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miércoles, 5 de marzo de 2014

Capítulo treinta


Narra Emma:

Desperté con una sensación de angustia. Finalmente había llegado el día. Casarme a esta edad fue algo que siempre desee, pero sentía que Benjamín no era el indicado y que estaba cometiendo un grave error.
Desayuné junto a Tania y luego me fui a bañar. Al salir de la ducha, ella me pintó tanto las uñas de las manos como la de los pies. Sabía perfectamente hacer la francesita.
Me ayudó con los últimos llamados y detalles de la fiesta post iglesia. 
Las agujas del reloj avanzaban rápidamente y los nervios aumentaban. 


Narra Santino:

Mis padres y mi hermana Jazmín vinieron a visitarme y se quedaron a almorzar. Mi madre hizo una recorrida por todo el departamento como si estuviera controlando que todo esté en orden y verificando si me las podía arreglar bien solo. 
Una vez todos sentados en la mesa redonda de la cocina, serví la comida.

-Jazmín no le des de comer al perro, le hace mal la comida de humanos.-la retó mi madre al ver que le había ofrecido a Gala.

Me encontraba un poco fastidioso. Amaba ver a mi familia, pero claramente este no era el mejor día para juntarnos. Mi cabeza estaba en otro lado, o mejor dicho, en el casamiento.

-Hijo, estás muy callado.-comentó mi madre.

-¿Cómo van los estudios?-se interesó mi padre.

-Bien, los últimos exámenes que di los aprobé.-le respondí.-Ahora tengo que preparar otros.

Seguimos comiendo y conversando sobre otras cosas. Yo casi no hablaba y tampoco tenía hambre, por lo que dejé casi toda la comida de mi plato. 

-Estás raro, Santino.-dijo mi padre.-¿Te pasa algo?

-Mal de amores se llama.-acotó mi hermana y la fulminé con la mirada.

-¿Estás mal por una chica?-preguntó mi madre, preocupada.

-No.-respondí rápido. No estoy mal, estoy cansado. Es eso.


Narra Emma:

Llegó la peinadora. Me sentó en una silla frente al gran espejo que se encontraba en la habitación. Tania estaba en un costado observando como la mujer se iba ocupando de mi largo cabello. 
Miré mi reflejo y por alguna extraña razón pensé en Santino. Quería saber como estaba. Tenía necesidad de verlo una última vez más y decirle que nunca le mentí acerca de mis sentimientos hacia él pero que esto que estaba pasando era algo muy difícil de explicar.


Narra Santino:

Mientras mis padres tomaban un café, me fui a sentar al sillón del living con Jazmín.

-Es por Emma, ¿no?-preguntó de repente y la miré.

-Sí.-respondí.-Hoy se casa.

Hizo una expresión como que comprendía como me sentía.

-Por un momento tuve la esperanza de que el casamiento se cancelara definitivamente.-y ya era a la segunda persona que se lo confesaba.

-¿Te doy mi opinión?-me preguntó y asentí.-Yo en Emma veo una mujer sufrida, alguien que la pasó mal en el pasado y se aferró al primero que le mostró un poco de interés y comprensión.-empezó a decir.

Me quedé pensando en cada cosa que decía.

-Pero no lo ama y no es feliz a su lado.-continuó.-Cuando los vi juntos noté que a ella le pasaban cosas con vos. Y Agustina opinó lo mismo.-agregó mirándome.

-¿Y por qué se casa entonces?-le pregunté coincidiendo en todo lo que había dicho pero sin cerrarme su decisión.

-Porque debe tener miedo, no se debe animar a patear el tablero.-me explicó.-Está segura ahí en su zona de confort, prefiere su infelicidad conocida que arriesgarse a lo desconocido.

La escuchaba atentamente intentando entender.

-Con él está hace mucho tiempo, tiene su casamiento y su vida planificada.-me dijo.-Capaz le pasan cosas con vos pero no sabe cuanto le duraría su relación.

-Vas a ser psicóloga, ¿no?-me interesé.

-¿Se nota?-dijo y se río.-Quédate tranquilo que tus cesiones no te las voy a cobrar.-agregó acariciándome el pelo.


Narra Emma:

La hora seguía pasando y el momento se iba acercando. Mi mejor amiga me acompañó en todo momento.
Me hallaba junto a la maquilladora que estaba terminando con los últimos retoques en mi rostro. 
Cuando terminó me hizo verme en el espejo y realmente me había gustado como me maquilló. Le sonreí y se retiró deseándome lo mejor y felicitándome por la boda.


Narra Santino:

Mi familia se fue y me senté en el sillón con una botella de cerveza en la mano. Veía como corría el tiempo y quería frenarlo. No quería que llegara el momento, no quería perderla. 
Comencé a tomar mientras recordaba cosas que me había dicho ella. 

"Quiero que sepas que en tan poco tiempo te volviste importante y me ayudaste mucho".

"Tu compañía me hace bien. Vos me haces bien".

Luego recordé el último momento con ella cuando nos despedimos y yo tan sólo buscaba una explicación que nunca me dio.

"Perdón. No quiero lastimarte"

Hice fondo blanco con la cerveza mientras se me caía una lágrima.


Narra Emma:

Me puse el vestido de novia y me quedé parada frente al espejo, observando mi reflejo. 
Cerré los ojos y me imaginé entrando a la iglesia y caminando hacia donde me estaba esperando Benjamín con su traje negro. Me visualicé al lado de él, enfrentados al cura y jurándonos amor eterno. Y luego llegué a oír el "los declaro marido y mujer" y después mis labios se encontraban en los suyos sellando esa promesa.
Abrí los ojos y me miré entera. Comencé a temblar. Quería casarme, pero no con Benjamín.


Narra Santino:

Me dirijo a la heladera en busca de más alcohol. Necesitaba ahogar mis penas. Destapé más botellas de cervezas y las comencé a tomar casi sin respirar. Terminé la última y la estrellé contra el piso.
Me maree un poco pero logré mantener el equilibrio. Caminé hacia el living mientras Gala me seguía atrás y ladraba. 
¿Es posible que los perros sepan cuando estás mal?
No me creerían si les digo que luego de ladrar se me quedó mirando y comenzó a llorar. La acaricié y me fui a bañar.
Permanecí varios minutos inmóvil debajo de la ducha y luego apoyé la cabeza contra los azulejos.
Me la imaginé a Emma ya con el vestido de novia puesto y se me estrujó el corazón.
Cada vez faltaba menos para el momento y yo no podía soportarlo más. No sabía si ponerme el traje e ir corriendo a impedir el casamiento, como en las películas. No sabía si ir como infiltrado y convertirme en un masoquista que ve como la mujer de su vida se casa con otro. No sabía si ir a comprar más alcohol y beber hasta quedar inconsciente. No sabía si dormirme por un par de meses. No sabía que hacer.
Permanecí más minutos bajo la ducha. Una vez escuché "Los hombres no lloran". Y yo volví a mi niñez y me largué a llorar, como hace mucho tiempo no hacía.




Twitter: @janetroseblog

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