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martes, 8 de julio de 2014

Capítulo cincuenta y ocho


Narra Emma:

Nos encontrábamos bailando y riéndonos en el medio de la pista cuando nos sorprendió un lento. Me miró con una sonrisa y me acercó más a su cuerpo. Hacía mucho que no bailaba esto. 
Me aferré a él, deslizando mis manos sobre su camisa. Me sentía tan segura entre sus brazos que no quería alejarme. Hacía movimientos que lograban excitarme, era obvio que me estaba provocando. Movió su cabeza rozando su nariz contra la mía de forma lenta y tierna. Hizo una pausa haciéndome desear y luego besó mis labios, primero suave y luego perdiéndonos en un beso lleno de amor. Mis manos rodearon su nuca y nos olvidamos del mundo. Un repentino cambio de música a un ritmo movido nos hizo volver a la realidad y nos despegamos.
Poco a poco las horas iban pasando, y yo estaba esperando un momento especial, el de la tirada del ramo de flores. Tampoco era que creía eso de que la que lo agarraba iba a ser la próxima en casarse. Bueno, capaz sí lo creía y tal vez también seguía con esa ilusión de casarme a los 21.



Narra Santino:

Amaba a cada integrante de mi familia y me sentía muy agradecido de tenerlos. Les estaba contando a mis primos sobre mi pasión por el fútbol y mi alegría porque se estaba por cumplir mi sueño de ir a jugar a Madrid. En un momento corrí la vista y la vi a Emma con mi sobrino en sus brazos, y no pude evitar morirme de ternura. Les terminé de contar y me acerqué hacia donde estaba Emma.

-Es hermoso tu sobrino.-me comentó al verme.

-Como el tío.-le respondí y le guiñé el ojo.

-Sí, es verdad, se parece a tu hermano.-me dijo para molestarme.

-Que atrevida.-le dije con expresión de asombro y se rió.-Está difícil que te de bola mi hermano, está casado y va a tener una hija.

-Que lástima.-me la siguió.-Con las ganas que tenía de que seas mi cuñado.

-¿Vos estás soltera?-le pregunté.-Me habían comentado que tenías novio, y que es muy fachero.

-Tengo un novio muy creído.-me comentó y negué con la cabeza.

Nos interrumpió la tirada del ramo. En segundos me entregó a mi sobrino y se alejó de mi lado. Observé como con ilusión se acercaba al sector donde mi prima estaba por lanzar el ramo de flores. La miré a distancia a los ojos detenidamente y noté esa mirada parecida a la de una nena de seis años al momento de pinchar la piñata. Me mordí el labio inferior porque me dio demasiada ternura.


Narra Emma:

El ramo de flores no fue a parar en mis manos y mi ilusión desapareció en una milésima de segundos. Sentí una angustia interior, no se por qué. Tampoco sé porque seguía con esa estúpida fantasía del casamiento ideal con la pésima experiencia que había tenido hace poco. No debería tener más ganas de entrar a una iglesia vestida de novia porque el recuerdo amargo de que me hayan plantado en el altar no me lo sacaba nadie. Estúpido Benjamín. Estúpida yo por seguir con la idea de casarme a los veintiuno. Entre tantos pensamientos ni me di cuenta que había quedado sola en el medio de la pista. Cuando reaccioné sentí la mano de Santino sobre la mía y nuestros dedos se entrelazaron. Me miró como si realmente estuviera leyendo mis pensamientos y me sonrió para luego caminar juntos hacia la mesa. 

-¿Estás bien?-me preguntó una vez sentados, acariciándome la mejilla derecha.

-Sí.-respondí no muy convencida.

-Algún día te vas a casar y vas a ser la novia más linda de todas.-me dijo y me quedé dura.

Se rió al ver mi expresión.

-¿Qué pasa?-se interesó.

-¿Cómo lo haces?-le pregunté con asombro.-¿Cómo es que siempre sabes lo que estoy pensando?

-Te conozco, mi amor.-me respondió mirándome con ternura.

