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miércoles, 5 de marzo de 2014

Capítulo veintiocho


Narra Emma:

Nunca había hecho tantas llamadas seguidas. En todas fingía estar feliz de convertirme en la mujer de Benjamín.
El departamento de a poco se iba llenando de regalos que mandaban los invitados.


Narra Santino:

Sentado en el sillón, tocando la guitarra, tratando de entretenerme y no pensar que había llegado el final. Desde un principio sabía en lo que me estaba involucrando, pero quise jugar la partida. Y hoy, hoy estoy enamorado de esa mujer que se está por casar con otro hombre, que probablemente pueda darle mucho más que yo pero hay algo que nunca le va a dar: amor. 
No podía imaginármela caminando hacia el altar, entregándose a él, no podía imaginármela en otros brazos, en otra cama.
Cuando yo la conocí ella no sonreía, o sí, pero esa sonrisa era fingida. Yo le saqué la tristeza, yo le construí sonrisas, yo...yo la salvé.
Es la cuarta vez que le erro a las notas y dejo la guitarra por ahí, dándome por vencido. Me dirijo a la cocina, abro la heladera, agarro una cerveza, la destapo y la bebo. Pienso en ella y en su vestido de novia que ya debe estar listo para estrenar.


Narra Emma:

Busqué la caja en donde se encontraba el vestido de novia y la apoyé sobre la cama matrimonial. Pasé mi mano derecha por la tapa gris y luego de un suspiro la abrí. Tomé el vestido con mis dos manos y cerré los ojos. Ojalá pudiera estar acá mi madre, aconsejándome. La extrañaba demasiado y necesitaba uno de sus fuertes abrazos, esos que me decían que todo iba a estar bien.


Narra Santino:

No podía permitirme perder a la mujer que amaba. Dejé la botella y me fui decidido a buscarla. Me encontré con que mi auto tenía las cuatro gomas pinchadas. Le pegué al capót y frené a un taxi. A pocas cuadras de llegar se frenó debido a una manifestación. Le pagué y me bajé del auto. Caminé a pasos agigantados y es que quería llegar a tiempo. "Ojalá no esté el futuro marido" me repito por dentro mientras voy esquivando a las personas que me cruzo por la calle. Y voy a contramano, todos van en la otra dirección. Avanzo cada vez más rápido y estoy cada vez más cerca.


Narra Emma:

Me puse el vestido y me paré frente al espejo cuerpo entero que había en la habitación. Mañana estaría así vestida caminando del brazo de mi padre hacia el altar, donde me encontraría con Benjamín. Un montón de personas van a estar presentes a la espera de mi "sí, acepto" cuando el cura me pregunte.


Narra Santino:

Finalmente llegué a destino. Pensé que si tocaba el portero se iba a negar a abrirme, así que me puse a pensar otra forma de ingresar. De repente se acercó una señora mayor con muchas bolsas de supermercado. Me ofrecí ayudarla y entré junto a ella. Subimos en el ascensor hasta su piso, le entregué las bolsas y me dirigí a lo de Emma.


Narra Emma:

Me estaba probando el vestido ya que sabía que Benjamín no iba a aparecer porque se quedaba hasta tarde en la empresa y luego se iba directo a su despedida de soltero.
No creo mucho en eso de que si el novio te ve vestida de novia antes de la fecha da mala suerte, igual lo evitaba.
Sonó el timbre y fui a abrir sin preguntar quien era, ya que pensé que iba a ser el hombre que me traía más regalos. Pero me encontré con la persona que menos esperaba.


Narra Santino:

Lo último que quería era haberla visto con el vestido de novia. La miré de arriba-abajo y sentí una puñalada en el pecho. Hubo un silencio ya que no me salían las palabras y ella me miraba sin saber qué decir.

-Lo siento.-expresó finalmente ante la situación.

-Veo que es verdad que te vas a casar.-comenté sin poderla mirar a los ojos.

-Santino no podes estar acá.-se limitó a decir.-Por favor.

Yo seguía del otro lado de la puerta. Y sabía que no me iba a dejar pasar. Observé los regalos que se veían en el living y ya no podía soportarlo.

-¿Por qué, Emma?-le pregunté.-¿Por qué no me dijiste nada?-y mi voz sonaba suave y triste.

-Lo decidí hoy.-sólo respondió.

-No me tomes por pelotudo.-le dije subiendo un poco la voz.-Sé que te acostaste conmigo sabiendo que te ibas a casar.

Se quedó callada con la vista baja.

-Ni siquiera se te ocurrió pensar en mí, preguntarme si quería pasar la noche con vos sabiendo esto.-le empecé a decir.


Narra Emma:

No pensé que le iba a molestar tanto el hecho de acostarse conmigo a modo de despedida. Igualmente me sentía muy culpable, por todo. Pero yo sabía los motivos por los cuales estaba haciendo esto.

-Me pareció que era lo mejor.-le expliqué.-Fue una forma de despedirme de vos.

-¿Lo mejor para quien?-me atacó de repente.

-Para los dos. Creí que era lo mejor.-le dije.-Entendeme.

-Te vivo entendiendo, Emma. Y siempre pensas en vos.-me dijo.

No respondí. La situación me estaba poniendo muy incómoda y tenía un nudo en la garganta, intentando controlar el llanto.

-Te importa un carajo como me siento.-soltó con bronca.-No te importa lo que me pasa y lo mucho que me duele que te cases con otro.-ya estaba un poco sacado y sus ojos se pusieron vidriosos.

