer lo
que se le antojara, tratándola como cualquier cosa menos como una mujer.
Narra Emma:
Al bajar del taxi
y caminar hasta el departamento vi algo que no pude creer, me quedé paralizada.
A lo lejos se encontraba Benjamín hablando muy amigablemente con...¿Uno de los
hombres que entraron a robar ayer? Sí, al acercarme un poco lo pude reconocer
bien. Su altura, su barba candado, su pelo morocho ondulado y ese tatuaje de
una estrella en la mano lo delataban. Le entregó un sobre que al parecer
contenía dinero y el hombre sonrió. Tragué saliva y atiné a desaparecer rápido
antes de que me vieran.
Narra Santino:
Con todo lo que
había pasado se me había olvidado que era Viernes. Necesitaba despejar un poco
mi cabeza, necesitaba una buena salida con mis amigos. Me comuniqué con ellos
para arreglar bien todo, y me aseguré que Bruno viniera sin Tania.
Narra Emma:
Me costó abrir la
puerta del departamento de los nervios. Una vez dentro empecé a caminar de un
lado para el otro sin saber que hacer. Miles de imágenes invadían mi
mente. No podía ser cierto. ¿Realmente Benjamín era capaz de pagarle a unos
hombres armados para que nos vengan a robar? Y yo como una estúpida le creí.
Pensé que aunque sea un poquito le importaba.
El ruido de las
llaves me sobresaltó de los pensamientos. Tenía que fingir que estaba todo
bien, que no había visto nada. Respiré hondo y cambié la cara.
-Hola, amor.-me
dijo al entrar.-¿Preparaste la cena?
Por unos segundos
me tildé en su rostro. Lo miraba y sentía que estaba frente a un desconocido.
-No tuve
tiempo.-le respondí desviando la mirada.-Ahora la preparo.
-Intenta apurarte
porque estoy agotado.-me dijo sacándose la corbata y tirándola en el sillón.-Me
voy a bañar.
Se dirigió al
baño y lo seguí con la mirada hasta que lo vi entrar y cerrar la puerta. Cuando
escuché el sonido de la ducha mi vista se clavó en su saco, que se encontraba
colgado en el perchero de la entrada. Dudé pero luego me acerqué y le revisé
los bolsillos en busca de su celular. Al encontrarlo verifiqué que no tenía
contraseña y miré tanto los mensajes de entrada como los de salida.
"Mono, necesito de tus servicios. Tengo un
trabajito para ustedes"
"A tu disposición, jefe"
"Salió todo bien. La pendeja se creyó
todo. Ya la tengo nuevamente de mi lado"
"Perfecto. Seguí con el circo, y hace
lo que falte para convencerla"
"Ya me la cogí"
Una bronca me
recorrió cada parte de mi ser. Mordí con fuerza y me contuve las ganas de ir a
ahogarlo bajo la ducha.
-Que hijo de
puta.-mascullé con odio.
Dejé de escuchar
la lluvia de la ducha y rápidamente dejé el celular donde estaba. Caminé ligero
hacia la cocina y me puse a cocinar algo rápido.
Narra Santino:
Me bañé y me
cambié. Luego me puse a acomodar un poco el departamento, ya que era el lugar
donde íbamos a hacer la previa. Extrañaba mucho estas juntadas y estas salidas.
Narra Emma:
Me sentía
insegura en ese departamento. Ya no sabía de lo que era capaz de hacer
Benjamín. Los nervios no me estaban jugando a favor en la cocina. Me temblaban
las manos.
Sentí unos pasos
que se acercaban hacia mí y me di vuelta. Estaba Benjamín vestido y con su
celular en la mano. Tragué saliva. Capaz se había dado cuenta que se lo había
revisado.
-Me acaban de
avisar que tengo que viajar por trabajo.-me comentó.-Me voy todo el fin de
semana.
Me volvió el alma
el cuerpo. Suspiré aliviada y me miró algo extraño.
-¿No cenas
acá?-me interesé.
-No, no.-me
respondió mirándome dubitativo.
Me observó y me
miró fijo. Me puse un poco tensa.
-¿Qué pasa?-le
pregunté al ver que no me sacaba la mirada de encima.
-Estás rara.-me
dijo mirándome como si mis ojos le fueran a revelar algo.
Me corrió un
escalofrío por el cuerpo.
-Estoy normal.-le
respondí y me volví a dar vuelta agarrando la olla.
No dijo nada.
Luego se acercó lentamente y deslizó su mano por mi brazo derecho. Por un
segundo se me cortó la respiración. Me corrió el pelo de la cara y al sentir
sus labios en mi cuello pegué un salto para atrás, soltando la olla. Su mirada
fue a parar en sus zapatos que quedaron manchados con la comida que estaba
preparando.
-Perdón,
perdón.-me disculpé cerrando los ojos sin querer ver su expresión.-Ahora te los
limpio.-agregué volviéndolos a abrir.
-Está bien. No
importa.-dijo aunque estaba molesto.-Me pongo otros.-agregó yendo a la
habitación.
Me puse a limpiar
el desastre que había causado. Al terminar apareció Benjamín con otros zapatos
puestos y su bolso en la mano. Se despidió y se retiró.
Se cerró la
puerta y me volvió la tranquilidad. Miré la olla casi vacía y suspiré. La dejé
ahí y me fui a la habitación. Al fin y al cabo no tenía hambre.
Tw: @janetroseblog
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