Suspiré y apoyé mi cabeza en su hombro. Quería poder decirle todo lo que me hacía sentir tenerlo a mi lado, pero no encontraba las palabras exactas. Me hubiese encantado conocerlo mucho tiempo antes y no tener que hacerlo pasar por todo esto. Porque por más que me hacía feliz a cada segundo y que estábamos tan bien...lo de Benjamín todavía no era tema terminado. El problema seguía presente y lograba robarme la tranquilidad y torturarme de a poco. Me despegué para poder mirarlo y al encontrarme en sus ojos pensé que nuevamente estaba entrando en mi mente.

-¿Otra vez?-le pregunté alzando las cejas.

-No, tranquila.-dijo luego de reír y negó con la cabeza.-No sé que estás pensando.

-Mejor.-le respondí aliviada.-Me das un poco de miedo.

-Igual si queres me podes contar...-acotó.

Nos interrumpió uno de sus primos y se sentó a conversar con nosotros. Me asombraba que todos sus familiares sean tan simpáticos.
Era muy extraño para mí ver a una familia que sea realmente una familia, la de Santino sí que lo era. Admiraba que sean tantos y que sean todos tan unidos. Mi familia estaba muy lejos de eso, va, creo que a lo mío ni se le podía llamar así. 



Narra Santino:

Nos retiramos de la fiesta y nos dirigimos al auto. En el viaje hasta mi departamento nos veníamos riendo de todo, parecíamos borrachos y eso que no habíamos tomado ni una gota de alcohol. 

-Elegí algún CD si, queres.- le dije dejando de reírme.

 -¿No queres cantar?-me preguntó.

Lo dudé por unos segundos pero luego comencé a cantar y logré que se animara a cantar conmigo, hacíamos un buen dúo.


Narra Emma:

Llegamos al apartamento y empezó a buscar las llaves por todos los bolsillos del saco hasta que recordó que se las había dejado a Bruno. Las encontró en el macetero así que eso significaba que él ya no estaba. Me guiñó el ojo y entramos.

-Estás tan hermosa con ese vestido…-me comentó al mismo tiempo que dejaba su saco, las llaves y el celular sobre una mesa.

-Vos estás hermoso con ese traje.-le dije mirándolo y me mordí el labio inferior mientras se acercaba.

Me arrinconó contra la puerta y entrelazó sus dedos de las manos con los míos. Se pegó a mi cuerpo.

-Cantame un poco la canción que cantaste en la fiesta.-me susurró en el oído.

-Haces que mi corazón ya no esté ciego porque puedo ver en ti que esto es amor sincero, haces que te quiera más, un poco más…-le canté mirándolo a los ojos.-… llegas y te quiero más de lo que ya te quiero.-terminé de cantar en su oído.

Volví a mirarlo a los ojos y me perdí unos segundos en ellos. Sentía que ya era el momento de animarme a decirle resumido en dos palabras todo lo que me pasaba en mi interior cada vez que lo tenía cerca, cada vez que me miraba, que me sonreía, que me besaba.

-Te amo.-solté por primera vez estando consciente.-Mucho.-agregué rodeando su cuello con mis brazos.

-Yo también, mi amor.-me dijo con una sonrisa y me despegó un poco de la puerta.

Apoyó sus manos en mi cintura y me besó, primero lento y luego más apasionado. Se deshizo de mi vestido como pudo y comenzó a acariciarme lentamente la espalda mientras sus labios se ocupaban de mi boca. Era inexplicable lo que sentía cuando su piel y la mía entraban en contacto. Comencé a desabrocharle la camisa y al sacársela coloque mis manos en su pelo, despeinándolo mientras no me podía separar de sus labios. Nos dirigimos a las escaleras y sin separarnos mucho subimos y entramos a su habitación.

-Te amo mucho, hermosa.-me dijo con respiración agitada cortando el beso.-Juro hacerte feliz y elegirte todos los días.

-Te amo más.-le dije entre besos cortos.-Gracias por aparecer en mi vida, me haces feliz.

Volvimos a unir nuestros labios y nos dejamos caer en la cama mientras nos deshacíamos del resto de la ropa que sobraba. Con él siempre me sentía como si fuera la primera vez. Lo amaba con locura. Y cada minuto que pasaba, lo amaba aún más.





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