Vistas de página en total

viernes, 17 de octubre de 2014

Capítulo ochenta y uno



Narra Santino:

Sentí el crujir de mis huesos y un fuerte ardor recorrió mis piernas, haciéndome gritar del dolor. Las lágrimas se me escapaban sin poderlas controlar. Un dolor insoportable me invadía. Abrí los ojos y estaba rodeado de personas. Llegué a escuchar un "¿Quien es el fracasado ahora?" de la boca de Lautaro. Luego sentí  la mano de Bruno sobre mi pecho.

-¡Hermano, reacciona! ¿Estás bien?-me preguntaba preocupado.-Lo voy a matar a trompadas, lo juro.

No podía verle el rostro debido a que las lágrimas me hacían ver borroso. No sé de donde saqué la fuerza para hablar pero en medio del dolor le pedí como pude que no hiciera nada al respecto, que lo necesitaba adentro de la cancha. Mis palabras fueron muy claras, le sollocé que ganara el partido, se lo pedí por favor.
                                           

Narra Emma:

Seguía con mis manos tapando mi boca. No podía salir del estado de shock. Santino estaba por patear la pelota cuando de repente Lautaro apareció corriendo detrás y pateó con fuerza sus dos piernas. Esto hizo que cayera, golpeándose con el palo del arco y terminando tumbado en el piso. Su grito de dolor nos provocó un escalofrío a todos los presentes. Claramente lo que le siguió a este hecho fue la tarjeta roja del referí, que obligó a Lautaro a abandonar la cancha.
Unos médicos se acercaron a Santino y se lo llevaron en una camilla. Empecé a empujar y esquivar gente y personas de seguridad para poder acercarme. Necesitaba saber cómo estaba. No me dejaban pasar al vestuario y de afuera escuchaba sus gritos de dolor mezclado con llanto. Estaba desesperada, quería estar con él.

-Necesito verlo, por favor.-le supliqué al hombre que estaba controlando que nadie ingresara.

-Lo siento, señorita. Pero no puedo dejarla pasar.-me respondió con firmeza.

Luego de unos minutos se abrió la puerta y pidieron paso. Lo sacaron en la camilla y lo subieron a la ambulancia. Apareció la familia detrás de mí. Nos dejaron subir sólo a la madre y a mí.
Se me desgarró el alma al ver como no podía contener las lágrimas que le caían por las mejillas. Me miró y se llevó los brazos a la cara, tapando sus ojos, y aguantando el dolor.


Narra Santino:

Me encontraba en el hospital. Recordaba que me habían dado un tranquilizante para que descansara mientras los médicos trabajaban y me hacían estudios. Empecé a temblar al intentar mover el cuerpo. De repente la puerta se abrió y la vi ingresar a Emma.

-Mi amor, ¿cómo estás?-se interesó acercándose.-Ey, ¿qué te pasa?-agregó al ver mi cara de pánico.

-Emma.-dije casi en un grito y le agarré fuerte la mano, apretándola.-No siento las piernas.-y creo que ya estaba pálido.

Su cara se transformó y la invadió la preocupación.

-¿Qué? ¿Cómo que no sentís las piernas?-me interrogó.

-No las siento. No las puedo mover, Emma.-le respondí con los ojos llenos de lágrimas.


Narra Emma:

Salí corriendo de la sala en busca de algún médico que pudiera explicarnos lo que estaba pasando. En eso me crucé a Bruno que venía apurado y con intenciones de ver a Santino. Me comentó al pasar que habían ganado el campeonato, pero no tuve tiempo de responderle. Agarré del brazo a Tania que venía detrás de él, y me acompaño a buscar al médico.


Narra Santino:

Escuché la puerta abrirse y rápidamente me sequé las lágrimas del rostro. Apareció Bruno con la copa del campeonato en sus manos. Era la persona que más esperaba y más quería ver en ese momento. Estaba desbastado, sabía muy bien que tuviera lo que tuviera, no iba a poder viajar. Alzó la copa mostrándomela e intenté sonreír.

-No te fallé, hermano. Metí el gol.-me comentó.-Ganamos el campeonato. Y quiero que te quedes vos la copa, te lo mereces. Y todo el equipo está de acuerdo.

-Gracias.-apenas llegué a decir.- ¿A qué hora sale el avión?-logré preguntar luego de un silencio.

-En un rato.-respondió bajando la cabeza.-Santi, yo sin vos no viajo. Era un sueño que teníamos los dos, para cumplirlo juntos.

Empezamos a discutir sobre el tema. No iba a permitir que por esto que me había pasado, él se perdiera el viaje de su vida. Se me partía el alma en mil pedazos no poder ir ni cumplir el sueño juntos, pero él tenía que ir.

-Anda y tomate ese puto avión, hermano.-le exigí con lágrimas en los ojos.-Disfruta cada segundo, rómpela en la cancha, mete goles, grítalos con toda tu furia, da lo mejor de vos. Y a la vuelta me contas todo con lujo de detalles.-continué. Te va a ir genial, te deseo lo mejor.

Se acercó con los ojos vidriosos y me dio una palmada en el pecho.

-Lo lamento mucho, en serio.-me dijo.-Te juro que voy a pensar en vos y te voy a dedicar cada gol.-me sonrió.-Va a estar todo bien, hermano. Te quiero mucho.

La llegada del médico nos interrumpió. Venía con cara preocupada y con las radiografías en las manos. Bruno se puso a un costado pero se quedó para escuchar.

-¿No podes mover las piernas?-me preguntó el médico viendo que tenía las rodillas demasiado inflamadas.

Negué con la cabeza. Estaba aterrado y no me salían las palabras. Estuve fingiendo con Bruno porque no lo quería preocupar.

-Es probable que sea por el traumatismo.-me comentó.-Pero tranquilo, las vas a volver a mover.

-¿Qué salió en las radiografías? ¿Qué tiene?-preguntó por mí Bruno.

Mi corazón latía a mil. 

-Tiene las dos piernas afectadas. Hubo una descolocación de rodillas, y hay lesión en los ligamentos cruzados anteriores.-respondió mirando a ambos.-Además hay otros huesos rotos.

-¿Y qué hay que hacer?-se preocupó Bruno.

-Hay que operarlo.-respondió con firmeza el médico.

-¿Voy a volver a caminar?- pregunté con un hilo de voz.

-Sí, después de la operación vas a tener que hacer la recuperación.- me comentó.-Pero vas a volver a caminar normalmente.

-¿Y el fútbol?- me interesé de inmediato.-¿Voy a poder volver a jugar?

Un silencio insoportable reinó en la sala, y el médico intercambió miradas con mi mejor amigo. No hizo falta una respuesta. Cerré los ojos por unos segundos deseando que todo sea mentira, me quería despertar de esta horrible pesadilla. Quería poder estar en la cancha metiendo el tercer gol, alzando la copa, brindando con mis compañeros. Subir a ese avión con rumbo a Madrid. Pero nada de eso iba a poder pasar. Estaba chocándome con la realidad, y no era para nada agradable. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario