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miércoles, 5 de marzo de 2014

Capítulo treinta y dos


Narra Emma:

Este momento lo había soñado muchas veces. Pero lo que ocurrió cuando ingresé a la Iglesia no me lo esperaba. Todas las personas presentes estaban con rostros preocupados y en el altar no se encontraba el novio.
No entendía que estaba ocurriendo. Quería que alguien me explicara donde estaba Benjamín. Deseaba que me aseguraran que no me había dejado plantada. No, no me podía estar pasando esto.
Se escuchaba un murmullo constante por todos los sectores pero nadie era preciso. Nadie sabía nada.
Tragué saliva y lo miré a mi padre, quien se soltó de mí y avanzó para ir averiguar. Mi mejor amiga y Bruno se acercaron.

-¿Se sabe algo de Benjamín?-pregunté nerviosa.-Ya tendría que estar acá hace un montón.-dije mirando el reloj.

Se miraron entre ellos y luego me miraron.

-¿Me dejó plantada?-pregunté confundida.-Me dejó plantada.-afirmé abrazando a Tania.

-Tranquila, va a estar todo bien.-me respondió abrazándome. 


Narra Santino:

Estaba en la cama tratando de dormirme pero no podía conciliar el sueño. Seguramente Emma ya había dado el "Sí" y en poco tiempo estarían todos festejando.


Narra Emma:

Esperamos y esperamos. Miles de llamadas y no fue capaz de contestar una. El casamiento se canceló. 

-¿Y si le pasó algo?-preguntó Bruno.

-Yerba mala nunca muere.-bromeó una de mis amigas y no le contesté para no insultarla.

El lugar de repente se convirtió en un chismerío. Yo sólo quería desaparecer. Estaba llena de bronca, indignación, tristeza. Observé a todas las personas conversando sobre la "fuga del marido" y salí corriendo.


Narra Santino:

Luego de dar muchas vueltas en la cama sin poder dormir, agarré la guitarra. Comencé a tocar unos acordes mientras mi mente viajaba. Ya no quería pensar en Emma, ella ya tenía dueño.


Narra Emma:

Sentada en un banco de una plaza con la cara llena de lágrimas y todo el maquillaje corrido. Tania se acercó a pasos ligeros.

-Ay amiga, no te puedo ver así.-me comentó.-Mírale el lado positivo.

Alcé las cejas y mi cara se desencajó.

-¿Vos me estás cargando?-la ataqué.-Me acaban de dejar plantada con el vestido de novia y el ramo de flores como una pelotuda. ¿De qué lado positivo me estás hablando?

Sabía que no me la tenía que agarrar con ella. No tenía nada que ver. Pero la situación me sacaba de eje.

-Perdón.-le dije.-No es con vos.-agregué y suspiré.

-Ahora no lo vas a poder ver, estás con mucha bronca y dolida. Y es entendible.-me dijo.-Pero te hizo un favor, si te casabas te ibas a arrepentir.

Me quedé callada.

-Emma, ustedes no se aman.-soltó y me hizo sentir peor.

Me recorrió una bronca inexplicable. Me podía llegar a esperar cualquier cosa de Benjamín, pero esto no.

-Lo voy a encontrar y lo voy a matar.-acoté con bronca y frené un taxi para irme.


Narra Santino:

Desperté con la noticia que no hubo casamiento. No me dieron muchos detalles en el mensaje así que no entendía mucho lo que había pasado. La persona que me había informado estaba por venir a mi departamento. No fue Bruno. Fue Josefina.


Narra Emma:
Seguía sin rastros de aquella persona que me había propuesto casamiento. Esa que cuando le respondí que sí quería convertirme en su mujer me aseguró hacerme feliz. No se sí su objetivo era hacerme infeliz, pero eso lograba, siempre.


Narra Santino:

Me encontraba sentado con Josefina en el sillón del living. Me contó bien lo de Emma.

-¿En serio la dejó plantada en el altar?-le pregunté sin poder creerlo.-Pero es un hijo de puta.-agregué insultándolo. 

-Sí. La verdad que no se lo merecía.-me dijo.-Y fue algo que nos sorprendió a todos.

