Narra Emma:
Benjamín se
retiró del departamento sin decir más nada. Me podría haber molestado pero en
ese momento no me importó. Miré a alrededor y era todo un desastre, observe una
silla donde había un pilón de camisas que este hombre pretendía que le planchara.
Estuve a punto de acceder al papel de ama de casa pero me arrepentí. Al fin y
al cabo eran sus camisas, le correspondía la tarea a él. Dejé todo como estaba
y me senté en la cama matrimonial. Tenía mucho en que pensar.
Narra Santino:
Leí apuntes hasta
que los ojos se me empezaron a cerrar debido al cansancio que llevaba encima.
Decidí que iba a faltar a la facultad y me acosté a dormir.
Cuando desperté
escuché el ruido de las llaves y supuse que era Jazmín, de hecho era la única
persona que podía ser. Bajé las escaleras y me dirigí al living. Ella se
encontraba parada al lado del sillón, aún con la mochila del colegio puesta. La
noté rara.
-Jaz, ¿todo
bien?-me interesé, sentándome en el sillón.
Suspiró pero no
me respondió. Apenas dejó caer en la mesita ratona las llaves.
-Para, ¿no
tendrías que estar en el colegio?-le pregunté mirando la hora y dándome cuenta
que le quedaban dos horas de clase.
-No fui al
colegio.-respondió sacándose la mochila y dejándola por ahí.-Me rateé.-agregó
sentándose en el sillón.
-¿Por qué? ¿Qué
pasó? ¿A dónde fuiste?-la interrogué, preocupado.
-Yo te cuento
pero no le digas a mamá que no fui.-me advirtió.
-Tranquila, podes
confiar en mí.-le dije, dispuesto a escucharla.
Narra Emma:
Momento de
reflexión en donde todo giraba en torno a la pregunta "¿y ahora qué?"
Mi mente era un rompecabezas y poco a poco tenía que ir armándolo. Y me
resultaba difícil pensar en ciertas cosas estando a cuatro días de casarme.
Bueno, ni siquiera tenía en claro si quería la boda. El día anterior me había
servido para aclarar mis sentimientos por Santino. Había confirmado que me
pasaban cosas fuertes con él. ¿Pero qué hacía con eso? ¿Y Benjamín? El timbre
me sacó de mis pensamientos y cuando fui a abrir la puerta me arrepentí de no
haber preguntado antes quien era. Apareció mi padre, quien entró haciéndose el
serio y se dirigió a la cocina donde tomó asiento y me exigió un café. Se lo
hice y me senté enfrentada a él.
-No me atendiste
ninguno de los llamados que hice a tu celular, luego te llamé acá y no te
encontraba.-me dijo a modo de justificación por su visita.-Así que tuve que
venir.
-Pero hablaste
con Benjamín...-apenas acoté.
-Sí, estaba muy
preocupado por vos él también.-me comentó con la taza de café en la mano.-Y me
habló sobre su crisis.
La preocupación
de ambos me generaba náuseas. ¿Cómo había personas que podían mentir tan
descaradamente?
-Si venís para
darme un sermón o algo por el estilo, te voy a pedir que te vayas.-dije
adelantándome a los hechos.
-Vengo para
ayudarte con el tema.-dijo tomando el café.
-Es una crisis de
pareja y la voy a solucionar con él, no tenes por qué meterte.-le dije molesta.
-Me meto porque
soy tu padre y...-me empezó a decir.
-Estoy grande,
papá.-lo interrumpí.-Y puedo tomar mis propias decisiones.
-¿Estás dudando
en casarte?-me preguntó seriamente.
Suspiré y me
llevé las manos a la cara por unos segundos. Quería poder explicarle como eran
las cosas, pero jamás lo entendería.
-No estamos bien
con Benjamín.-le dije.-Y no quiero casarme y ser una pobre infeliz.
-¿No están bien o
vos sos la que no estás bien?-me retrucó.-Él me comentó que sos vos la
confundida.
Tan sólo
pretendía tener un padre que me entendiera. ¿Era mucho pedir?
-Estoy rebalsada,
no puedo más. Me estoy por casar con un hombre que no me ama, que no le
importo. Que lo único que espera de mi es que le haga de ama de casa, que lo
entienda y le diga todo que sí. Me cansé, no me hace bien. No soy feliz.-le
dije con una mezcla de bronca y angustia.
