Vistas de página en total

jueves, 23 de enero de 2014

Capítulo once


Narra Emma:

Llegó el viernes. Me levanté cruzada, tenía un mal humor inexplicable. Benjamín había desaparecido en el medio de la madrugada sin dejar rastros. Estaba cansada de toda esta situación, era siempre lo mismo y yo estaba estancada. Puse un poco de música para levantarme el ánimo y acomodé un poco el departamento.


Narra Santino:

A unas clases de rendir el examen y no entendía nada de la materia. El profesor hablaba y mi mente viajaba por zonas no identificadas. Me tenía que poner las pilas con la facultad, y más si quería empezar a trabajar para independizarme. No quería más ser un mantenido por mis padres. Pero primero necesitaba organizarme bien con la facultad, porque sino entre el entrenamiento de fútbol y todo, no me iba a alcanzar el tiempo. 


Narra Emma:

Sonó el teléfono. Ahora a mi padre se le había dado por llamar todos los días. Me asfixiaba. Lo escuché mientras lavaba los platos del almuerzo y casi se me cae todo de las manos cuando me informó que hoy a la noche había cena de las dos familias, ya que con Benjamín estábamos a una semana de casarnos. No tenía ganas de ir a fingir que éramos la pareja perfecta y que todo andaba de maravillas.


Narra Santino:

El entrenamiento de fútbol fue un desastre. Estaba muy desconcentrado y me terminaron mandando al banco.

-¿Qué te pasó, hermano?-me preguntó Bruno, en el vestuario.

-Estoy con la cabeza en cualquier lado.-apenas le respondí, mientras me sacaba los botines.

-¿En cualquier lado o en Emma?-se interesó y lo miré.- Se va a casar, Santi. No te conviene.

-Pero no es feliz con su futuro marido.-y creo que eso ya se lo había argumentado a varias personas.

-Puede ser, pero se va a casar igual y no podes hacer nada.-me dijo agarrando sus cosas.-Olvídate, en serio.


Narra Emma:
Pasé por la modista a buscar el vestido y volví al departamento. Apoyé la caja en la cama matrimonial y la abrí. Me quedé con la mirada perdida y acaricié la tela. Suspiré una mezcla de miedo y tristeza. Observé la mesita de luz y me acerqué para agarrar la foto que se encontraba en ella. Era una foto de cuando recién empezaba a salir con Benjamín, él estaba sentado en el pasto de una quinta a la que habíamos ido, y yo sentada en sus piernas. Pasé la yema de mi dedo índice por la foto y cerré los ojos. No entendía cuando fue que todo se había ido al carajo. O tal vez, siempre fue así, sólo que yo antes no me daba cuenta.


Narra Santino:

Llegué al departamento y me encontré con que estaba mi hermana en la cocina preparando la merienda.

-Hola Jaz.-le dije acercándome para saludarla.

-¿Cómo te fue en el entrenamiento?-me preguntó mientras preparaba dos chocolatadas y abría unas galletitas.

-Maso menos, pero no quiero hablar de eso.-le respondí sin querer tocar el tema.-¿Vos qué onda? ¿Me preparaste una chocolatada?

-No, no es para vos. Es para Agustina que fue al baño.-me dijo antes de que la llegara a agarrar.

-Igual me iba a tomar una cerveza.-le dije abriendo la heladera.

-¿A esta hora?-me miró espantada.

-Sí, tengo ganas de tomármela ahora.-contesté destapando la botella de vidrio.

Terminé de abrir la botella y escuché la voz de Agustina. Me di vuelta y la vi acercarse lentamente hacia la cocina. No pude evitar mirarla. Estaba con la pollera escocesa y la chomba del colegio. Era hermosa.

-Hola Agus, ¿todo bien?-le dije al saludarla con un beso en la mejilla.

-Todo bien, ¿vos?-me respondió mientras se sentaba en la mesa.-Gracias por llevarme al cole el otro día.

-No, no me agradezcas. Todo bien.-le dije y sonreí con la cerveza en la mano derecha.

De repente nos pusimos a hablar entre nosotros y mi hermana quedó colgada. Nos miraba a ambos extrañada. 

-¿Quieren venir hoy a la fiesta que organizamos con los chicos de fútbol?-pregunté después de un rato.

-¿Va a ir mucha gente?-se interesó Jazmín.

-Sí, obvio. Como en todas nuestras fiestas.-dije haciéndome el superado y reí.

-¿Y yo paso con 17?-preguntó mi hermana.-Agus ya tiene 18.

-Sí, te hago pasar.-le dije.-¿Vienen?-agregué mirando a Agustina con una sonrisa, y me la devolvió, asintiendo.


Narra Emma:

Guardé la caja con el vestido de novia en un lugar donde Benjamín no lo pudiera encontrar. Me sentía tan triste y confundida, que hasta ni yo misma me entendía. Se me hizo un nudo en la garganta y al verlo entrar a Benjamín, lo disimulé.

