Vistas de página en total

sábado, 8 de febrero de 2014

Capítulo veinte


Narra Emma:

Ingresó con su sonrisa característica y se encaminó a la cocina. La seguí. Traía en la mano una bandeja con masitas, las cuales apoyó en la mesa. Intenté simular buen humor y tratarla amablemente. Después de todo, ella no tenía nada que ver con que mi relación con su hijo no funcionara. Y tampoco tenía la culpa de los errores que él cometía.

-Gracias por las masitas.-dije en tono amable.-No se hubiese molestado.

-Ay Emma, ¿hace cuanto que nos conocemos?-expresó.-No me trates de usted, querida.-agregó tomando asiento.

-Perdón.-me disculpé.-Tenes razón.

-Me parece que no es por la única cosa que debes disculparte.-acotó un poco seria.

Recordé lo del viernes y la culpa me invadió. Debía haber avisado que no iba a ir a esa cena en vez de haber dejado a todos plantados. Sí, me equivoqué.

-Lo siento, de verdad.-dije intentando de encontrar las palabras correctas.-Sé que tenía que haber avisado. No fue mi intención no hacerlo.

-Tenías que haber estado presente.-me retrucó.-Era importante.-agregó y al mismo tiempo se llevó una masita a la boca.

Al parecer era el día de venir a hacerme reclamos y planteos, y yo no me había enterado. 

-Ya sé que era importante.-le dije intentando mantener la calma.-Pero horas antes me había peleado con Benjamín y no estaba en condiciones para festejar nada.

-Sí, entiendo.-dijo, pero no entendía nada.-¿Qué anda pasando entre ustedes?

Quería ser amable pero está situación ya me alteraba. ¿Ayer se habían recibido todos de psicólogos y me querían a mí como paciente? Que bronca. No tenía por qué darle explicaciones a nadie. Y lo que pasaba en la pareja era algo de mi novio y yo. ¿Qué tanto se metían? Conté hasta diez para dentro para volver en mí misma.

-Estamos atravesando una crisis.-le resumí sin entrar en detalles.-Supongo que ya pasará.

-¿Estás dudando en casarte?-se interesó, y ya era la segunda vez en el día que escuchaba esa pregunta.

-No se trata de dudas.-respondí y suspiré.-Sólo quiero estar bien con él y que las cosas funcionen.


Narra Santino:

Estuve toda la tarde viendo películas y comiendo helado con mi hermana. Debería haber estudiado para mis exámenes, pero ella me necesitaba. En el medio tuvimos varias conversaciones interesantes y le hice olvidar un poco de su angustia amorosa. 


Narra Emma:
Anocheció. Me encontraba preparando la comida cuando Benjamín llegó del trabajo. Se acercó a la cocina.

-¿Se te pasó la histeria a vos?-me atacó mientras se servía un vaso de vino.

-No me busques.-apenas le respondí.

-Veo que seguís con tus rayes.-comentó quedándose parado a un costado con el vaso en la mano.-¿Qué estás preparando?

-Tarta.-me limité a responder.

-¿La ropa la planchaste?-se interesó.

-Soy tu novia, no tu mucama.- le contesté mientras seguía concentrada en la comida.

-Mi novia y mi futura esposa.-me recordó dejando el vaso y acercándose a mi.-No peleemos más.-agregó agarrándome por atrás.

Acercó más su cuerpo contra el mío y me empezó a dar besos en el cuello.

-Estoy cocinando.-le dije alejándolo.-Y no vas a comprarme con un par de besos.

-Si vas a seguir con ese humor, mejor me voy a ver televisión hasta que esté la cena.-dijo yéndose.


Narra Santino:

Mi hermana se fue y yo me puse a estudiar. Faltaba muy poco para rendir y quería aprobar. 


Narra Emma:

Luego de cenar nos dirigimos a la habitación. Permanecimos un rato en silencio mirando la televisión, sin decir nada.

-¿Queres que hablemos?-me preguntó con el control remoto en su mano derecha.

Asentí y apagó la televisión.

-Emma, no quiero que estemos mal, en serio.-me dijo.-Realmente me importas y quiero que te conviertas en mi mujer.

Me quedé en silencio.

-Quiero casarme y tener hijos con vos.-agregó.

-Para poder estar bien tenemos que cambiar varias cosas.-le comenté.-Y tenes que escucharme, porque no lo haces.

-Siempre te escucho.-se defendió.

-Me oís, que no es lo mismo.-le expliqué.-Siempre queres tener la razón y cuando algo que digo no te gusta, das por finalizada la conversación.

-Bueno, te prometo que te voy a prestar más atención.-me dijo.-Pero no discutamos más, por favor.

Pasó una de sus manos lentamente por mi cara y me acarició la mejilla derecha. Me encontré con sus ojos negros y cuando sus manos se deslizaron por encima de mi ropa, me sentí extraña. No sentía lo mismo que antes. Besó mi cuello y luego apoyó sus labios sobre los míos. Sus besos sabían amargos y me sentí aún más extraña. Sus manos se ubicaron por debajo de mi remera e intentó sacármela.

-Benjamín, no.-lo frené y tomé un poco de distancia.

-¿Qué pasa?-preguntó.

