Narra Emma:
Ingresó con su
sonrisa característica y se encaminó a la cocina. La seguí. Traía en la mano
una bandeja con masitas, las cuales apoyó en la mesa. Intenté simular buen
humor y tratarla amablemente. Después de todo, ella no tenía nada que ver con
que mi relación con su hijo no funcionara. Y tampoco tenía la culpa de los
errores que él cometía.
-Gracias por las
masitas.-dije en tono amable.-No se hubiese molestado.
-Ay Emma, ¿hace
cuanto que nos conocemos?-expresó.-No me trates de usted, querida.-agregó
tomando asiento.
-Perdón.-me
disculpé.-Tenes razón.
-Me parece que no
es por la única cosa que debes disculparte.-acotó un poco seria.
Recordé lo del
viernes y la culpa me invadió. Debía haber avisado que no iba a ir a esa cena
en vez de haber dejado a todos plantados. Sí, me equivoqué.
-Lo siento, de
verdad.-dije intentando de encontrar las palabras correctas.-Sé que tenía que
haber avisado. No fue mi intención no hacerlo.
-Tenías que haber
estado presente.-me retrucó.-Era importante.-agregó y al mismo tiempo se llevó
una masita a la boca.
Al parecer era el
día de venir a hacerme reclamos y planteos, y yo no me había enterado.
-Ya sé que era
importante.-le dije intentando mantener la calma.-Pero horas antes me había
peleado con Benjamín y no estaba en condiciones para festejar nada.
-Sí,
entiendo.-dijo, pero no entendía nada.-¿Qué anda pasando entre ustedes?
Quería ser amable
pero está situación ya me alteraba. ¿Ayer se habían recibido todos de
psicólogos y me querían a mí como paciente? Que bronca. No tenía por qué darle
explicaciones a nadie. Y lo que pasaba en la pareja era algo de mi novio y yo.
¿Qué tanto se metían? Conté hasta diez para dentro para volver en mí misma.
-Estamos
atravesando una crisis.-le resumí sin entrar en detalles.-Supongo que ya
pasará.
-¿Estás dudando
en casarte?-se interesó, y ya era la segunda vez en el día que escuchaba esa
pregunta.
-No se trata de
dudas.-respondí y suspiré.-Sólo quiero estar bien con él y que las cosas
funcionen.
Narra Santino:
Estuve toda la
tarde viendo películas y comiendo helado con mi hermana. Debería haber
estudiado para mis exámenes, pero ella me necesitaba. En el medio tuvimos
varias conversaciones interesantes y le hice olvidar un poco de su angustia
amorosa.
Narra Emma:
Anocheció. Me
encontraba preparando la comida cuando Benjamín llegó del trabajo. Se acercó a
la cocina.
-¿Se te pasó la
histeria a vos?-me atacó mientras se servía un vaso de vino.
-No me
busques.-apenas le respondí.
-Veo que seguís
con tus rayes.-comentó quedándose parado a un costado con el vaso en la
mano.-¿Qué estás preparando?
-Tarta.-me limité
a responder.
-¿La ropa la
planchaste?-se interesó.
-Soy tu novia, no
tu mucama.- le contesté mientras seguía concentrada en la comida.
-Mi novia y mi
futura esposa.-me recordó dejando el vaso y acercándose a mi.-No peleemos
más.-agregó agarrándome por atrás.
Acercó más su
cuerpo contra el mío y me empezó a dar besos en el cuello.
-Estoy
cocinando.-le dije alejándolo.-Y no vas a comprarme con un par de besos.
-Si vas a seguir
con ese humor, mejor me voy a ver televisión hasta que esté la cena.-dijo
yéndose.
Narra Santino:
Mi hermana se fue
y yo me puse a estudiar. Faltaba muy poco para rendir y quería aprobar.
Narra Emma:
Luego de cenar
nos dirigimos a la habitación. Permanecimos un rato en silencio mirando la
televisión, sin decir nada.
-¿Queres que
hablemos?-me preguntó con el control remoto en su mano derecha.
Asentí y apagó la
televisión.
-Emma, no quiero
que estemos mal, en serio.-me dijo.-Realmente me importas y quiero que te
conviertas en mi mujer.
Me quedé en
silencio.
-Quiero casarme y
tener hijos con vos.-agregó.
-Para poder estar
bien tenemos que cambiar varias cosas.-le comenté.-Y tenes que escucharme, porque
no lo haces.
-Siempre te
escucho.-se defendió.
-Me oís, que no
es lo mismo.-le expliqué.-Siempre queres tener la razón y cuando algo que digo
no te gusta, das por finalizada la conversación.
-Bueno, te
prometo que te voy a prestar más atención.-me dijo.-Pero no discutamos más, por
favor.
Pasó una de sus
manos lentamente por mi cara y me acarició la mejilla derecha. Me encontré con
sus ojos negros y cuando sus manos se deslizaron por encima de mi ropa, me
sentí extraña. No sentía lo mismo que antes. Besó mi cuello y luego apoyó sus
labios sobre los míos. Sus besos sabían amargos y me sentí aún más extraña. Sus
manos se ubicaron por debajo de mi remera e intentó sacármela.
-Benjamín, no.-lo
frené y tomé un poco de distancia.
-¿Qué
pasa?-preguntó.
