Narra Emma:
Desde el instante en que
Santino se enteró que nunca más iba a jugar al fútbol, no volvió a hablar. No
me respondía ni a mí ni a ninguno de sus familiares, era como hablarle a una
pared. Permanecía en silencio y con la mirada perdida. Realmente estábamos muy
preocupados.
Le colocaron botas en las
piernas y lo sentaron en una silla de ruedas. Su familia me acompañó hasta el
departamento para así ayudarme a subirlo a la habitación para que descansara.
Al entrar al apartamento fijó su vista en un rincón donde reposaba la valija.
Apretó sus puños con fuerza y noté como se desgarraba por dentro. Al subirlo a
la habitación, nos hizo señas de que lo dejáramos sólo. Dudé al principio pero
terminé accediendo a su pedido. Tal vez necesitaba un segundo de paz para asimilar
toda la situación.
Narra Santino:
No podía entender por qué
estaba pasando por esto. Todo en mi vida iba de maravillas, la vida me sonreía
plenamente y yo me dejé envolver por ese estado de ensoñación y felicidad. Me
encontraba volando en ese ambiente perfecto sin saber que iba a caer en picada,
y el golpe iba a ser muy duro. De un momento a otro todo se había derrumbado. Y
está bien, si digo “todo” suena muy exagerado, y sé que tengo mil cosas por las
cuales agradecer. Pero estoy inmerso en un estado de bronca e impotencia, de
tristeza y de depresión. Estaba a nada de cumplir mi gran sueño, lo tenía ahí
al alcance de mi mano, y de repente me lo sacaron, me alejaron completamente. Y
es una sensación horrible, me arrancaron esa sonrisa inexplicable que tenía al
despertarme. Estaba con un pie en el avión, pero la vida es demasiado injusta,
y todo se fue al pasto. El fútbol significa mucho para mí, no es un simple
deporte. Y el no poder volver a jugar equivale a que me hayan cortado las
piernas. Una parte de mí murió con esa pasión, con esa despedida, con ese
"nunca más". Y no tengo ganas de hablar con nadie. Porque no me sirve
de nada que las personas me intenten levantar el ánimo y comiencen con un
"te entiendo". Porque es una estúpida mentira. No pueden entenderme
porque no les pasó, porque no lo están sintiendo, no lo están viviendo en carne
propia. Entonces no pueden dar ningún tipo de opinión, porque no es válido. Y
tampoco quiero generar lástima en los demás por estar postrado en una silla de
ruedas. Todo esto era horrible. Y seguía sin poder sacarme de la cabeza el
recuerdo de la mirada llena de odio de Lautaro y su sonrisita macabra. Aún
retumbaba en mi cabeza su voz diciendo "¿Quién es el fracasado
ahora?" Y me daba tanta impotencia que tenía ganas de ir a buscarlo y de
pegarle con toda mi furia, descargándome, hasta que quedara sobrepasado de
sangre y me suplicara que frenara. Pero no me podía rebajar a su nivel. Seguía
sin entender como había podido hacer lo que hizo. De él me imaginaba mil cosas,
pero realmente esto había sido demasiado, y me preocupaba la cantidad de odio y
resentimiento que acumulaba hacia mi persona. No tanto por el hecho de que me
pudiera hacer otra cosa, sino porque me daba lástima que fuera una persona tan
miserable e infeliz.
Narra Emma:
Me encontraba en el
living junto a los padres de Santino. Mora estaba sentada en el piso jugando
con Gala. El resto de la familia se había retirado para no invadir, y
prometieron volver cuando su hermano estuviera más calmo. Toda esta situación
me destrozaba. Me estaba matando verlo a Santino en ese estado. Su madre
también estaba triste, sabía bien que el viaje a Madrid era el sueño más grande
de su hijo, y tenía cierta conexión con él, por lo que podía sentir todo ese
sufrimiento que lo estaba torturando.
Narra Santino:
La tristeza que sentía
comenzó a convertirse en furia. Me empecé a llenar de bronca y tenía ganas de
destrozar todo lo que estuviera a mi alcance, sin importarme ni su valor
económico ni sentimental. Estaba desbordado, desequilibrado, fuera de eje.