-No puedo.-le respondí.-No estamos bien nosotros.

Suspiró y se recostó del otro lado de la cama mirando el techo.

-Necesito que hablemos e intentemos  entendernos.-le pedí.

-Y hablemos.-apenas respondió.

De repente comenzó a sonar su celular. Se fijó quien era y se fue a atender al living. Esta escena ya me la conocía de memoria y sabía cuales iban a ser sus palabras al regresar a la habitación.

-Amor, me acaban de llamar de la empresa que surgió un imprevisto...-comenzó a decirme.

-Y es importante y tenes que ir, y no vas a volver a dormir.-le completé la oración.

-Exacto.-dijo mientras se vestía.-¿Te molesta?

-Da igual.-le respondí, ya resignada.-Aunque me moleste, te vas a ir igual.

-Sabes que es cuestión de trabajo y es importante.-se justificó y al mismo tiempo terminó de armar su bolso fiel.

No respondí. Creí que ya no era necesario decir más nada.

-Emma.-pronunció y lo miré.-Te prometo que cuando nos casemos, esto va a cambiar.

-No prometas cosas que no vas a poder cumplir.-me limité a responder.

-No me la hagas difícil.-suplicó con el bolso en la mano.

-Ándate.-acoté sin mirarlo.

Permaneció unos segundos mirándome y luego se dio vuelta encaminándose para irse.

-No quiero casarme.-solté mientras lo veía irse.

Lo escuchó perfectamente y volvió.

-¿Ya tomaste esa decisión?-me preguntó firme.

Mis ojos se llenaron de lágrimas. Hubo un silencio incómodo y luego respondí.

-No quiero que sigamos así, que todas las noches sea lo mismo.-le expliqué.-Me imagino sola en el nacimiento de nuestros hijos porque vos tenes reunión, y así con todas las fechas importantes y las no importantes.

No se por qué, pero las lágrimas se iban escapando y rodando por mis mejillas cada vez con más velocidad.

-Creo haber tenido esta conversación antes, Emma.-fue lo único que atinó a decir.

-Pero no llegamos a ningún acuerdo y todo siguió igual.-protesté.-Esto no funciona.-insistí e intenté secarme las lágrimas.

-Voy a llegar tarde.-acotó molesto y apoyó el bolso en la cama.-No sé por qué, pero tengo la sensación de que estás buscando excusas para no casarnos.-y ya sonaba nervioso.

-No son excusas.-me defendí.-Y estoy harta de que todo el mundo venga y me presione. No tengo la culpa yo de que la pareja este mal, en todo caso la culpa es de los dos.-me descargué.

-¿Quien te presiona?-preguntó y se notaba que estaba haciendo un esfuerzo para no gritarme.

-Vos, mi papá, tu mamá.-le contesté.-No soy feliz a tu lado.-y volví a quebrar en llanto.

Benjamín tragó saliva y caminó por la habitación a pasos ligeros y nerviosos.

-¿No sos feliz conmigo?-preguntó nervioso, pero intentando mantener la calma.-¿Te devuelvo a la vida que tenías antes?

No respondí.

-Antes de conocerme, vivías junto a tu papá en un departamento muy chiquito que apenas entraban los dos y estaban por dejarlos en la calle porque él no tenía plata para pagarlo y se había quedado sin trabajo.-empezó a decirme.

Estaba poniéndose muy nervioso pero por el momento lo controlaba. Yo lo miraba aún sentada en la cama y con los ojos llenos de lágrimas. 

-Te saqué de eso y ayudé a tu papá. Te traje a vivir conmigo con todas las comodidades, te ofrecí no tener que estudiar ni trabajar, te mantengo y te compro todo lo que queres.-siguió diciéndome y mis lágrimas volvían a escaparse.

No era capaz de interrumpirlo.

-Me banco todas tus crisis, tus ataques de locura e histeria. Te tengo paciencia.-agregó ahora mirándome.-¿Y me decís que no sos feliz conmigo? ¿En serio, Emma?-y ya estaba un poco sacado.

Lloraba y lloraba. No podía responder.

-Respóndeme Emma.-pidió sacado.

Mi llanto aumentaba y no sabía que hacer.

-DEJA DE LLORAR, QUE ME PONES MÁS NERVIOSO.-gritó sacado y golpeó un mueble.

Lloraba sin consuelo y mi respiración empezaba a verse afectada. Me clavó la mirada con bronca, agarró su bolso y se retiró.
Abracé a la almohada e intenté tranquilizarme. Luego de unos minutos recordé que ya tenía agendado el número de Santino. Agarré el celular y le mandé un mensaje.


Narra Santino:

Iba a ser una larga noche de estudio. Estaba concentrado en mis apuntes cuando de repente vibró mi celular. Lo agarré y vi que tenía un mensaje de Emma. Lo leí: "Sálvame". Cerré los ojos y suspiré. Se me partía el alma pero más de lo que hacía para ayudarla, no podía. Estaba en ella la decisión de alejarse de esa vida y hacer un cambio. Luego de unos segundos respondí: "No puedo. Fuera de vos no hay refugio". 


Twitter: @janetroseblog

No hay comentarios:

Publicar un comentario