Narra
Santino:
Al segundo que me desperté, tenía a Gala lamiéndome la cara.
Enseguida apareció en la escena Emma con una bandeja en sus manos. Se acercó,
entregándome el desayuno y se sentó al lado mío en la cama.
-Feliz cumpleaños.-me susurró en los labios antes de besarme con
dulzura.
-Gracias, mi amor.-le respondí mirándola a los ojos y
volviéndola a besar.
-Te escribí una carta.-dijo sacando un papel de su bolsillo, con
algo de vergüenza.- Te la quiero leer.
-¿En serio?- le pregunté con una sonrisa en el rostro.- Léela.-agregué
con la taza de café en la mano.
-Vos desayuna que mientras yo te la leo.-me dijo.-Está re linda
porque ahora que trabajo en una redacción…-bromeó dejando la frase en el aire
antes de comenzar a leer.
“Santi, mi
amor:
Hace 22
años llegaste al mundo, alegrando a dos personas que te adoran, tus papás…y a
tus hermanos, por supuesto. A lo largo de la vida te fuiste llenando de amigos
y gente que te aprecia; y es que a vos es imposible no quererte. Sos alegre, humilde, divertido, buena persona,
positivo; y contagias toda esa energía a los que te rodean. Siempre
preocupándote por el resto y evitando que sufran, ayudándolos siempre. Iluminas
los días con tu risa y tu sonrisa. Conocerte fue
una de las cosas más lindas que me pasó, en realidad, podría hasta afirmar que
sos lo más lindo que me pasó. Siempre soñé con estar al lado de un hombre que
me cuide, que me valore y, por sobre todas las cosas, que me ame con el alma. Y
vos superaste todas mis expectativas. Sos lejos el mejor novio del mundo. Me
completas, me llenas el alma. No puedo tener un mal día si te tengo a vos a mi
lado. Sos todo lo que quiero y necesito. Me gustaría poder devolverte aunque
sea un poco de todo lo que me das y haces por mí. De alguna manera vos me
salvaste, me sacaste de ese pozo ciego en el que me encontraba. Lograste que
volviera a sonreír, que volviera a soñar. Y cada día siento que soy mejor
persona, gracias a vos. Y
sé que me cuesta expresarme, por eso no soy mucho de mostrarte mis
sentimientos. También siento que por momentos dudas. Pero créeme cuando te digo
que te amo con toda mi alma, porque está hablando mi interior, y es
transparente.
Estos días estuviste medio apagado, y es entendible. Pero sé que ya vas
a volver a ser el mismo, confío en vos. Y vos también sabes que sos capaz de
todo, y que tenes mucho para dar. Y que se vienen muchas oportunidades para
aprovechar. Y que con esto que te pasó no perdiste, sino que vas a ganar.
Bueno, no quiero seguir aturdiéndote con mis pensamientos y sentimientos. Te
deseo lo mejor para este nuevo año, que sigas brillando como siempre. Te amo
hoy, mañana y siempre.
Emma.”
No había mejor forma de empezar mi cumpleaños que escuchando la
tierna voz de Emma, me llenaba de paz. Le presté mucha atención en cada
palabra, y debo admitir que logró movilizarme, un poco me emocionó. La verdad
es que este año no tenía ganas de festejar, lo había decidido en estos días,
porque no estaba con muchos ánimos para hacerlo. Pero esta mujer hacía que sea
un hermoso día, era de otro mundo.
-¿Qué más puedo pedir si tengo a la novia más linda, más buena y
más tierna del universo?- le pregunté y acto seguido sonreí, tirándola del
brazo para que cayera sobre mí.
-La bandeja, amor.-protestó, sacándola.- ¿Te gustó la carta?
-Mucho.-le contesté.- Pero más me gustas vos.- agregué logrando
que se mordiera el labio inferior.
-Te amo.-susurré en sus labios.-Hoy, mañana y siempre.
La besé con lentitud, suave, disfrutando de la dulce sensación
de la unión de nuestros labios. Agradecía haberla encontrado, y que me
acompañara en este camino de la vida.
-Tengo otra sorpresa.-me dijo separándose de mi boca.
La seguí con la mirada mientras se levantaba e iba a buscar algo
que al parecer tenía escondido en el armario. Sacó una bolsa grande y volvió
hacia mí, entregándomela. Toqué todo el envoltorio pensando que podría ser, y
luego la abrí. Me encontré con un cuadro grande con un collage de fotos
nuestras. Sonreí mirándola a los ojos. Y seguí investigando en la bolsa, ya que
sentí que había algo más. Saqué una pequeña figura de mármol en la que me
hallaba yo vestido con mi equipo de futbol, alzando la copa.
Narra Emma:
Permaneció como hipnotizado, mirando el regalo con sorpresa. Su
rostro revelaba que le había gustado más de lo que yo pensé. Había estado
varios días pensando que podía obsequiarle. Tenía bien en claro que pretendía
que sea algo más sentimental, con otro valor.
-Está buenísimo, amor.-me dijo sin sacarle los ojos de
encima.-Me encanta, en serio.
-Me alegro.-le dije acariciándole el pelo.
Luego de almorzar, pasaron los papás de Santino a saludar, junto
a Mora. Le regalaron conjuntos de ropa. Y la hermana le entregó una carta con
un dibujo. Si bien no quería festejar, le gustó la visita. Más tarde
aparecieron los demás hermanos, que le trajeron regalos que le encantaron.
