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viernes, 7 de febrero de 2014

Capítulo diecinueve


Narra Emma:

Benjamín se retiró del departamento sin decir más nada. Me podría haber molestado pero en ese momento no me importó. Miré a alrededor y era todo un desastre, observe una silla donde había un pilón de camisas que este hombre pretendía que le planchara. Estuve a punto de acceder al papel de ama de casa pero me arrepentí. Al fin y al cabo eran sus camisas, le correspondía la tarea a él. Dejé todo como estaba y me senté en la cama matrimonial. Tenía mucho en que pensar.


Narra Santino:

Leí apuntes hasta que los ojos se me empezaron a cerrar debido al cansancio que llevaba encima. Decidí que iba a faltar a la facultad y me acosté a dormir.
Cuando desperté escuché el ruido de las llaves y supuse que era Jazmín, de hecho era la única persona que podía ser. Bajé las escaleras y me dirigí al living. Ella se encontraba parada al lado del sillón, aún con la mochila del colegio puesta. La noté rara.

-Jaz, ¿todo bien?-me interesé, sentándome en el sillón.

Suspiró pero no me respondió. Apenas dejó caer en la mesita ratona las llaves. 

-Para, ¿no tendrías que estar en el colegio?-le pregunté mirando la hora y dándome cuenta que le quedaban dos horas de clase.

-No fui al colegio.-respondió sacándose la mochila y dejándola por ahí.-Me rateé.-agregó sentándose en el sillón.

-¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿A dónde fuiste?-la interrogué, preocupado.

-Yo te cuento pero no le digas a mamá que no fui.-me advirtió.

-Tranquila, podes confiar en mí.-le dije, dispuesto a escucharla.


Narra Emma:

Momento de reflexión en donde todo giraba en torno a la pregunta "¿y ahora qué?" Mi mente era un rompecabezas y poco a poco tenía que ir armándolo. Y me resultaba difícil pensar en ciertas cosas estando a cuatro días de casarme. Bueno, ni siquiera tenía en claro si quería la boda. El día anterior me había servido para aclarar mis sentimientos por Santino. Había confirmado que me pasaban cosas fuertes con él. ¿Pero qué hacía con eso? ¿Y Benjamín? El timbre me sacó de mis pensamientos y cuando fui a abrir la puerta me arrepentí de no haber preguntado antes quien era. Apareció mi padre, quien entró haciéndose el serio y se dirigió a la cocina donde tomó asiento y me exigió un café. Se lo hice y me senté enfrentada a él.

-No me atendiste ninguno de los llamados que hice a tu celular, luego te llamé acá y no te encontraba.-me dijo a modo de justificación por su visita.-Así que tuve que venir.

-Pero hablaste con Benjamín...-apenas acoté.

-Sí, estaba muy preocupado por vos él también.-me comentó con la taza de café en la mano.-Y me habló sobre su crisis.

La preocupación de ambos me generaba náuseas. ¿Cómo había personas que podían mentir tan descaradamente?

-Si venís para darme un sermón o algo por el estilo, te voy a pedir que te vayas.-dije adelantándome a los hechos.

-Vengo para ayudarte con el tema.-dijo tomando el café.

-Es una crisis de pareja y la voy a solucionar con él, no tenes por qué meterte.-le dije molesta.

-Me meto porque soy tu padre y...-me empezó a decir.

-Estoy grande, papá.-lo interrumpí.-Y puedo tomar mis propias decisiones.

-¿Estás dudando en casarte?-me preguntó seriamente.

Suspiré y me llevé las manos a la cara por unos segundos. Quería poder explicarle como eran las cosas, pero jamás lo entendería.

-No estamos bien con Benjamín.-le dije.-Y no quiero casarme y ser una pobre infeliz.

-¿No están bien o vos sos la que no estás bien?-me retrucó.-Él me comentó que sos vos la confundida.

Tan sólo pretendía tener un padre que me entendiera. ¿Era mucho pedir?

-Estoy rebalsada, no puedo más. Me estoy por casar con un hombre que no me ama, que no le importo. Que lo único que espera de mi es que le haga de ama de casa, que lo entienda y le diga todo que sí. Me cansé, no me hace bien. No soy feliz.-le dije con una mezcla de bronca y angustia.