-¿Y Emma cómo está?-pregunté preocupado.

-Está mal. Debe ser horrible que te hagan eso.-me contestó.-Está con mucha bronca.

-Y no es para menos.-acoté.


Narra Emma:

Luego de varias horas Benjamín se dignó a aparecer. Entró a la casa sin saber como disculparse. Se acercó a la cocina donde me encontraba yo.

-El novio fugitivo se dignó a dar la cara.-comenté.

-Estuve horrible, lo sé.-me dijo.-Pero tengo una explicación.

-¿Qué excusa vas a inventar ahora?-le pregunté.-¿O me vas a decir que tuviste una reunión de negocios el día de tu casamiento?

Ya me estaba empezando a alterar y eso generaba que se altere un poco él.

-Tuve un imprevisto y...-me empezó a decir.

-¿Cuál?-lo interrumpí ya sin creerle nada.

-No importa cual, pero se me complicó y no pude llegar.-me explicó.-Perdóname. Te juro que ahora arreglo todo y consigo otra fecha.

-¿Para volverme a hacer lo mismo?-seguí atacándolo.

No dijo nada y se sirvió un vaso de whisky.

-¿Vos sos consciente de lo que hiciste?-le dije con bronca.-Me dejaste plantada el día de nuestro casamiento, me humillaste delante de todos.

Empezó a tomarse el vaso todo de golpe. Y luego se sirvió más.

-Benjamín yo...yo soñaba con ese día, era algo lindo que deseaba desde chiquita.-le dije con lágrimas en los ojos.-Y lo arruinaste. No te das una idea lo mierda que me hiciste.

Siguió tomando.

-Si no te querías casar me lo decías y mandábamos todo al pasto. Pero no hacía falta que me hicieras esto.-le dije.-No tenías derecho.

-Te haces la víctima y te recuerdo que hasta un día antes no te querías casar.-se defendió.-Y aceptaste casi amenazada.

-Eso es lo que menos entiendo.-le dije.-Insististe para casarnos y después me dejaste plantada...

-Iba a ir Emma. Ya te lo dije.-me dijo un poco sacado mientras se servía más alcohol y se sacaba la corbata que tenía puesta.-Tuve un imprevisto y no pude.

-¿Qué imprevisto, Benjamín?-le grité sacada.-¿Acostarte con tu amante?

-Cómo me molestas con ese tema.-dijo sacado.

Negué con la cabeza y me dirigí a la habitación. No podía entender como seguía justificando su error en vez de asumirlo y hacerse cargo. Un imprevisto. ¿Qué imprevisto podes tener el día de tu casamiento?
Vino detrás de mi luego de tomarse otro vaso de whisky.

-¿Queres saber si te amo?-preguntó elevando la voz y en un estado alterado.-No, no te amo y nunca te amé.

Me quedé paralizada ante su ataque de sinceridad.

-¿Queres saber si tengo una amante?-siguió gritando mientras se sacaba bruscamente la camisa.-Sí, tengo y me escapo casi todas las noches para tener sexo con ella.

Me quedé dura como una piedra y mi rostro de a poco se empapó de lágrimas.

-¿Te preocupa saber si sos la primera o la segunda?-siguió diciendo con un tono de voz alto mientras caminaba de un lado a otro.-Sos la primera.

No sé si era bueno o malo ser la primera. A veces la amante se volvía más importante que la pareja formal.

-¿Te interesa saber si a ella la amo?-continuó y cada vez elevaba más la voz y parecía más alterado.-No la amo, es puro contacto físico.

Seguía inmóvil y ya la situación me empezaba a asustar. Quería que se callara y que se calmara.

-Y ahora si queres anda y contale todo al infeliz de tu padre.-me dijo mirándome fijo y su mirada me daba escalofríos.-Te va a doler ver como me cree a mí en vez de a vos. ¿Y sabes por qué?

-Basta Benjamín.-le pedí entre llanto.-Por favor.

-Porque quería un hijo varón y no una hija boba como vos.-escupió con odio.

No estaba bien de la cabeza este hombre. No podía entender como había sido tan ciega y me había fijado en él. Como pude no haberme dado cuenta de nada.



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