No era capaz de responder. Me hacía mal todo esto. Y también sabía que él tenía derecho de estar así.

-Creí que sentías lo mismo que yo, pero parece que me equivoqué.-continuó.-No tenías derecho, Emma.-agregó negando con la cabeza y mirándome fijo.

-Perdóname.-le dije.-Te juro que no quiero lastimarte.

Se quedó unos segundos en silencio. Se secó una lágrima que se asomó de su ojo izquierdo.


Narra Santino:

No entendía porque se iba a casar con un hombre que no la amaba y la hacía sufrir. Ocultaba muchas cosas. 
Me tranquilicé un poco y me invadió la tristeza.

-No te cases.-le pedí de repente, mirándola a los ojos.-Por favor.-agregué tomándole una de sus manos.

Cerró los ojos y dejó caer una lágrima.

-No te ama, ni vos lo amas a él.-le dije.-¿Por qué te casas?

-No me la compliques.-me pidió.-Ándate.-agregó soltándome.

-Si me voy te juro que no me ves nunca más en tu vida.-le dije tragando saliva.-Hablo en serio.

No pudo decir nada. Ya no controlaba las lágrimas. Pasé una de mis manos por sus mejillas y le sequé.
Avancé rompiendo con la distancia y le di un beso corto.

-¿Me voy?-le pregunté y asintió.

-Perdón.-dijo.-No me odies.

-Que seas feliz, Emma.-dije con la voz quebrada y me retiré.


Narra Emma:

Cerré lentamente la puerta y apoyé mi espalda en ella, dejándome caer. Poco a poco me convertí en un mar de lágrimas.


Narra Santino:

Empecé a caminar con la cabeza agachada hasta que encontré un taxi y me subí. Cuando llegué a mi departamento me recibió Gala, saltándome. La acaricié y me dirigí a la cocina a buscar una cerveza. Luego encendí la radio y me senté en el sillón.


Narra Emma:

Me tranquilicé, secándome las lágrimas y quedando con la vista perdida. No quería que Santino sufriera por mi culpa, pero ya no podía hacer nada. 
Me fui a la habitación a sacarme el vestido y me acosté en la cama al mismo tiempo que ponía la radio.


Narra Santino:

Con la botella de cerveza en la mano recordaba la noche que pasé ayer con Emma. No me podía sacar esas imágenes de la cabeza. No sabía realmente como iba a hacer para poder olvidarla. Ya extrañaba sus labios y el sabor de sus besos. Ya extrañaba su mirada y el sonido de su risa. Maldita sea, Emma, ¿por qué te tuve que conocer? Empecé a beber de a sorbos la cerveza mientras dejaba caer un par de lágrimas.


Narra Emma:

Suspiré mirando al techo y me relajé con la música que pasaban en la radio. Pero de repente comenzó a sonar "Contigo" de Ale Ortega y Santino volvió a mi mente. Juraría que nunca sentí por nadie lo que sentía por él. Nadie me cuidaba ni se preocupaba como lo hacía él. Y yo lo único que estaba haciendo era lastimarlo, y no se lo merecía. 

Aunque el destino decida por los dos. 

Aunque en mi vida se ausente la pasión. 

Aunque el silencio se adueñe de mi voz. 

Yo sé que estas, 
yo sé que estas.


Narra Santino:

Cerré los ojos al escuchar sonar "Contigo" de Alex Ortega. Deseaba poder estar en este momento abrazado a ella y decirle que nada malo podía pasarle. Si alguien pudiera asegurarme que ella iba a ser feliz con él, me dolería igual, pero lo podría llegar a aceptar. Pero sabía que no era así y que al lado de ese hombre no iba a estar bien. Y yo ya no podía hacer nada para rescatarla.

Aunque al caerme me cueste levantar. 

Aunque la lluvia no me deje volar. 

Aunque mis manos se cansen de pelear. 

Yo sé que estás, 
yo sé que estás. 



Narra Emma:

Su voz diciéndome que si se iba me juraba que no lo iba a volver a ver nunca más se repetía una y otra vez en mi mente como un disco rayado. Sentí como una puntada en el medio del pecho. Pensaba no verlo más, pero que me haya dicho eso me destrozaba. Si había decidido no volver a verlo era para protegerlo, Benjamín ya me había amenazado con que si lo descubría le iba a hacer daño.

Contigo no hay hastío. 

Contigo no hace frío. 

Contigo no hay distancia que nos pueda dividir. 

Contigo mi enseñanza. 

Contigo mi esperanza. 

Contigo en mi destino sé que puedo revivir.


Narra Santino:

Tan sólo una noche más para tenerla nuevamente entre mis brazos, para poder besarla con mucho amor y para repetirle hasta el cansancio que estaba enamorado de ella como nunca lo había estado por nadie. Pero ya no podía pedirlo, ya no podía desearlo. Ya era tarde. Terminé la botella y la dejé en la mesita que estaba en frente. Me acosté en el sillón y seguí escuchando la canción. Gala se subió y se acurrucó al lado mío.

-Te quiero Emma.-susurré al aire.


Narra Emma:
Si pudiera pedir un deseo en este momento sería poder juntar fuerzas para decirle en la cara a Benjamín que no me quería casar, que lo que alguna vez hubo entre nosotros había muerto, se había hecho cenizas. Y hacer las valijas, ir corriendo a buscar a Santino y escaparnos lejos, muy lejos.
Pero no estaba para meterme en una película romántica y soñar, mi realidad era otra. 

-Te quiero Santino.-susurré al aire y abracé la almohada.


Twitter: @janetroseblog

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