Narra
Santino:
Estaba pasando un lindo cumpleaños. Tranquilo, pero me sentía
bien. Llegando el anochecer, Emma me puso una excusa y me pidió que la
acompañara a un lugar. Al principio dudé, pero terminé aceptando. Al llegar me
di cuenta que nos hallábamos en una especie de salón grande, y el lugar se
encontraba oscuro. Cuando todo se iluminó visualicé a todos mis amigos, que
llevaban una sonrisa de feliz cumpleaños en sus rostros. Me volteé a mirar a
Emma.
-Me habías prometido que…-le quise decir pero me interrumpió.
-Tenía los dedos cruzados cuando lo hice.-se apresuró a decir
poniendo cara de inocente, y negué con la cabeza.
Comenzaron a acercarse de a poco a abrazarme y a darme un
presente. Había hasta compañeros de la facultad, y de otras áreas de la vida.
Me pareció un poco raro que estuvieran Lourdes y Josefina, ya que casi ni se
hablaban con Emma. Pero igualmente me alegraba de verlas.
-Feliz cumple, cuñado.-me dijo Tania fundiéndome en un gran
abrazo.-Te quiero mucho.
-Gracias, rubia.-le respondí dándole un beso en la mejilla. Yo
también.
-Te compramos esto con las chicas.-me comentó al mismo tiempo
que aparecían Lourdes y Josefina y me entregaban una guitarra.
-No, que ídolas.-acoté sorprendido.- Mil gracias. No hacía falta
que se pusieran en gastos.
-Te lo mereces, genio.-me dijo Josefina.-Feliz cumpleaños.
Las abracé a las tres y luego robaron mi atención mis compañeros
y amigos del equipo de fútbol. Se acercaron todos juntos y se amontonaron
frente a mí.
-Voy a hablar en nombre de todos.-me anticipó Agustín.-Bueno, no
me quiero poner en cursi pero queríamos que sepas que además de ser un
excelente jugador, sos una gran persona y un amigo de fierro.-agregó
intercambiando miradas con los demás.-Aprovechamos para agradecerte por ser
como sos y por bancarnos en todas. Te queremos mucho.
-No me hagan quedar como un maricón, che. No quiero llorar.-les
comenté riéndome.-Yo también los aprecio mucho y me parecen excelentes
personas.
-Tenemos esto para darte.-continuó dándome una bandera donde
había una imagen de todo el plantel y las firmas de todos.
-Espectacular.-expresé mirándola.-Mil gracias.
-Y además.-tomó la palabra otro de los chicos.-Estuvimos
hablando todos y tomamos una decisión. Sabemos que no podes volver a las
canchas, pero nos gustaría que sigas siendo parte de esta pasión que
compartimos. Así que te proponemos ser nuestro entrenador, y que sigas siendo
el líder.
Me quedé helado. Me fascinaba la idea, pero no lo podía creer.
Era demasiado. Todo esto que estaba recibiendo en el día de hoy, de parte de
todos los que estuvieron presentes, era mucho. Tenía la sensación que era más
de lo que merecía. No podía tener tantas buenas personas a mí alrededor. No
podía entender cómo era posible tanto cariño. Me hacían feliz. Y cuando pensé
que ya no había nada más por sorprenderme, apareció un proyector y un video de
Bruno hablando, que se intercalaba con fotos nuestras.
“Santi, amigo, hermano. ¿Qué decirte a vos? Compartimos tantos
momentos que podría escribir miles de libros con nuestras anécdotas. Algunas se
pueden contar, otras se llevan a la tumba (risas). ¿Hace cuánto te vengo
bancando chabón? Nos conocimos de pendejos, ya desde esa época jugábamos a la
pelota, dejábamos la vida en la cancha como un buen equipo. Las travesuras que
nos mandábamos en el colegio eran inexplicables… si habrán mandado a llamar más
de una vez a nuestros padres. En la adolescencia la rompimos, y lo sabes. Me
ahorro todo tipo de declaración y comentarios al respecto. Y ahora en la época
de la adultez seguimos acompañándonos. Sos de fierro. No te puedo reclamar
nada, estás en todas. Te agradezco por absolutamente todo. Y espero que vivamos
mil momentos más. Sí, no me pongas esa cara, me vas a tener que seguir soportando.
No puedo estar hoy allá, pero quería estar presente de alguna manera. Espero
que pases un hermoso cumpleaños y felices 22. Te mando un abrazo grande a
distancia. Y ojalá que te guste el regalo que en segundos vas a recibir, que
conste que me gasté fortuna en el envío… cuando vuelva sacamos cuentas (risas).
No, mentira. Bueno disfruta. Te quiero mil. Adiós”
Se apagó el proyector y unas personas me alcanzaron una bolsa.
La abrí y saqué una pelota de fútbol autografiada por los grandes jugadores de
Madrid. Mi cara de sorpresa fue inexplicable. Y seguido a eso lágrimas
empezaron a rodar por mis mejillas. Estaba llorando, sí, pero de emoción. De un
segundo a otro me hallaba contenido por un abrazo grupal, que ni llegué a
distinguir quienes eran, pero no me importó.
A la hora de la torta me hallé frente a veinte dos velitas encendidas,
esperando a ser apagadas. El canto de feliz cumpleaños retumbaba en todo el
lugar y yo en mi mente pensaba que podía pedir como deseos. Los segundos
pasaban y la canción estaba llegando a su fin. Lo medité pero llegué a la
conclusión que no quería pedir nada. Todo lo que ya tenía era suficiente y me
llenaba el alma.
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