Y era inútil. No sé para que me esforzaba en explicarle lo que pensaba y sentía. A él lo único que le importaba era no perder su maldito trabajo que se lo había conseguido mi suegro, y la plata que podríamos tener si yo me casaba.

-No empieces con lo del discurso de la felicidad, Emma.-me dijo a modo de reto.-No seas desagradecida, ¿vos sabes donde estarías viviendo si no estuvieras de novia con Benjamín?

-Lo sé, y al principio me conformaba. Pero ya no me es suficiente, no me llena.-le respondí enojada y triste.

-No eches a perder tu futuro por tonterías. Te tenes que casar.-me exigió.-Aparte vos estabas enamorada.

-Vos lo dijiste, estaba.-le contesté.-Y me di cuenta que él a mi nunca me quiso.

Y ya la discusión había perdido el sentido. Cada uno estaba muy firme en su opinión y ninguno iba a ceder.
Lo invité a que se retirara y volví a mis pensamientos.


Narra Santino:

Me contó sobre un ex alumno del colegio que era un par de años más grande que ella. Este chico le gustaba y hace uno o dos meses que habían empezado a hablar más y estaban saliendo. Ya había faltado otras veces al colegio por él, cosa que no me extrañó debido a su rebeldía, pero si me preocupó. Quería saber en donde se veían y si la había llevado a su casa y se había propasado con ella. Pero no entró en detalles y siguió con su relato. Agregó que le gustaba demasiado y que la pasaba bien con él, y le decía cosas lindas. Hasta ahí estaba todo bien.

-Por lo que me contaste, todo bien.-le dije.-Lo que no entiendo es a que se debe la cara de velorio.

-Se está viendo también con una compañera mía. Y en el colegio corren los rumores de que se acostaron.-me explicó.

-¿Pero vos sabías que se veía también con ella?-le pregunté.

-Sí, pero pensé que ya no se veían más.-me respondió.-Yo le creí cuando me lo dijo y confíe en él cuando me decía en el oído que era la única y que quería que hagamos el amor.-agregó con soltura y abrí los ojos con asombro.

-No quiero tantos detalles, ey.-le comenté recordándole que era su hermano.

-Sólo te dije que me pidió que hagamos el amor.-acotó.-Ni que te hubiera dicho que me dijo "tengamos sexo" o te hubiera dado detalles.

-Está bien, está bien. No quiero saber tanto.-aunque me quedaba con la intriga de si se acostó o no con él.

-Bueno, el punto es que le creí que no se veía más con ella, pero era mentira.-continuó.

-¿Pero cómo sabes que es verdad que se acostaron?-me interesé.-¿Hablaste con alguno de ellos?

-Con la tarada esa no me hablo.-expresó seca.-Y a él lo iba a ver hoy pero después me arrepentí.

Me la quedé mirando.

-Aparte no me importa el hecho de si llegaron a acostarse o no, Santino.-me dijo nerviosa.-La siguió viendo, me mintió, punto.

Su bronca se convirtió en llanto y la abracé mientras ella repetía que lo quería y no se lo podía sacar de la cabeza.

-Si te hizo eso, déjalo ir. No te merece.-le dije.-Ya te va a llegar la persona, no te preocupes.-agregué y la abracé fuerte para calmarla.

-Pero yo lo quiero a él.-dijo caprichosa.

-Pero él no te quiere a vos, y no tiene sentido si el amor no es correspondido.-le expliqué.-Ya vas a estar bien y te vas a volver a enamorar.

Se secó las lágrimas y me siguió abrazando. A los segundos le empecé a hacer chistes y conseguí que se ría con ganas.

-Gracias por escucharme.-me dijo de repente.-Te quiero mucho.

-Yo también, mi vida.-le respondí.-¿Te quedas a almorzar y pido helado?-agregué sonriendo.


Narra Emma:

Estaba tranquilamente sentada en el sillón escuchando música. Había logrado conseguir la paz después de que se fuera mi padre. Cerré los ojos dejándome llevar por las melodías de las canciones. De repente sonó el timbre y esta vez antes de abrir la puerta, pregunté. Era la mamá de Benjamín. Suspiré. Cartón lleno.


Twitter: @janetroseblog

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