Narra Emma:
Llegó el viernes.
Me levanté cruzada, tenía un mal humor inexplicable. Benjamín había
desaparecido en el medio de la madrugada sin dejar rastros. Estaba cansada de
toda esta situación, era siempre lo mismo y yo estaba estancada. Puse un poco de
música para levantarme el ánimo y acomodé un poco el departamento.
Narra Santino:
A unas clases de
rendir el examen y no entendía nada de la materia. El profesor hablaba y mi
mente viajaba por zonas no identificadas. Me tenía que poner las pilas con la
facultad, y más si quería empezar a trabajar para independizarme. No quería más
ser un mantenido por mis padres. Pero primero necesitaba organizarme bien con
la facultad, porque sino entre el entrenamiento de fútbol y todo, no me iba a
alcanzar el tiempo.
Narra Emma:
Sonó el teléfono.
Ahora a mi padre se le había dado por llamar todos los días. Me asfixiaba. Lo
escuché mientras lavaba los platos del almuerzo y casi se me cae todo de las
manos cuando me informó que hoy a la noche había cena de las dos familias, ya
que con Benjamín estábamos a una semana de casarnos. No tenía ganas de ir a
fingir que éramos la pareja perfecta y que todo andaba de maravillas.
Narra Santino:
El entrenamiento
de fútbol fue un desastre. Estaba muy desconcentrado y me terminaron mandando
al banco.
-¿Qué te pasó,
hermano?-me preguntó Bruno, en el vestuario.
-Estoy con la
cabeza en cualquier lado.-apenas le respondí, mientras me sacaba los botines.
-¿En cualquier
lado o en Emma?-se interesó y lo miré.- Se va a casar, Santi. No te conviene.
-Pero no es feliz
con su futuro marido.-y creo que eso ya se lo había argumentado a varias
personas.
-Puede ser, pero
se va a casar igual y no podes hacer nada.-me dijo agarrando sus
cosas.-Olvídate, en serio.
Narra Emma:
Pasé por la modista
a buscar el vestido y volví al departamento. Apoyé la caja en la cama
matrimonial y la abrí. Me quedé con la mirada perdida y acaricié la tela.
Suspiré una mezcla de miedo y tristeza. Observé la mesita de luz y me acerqué
para agarrar la foto que se encontraba en ella. Era una foto de cuando recién
empezaba a salir con Benjamín, él estaba sentado en el pasto de una quinta a la
que habíamos ido, y yo sentada en sus piernas. Pasé la yema de mi dedo índice
por la foto y cerré los ojos. No entendía cuando fue que todo se había ido al
carajo. O tal vez, siempre fue así, sólo que yo antes no me daba cuenta.
Narra Santino:
Llegué al
departamento y me encontré con que estaba mi hermana en la cocina preparando la
merienda.
-Hola Jaz.-le
dije acercándome para saludarla.
-¿Cómo te fue en
el entrenamiento?-me preguntó mientras preparaba dos chocolatadas y abría unas
galletitas.
-Maso menos, pero
no quiero hablar de eso.-le respondí sin querer tocar el tema.-¿Vos qué onda?
¿Me preparaste una chocolatada?
-No, no es para
vos. Es para Agustina que fue al baño.-me dijo antes de que la llegara a
agarrar.
-Igual me iba a
tomar una cerveza.-le dije abriendo la heladera.
-¿A esta hora?-me
miró espantada.
-Sí, tengo ganas
de tomármela ahora.-contesté destapando la botella de vidrio.
Terminé de abrir
la botella y escuché la voz de Agustina. Me di vuelta y la vi acercarse
lentamente hacia la cocina. No pude evitar mirarla. Estaba con la pollera
escocesa y la chomba del colegio. Era hermosa.
-Hola Agus, ¿todo
bien?-le dije al saludarla con un beso en la mejilla.
-Todo bien,
¿vos?-me respondió mientras se sentaba en la mesa.-Gracias por llevarme al cole
el otro día.
-No, no me
agradezcas. Todo bien.-le dije y sonreí con la cerveza en la mano derecha.
De repente nos
pusimos a hablar entre nosotros y mi hermana quedó colgada. Nos miraba a ambos
extrañada.
-¿Quieren venir
hoy a la fiesta que organizamos con los chicos de fútbol?-pregunté después de
un rato.
-¿Va a ir mucha
gente?-se interesó Jazmín.
-Sí, obvio. Como
en todas nuestras fiestas.-dije haciéndome el superado y reí.
-¿Y yo paso con
17?-preguntó mi hermana.-Agus ya tiene 18.
-Sí, te hago
pasar.-le dije.-¿Vienen?-agregué mirando a Agustina con una sonrisa, y me la
devolvió, asintiendo.
Narra Emma:
Guardé la caja
con el vestido de novia en un lugar donde Benjamín no lo pudiera encontrar. Me
sentía tan triste y confundida, que hasta ni yo misma me entendía. Se me hizo
un nudo en la garganta y al verlo entrar a Benjamín, lo disimulé.