Y era inútil. No
sé para que me esforzaba en explicarle lo que pensaba y sentía. A él lo único
que le importaba era no perder su maldito trabajo que se lo había conseguido mi
suegro, y la plata que podríamos tener si yo me casaba.
-No empieces con
lo del discurso de la felicidad, Emma.-me dijo a modo de reto.-No seas
desagradecida, ¿vos sabes donde estarías viviendo si no estuvieras de novia con
Benjamín?
-Lo sé, y al
principio me conformaba. Pero ya no me es suficiente, no me llena.-le respondí
enojada y triste.
-No eches a
perder tu futuro por tonterías. Te tenes que casar.-me exigió.-Aparte vos
estabas enamorada.
-Vos lo dijiste,
estaba.-le contesté.-Y me di cuenta que él a mi nunca me quiso.
Y ya la discusión
había perdido el sentido. Cada uno estaba muy firme en su opinión y ninguno iba
a ceder.
Lo invité a que
se retirara y volví a mis pensamientos.
Narra Santino:
Me contó sobre un
ex alumno del colegio que era un par de años más grande que ella. Este chico le
gustaba y hace uno o dos meses que habían empezado a hablar más y estaban
saliendo. Ya había faltado otras veces al colegio por él, cosa que no me
extrañó debido a su rebeldía, pero si me preocupó. Quería saber en donde se
veían y si la había llevado a su casa y se había propasado con ella. Pero no
entró en detalles y siguió con su relato. Agregó que le gustaba demasiado y que
la pasaba bien con él, y le decía cosas lindas. Hasta ahí estaba todo bien.
-Por lo que me
contaste, todo bien.-le dije.-Lo que no entiendo es a que se debe la cara de
velorio.
-Se está viendo
también con una compañera mía. Y en el colegio corren los rumores de que se
acostaron.-me explicó.
-¿Pero vos sabías
que se veía también con ella?-le pregunté.
-Sí, pero pensé
que ya no se veían más.-me respondió.-Yo le creí cuando me lo dijo y confíe en
él cuando me decía en el oído que era la única y que quería que hagamos el
amor.-agregó con soltura y abrí los ojos con asombro.
-No quiero tantos
detalles, ey.-le comenté recordándole que era su hermano.
-Sólo te dije que
me pidió que hagamos el amor.-acotó.-Ni que te hubiera dicho que me dijo
"tengamos sexo" o te hubiera dado detalles.
-Está bien, está
bien. No quiero saber tanto.-aunque me quedaba con la intriga de si se acostó o
no con él.
-Bueno, el punto
es que le creí que no se veía más con ella, pero era mentira.-continuó.
-¿Pero cómo sabes
que es verdad que se acostaron?-me interesé.-¿Hablaste con alguno de ellos?
-Con la tarada
esa no me hablo.-expresó seca.-Y a él lo iba a ver hoy pero después me
arrepentí.
Me la quedé
mirando.
-Aparte no me
importa el hecho de si llegaron a acostarse o no, Santino.-me dijo nerviosa.-La
siguió viendo, me mintió, punto.
Su bronca se
convirtió en llanto y la abracé mientras ella repetía que lo quería y no se lo
podía sacar de la cabeza.
-Si te hizo eso,
déjalo ir. No te merece.-le dije.-Ya te va a llegar la persona, no te
preocupes.-agregué y la abracé fuerte para calmarla.
-Pero yo lo
quiero a él.-dijo caprichosa.
-Pero él no te
quiere a vos, y no tiene sentido si el amor no es correspondido.-le expliqué.-Ya
vas a estar bien y te vas a volver a enamorar.
Se secó las
lágrimas y me siguió abrazando. A los segundos le empecé a hacer chistes y
conseguí que se ría con ganas.
-Gracias por
escucharme.-me dijo de repente.-Te quiero mucho.
-Yo también, mi
vida.-le respondí.-¿Te quedas a almorzar y pido helado?-agregué sonriendo.
Narra Emma:
Estaba
tranquilamente sentada en el sillón escuchando música. Había logrado conseguir
la paz después de que se fuera mi padre. Cerré los ojos dejándome llevar por
las melodías de las canciones. De repente sonó el timbre y esta vez antes de
abrir la puerta, pregunté. Era la mamá de Benjamín. Suspiré. Cartón lleno.
Twitter: @janetroseblog
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