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domingo, 26 de enero de 2014

Capítulo trece


Narra Emma:

Cuando me entere quién de mis amigas fue la que abrió la boca, la voy a matar. Eso pensaba mientras me dirigía hacia la salida. Miré para todos lados y lo vi a Benjamín apoyado contra un árbol, fumando un cigarrillo. Al verme lo tiró y se acercó a pasos ligeros.

-¿Qué haces acá?-lo interrogué.

-Acá las preguntas las hago yo.-respondió en tono serio.-¿Vos qué haces acá?

-Vine a acompañar a Tania que quería ver al chico con el que está saliendo, que es uno de los que organizó la fiesta.-le respondí aunque no entendía porque le estaba dando tantas explicaciones.

-Bien.-expresó y suspiró, molesto.-Te llamé mil veces al celular.

-Lo tengo en silencio.-apenas comenté.

-Teníamos una cena importante hoy, no podes desaparecer así.-me reclamó.-Pensé que ibas a ir.

-La cena era motivo de que falta una semana para el casamiento.-le dije e hice una pausa.-Y yo todavía no sé si quiero casarme.

-No empieces otra vez con eso.-dijo intentando contener la calma.-Estás nerviosa, pero ya se te va a pasar.

-Capaz.-expresé.-Pero necesito que me des aire y me dejes pensar.

-Okey.-dijo luego de un suspiró y desvió la mirada.-Te voy a estar esperando en casa.

Terminó de decir eso y se dio media vuelta, encaminándose hacia la camioneta que dejó estacionada en frente. Observé como se subió, la puso en marcha y desapareció. Miré el cielo estrellado por unos segundos, suspiré y me fui caminando por las calles oscuras.


Narra Santino:

Al terminar de acomodar todo, me quedé un rato hablando con Bruno y su chica. Me caía demasiado bien Tania, era de esas mujeres con la que podías hablar mil horas y no te aburrías. Aparte lo veía muy bien a mi mejor amigo desde que estaba con ella. Luego los llevé a ambos en el auto hasta la casa de él, y me fui para la mía.


Narra Emma:

Caminaba sin rumbo alguno. Ni siquiera me ubicaba en ese barrio, pero mucho no me importaba. Por suerte comenzó a amanecer, porque la oscuridad si me estaba empezando a dar miedo. Lo más razonable hubiera sido que haya vuelto a entrar a la fiesta y buscar a Tania, pero no lo hice. Primero, porque habían muchas posibilidades de que los de la parejita feliz se retiraran juntos,  y yo no quería ser día jueves. Imposible no acordarme de Santino con ese pensamiento. Y segundo, que necesitaba estar un rato sola, caminando, reflexionando, encontrándome con mi yo interior. No sé cuantas cuadras llevaba caminando todo derecho sin saber hacia donde iba, pero ya comenzaban a dolerme los pies. Nota mental: no hacer caminatas con zapatos de taco aguja.


Narra Santino:

Estacioné el auto en la puerta del edificio e ingresé. Mi departamento estaba hecho un lío. ¿Acaso a Gala le agarraban ataques de rebeldía en mi ausencia? Encontré comida de perro tirada por todos lados. Miré fijo a mi perra que se encontraba acurrucada en el sillón. Negué con la cabeza y me puse a acomodar todo.


Narra Emma:

Creo que llegué a caminar apenas dos cuadras más, antes de descalzarme. Sí, podía haberme clavado algo en los pies, pero no ocurrió. Como tampoco me raptaron, robaron, atacaron o algo por el estilo por caminar sola de madrugada en una zona no conocida. Luego de reflexionar sobre Benjamín y el casamiento, sólo llegué a la conclusión de que no quería volver al departamento, por lo menos no esa noche. También analicé mis celos y Santino. Pero era demasiado admitir que capaz me estaba enamorando. De él. A una semana de casarme. Y no con él, sino con Benjamín. Y éste último me engañaba. Muy fuerte todo. 
No estaba para protagonizar ningún tipo de novela o película, así que frené mis pensamientos ahí. Además frené mi caminata, antes de terminar en un callejón sin salida o algo así.


Narra Santino:

Todo ordenado. Caminé hasta la cocina para ver si había algo para comer en la heladera, ya que me estaba muriendo de hambre. Bueno, capaz la palabra "muriendo" suene muy exagerado. Igualmente no encontré nada, así que no me quedó otra opción que comer unas galletitas oreo que encontré en la alacena. Vale aclarar que no me gustaban, pero cuando hay hambre, todo parece ser rico.


Narra Emma:

Bien. Fue lo que dije para mis adentros mientras miraba para todos lados y no tenía ni la más mínima idea de donde me encontraba. Saqué de mi cartera mi celular y empecé a mandarle mensajes a mis amigas para ver si alguna podía hospedarme. Lourdes se había ido al country de su primo, Josefina estaba durmiendo en lo de no se quién, y Tania estaba en lo de Bruno. La opción casa de mi papá estaba totalmente descartada. Tal vez si tuviera familiares que pudieran refugiarme en sus casas todo fuese más fácil, pero no tenía. 