-Hola, amor.-me dijo saludándome con un beso.-¿Me esperaste para merendar?

-Como siempre.-me limité a responder.

-Antes de ir para la cocina te quiero dar esto.-me dijo entregándome una bolsa de regalo.

Estaba harta de que siempre quiera arreglar todo con un regalo. No puede pensar que me va a comprar con ropa.

-¿Y esto vendría a ser porque te fuiste en el medio de la madrugada sin explicación?-le pregunté, sin abrir la bolsa.

-Te quería hacer un regalo y punto. No te enrosques.-apenas respondió, sacándose los zapatos para estar más cómodo.

-¿Y a la otra también le haces regalos?-me interesé, conteniendo la bronca.-¿O son varias tus "amantes"?-agregué remarcando la última palabra.

Se quedó duro pero después respondió.

-No hay otra mujer, Emma.-me dijo nervioso. -Y me estás hartando con tus planteos.-agregó yendo a la cocina.

Lo seguí y ya no podía más, quería sacarme todo lo que tenía adentro, quería dejar de fingir que me gustaba seguirle la corriente y hacer todo lo que el quería.

-¿No te das cuenta que no estamos bien? Ya no puedo más con todo esto.-y ya las lágrimas se me escapaban.

-Para mí estamos bien.-se limitó a responder, mientras me daba la espalda y buscaba algo en la alacena.

-¡Para mí no!-grité, logrando que se diera vuelta y me mirara.- No seas necio, no estamos bien. Y desde hace bastante.

-Yo no se lo que te pasa a vos últimamente, vivís histérica.-me respondió.-Me haces planteos todo el tiempo y me los aguanto, no se que más queres que haga.

-Que me prestes atención, que te importe saber lo que me pasa, que no te vayas por las noches a revolcarte con otras y me pongas como excusa que vas a reuniones de trabajo, que estés presente en mis momentos, que me demuestres que me amas..-le dije un poco sacada.-Y MÍRAME CUANDO TE HABLO.-al ver que se había dado vuelta otra vez.

-Si te tranquilizas capaz podamos hablar bien.-me dijo intentando sonar pacífico.

-¿Para qué? Si siempre queres tener la razón vos.-insistí.

-No es así, vos sos la pendeja histérica que no me deja hablar.-acotó.

-Y habla, ¿qué tenes para decir de todo lo que te dije?-le pregunté.-¿Lo vas a admitir o te vas a defender?

-No tengo nada que admitir ni nada para defenderme. Estas en un ataque, cálmate.-me pidió ya sin ganas de merendar y yendo para la habitación.

Lo seguí, quería que me diga en la cara que se estaba acostando con otras mujeres y me estaba engañando. 

-¿No vas a admitir que me engañas?-y las lágrimas volvían a aparecer.

-No sé de donde sacaste esas ideas raras, no es así.-me respondió.- Yo te amo...

-No digas más eso.-lo interrumpí cerrando los ojos, dejando caer las lágrimas.- Yo pensaba que me amabas, pero me equivoqué.

-Emma, por favor.-me dijo.-Estoy cansado del trabajo y estás haciendo que me explote la cabeza.

-Nunca me amaste, ¿no?-seguí.-No entiendo para que estás conmigo...-agregué tras su silencio como respuesta.

-Basta, Emma.-acotó mirando por la ventana de la habitación, dándome la espalda.

-No puedo más, Benjamín.-le dije aumentando el llanto.-Me cansé de fingir, me cansé de entenderte, me cansé de hacer de todo para que me ames, es inútil.-agregué sentándome en el borde de la cama con la cabeza hacia el piso.

Se quedó en silencio y suspiró.

-Me hace mal todo esto, necesito que te des cuenta, que me entiendas.-agregué.-¿Me estás escuchando?

-Sí, no quiero que llores.-me dijo dándose vuelta y mirándome.-Sé que a veces estoy muy metido en mis cosas y que me ausento, pero necesito trabajar para nuestro futuro...

-Si es el discurso de siempre, ahórratelo. Me lo se de memoria.-lo interrumpí.

-Falta exactamente una semana para nuestro casamiento.-me dijo.-¿Hace falta esto ahora?

-No puedo seguir así.-apenas le dije, levantándome de la cama.

-¿Qué queres decir?-se interesó.

-No sé si quiero casarme.-le dije controlando las lágrimas y evitando su mirada.

-¿Vos me estás cargando?-sacándose un poco.

No respondí.

-Emma, no me hagas poner nervioso.-me dijo, pasando su mano por la cara.-Nosotros nos vamos a casar.-agregó presionándome con la mirada.

-No puedo...-dije con un nudo en la garganta, agarré mi cartera que estaba sobre una silla y me fui corriendo.

-¿DÓNDE VAS? ¡EMMA!-escuché que decía mientras yo desaparecía del departamento.


Twitter: @janetroseblog

No hay comentarios:

Publicar un comentario