-No puedo.-le
respondí.-No estamos bien nosotros.
Suspiró y se
recostó del otro lado de la cama mirando el techo.
-Necesito que
hablemos e intentemos entendernos.-le pedí.
-Y
hablemos.-apenas respondió.
De repente
comenzó a sonar su celular. Se fijó quien era y se fue a atender al living.
Esta escena ya me la conocía de memoria y sabía cuales iban a ser sus palabras
al regresar a la habitación.
-Amor, me acaban
de llamar de la empresa que surgió un imprevisto...-comenzó a decirme.
-Y es importante
y tenes que ir, y no vas a volver a dormir.-le completé la oración.
-Exacto.-dijo
mientras se vestía.-¿Te molesta?
-Da igual.-le
respondí, ya resignada.-Aunque me moleste, te vas a ir igual.
-Sabes que es
cuestión de trabajo y es importante.-se justificó y al mismo tiempo terminó de
armar su bolso fiel.
No respondí. Creí
que ya no era necesario decir más nada.
-Emma.-pronunció
y lo miré.-Te prometo que cuando nos casemos, esto va a cambiar.
-No prometas
cosas que no vas a poder cumplir.-me limité a responder.
-No me la hagas
difícil.-suplicó con el bolso en la mano.
-Ándate.-acoté
sin mirarlo.
Permaneció unos
segundos mirándome y luego se dio vuelta encaminándose para irse.
-No quiero casarme.-solté
mientras lo veía irse.
Lo escuchó
perfectamente y volvió.
-¿Ya tomaste esa
decisión?-me preguntó firme.
Mis ojos se
llenaron de lágrimas. Hubo un silencio incómodo y luego respondí.
-No quiero que
sigamos así, que todas las noches sea lo mismo.-le expliqué.-Me imagino sola en
el nacimiento de nuestros hijos porque vos tenes reunión, y así con todas las
fechas importantes y las no importantes.
No se por qué,
pero las lágrimas se iban escapando y rodando por mis mejillas cada vez con más
velocidad.
-Creo haber
tenido esta conversación antes, Emma.-fue lo único que atinó a decir.
-Pero no llegamos
a ningún acuerdo y todo siguió igual.-protesté.-Esto no funciona.-insistí e
intenté secarme las lágrimas.
-Voy a llegar
tarde.-acotó molesto y apoyó el bolso en la cama.-No sé por qué, pero tengo la
sensación de que estás buscando excusas para no casarnos.-y ya sonaba nervioso.
-No son
excusas.-me defendí.-Y estoy harta de que todo el mundo venga y me presione. No
tengo la culpa yo de que la pareja este mal, en todo caso la culpa es de los
dos.-me descargué.
-¿Quien te
presiona?-preguntó y se notaba que estaba haciendo un esfuerzo para no
gritarme.
-Vos, mi papá, tu
mamá.-le contesté.-No soy feliz a tu lado.-y volví a quebrar en llanto.
Benjamín tragó
saliva y caminó por la habitación a pasos ligeros y nerviosos.
-¿No sos feliz
conmigo?-preguntó nervioso, pero intentando mantener la calma.-¿Te devuelvo a
la vida que tenías antes?
No respondí.
-Antes de
conocerme, vivías junto a tu papá en un departamento muy chiquito que apenas
entraban los dos y estaban por dejarlos en la calle porque él no tenía plata
para pagarlo y se había quedado sin trabajo.-empezó a decirme.
Estaba poniéndose
muy nervioso pero por el momento lo controlaba. Yo lo miraba aún sentada en la
cama y con los ojos llenos de lágrimas.
-Te saqué de eso
y ayudé a tu papá. Te traje a vivir conmigo con todas las comodidades, te
ofrecí no tener que estudiar ni trabajar, te mantengo y te compro todo lo que
queres.-siguió diciéndome y mis lágrimas volvían a escaparse.
No era capaz de
interrumpirlo.
-Me banco todas
tus crisis, tus ataques de locura e histeria. Te tengo paciencia.-agregó ahora
mirándome.-¿Y me decís que no sos feliz conmigo? ¿En serio, Emma?-y ya estaba
un poco sacado.
Lloraba y
lloraba. No podía responder.
-Respóndeme
Emma.-pidió sacado.
Mi llanto
aumentaba y no sabía que hacer.
-DEJA DE LLORAR,
QUE ME PONES MÁS NERVIOSO.-gritó sacado y golpeó un mueble.
Lloraba sin
consuelo y mi respiración empezaba a verse afectada. Me clavó la mirada con
bronca, agarró su bolso y se retiró.
Abracé a la
almohada e intenté tranquilizarme. Luego de unos minutos recordé que ya tenía
agendado el número de Santino. Agarré el celular y le mandé un mensaje.
Narra Santino:
Iba a ser una
larga noche de estudio. Estaba concentrado en mis apuntes cuando de repente
vibró mi celular. Lo agarré y vi que tenía un mensaje de Emma. Lo leí: "Sálvame".
Cerré los ojos y suspiré. Se me partía el alma pero más de lo que hacía para
ayudarla, no podía. Estaba en ella la decisión de alejarse de esa vida y hacer
un cambio. Luego de unos segundos respondí: "No puedo. Fuera de vos no hay
refugio".
Twitter: @janetroseblog
No hay comentarios:
Publicar un comentario