Narra Santino:

Saqué de la heladera una botella de agua y tomé del pico; gustos que uno puede darse al vivir solo. Si estuviera mi madre acá ya hubiera comenzado a los gritos y con el sermón de que al tomar de esa manera, la saliva puede caer en la botella y todo puede volverse desagradable. Pero los deportistas estamos acostumbrados. En partidos de fútbol, cuando te estás deshidratando no te importa eso y la botella va pasando de boca a boca. Y  que yo sepa, a nadie le agarró una infección o algo por el estilo. Bueno, que sea algo poco agradable ya es otra cuestión. 


Narra Emma:

Capaz si debía creer que era la protagonista de una novela o película, con toda esta situación. Y más al estar considerando seriamente pasar la noche en lo de Santino. Era todo una locura pero creo que no había otra alternativa. A menos que prefiriera dormir abajo de un puente. Ni siquiera tenía su número para llamarlo o mandarle un mensaje para avisarle que iba a caer a su casa pidiendo refugio. Así qué iba a ser todo sorpresa. O tal vez lo mejor era irme a mi departamento con Benjamín y listo. Pero eso era algo que no quería. Así que iba a ir a lo de Santino. Aunque esa idea me recordaba a mis celos y la situación no iba a ser muy cómoda. Pero...Mis pensamientos se cortaron al ver pasar un taxi. Lo frené y al subirme le dije la dirección de Santino, ya estaba jugada.


Narra Santino:

Estaba por subir a mi habitación pero sonó mi celular que se encontraba en la mesa del living. Me acerqué a buscarlo. Era un mensaje de Agustina: "Gracias por la noche de hoy. Sos un divino. Hablamos :)". Sonreí aunque no era una sonrisa tan sincera. Recordé la conversación que tuve con Bruno al final de la fiesta.

-¿Qué onda la pendeja?-se interesó.

-Bien.-le respondí.-Nos besamos.

-¿Pero vos te involucrarías?-me interrogó.-Mira que es una chica que si te la chapas, la tenes que seguir.

-¿Vos decís que está enganchada?-dudé.

-Para mi sí, y más después del beso.-me contestó.-Si sólo querías chaparte a alguien hubieras buscado a otra.

-Igual está todo bien, lo puedo manejar.-dije con confianza.-Creo.-agregué luego dudando.


Narra Emma:

Parada en la puerta del edificio. No me animaba a tocar el timbre, estaba indecisa. Me había surgido un tsunami de dudas. ¿Estaba bien esto? Suponía que estaba solo, ¿pero si no lo estaba? De repente el beso entre él y la amiga de la hermana se me vino a la mente. Creo que no tenía nada que hacer yo ahí, no éramos nada, no tenía derecho a caerle de repente y sin avisar. Me di vuelta y me estaba por ir. ¿Pero a donde pensaba irme? El solo hecho de volver al departamento y discutir con Benjamín me hacia elegir dormir en la calle si hacia falta. En mi cabeza empezó a retumbar el "Vos a mí me gustas pero te estás por casar y no quiero estar en el medio". Luego se cortó al "Vos a mí me gustas". Me volví a dar vuelta quedando frente a la puerta. Dudé un segundo pero finalmente toqué el timbre.


Narra Santino:

No quería lastimar a Agustina, no tenía esas intenciones. Ella era buena, divertida, linda. No era una mujer que estaba con cualquiera, y la pasé bien con ella. Sabía que ella iba a querer continuar y que no quedé todo en un simple beso de fiesta. Pero la realidad era que no me podía sacar a Emma de la cabeza.
De repente sonó el portero y me asusté. ¿Quien podría ser? Fui a atender extrañado. Cuando escuché su voz se me congeló el cuerpo. Una parte de mi quería no verla y tenerla lejos, para así poderla olvidar. Pero otra parte quería verla todo el tiempo y no separarme.


Narra Emma:

En el ascensor me puse los tacos. Al menos tenía que estar presentable. Pero me dolían tanto los pies que al bajar del ascensor me los volví a sacar. Suspiré y toqué el timbre. 


Narra Santino:

Abrí la puerta y la vi ahí, con su pollera negra ajustada y una remera suelta roja. Posé mi vista en los zapatos que llevaba en la mano y luego desvié la vista hacia ella. Podía notar en su mirada toda la tristeza que llevaba en su interior.


Narra Emma:

Mis ojos se encontraron con los suyos y mi corazón empezó a latir más fuerte. Me recorrió una sensación de nervios. Él seguía mirándome, sin decir nada, esperando que le de una explicación de porque estaba a esa hora ahí, en la puerta de su casa. Pero no me salían las palabras. Me quedé perdida en sus ojos verdes y luego me deje llevar por lo que sentía. De un segundo a otro me encontraba en sus brazos, abrazándolo. Dudó unos segundos pero luego me abrazó.


Narra Santino:

Era todo tan extraño. Me costaba entender por qué había venido. Y ese abrazo me desarmó. Desde el primer momento en que la vi que quería tenerla en mis brazos y poderla a abrazar. Odiaba verla así de triste y no saber que hacer.

-Te necesito.-me susurró en el oído mientras se aferraba a mí.



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