Narra Emma:
Sábado. Esta
semana habían pasado muchas cosas. Con respecto a mi padre, al parecer se
consiguió un trabajo y dejó de invadir el apartamento. Nuestra relación se
podría decir que estaba un poco mejor, o al menos eso intentábamos. El día
anterior nos juntamos a merendar y hablamos como dos personas civilizadas, y
también tuvimos una conversación de padre e hija, como hace tiempo no teníamos.
Era un gran avance.
Con Santino cada
día estábamos más enamorados y compartíamos más cosas juntos. Era el amor de mi
vida, de eso no habían dudas. Estaba muy ansioso y feliz con todo el tema del
campeonato y de su viaje a Madrid. Y yo estaba feliz por él.
Me encontraba en
la casa de Tania, quien me había llamado diciéndome en un tono un poco
desesperado que fuera a verla. Y ahí me hallaba, en su habitación, sentada en
un puf verde, esperando a que hablara.
-¿Qué era eso tan
urgente que me tenías que decir?-rompí el silencio, y ella se levantó de la
cama caminando nerviosa de un lado al otro de la habitación.
-No sé como
decírtelo.-soltó frenando a punto de comerse las uñas de los nervios.
-Me estás
preocupando.-acoté un tanto intrigada.
-¡Ay!-expresó
llevando sus manos a la cara y yo alcé las cejas.-Es que es difícil, yo no
estoy segura de esto, pero si lo estuviera sería un grave error.-agregó
volviendo a moverse.
-¿Podes dejar de
dar vueltas por toda la habitación y explicarme qué está pasando?-le exigí.-No
entiendo nada.
Se tranquilizó un
poco y volvió a sentarse sobre su cama. Tomó una bocanada de aire mientras
buscaba las palabras exactas. Me iba a seguir dando vueltas pero finalmente
optó por ser directa.
-Tengo un
atraso.-me comentó y se produjo un silencio.
-¿Voy a ser
tía?-le pregunté con una sonrisa, aunque no sabía bien si eso era algo bueno. Y
menos al encontrarme con sus ojos prendidos fuego sobre los míos.
-Se supone que no
te tenes que alegrar, Emma.-me dijo subiendo la voz.-No quiero ser madre a los
21.
-Lo tendrías a
los 22.-solté. Y no, no era momento para esos comentarios.
Se despeinó el
pelo nerviosa y se volvió a levantar.
-No está
confirmado igual. No sé si estoy embarazada.-me comentó.-Pero estoy aterrada,
amiga.
-¿Le hablaste de
esto a Bruno?-me interesé.
-¡No!-exclamó.-¿Estás
loca? Aparte él está con el tema del campeonato y del viaje. No le puedo ir con
esto.
-¿Y si te haces
el test de embarazo y nos sacamos las dudas?-le propuse encontrando la cajita
en su escritorio.
-No quiero
saberlo ahora.-respondió sacándomelo de la mano y dejándolo en su lugar.-No
quiero saber el resultado hoy, porque tengo que tener la cabeza en acompañar a
Bruno en el partido, y en la salida de hoy a la noche.
-¿Vas a seguir
hasta mañana con esa intriga que te está carcomiendo la cabeza?-le pregunté
sorprendida.
-Sí.-dijo
decidida.-Sólo te lo necesitaba contar porque estaba a punto de explotar sin
decírselo a nadie.
Narra Santino:
Palpitaba la
semifinal junto a mi compañero y mejor amigo. Estábamos muy ansiosos. Nos
hallábamos conversando en una confitería cerca del club en donde nos tocaba
jugar. Tuvimos una larga conversación en la que definimos un par de tácticas y
jugadas para llevar al cabo en el partido. Él era quien me hacia los pases para
que yo metiera los goles. Éramos un dúo dinámico. Nos retiramos del lugar y nos
dirigimos con el resto de nuestros compañeros a entrar en calor.
Narra Emma:
Comenzó la semi
final y ahí estábamos con Tania, firmes como soldados, acompañando a nuestros
novios. Me gustaba compartir estos momentos junto a mi mejor amiga, mi hermana
del alma.
El partido
terminó y el equipo de Santino festejó el triunfo, habían pasado a la final.
Los rostros de todos lucían una enorme sonrisa y alegría. El equipo contrario
se retiró con la cabeza gacha al vestuario, y ellos se quedaron unos minutos
más abrazándose y festejando.
Bruno salió antes
del vestuario y se llevó a Tania de mi lado. Me quedé contemplando el lugar
hasta que una persona se puso delante de mí y me sonrió.
-Al fin te
encuentro sola.-dijo aún con la sonrisa en su rostro.-Sos muy hermosa,
Emma.
No tuve tiempo ni
de responder. De repente sentí unos pasos acercándose y apareció Santino
rodeando mi cintura con sus brazos.
-¿Qué haces con
mi novia?-le preguntó de mala manera.
-Le estaba
diciendo un piropo. ¿O acaso no puedo?-le contestó desafiante.
-Te advertí que
no te acercaras a las personas que me rodean.-escupió con odio Santino.
-¿Y si lo hago
qué?-siguió desafiándolo Lautaro.-¿Qué me vas a hacer?
Santino me soltó
y me alejó a un lado. Avanzó con intenciones de pegarle.
-Basta.-los frené
metiéndome en el medio para separarlos.-Vamos, amor.-agregué empujando a
Santino para sacarlo de ahí.
-Anda a festejar,
mejor.-le gritó Lautaro mientras nos alejábamos.-Nos vemos en la final.
Narra Santino:
Tragué saliva al
escuchar lo último dicho por Lautaro. Se me había olvidado que Bruno me había
informado que este individuo se había vendido al equipo con el que nos tocaba
jugar la final del campeonato.