Necesitaba descargarme de alguna manera, gritar, dar puñetazos, romper, llorar,
algo. Realmente lo necesitaba, y mucho. Miré mi muñeca, todavía llevaba la
pulsera que me había entregado mi hermana menor, minutos antes del partido.
Recordaba su mirada de inocencia y su sonrisa acompañada de su tierna voz
diciendo "Para que te de suerte en el partido". Cerré mis ojos con
fuerza. ¿Por qué? ¿Por qué me tenía que pasar esto? Y si estaba escrito que
tenía que pasarme, ¿no podía pasar luego de cumplir mi sueño? ¿Por qué ahora?
¿Por qué?
Narra Emma:
La familia de Santino
abandonó el apartamento. Me dirigí a la cocina con intenciones de preparar la
cena cuando algo me frenó. Gritos, llantos y golpes provenían de la habitación
de Santino. Corrí y rápidamente subí las escaleras para ver lo que ocurría. Lo
encontré de espaldas con un llanto contenido y temblando como un barco de
papel. Miré alrededor y todo estaba tirado o roto. Lo vi con intenciones de
atacar las copas de campeonatos de fútbol, pero me apresuré a alejarlas antes
de que se arrepintiera. Me acerqué a él y lo di vuelta para mirarlo. Me
encontré con sus ojos rojos y no pude evitar frenar la lágrima que se me
escapó.
-Eu, tranquilo.-dije
secando sus lágrimas.-Mi amor...-agregué acariciando su mejilla.
Se intentó tranquilizar
pero me esquivó la mirada.
-Ya sé que no queres
hablar.-acoté.-Pero al menos escúchame.
Negó con la cabeza y
suspiré, arrodillándome delante de él.
-¿Te vas a pasar toda tu vida encerrado en vos mismo y sin hablar con
nadie?-le pregunté.-Santi, es horrible todo lo que está pasando, lo sé. Pero la
vida sigue. Tenes una familia hermosa que te adora, amigos que dejaron la vida
en la cancha simplemente para poder llevarte la copa…-dije tras un silencio y
me miró.-Y estoy yo que te amo y quiero que estés bien. Te voy a acompañar en
todo esto, y vas a salir adelante, ¿sí?
Permaneció en silencio sin intenciones de responderme. Pero lo dejé, no
quería presionarlo. Lo ayudé a acostarse en la cama y bajé nuevamente a
preparar la cena.
Narra Santino:
Era demasiado molesto no poder mover las piernas, y depender de
los demás. Miré al techo mientras dejaba a mis pensamientos navegar. Quería que
la operación fuera lo antes posible, necesitaba al menos volver a caminar. Si
no me iba a terminar volviendo loco. Bajé mi vista y visualicé uno de los
objetos más preciados que tenía en la habitación.Narra Emma:
No sabía cómo podía hacer para que Santino se sintiera mejor. Me
partía el alma verlo tan deprimido y frustrado. Hubiese dado hasta lo que no
tengo para que no tuviera que pasar por todo esto, pero lamentablemente no pude
hacer nada para evitarlo. No entendía como cabía tanta maldad en una persona
como Lautaro. Me gustaría saber qué se le pasó por la cabeza para hacerlo, sin
pensar en las consecuencias. Además, seguramente él tampoco pueda jugar más al
fútbol, al menos en equipos o torneos, ya que con lo que había hecho, que
estaba a simple vista de todos que fue algo a propósito, iba a estar eternamente
suspendido.
Terminé de preparar la cena y la puse en una bandeja. Cuando entré a la habitación, Santino se encontraba completamente dormido, abrazado con fuerza a una pelota de futbol, como si no quisiera soltarla nunca jamás.
Terminé de preparar la cena y la puse en una bandeja. Cuando entré a la habitación, Santino se encontraba completamente dormido, abrazado con fuerza a una pelota de futbol, como si no quisiera soltarla nunca jamás.
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