Narra Emma:
Aún me encontraba
inmóvil con el vestido de novia frente al espejo. Tenía una mezcla de
sentimientos difícil de explicar. En mi mano sostenía una cadenita que me había
regalado mi madre en su momento. Me la coloqué delicadamente y luego se me
escapó una lágrima, que al escuchar los pasos de mi mejor amiga me apuré a
secar.
-Ey, ¿qué
pasó?-se interesó entrando a la habitación y acercándose.
-Simplemente
estoy emocionada...por todo esto.-respondí.
- ¿Es emoción o
tristeza?-preguntó dudando
Me limité a
suspirar.
-Te adoro y no
quiero que te equivoques.-me dijo.-¿Estás segura de lo que vas a hacer?
-Está todo
bien.-le contesté y fingí una sonrisa.-Siempre soñé con esto.
Me miró como si
no estuviera tan convencida de lo que le acababa de decir. Pero luego sonrío.
-Igualmente, si
te llegas a arrepentir y queres echar todo para atrás...yo te voy a apoyar.-me
dijo.-Y no llores más que se te va a correr el maquillaje.
-Gracias por
estar siempre.-le dije mirándola a los ojos.
-No me
agradezcas. Te quiero mucho.-dijo y me abrazó fuerte.-Estás hermosa, amiga.
-Yo también te
quiero.-le dije al separarnos.
-Me voy yendo
para la Iglesia.-me dijo agarrando su cartera.-Nos vemos allá.
Narra Santino:
No podía dejar de
mirar el reloj. Caminaba de un lado para el otro por el departamento como si me
estuviera volviendo loco. Y en parte, me estaba pasando un poco eso. Me
enloquecía el saber que en cualquier momento iba a perder a Emma y no podía
hacer nada para impedirlo. Me carcomían los nervios. Comencé a dar vueltas por
todos lados sin poder poner mi mente en blanco u ocuparla en otra cosa.
Por si no fuera
poco estar perdiendo a la mujer de la cual estaba enamorado, me encontré con mi
perra un poco ensangrentada en el piso de la cocina. Se había lastimado dos de
sus patas gracias a mi magnífica idea de estallar la botella de vidrio.
"Perra boba" pensé. Pero luego me dio lástima y la curé.
-Perdóname
Gala.-le dije acariciando su suave pelo.-Al final sos mi única compañera
fiel.-agregué como si la perra pudiera entenderme.
Narra Emma:
Mi padre tocó el
timbre y bajé. Me encontré con un hermoso auto antiguo con un moño blanco en el
techo. Del mismo bajó un señor alto con traje y guantes blancos. Me estiró su
mano y al agarrarla me ayudó a subirme a la parte trasera y cerró la puerta. Mi
padre se subió del lado del acompañante.
En el trayecto vi
como la gente al verme cerraba los ojos y pedía un deseo.
Narra Santino:
Me senté en el
sillón con el celular en la mano y estuve a punto de mandarle mensajes a Bruno
para saber como iba todo. Ni siquiera sabía para que quería seguir sabiendo
algo que me hacía mal. Tenía que intentar olvidarla, sacarla de mi cabeza. Y
debía cumplir con mi juramento de no volverla a ver.
Narra Emma:
El auto frenó en
la puerta de la iglesia. El señor me ayudó a bajar y subí junto a mi padre unos
escalones que nos separaban de la entrada.
-Quería decirte
que estoy orgulloso de vos y que te quiero mucho.-me dijo mi padre haciendo que
lo mire.
-Linda manera de
quererme...-acoté irónica.
-Emma...-me
reprochó.
Aflojé porque no
era momento ni lugar de discutir.
-Yo también te
quiero, papá.-le dije.
Las puertas se
encontraban cerradas. Ya era momento de entrar y los nervios volvían a
aparecer. Cerré los ojos y con mi mano derecha acaricié la cadenita. Luego lo
agarré del brazo a mi padre y se abrieron las puertas.
Twitter: @janetroseblog
No hay comentarios:
Publicar un comentario