Estuve con Emma
en el apartamento hasta que comenzó a anochecer, y me fui a juntarme con mis
compañeros de equipo, había mucho que festejar, y esa noche iba a ser para el
recuerdo.
Narra Emma:
Luego de darme
una ducha me paré frente al armario con el dilema de qué ponerme. Tania salía
con sus amigas de la facultad y me había invitado. Este último tiempo me estaba
integrando a ese grupo, y la verdad es que me caían bien. Terminé eligiendo un
vestido dividido en vertical, de un lado era azul y del otro negro. Me puse
unos tacos altos y me terminé de maquillar.
Narra Santino:
Nos hallábamos
todos en un boliche que habíamos reservado. Lo ambientamos con sillones y otras
cosas. Pero lo que no podía faltar era el alcohol. La alegría nos sobrepasaba
y esta noche se sabía, íbamos
a descarrilar.
Todos en ronda
con la copa de champagne en la mano, brindamos por estar a nada de la final. El
esfuerzo y la unión habían válido la pena. Hicimos fondo blanco y nos
abrazamos. Luego la música comenzó a sonar a todo lo que da y el lugar empezó a
llenarse.
Narra Emma:
Nos juntamos en
lo de Tania a hacer la previa del boliche. No tomamos casi nada, lo que más
hicimos fue hablar y ponernos al día con mil temas. Luego nos pusimos de
acuerdo con el lugar para ir a bailar y nos dirigimos a él.
Narra Santino:
El alcohol lo
incorporábamos a nuestro organismo como agua. No llevaba la cuenta de cuanto
había consumido hasta el momento, pero lo suficiente para dejar de ser
consciente de mis actos. Me encontraba saltando con un par de amigos y cantando
las canciones eufóricos. Mi cabeza daba vueltas pero no podía rechazar los
vasos que me seguían ofreciendo. La excusa era siempre la misma: brindar
por haber llegado a la final.
Narra Emma:
Me fui del
boliche un rato antes porque no daba más del sueño, tenía cansancio acumulado
de la semana. Llegué al apartamento y lo primero que hice fue sacarme los
tacos. Subí las escaleras descalza y me dirigí a la habitación.
Narra Santino:
Rodeado de tres
mujeres rubias infartantes seguía bailando al ritmo de la música. No sabía cual
de las tres era más hermosa pero disfrutaba del movimiento de sus cuerpos
mientras me terminaba un vaso de fernet y lo revoleaba por ahí. Se acercó
Bruno tambaleando, sí, al parecer estaba en peor estado que yo. Se cayó unas
cuatro veces antes de llegar hacia mí y se agarró de mi camisa para no perder
el equilibrio. Lo abracé al mismo tiempo que abrazaba a las mujeres y nos
fundíamos en un abrazo grupal. Agustín vino a llevarse a Bruno y yo continué
bailando con las mujeres. En un momento dos de ellas se fueron y la otra se me
acercó provocativamente. Me sostuve de la pared porque todo me empezó a dar
vueltas y las piernas se me aflojaron. La mujer no le dio importancia a
mi mareo y comenzó a darme besos en el cuello. Me refregué los ojos con las manos
y luego la aparté de mí. Sólo quería estar en mi cama, abrazado a Emma.
Narra Emma:
Me desperté
sobresaltada por el continuo ruido de la cerradura. Me asusté al sentir unas
llaves que nunca llegaban abrir la puerta. Bajé rápidamente las escaleras y con
miedo me fijé por el agujero de la puerta. Lejos de ver a un delincuente
queriendo entrar a robar, me encontré con un Santino frustrado pifiándole a la
llave. Suspiré y abrí la puerta. Enseguida al verme se abalanzó hacia mí y me
abrazó, dejando caer todo el peso de su cuerpo sobre mí.
-Santi nos vamos
a caer para atras.-dije tratando de que eso no pasara.-Mi amor, ¿podes
mantenerte en pie?-me preocupé mientras su terrible olor a alcohol me provocaba
arcadas.
Balbuceó algo
pero no le entendí nada. Estaba muy mareado y con cero equilibrio. Era un
misterio saber como había logrado llegar al apartamento en ese estado.
-Se te fue un
poquito mucho la mano con el alcohol me parece.-protesté mientras me costaba
mantenerle el equilibrio sin que nos cayéramos los dos.
No se cómo pero
terminé logrando subir las escaleras con él agarrado de mí. Lo llevé hasta el
baño y le desabroché la camisa para sacársela, y luego me deshice de su
pantalón. En ropa interior, y pese a sus quejas, lo metí bajo la ducha y abrí
el agua fría. En un momento de distracción tiró de mi mano, logrando que
terminara abajo de la ducha junto a él. No me dio ni tiempo a insultarlo. Sus
manos se colocaron en mi cintura, y se apoyó contra la pared, acercándome más a
su cuerpo. Y en un abrir y cerrar de ojos comenzó a besarme apasionadamente
mientras el agua seguía cayendo sobre nuestros cuerpos. Mi corazón latía fuerte
y llevé mis manos a su nuca.
Me separé de sus
labios y salí temblando de la ducha en busca de una toalla para ambos. Luego fuimos
a la habitación y lo hice acostarse. Yo me tuve que cambiar la remera para
dormir, ya que la que tenía estaba empapada. Me acosté a su lado y quise besar
sus labios antes de girarme y dormir. Pero impidió que pueda girar y me agarró
fuerte de la cintura.
-Hagamos el
amor.-susurró con los ojos cerrados y me mordí el labio inferior luego de negar
con la cabeza.
-Basta,
Santino.-dije soltándome y tapándolo con las sábanas. -Dormí, que mañana te vas
a levantar con la cabeza hecha un bombo.
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