Narra Santino:
Sentí el crujir de mis huesos y un fuerte ardor recorrió mis piernas,
haciéndome gritar del dolor. Las lágrimas se me escapaban sin poderlas
controlar. Un dolor insoportable me invadía. Abrí los ojos y estaba rodeado de
personas. Llegué a escuchar un "¿Quien es el fracasado ahora?" de la
boca de Lautaro. Luego sentí la mano de Bruno sobre mi pecho.
-¡Hermano, reacciona! ¿Estás bien?-me preguntaba preocupado.-Lo voy a
matar a trompadas, lo juro.
No podía verle el rostro debido a que las lágrimas me hacían ver borroso.
No sé de donde saqué la fuerza para hablar pero en medio del dolor le pedí como
pude que no hiciera nada al respecto, que lo necesitaba adentro de la cancha.
Mis palabras fueron muy claras, le sollocé que ganara el partido, se lo pedí
por favor.
Narra Emma:
Seguía con mis manos tapando mi boca. No podía salir del estado de shock.
Santino estaba por patear la pelota cuando de repente Lautaro apareció
corriendo detrás y pateó con fuerza sus dos piernas. Esto hizo que cayera, golpeándose
con el palo del arco y terminando tumbado en el piso. Su grito de dolor nos
provocó un escalofrío a todos los presentes. Claramente lo que le siguió a
este hecho fue la tarjeta roja del referí, que obligó a Lautaro a abandonar la
cancha.
Unos médicos se acercaron a Santino y se lo llevaron en una camilla.
Empecé a empujar y esquivar gente y personas de seguridad para poder acercarme.
Necesitaba saber cómo estaba. No me dejaban pasar al vestuario y de afuera
escuchaba sus gritos de dolor mezclado con llanto. Estaba desesperada, quería
estar con él.
-Necesito verlo, por favor.-le supliqué al hombre que estaba controlando
que nadie ingresara.
-Lo siento, señorita. Pero no puedo dejarla pasar.-me respondió con firmeza.
Luego de unos minutos se abrió la puerta y pidieron paso. Lo sacaron en
la camilla y lo subieron a la ambulancia. Apareció la familia detrás de mí. Nos
dejaron subir sólo a la madre y a mí.
Se me desgarró el alma al ver como no podía contener las lágrimas que le
caían por las mejillas. Me miró y se llevó los brazos a la cara, tapando sus
ojos, y aguantando el dolor.
Narra Santino:
Me encontraba en el hospital. Recordaba que me habían dado un
tranquilizante para que descansara mientras los médicos trabajaban y me hacían
estudios. Empecé a temblar al intentar mover el cuerpo. De repente la puerta se
abrió y la vi ingresar a Emma.
-Mi amor, ¿cómo estás?-se interesó acercándose.-Ey, ¿qué te pasa?-agregó
al ver mi cara de pánico.
-Emma.-dije casi en un grito y le agarré fuerte la mano, apretándola.-No
siento las piernas.-y creo que ya estaba pálido.
Su cara se transformó y la invadió la preocupación.
-¿Qué? ¿Cómo que no sentís las piernas?-me interrogó.
-No las siento. No las puedo mover, Emma.-le respondí con los ojos llenos
de lágrimas.
Narra Emma:
Salí corriendo de la sala en busca de algún médico que pudiera
explicarnos lo que estaba pasando. En eso me crucé a Bruno que venía apurado y
con intenciones de ver a Santino. Me comentó al pasar que habían ganado el
campeonato, pero no tuve tiempo de responderle. Agarré del brazo a Tania que
venía detrás de él, y me acompaño a buscar al médico.
Narra Santino:
Escuché la puerta abrirse y rápidamente me sequé las lágrimas del rostro.
Apareció Bruno con la copa del campeonato en sus manos. Era la persona que más
esperaba y más quería ver en ese momento. Estaba desbastado, sabía muy bien que
tuviera lo que tuviera, no iba a poder viajar. Alzó la copa mostrándomela e
intenté sonreír.
-No te fallé, hermano. Metí el gol.-me comentó.-Ganamos el campeonato. Y
quiero que te quedes vos la copa, te lo mereces. Y todo el equipo está de
acuerdo.
-Gracias.-apenas llegué a decir.- ¿A qué hora sale el avión?-logré
preguntar luego de un silencio.
-En un rato.-respondió bajando la cabeza.-Santi, yo sin vos no viajo. Era
un sueño que teníamos los dos, para cumplirlo juntos.
Empezamos a discutir sobre el tema. No iba a permitir que por esto que me
había pasado, él se perdiera el viaje de su vida. Se me partía el alma en mil
pedazos no poder ir ni cumplir el sueño juntos, pero él tenía que ir.
-Anda y tomate ese puto avión, hermano.-le exigí con lágrimas en los
ojos.-Disfruta cada segundo, rómpela en la cancha, mete goles, grítalos con
toda tu furia, da lo mejor de vos. Y a la vuelta me contas todo con lujo de
detalles.-continué. Te va a ir genial, te deseo lo mejor.
Se acercó con los ojos vidriosos y me dio una palmada en el pecho.
-Lo lamento mucho, en serio.-me dijo.-Te juro que voy a pensar en vos y
te voy a dedicar cada gol.-me sonrió.-Va a estar todo bien, hermano. Te quiero
mucho.
La llegada del médico nos interrumpió. Venía con cara preocupada y con
las radiografías en las manos. Bruno se puso a un costado pero se quedó para
escuchar.
-¿No podes mover las piernas?-me preguntó el médico viendo que tenía las
rodillas demasiado inflamadas.
Negué con la cabeza. Estaba aterrado y no me salían las palabras. Estuve
fingiendo con Bruno porque no lo quería preocupar.
-Es probable que sea por el traumatismo.-me comentó.-Pero tranquilo, las
vas a volver a mover.
-¿Qué salió en las radiografías? ¿Qué tiene?-preguntó por mí Bruno.
Mi corazón latía a mil.
-Tiene las dos piernas afectadas. Hubo una descolocación de rodillas, y
hay lesión en los ligamentos cruzados anteriores.-respondió mirando a ambos.-Además
hay otros huesos rotos.
-¿Y qué hay que hacer?-se preocupó Bruno.
-Hay que operarlo.-respondió con firmeza el
médico.
-¿Voy a volver a caminar?- pregunté con un hilo de
voz.
-Sí, después de la operación vas a tener que hacer
la recuperación.- me comentó.-Pero vas a volver a caminar normalmente.
-¿Y el fútbol?- me interesé de inmediato.-¿Voy a
poder volver a jugar?
Un silencio insoportable reinó en la sala, y el
médico intercambió miradas con mi mejor amigo. No hizo falta una respuesta.
Cerré los ojos por unos segundos deseando que todo sea mentira, me quería
despertar de esta horrible pesadilla. Quería poder estar en la cancha metiendo
el tercer gol, alzando la copa, brindando con mis compañeros. Subir a ese avión
con rumbo a Madrid. Pero nada de eso iba a poder pasar. Estaba chocándome con
la realidad, y no era para nada agradable.
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