-Hola, amor.-me
dijo saludándome con un beso.-¿Me esperaste para merendar?
-Como siempre.-me
limité a responder.
-Antes de ir para
la cocina te quiero dar esto.-me dijo entregándome una bolsa de regalo.
Estaba harta de
que siempre quiera arreglar todo con un regalo. No puede pensar que me va a
comprar con ropa.
-¿Y esto vendría
a ser porque te fuiste en el medio de la madrugada sin explicación?-le
pregunté, sin abrir la bolsa.
-Te quería hacer
un regalo y punto. No te enrosques.-apenas respondió, sacándose los zapatos para
estar más cómodo.
-¿Y a la otra
también le haces regalos?-me interesé, conteniendo la bronca.-¿O son varias tus
"amantes"?-agregué remarcando la última palabra.
Se quedó duro
pero después respondió.
-No hay otra
mujer, Emma.-me dijo nervioso. -Y me estás hartando con tus planteos.-agregó
yendo a la cocina.
Lo seguí y ya no
podía más, quería sacarme todo lo que tenía adentro, quería dejar de fingir que
me gustaba seguirle la corriente y hacer todo lo que el quería.
-¿No te das
cuenta que no estamos bien? Ya no puedo más con todo esto.-y ya las lágrimas se
me escapaban.
-Para mí estamos
bien.-se limitó a responder, mientras me daba la espalda y buscaba algo en la
alacena.
-¡Para mí
no!-grité, logrando que se diera vuelta y me mirara.- No seas necio, no estamos
bien. Y desde hace bastante.
-Yo no se lo que
te pasa a vos últimamente, vivís histérica.-me respondió.-Me haces planteos
todo el tiempo y me los aguanto, no se que más queres que haga.
-Que me prestes
atención, que te importe saber lo que me pasa, que no te vayas por las noches a
revolcarte con otras y me pongas como excusa que vas a reuniones de trabajo,
que estés presente en mis momentos, que me demuestres que me amas..-le dije un
poco sacada.-Y MÍRAME CUANDO TE HABLO.-al ver que se había dado vuelta otra
vez.
-Si te
tranquilizas capaz podamos hablar bien.-me dijo intentando sonar pacífico.
-¿Para qué? Si
siempre queres tener la razón vos.-insistí.
-No es así, vos
sos la pendeja histérica que no me deja hablar.-acotó.
-Y habla, ¿qué tenes
para decir de todo lo que te dije?-le pregunté.-¿Lo vas a admitir o te vas a
defender?
-No tengo nada
que admitir ni nada para defenderme. Estas en un ataque, cálmate.-me pidió ya
sin ganas de merendar y yendo para la habitación.
Lo seguí, quería
que me diga en la cara que se estaba acostando con otras mujeres y me estaba
engañando.
-¿No vas a
admitir que me engañas?-y las lágrimas volvían a aparecer.
-No sé de donde
sacaste esas ideas raras, no es así.-me respondió.- Yo te amo...
-No digas más eso.-lo
interrumpí cerrando los ojos, dejando caer las lágrimas.- Yo pensaba que me
amabas, pero me equivoqué.
-Emma, por
favor.-me dijo.-Estoy cansado del trabajo y estás haciendo que me explote la
cabeza.
-Nunca me amaste,
¿no?-seguí.-No entiendo para que estás conmigo...-agregué tras su silencio como
respuesta.
-Basta,
Emma.-acotó mirando por la ventana de la habitación, dándome la espalda.
-No puedo más,
Benjamín.-le dije aumentando el llanto.-Me cansé de fingir, me cansé de
entenderte, me cansé de hacer de todo para que me ames, es inútil.-agregué
sentándome en el borde de la cama con la cabeza hacia el piso.
Se quedó en
silencio y suspiró.
-Me hace mal todo
esto, necesito que te des cuenta, que me entiendas.-agregué.-¿Me estás
escuchando?
-Sí, no quiero
que llores.-me dijo dándose vuelta y mirándome.-Sé que a veces estoy muy metido
en mis cosas y que me ausento, pero necesito trabajar para nuestro futuro...
-Si es el
discurso de siempre, ahórratelo. Me lo se de memoria.-lo interrumpí.
-Falta exactamente
una semana para nuestro casamiento.-me dijo.-¿Hace falta esto ahora?
-No puedo seguir
así.-apenas le dije, levantándome de la cama.
-¿Qué queres
decir?-se interesó.
-No sé si quiero
casarme.-le dije controlando las lágrimas y evitando su mirada.
-¿Vos me estás
cargando?-sacándose un poco.
No respondí.
-Emma, no me
hagas poner nervioso.-me dijo, pasando su mano por la cara.-Nosotros nos vamos
a casar.-agregó presionándome con la mirada.
-No puedo...-dije
con un nudo en la garganta, agarré mi cartera que estaba sobre una silla y me
fui corriendo.
-¿DÓNDE VAS?
¡EMMA!-escuché que decía mientras yo desaparecía del departamento.
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