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miércoles, 5 de marzo de 2014

Capítulo veintiseis


Narra Emma:

Amanecer entre sus brazos. Levanté un poco mi cabeza, que se encontraba apoyada en su pecho, y lo observé dormir. Me sentía tan llena. A su lado me sentía fuerte, grande, segura. Pero sabía que apenas pusiera un pie fuera de ahí me iba a vaciar nuevamente y me iba a volver una hormiguita débil e indefensa. 
Pasé suavemente una de mis manos por su mejilla derecha y me volví a acurrucar más junto a él, cerrando los ojos.


Narra Santino:

Abrí los ojos y al verla a mi lado sonreí. Era hermosa hasta dormida. Le acaricié el pelo y luego me incliné suavemente y le di un beso en la frente.

-Buenos días.-comenté al ver que despertó y me miró.

-Buenos días.-me dijo y sonrío.


Narra Emma:

Se acomodó de costado, apoyando el codo en la cama y sosteniendo su cabeza con su mano. Tenía una leve sonrisa dibujada en su rostro y sus ojos verde mar me miraban fijamente.

-¿Qué pasa?-le pregunté sonriendo mientras abrazaba a la almohada.

-Te miro.-respondió sin sacarme los ojos de encima.-Me hipnotiza tu belleza. Tanto exterior como interior.

-Debes ser la única persona que ve cosas en mi que los demás no ven.-le dije.

-Sos una persona increíble, y no quiero que te desvalorices. Ni que dejes que el resto lo haga.-me dijo y se acercó más a mi, acariciándome la mejilla izquierda.

-Me cuesta a veces expresar lo que quiero, y tal vez sienta más de lo que digo...-comencé a decirle tratando de evitar que se me pongan vidriosos los ojos.

Él se me quedó mirando. Y era una de las pocas personas a las que le gustaba escucharme.

-Pero quiero que sepas que en tan poco tiempo te volviste importante y me ayudaste mucho.-seguí, y me costaba abrirme.-Tu compañía me hace bien.-hice una pausa.-Vos me haces bien.


Narra Santino:

Me junté más a ella, quedando ahora los dos apoyados en cada una de las almohadas, mirándonos a los ojos.

-Desde el primer día en que te vi supe que eras especial y sentí como un terremoto interno que me decía que te iba a querer.-le dije y largo una risita.

-Fuerte lo del terremoto.-acotó justificando su reacción ante un momento tierno como ese.

-Fuerte es lo que siento por vos.-le dije perdiéndome en su mirada.-Y te aseguró que nunca antes lo había sentido.


Narra Emma:

Esas ganas incontrolables de largarme a llorar, de pedirle perdón. No le podía dar lo que él se merecía, no le podía prometer nada. En un día me iba a estar entregando a otro hombre en la cama de un hotel donde pasaríamos la noche de bodas. No quería lastimarlo, pero ya era demasiado tarde. Desde el primer momento en que nos vimos tuve que haberlo evitado, no verlo más. Dejé que poco a poco se enamorara y ahora lo iba a abandonar. 
Me miró como queriendo adivinar en lo que estaba pensando y agradecí que no tuviera ese don. Alejé todos esos pensamientos y las ganas de llorar, y me concentré en sus ojos, en su mirada.


Narra Santino:

Reinaba el silencio en la habitación. Sus ojos color café me miraban intensamente mientras yo terminaba de romper con la distancia y rozaba nuestras narices.

-Te quiero, Emma.-le susurré.-Me haces inmensamente feliz.

Apoyé delicadamente mis manos al costado de su cara y la besé.


Narra Emma:

El beso se fue disminuyendo a besos cortos y luego nos separamos. El cuento de hadas había llegado a su fin, era momento de partir.
Me levanté de la cama y me vestí, mientras él seguía acostado, mirándome.

-Me tengo que ir.-dije agarrando mis cosas y con intenciones de abandonar la habitación.

Se levantó, se puso un pantalón y bajamos las escaleras. Me acompañó hasta la puerta y me invadió una sensación de angustia que me hacía presión en el medio del pecho.


Narra Santino:

Percibí algo extraño en su mirada pero no quise hacerme la cabeza. Abrí la puerta y de un segundo a otro la tenía abrazándome fuerte, como pidiendo refugio, como deseando que no la soltara.


Narra Emma:

Mis manos acariciaron su espalda descubierta y mi cara se hundió en su hombro. No quería soltarlo, deseaba con todas mis fuerzas que las agujas del reloj se frenaran. 
Junté fuerza e intenté disimular, aunque mis ojos ya se encontraban llorosos. Me separé pero me aferré a sus labios para que no lo notara.
Fue un beso que transmitía mucho. Empezó a tener sabor salado ya que no podía contener las lágrimas y rodaban hasta terminar en nuestros labios.


Narra Santino:

Se separó de mis labios, secándose las lágrimas y desapareciendo, sin darme tiempo a decirle más nada.



Twitter: @janetroseblog

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